"La Prueba que Abraham Falló: El Silencio de Dios"

Estimado Elifel (Neftalí Espinoza):

-Luego de leer tus aportes, encontré que la clave de tu reinterpretación del episodio en que Abraham se dispuso a sacrificar a Isaac, bien puede estar en la frecuencia con la que te refieres a la moral o conciencia moral del patriarca, lo que te sirve para contrastarla con la fe, como si la primera pudiera estar desasociada de la segunda.
-Abraham no tiene por qué empeñarse en hacer o no hacer lo que él -criatura falible- tuviese por justo o injusto, sino en obedecer -no ciegamente- al único que sí puede considerarse como el Justo (Gn 18:25), lo que es propio de Dios y nadie más. O sea, si Dios ordenó jamás su mandamiento podría ser injusto.
 
-Si se siguen empeñando en buscar fracasos en la fe del patriarca, tienen el primero en Gn 12:10-20 cuando Abraham tragó saliva tras el reproche de Faraón (v.18) y tuvo que ser echado de Egipto (v.20).
-Si eso no es suficiente, pueden recordar que siendo él riquísimo en ganado y en plata y oro (13:2) no dio nunca el diezmo de lo suyo a Melquisidec sino de lo ajeno, del botín de guerra (Heb 7:4).
-Hasta hoy, nunca oí ni leí que alguien haya osado criticar a Abraham por acceder a sacrificar a Isaac.
-La fe proviene de Dios mismo, no de la moral corrompida del ser humano desde la caída de Adán.
 
-Esa invención de Elifel a la que te has asociado no tiene sentido alguno. Dios habló a Abraham cuantas veces quiso y si después de Gn 22:16-18 no volvemos a leer que lo hubiera hecho, no necesariamente ha de deducirse de ello que no lo hizo, ya que pudo hablarle en más ocasiones y no tener nosotros registro de ello. En caso de que no le hubiera seguido hablando, pudo también Dios no haberle hablado más sin implicar eso un misterioso "silencio" como si la actitud del patriarca no hubiera agradado al Altísimo. Es bueno ser original pero no al extremo de imaginar demasiado.
Agradezco tus observaciones, especialmente porque reconoces que después de Génesis 22 no se registra más diálogo directo entre Dios y Abraham. Dices que esto podría deberse a que simplemente terminó la etapa de revelaciones con él. Esa es una posibilidad. Pero surge aquí una pregunta legítima que no se puede pasar por alto:


¿Qué sentido tendría que Dios —eterno, sabio y justo— concluyera su comunicación directa con Abraham justamente después de una prueba tan extrema como pedirle el sacrificio de su hijo?


En otras partes de la Biblia, luego de grandes pruebas, viene una enseñanza, una renovación o una revelación más alta. Por ejemplo:


  • Después de la prueba de Job, Dios le habla directamente (Job 38 en adelante) y lo restaura (Job 42:10-17).
  • A Moisés, luego de sus errores y dudas, Dios lo sigue guiando y hablando con cercanía (Éxodo 33:11).
  • Elías, tras su crisis, escucha la voz de Dios en un silbo apacible (1 Reyes 19:12).

Entonces, si lo de Abraham fuera realmente una "culminación de la fe", ¿no habría sido más natural que Dios se manifestara nuevamente con claridad y amor? ¿Una última promesa? ¿Una enseñanza moral profunda? ¿Un epílogo espiritual para cerrar su historia?


Pero no ocurre. Solo hay silencio.


Y aquí me permito proponer una interpretación alternativa, que nace de la ética y el amor, no de la irreverencia:
Ese silencio no fue indiferencia, sino una pausa que contenía una oportunidad. Tal vez Dios esperaba que Abraham reflexionara y dijera: “Señor, perdóname, esto no puede ser justo”. Como lo hizo Moisés cuando intercedió por Israel (Éxodo 32:11-14). Como lo hizo Jesús en Getsemaní, al dialogar con Dios ante una orden incomprensible (Lucas 22:42).


No olvidemos que la fe de Abraham ya había sido demostrada muchas veces antes:


  • Al dejar su tierra por mandato divino (Génesis 12:1-4)
  • Al confiar en la promesa de un hijo en su vejez (Génesis 15:6)
  • Al circuncidar a todos los varones de su casa en obediencia (Génesis 17:23)

¿Por qué probar la misma fe una vez más, pero con una exigencia tan desproporcionada?


Por eso sostengo que esta fue una prueba moral, no de obediencia ciega. Una prueba para ver si Abraham ya no solo obedecía, sino que discernía, como el amigo de Dios que había llegado a ser. Tal vez Dios esperaba que dijera: “No, Señor. Sé que Tú eres justo. No puedo matar a mi hijo.” Y que esa negativa no fuera desobediencia, sino madurez espiritual. Pero Abraham no lo hizo. Y luego... el silencio.


No propongo esta idea como doctrina, sino como una lectura ética y amorosa que acerca a Dios, no lo aleja. Muchos han sentido distancia del Creador por este pasaje; otros han llegado a temerle más que amarlo. Yo solo quiero mostrar que hay otra forma de leerlo, una que revela a un Dios que no necesita sacrificios humanos, sino corazones que piensan, sienten y aman con libertad.


Y si esta visión puede ayudar a una sola persona a reconciliarse con Dios como amor verdadero, entonces ha valido la pena escribirla.
 
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Estimado Elifel (Neftalí Espinoza):

-Luego de leer tus aportes, encontré que la clave de tu reinterpretación del episodio en que Abraham se dispuso a sacrificar a Isaac, bien puede estar en la frecuencia con la que te refieres a la moral o conciencia moral del patriarca, lo que te sirve para contrastarla con la fe, como si la primera pudiera estar desasociada de la segunda.
-Abraham no tiene por qué empeñarse en hacer o no hacer lo que él -criatura falible- tuviese por justo o injusto, sino en obedecer -no ciegamente- al único que sí puede considerarse como el Justo (Gn 18:25), lo que es propio de Dios y nadie más. O sea, si Dios ordenó jamás su mandamiento podría ser injusto.
Agradezco nuevamente tu reflexión, y me parece importante profundizar en uno de los puntos que mencionas: el concepto de mandato divino y su relación con las pruebas de Dios.


Planteas que si Dios manda algo, no puede ser injusto. Y estoy de acuerdo: Dios no se contradice a sí mismo, ni en su justicia ni en su amor. Pero justamente por eso debemos preguntarnos con profundidad: ¿todo lo que parece un mandato en el texto bíblico lo es realmente? ¿Y qué sentido tiene que Dios “pruebe” a sus siervos si lo que espera no es discernimiento, sino obediencia automática?


La naturaleza de una prueba no consiste en imponer un solo camino, sino en evaluar la capacidad de la persona para tomar decisiones a la luz de los valores que ha recibido. Dios no prueba para informarse (pues ya lo sabe todo), sino para que nosotros mismos descubramos lo que llevamos dentro. Las pruebas en la Biblia muchas veces revelan no la obediencia exterior, sino el carácter interior, la justicia, la compasión.


Entonces pregunto: ¿cuándo y dónde se nos ha dicho que las pruebas de Dios son exclusivamente “mandatos” que deben ser cumplidos sin pensar? No hay tal declaración. Lo que sí encontramos en toda la Escritura son enseñanzas que forman la conciencia, que nos invitan a elegir el bien, a actuar con justicia, misericordia y amor.


Como bien decía el profeta Miqueas:


“¿Y qué pide Jehová de ti? Solamente hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios.”
(Miqueas 6:8)

Esa es la verdadera fe: una fe viva, que se expresa en el amor y en la justicia. No una fe vacía, sin discernimiento, que cumple sin pensar. ¿Acaso Jesús no criticó precisamente esa obediencia ciega, cuando dijo: “Si supierais qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes”? (Mateo 12:7)


Dices que Abraham obedeció un mandato, pero observemos bien: no se le dice “haz esto y punto”, sino “toma a tu hijo… y ofrécelo”. No hay consecuencias declaradas si no lo hace. No hay castigo anunciado. No hay ley que respalde semejante orden. Por eso sostengo que no es un mandato en sentido legal, sino una prueba que apela a su discernimiento moral. Y Dios ya había formado a Abraham en valores, en diálogo, en justicia. ¿Entonces por qué esperar de él una obediencia ciega?


Además, como bien sabemos en la pedagogía humana y divina, toda prueba debe tener una retroalimentación, una enseñanza. En este caso, la única respuesta que vemos es un aparente silencio divino. No hay una felicitación explícita. No hay una enseñanza moral clara para generaciones futuras. Solo un ángel que dice: “Ahora sé que temes a Dios”. ¿Y antes no lo sabía? ¿Qué clase de prueba es esa, que no concluye con claridad ni revela un aprendizaje directo?


Por todo esto, insisto con humildad pero con convicción: esta prueba no puede entenderse como mandato legal, ni como modelo ético de fe. Es una historia profundamente simbólica que, leída críticamente, nos confronta y nos obliga a preguntarnos: ¿qué haríamos nosotros? ¿Y qué imagen de Dios estamos transmitiendo a nuestros hijos cuando justificamos el sacrificio de un inocente en nombre de la obediencia?


Yo no quiero alejarme de la fe. Quiero acercarme al corazón del Padre. Y si para eso hay que replantear ciertos pasajes, lo haré con reverencia, no con arrogancia. Porque como tú mismo dijiste, Dios es el único verdaderamente justo. Y justamente por eso, sé que jamás pediría lo que es injusto, ni pondría a prueba a sus hijos con algo que contradice su carácter.


Con respeto y apertura,
Neftalí Espinoza (Elifel)
 
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Agradezco tus observaciones, especialmente porque reconoces que después de Génesis 22 no se registra más diálogo directo entre Dios y Abraham. Dices que esto podría deberse a que simplemente terminó la etapa de revelaciones con él. Esa es una posibilidad. Pero surge aquí una pregunta legítima que no se puede pasar por alto:

¿Qué sentido tendría que Dios —eterno, sabio y justo— concluyera su comunicación directa con Abraham justamente después de una prueba tan extrema como pedirle el sacrificio de su hijo?
...
-Es menester contestar primero esta pregunta sin distraerme todavía en lo que seguidamente expones:

- 1 - Que la Sagrada Escritura no haya registrado más comunicación directa de Dios con Abraham, no necesariamente es evidencia de que no la hubo, a menos que un texto explícito dijera que no volvió Dios a hablarle.
- 2 - Si extrema fue la prueba a la que Abraham fue sometido, extremadamente magnánima fue la promesa dada, la que aun todavía no ha recibido pleno cumplimiento.
- 3 - La razón de todo esto estuvo no en la rectitud moral de Abraham sino en la razón dada por Dios mismo: "...por cuanto obedeciste a mi voz" (Gn 22:18). Conste: la obediencia de Abraham estuvo no solamente en su disposición a efectuar el sacrificio del hijo sino también en no consumarlo.
 
REFLEXIÓN COMPLEMENTARIA: ¿Estamos fallando nosotros también al elegir la fe ciega?


Una pregunta inquietante surge después de revisar con detenimiento el episodio de Abraham e Isaac:


¿Y si nosotros también estamos fallando hoy la misma prueba?


Porque al asumir que lo que se estaba probando era la fe de Abraham —y no su conciencia moral—, estamos diciendo que obedecer sin cuestionar es la virtud más alta.
Pero eso tiene un costo.


Ese costo es que justificamos un acto monstruoso (el intento de sacrificar a un hijo) simplemente porque lo “ordenó Dios”. Y con eso, sin darnos cuenta, le atribuimos a Dios algo que no corresponde a su naturaleza, como si fuera capaz de demandar un acto cruel solo para “probar fe”.


Y entonces, ¿qué estamos haciendo?
Estamos defendiendo a Abraham… pero estamos deformando a Dios.


La fe ciega ha sido tan exaltada, que ha eclipsado otras virtudes fundamentales que Dios sí enseña claramente en las Escrituras: el amor, la justicia, la misericordia y la compasión.
Y eso no lo dice este foro. Lo dice la misma Biblia:


  • “Lo que pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6:8)
  • “Dios es amor” (1 Juan 4:8)
  • “Quiero misericordia y no sacrificios” (Oseas 6:6; citado por Jesús en Mateo 9:13)

Además, sí, la Biblia habla de pruebas, pero en esos pasajes se deja clara su intención:


  • En Deuteronomio 8:2, Dios prueba “para saber lo que hay en tu corazón”.
  • En Éxodo 20:20, Moisés dice que la prueba es para que el temor de Dios esté en el pueblo y no pequen.
  • En 2 Corintios 8:8, se prueba “la sinceridad del amor”.
  • En Santiago 1:3, se prueba “la fe” para que produzca paciencia —pero no se trata de obediencia ciega, sino de confianza en medio de dificultades.

Entonces, volvamos al caso de Abraham:


¿Qué nos dice el texto sobre la intención de Dios? ¿Nos dice que quería probar fe ciega? ¿Nos dice que esa era la enseñanza final? ¿O somos nosotros los que lo interpretamos así?


Y si es una interpretación humana —no revelada— ¿no podríamos estar repitiendo el mismo error? ¿No estaremos pasando por alto la posibilidad de que la verdadera prueba era moral?


Y si es así, al justificar a Abraham sin cuestionar nada, nosotros hoy también estaríamos fallando: eligiendo la fe mal entendida por sobre el amor, y —peor aún— desfigurando a Dios, presentándolo como autor de una prueba que atenta contra su propia esencia.


Porque si Dios es Amor,
entonces las verdaderas pruebas solo pueden venir del Amor, y conducir al Amor.
 
-Es menester contestar primero esta pregunta sin distraerme todavía en lo que seguidamente expones:

- 1 - Que la Sagrada Escritura no haya registrado más comunicación directa de Dios con Abraham, no necesariamente es evidencia de que no la hubo, a menos que un texto explícito dijera que no volvió Dios a hablarle.
- 2 - Si extrema fue la prueba a la que Abraham fue sometido, extremadamente magnánima fue la promesa dada, la que aun todavía no ha recibido pleno cumplimiento.
- 3 - La razón de todo esto estuvo no en la rectitud moral de Abraham sino en la razón dada por Dios mismo: "...por cuanto obedeciste a mi voz" (Gn 22:18). Conste: la obediencia de Abraham estuvo no solamente en su disposición a efectuar el sacrificio del hijo sino también en no consumarlo.
Valoro mucho que hayas planteado los puntos de forma clara y con ánimo de profundizar. Me gustaría compartir contigo lo que he venido reflexionando durante todo este intercambio, porque mi intención no es generar polémica sino ofrecer una mirada que tal vez nos ayude a reconciliarnos más profundamente con el verdadero carácter de Dios, que es amor, justicia y misericordia.


  1. Sobre el silencio posterior de Dios: Es cierto que la Escritura no afirma explícitamente que “Dios no volvió a hablar con Abraham”, pero tampoco se registra que lo haya hecho. Si consideramos que antes del episodio de Isaac había un diálogo continuo, lleno de promesas y orientaciones, el silencio posterior resulta, al menos, significativo. ¿Por qué terminar la etapa de revelaciones con una prueba tan dramática, sin una enseñanza clara posterior ni una conversación final? ¿No sería esperable una reflexión, una corrección, una enseñanza que dé sentido a tan exigente prueba?
  2. Sobre la magnitud de la promesa: Concuerdo en que la promesa fue inmensa. Pero esa promesa ya venía desde antes (Génesis 12:2-3; 15:5-6). En Génesis 22:18 solo se reitera “porque obedeciste a mi voz”. Ahora bien, si la clave es solo la obediencia, ¿qué tipo de obediencia espera Dios? ¿Una obediencia que no disierne? ¿Una obediencia que no cuestiona nada, incluso si se pone en juego la vida de un inocente?
  3. Sobre la naturaleza de la prueba: Aquí está el corazón de mi planteamiento. Las pruebas, incluso en nuestra vida cotidiana, tienen sentido en función de lo que se quiere enseñar o fortalecer. ¿Qué enseñó Dios a través de esta prueba? ¿Qué debía aprender Abraham? En otras pruebas, la Escritura es clara al decir qué se probó: la humildad (Dt 8:2), la obediencia (Ex 16:4), el amor (Dt 13:3), la confianza (Sal 11:5). Pero en Génesis 22 no se dice expresamente que fue una prueba de fe. Somos nosotros quienes lo hemos interpretado así. ¿Y si fue una prueba moral? ¿Y si Dios esperaba que Abraham dijera: “Señor, te amo, pero esto no puedo hacerlo, porque Tú mismo me enseñaste que no se debe derramar sangre inocente”?
  4. Obedecer a Dios sin discernimiento puede ser peligroso. ¿Qué pasa cuando hoy alguien dice que Dios le mandó algo que va en contra del amor o del sentido común, y lo obedece sin cuestionar? ¿Dios realmente pide eso? ¿No deberíamos tener el valor moral de dialogar, como lo hizo Moisés (Éxodo 32:11-14) o Job (Job 13:23-24)? La Escritura también nos advierte: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tes 5:21).
  5. Una imagen reconciliadora de Dios: Finalmente, lo que más me motivó a escribir esta reflexión fue recuperar la imagen de un Dios que no es cruel ni arbitrario. Un Dios que no se contradice, que no pide lo que luego prohíbe, que no nos somete a pruebas sin enseñanza. Un Dios cuyo amor se parece más al de Jesús que al de los ídolos antiguos que pedían sacrificios humanos. Reinterpretar este episodio no es debilitar la Escritura, sino leerla con el Espíritu que la inspiró: con amor, verdad y libertad interior.

Gracias por tu respuesta. Me ayudó a ver algo importante que quiero profundizar contigo. Si el centro de todo es la obediencia, la pregunta que surge naturalmente es: ¿obediencia a qué? ¿A una orden puntual o a las enseñanzas de Dios que hemos ido recibiendo?


Dios no es simplemente una autoridad que impone pruebas. Es también —y ante todo— un maestro que nos ha enseñado lo que es justo, lo que es bueno, lo que es amoroso. Entonces, si Abraham había aprendido de Dios el valor de la vida humana, el respeto, la justicia, ¿no cabría esperar que su obediencia se dirigiera precisamente hacia esos valores? Es decir, ¿no sería más coherente obedecer la enseñanza de Dios antes que una orden que pareciera contradecirla?


Y ahí entra otra dimensión: cuando Dios dice “por cuanto obedeciste a mi voz”, ¿esa voz no puede interpretarse también como la voz de la conciencia iluminada por sus enseñanzas? Tal vez no fue una prueba de fe ciega, sino de discernimiento moral.


De lo contrario, estaríamos afirmando que lo único que Dios quiere es sumisión absoluta, incluso cuando eso implique ir en contra de lo que Él mismo ha enseñado. Pero eso desfiguraría la imagen de Dios como un ser de amor, y transformaría la obediencia en una forma de servilismo irracional, lo que contradice toda la pedagogía divina.


No es poca cosa lo que está en juego: al insistir en que Abraham fue aprobado por su obediencia sin evaluar el contenido moral de sus actos, podemos terminar venerando la fe por sobre el amor, y justificando actos atroces si vienen “ordenados” por una supuesta voz de Dios. Y ahí el problema ya no es Abraham: somos nosotros, hoy, quienes corremos el riesgo de deformar la imagen de un Dios justo y bondadoso.


¿No será entonces que lo que Dios espera es que nuestra obediencia esté siempre guiada por lo que Él ya nos ha revelado como su voluntad: el amor, la justicia y la compasión?

gracias por este dialogo
 
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"En aquel tiempo no había rey en Israel. Y cada uno hacía lo que le parecía bien." (libro de Jueces)

No existe en la Biblia libro más confuso y desorganizado que este, con pruebas, pruebas y más pruebas, ídolos, y requeteídolos. Violaciones grupales, descuartizamientos, la historia de Sansón que confunde al menos pintado, y un pequeño episodio que recuerda enormemente a lo que acontecerá en Belén de Judea siglos después.

Reitero, el que no comprenda que la Biblia es un libro de discernimiento, dinámico y eterno, que ha de ser leído a la luz de la Luz, la de Cristo, jamás comprenderá que Dios siempre fue Dios, y que fuimos nosotros los que hicimos lo que nos parecía bien con su Bondad eterna e infinita. La Biblia lo deja muy claro, y Jesús también: no todo lo que dice "Señor, Señor" es el Señor, sino aquello que cumple la Voluntad de nuestro Padre con el proyecto del Reino en su Palabra, y jamás podremos emprender el Éxodo si seguimos anclados en Egipto esperando a que venga alguien más a liberarnos de nuestros yugos.

Ya se nos ofreció un yugo fácil y carga ligera, un refugio de nuestras almas a aquellos hijos de Dios que quieren atravesar el Desierto en busca de la nueva Jerusalén que nos espera.
 
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  1. Sobre el silencio posterior de Dios: Es cierto que la Escritura no afirma explícitamente que “Dios no volvió a hablar con Abraham”, pero tampoco se registra que lo haya hecho. Si consideramos que antes del episodio de Isaac había un diálogo continuo, lleno de promesas y orientaciones, el silencio posterior resulta, al menos, significativo. ¿Por qué terminar la etapa de revelaciones con una prueba tan dramática, sin una enseñanza clara posterior ni una conversación final? ¿No sería esperable una reflexión, una corrección, una enseñanza que dé sentido a tan exigente prueba......
-La razón de la frecuencia de los diálogos anteriores de Dios con Abraham, y el aparente cese de ellos (pues luego no los leemos), bien pudo estar en que Dios preparó al patriarca para la prueba definitiva, la que bien sorteó levantando el cuchillo sobre Isaac y deteniéndose seguidamente. Una vez que Dios bendijo a Abraham en la forma que lo hizo, con una promesa ilimitada, el no seguir conversando con él no debiera nunca hacernos suponer una falla, pues Dios es muy dueño y Señor para hablar cuando quiera y no hacerlo de no quererlo. Es muy cierto que aquí en el Foro es algo ya típico que el "silencio" de los participantes de un tema sea síntoma de contrariedad, pero Dios no es hombre para actuar según nuestras propias debilidades.

Cordiales saludos
 
"Había un joven de Belén de Judá, de la estirpe de Judá, que era levita y residía allí como extranjero. El hombre se fue de la ciudad de Belén de Judá con intención de encontrar un sitio donde vivir como emigrante. Haciendo su camino, llegó a la montaña de Efraín, hasta la casa de Micá. Micá le preguntó: «¿De dónde vienes?». Le contestó: «Soy levita, de Belén de Judá, y voy de camino con el propósito de encontrar un sitio donde vivir como emigrante». Micá le dijo: «Quédate conmigo, me servirás de padre y sacerdote. Yo te daré más de cien gramos de plata al año, un juego de vestidos y tu sustento». Pero el levita se marchó. Sin embargo, accedió después a morar con aquel hombre. El joven llegó a ser para él como uno de sus hijos. Micá consagró al levita. Aquel joven le sirvió de sacerdote, y permaneció en su casa. Micá se dijo: «Ahora sé que el Señor me ha de favorecer, pues tengo un levita como sacerdote»."

"Un levita que vivía como extranjero en los confines de la montaña de Efraín se casó con una concubina de Belén de Judá. Su concubina se enfadó con él y se marchó de su lado, yéndose a la casa de su padre, a Belén de Judá." "Su marido se puso en camino tras ella, para hablarle al corazón y hacerla volver, llevando consigo a su criado y una pareja de borricos."

"El anciano levantó los ojos y, al ver al caminante en la plaza de la ciudad, preguntó: «¿Adónde vas y de dónde vienes?». Le contestó: «Vamos de paso desde Belén de Judá a los confines de la montaña de Efraín, de donde soy yo. He ido hasta Belén de Judá. Yo voy frecuentemente a la casa de Dios, pero nadie me ha acogido en su casa. Tenemos paja y forraje para nuestros borricos, y también pan y vino para mí, para tu sierva y para el criado que está con tu siervo. No tenemos necesidad de ninguna cosa»."

"Unos malvados, cercaron la casa, aporrearon la puerta y dijeron a gritos al anciano, dueño de la casa: «Saca al hombre que has recogido en tu casa, para que lo conozcamos». El dueño de la casa salió ante ellos y les dijo: «Hermanos míos, por favor, no obréis mal. Puesto que este hombre ha entrado en mi casa, no cometáis esa infamia. Ahí está mi hija, que es virgen, y la concubina de él. Voy a sacarlas; forzadlas y haced con ellas lo que mejor os parezca. "


La historia bien la conocemos, la concubina del cobarde levita falleció tras ser violada grupalmente, el levita la descuartizo y la mandó en doce piezas a las diferentes tribus de Israel, surgió un conflicto muy intenso con la tribu de Benjamín por haber permitido a la población que acogió al levita obrar de forma sospechosamente parecida a los habitantes de Sodoma.

En medio de la enorme confusión no hace falta ser muy avispado para vislumbrar la historia de Jesucristo en múltiples formas, incluida la truculenta disección en doce partes de la concubina (carne repartida a las doce tribus de Israel), o los borricos y que no acogieran en Belén al levita y su concubina.

Si alguien no vislumbra la razón de ser de la inspiración, verá solamente una narración de guerras, idolatrías, pruebas incomprensibles y salvajadas, pero detrás se vislumbra la Palabra esperando ser hallada y degustada.
 
Gracias por tu respuesta tan elaborada y fraterna.


Entiendo perfectamente tu enfoque, que es sólido dentro de la ortodoxia y la exégesis tradicional. Es cierto que muchas generaciones han leído este pasaje desde esa perspectiva, y ha nutrido la fe de incontables personas, especialmente en medio de tribulaciones.


Sin embargo, lo que intenté compartir no fue un intento de establecer doctrina ni de cuestionar la fe de otros, sino una reflexión honesta desde una vivencia espiritual. Fue una lectura que me estremeció profundamente, que me mostró algo distinto, que incluso compartí con alguien muy cercana a mí, y que cambió radicalmente la forma en que ambos entendíamos ese momento bíblico.


Hay algo que considero urgente mencionar con claridad: este pasaje de Abraham e Isaac ha alejado a muchas personas de Dios. Personas que, al leer que Dios aparentemente pidió a un padre que matara a su hijo, no pueden evitar sentir rechazo, miedo o desconfianza. Muchas veces se ha enseñado que lo que se celebra aquí es la “obediencia ciega”, la “fe ciega”, y eso ha hecho que algunos perciban a Dios como un ser cruel, autoritario, arbitrario.


Pero ¿y si esa no es la intención real del texto? ¿Y si lo que se pone a prueba no es simplemente la obediencia, sino la madurez moral de Abraham? ¿Y si el mensaje profundo es que Dios nunca quiso un sacrificio humano, sino que deseaba mostrar al mundo —y a Abraham mismo— que la verdadera fe incluye el discernimiento ético, el reconocimiento del bien y el mal?


Leído así, el pasaje se transforma. Y con él también se transforma la imagen que muchos tienen de Dios. Ya no es un ser demandante y oscuro, sino un Padre amoroso que nos invita a crecer, a pensar, a amar. Al comprender este relato desde esa óptica —como una prueba que revela a un Dios que NO quiere la muerte del inocente, sino la transformación del alma—, entonces este versículo ya no aleja... sino que acerca profundamente a Dios.


Así, el Dios del Antiguo Testamento no se contradice con el Dios de Jesús, sino que se revela progresivamente en su plenitud de amor. Y el Verbo, al hacerse carne, nos lo muestra con claridad.


Gracias nuevamente por tu tiempo, por la cita de Romanos —que es profundamente luminosa— y por tu tono abierto. Valoro sinceramente que podamos tener estos diálogos sin temor, con respeto, y con hambre de verdad. Porque si algo he aprendido, es que Dios no necesita ser defendido con espadas, sino con verdad y con amor.


Un abrazo
Una vez mas te equivocas.

No hay absolutamente nada en la escritura que te lleve a pensar que Dios espera "conocimiento" y consideraciones eticas exogenas a su revelacion para nosotros..

La fe verdadera se entiende como una confianza dinámica y viva en Dios, caracterizada por la obediencia, la perseverancia y la esperanza. Es a la vez un don de Dios y una respuesta a su gracia, que resulta en una vida que refleja su gloria. La fe verdadera implica creer en Dios y comprometerse con él, incluso ante la incertidumbre. Según Hebreos 11:1-3, la fe verdadera no es solo un asentimiento intelectual, sino también una confianza profunda en lo que Dios ha prometido, aunque no siempre podamos verlo. En definitiva, la fe verdadera consiste en tener una creencia genuina y un corazón sincero ante los desafíos.

Es Dios quien nos dar lineamientos claros en SU revelacion a que espera EL de nosotros en cuanto comportamiento moral. El Dios Todopoderoso del universo es la cuspide de moralidad, justicia, equidad, honestidad y perfeccion. Dios es el fundamento de la justicia. Su naturaleza y carácter son siempre justos, y Él es el modelo supremo de lo que es correcto. Según la Biblia, la justicia es un estado de perfección moral que proviene únicamente de Dios, y es mediante la fe en Jesucristo que podemos ser declarados justos.

Por lo que Dios hace, decide, ordena y manda SIEMPRE es lo correcto. Nosotros no somos capaces de entender las razones de Dios. "Porque Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, Ni sus caminos son Mis caminos," declara el SEÑOR." Isa 55:8 -- Lo que si espera Dios de nosotros se OBEDIENCIA. Porque esa es la mejor evidencia de nuestra fe. Porque Dios NUNCA nos mandaria a hacer nada que viola los atributos de su caracter. Y caes en un pecado grande cuando tu, siendo un humano caido, quebrantado y permeado por el pecado pones en tela de juicio los mandamientos de Dios al alegar que Abraham fallo as acceder al mandamiento de Dios de sacrificar a su hijo.

Lo que pone de manifiesto es que tu sistema de creencia esta fuera de la ortodoxia cristiana historica. Que desconoces la naturaleza y los atributos de Dios y que no entiendes las escrituras a la luz de la revelacion de Dios en las mismas.

Creo que hemos agotado el tema por lo que te deseo lo mejor.
 
Gracias por tu comentario. Comprendo que para ti esta reflexión resulte descabellada o sin sustento, pero me gustaría explicarte desde dónde nace.


Efectivamente, la Escritura habla de Abraham como padre de la fe y ejemplo de obediencia, y no niego en ningún momento su grandeza espiritual ni el rol fundamental que cumple en el relato bíblico. Pero mi reflexión no busca desacreditar a Abraham, sino comprender con mayor profundidad el carácter de Dios revelado a través de Jesucristo, quien es la plenitud del amor y la justicia divina.


Si relees con atención mi interpretación, notarás que no afirmo que Abraham haya sido un hombre malo, sino que fue puesto a prueba en una dimensión ética muy difícil. Y que tal vez el propósito de esa prueba no fue solo medir su obediencia, sino también su discernimiento. Esto no le quita dignidad, al contrario, lo humaniza.


Tú citas muchas Escrituras que reconocen a Abraham como justo y bendecido, y estoy de acuerdo. Pero esas mismas Escrituras no impiden que podamos leer con nuevos ojos lo que ocurrió en Génesis 22. La Escritura no es una piedra inmóvil: es una fuente viva que, como tú mismo dices, hay que buscar con sinceridad. Y desde esa sinceridad fue que escribí mi interpretación.


No espero que todos estén de acuerdo, pero sí me anima saber que esta reflexión ha acercado a muchas personas al Dios amoroso revelado en Jesús. Si algo resulta descabellado, muchas veces es porque no ha sido considerado antes.


Un saludo con respeto y paz.


— Neftalí

Hola.

Observo que tienes un nickname y una firma de etimología israelí. Sólo por esta razón, después de haberte sugerido la búsqueda en La Escritura sobre la verdadera cercanía de Abraham con Dios, ahora quiero sugerirte, para que de una buena vez desistas de estos desvaríos que tienes acerca de uno de los más excelsos patriarcas de La Fe (si en verdad quieres ahondar en el conocimiento del aludido) que explores y te sumerjas en la literatura judía, en particular, El Testamento de Abraham, El Apocalipsis de Abraham, El Libro de los Jubileos, El Tanaj, La Torah Explicada, El Zohar (entre otros).

Este último, el más extenso de todos pero del que más vas a aprender sobre Abraham.

Aquí te dejo un ejemplo de cómo Dios se expresa de su siervo Abraham en este escrito, y si esto no cambia la manera en que divagas, es lo más que puedo hacer por ti:

Este adjunto dice textualmente, hablando de Abraham:

...Cuando llegó al punto central del mundo habitado, trató de pesarlo pero no obtuvo respuesta. Trató de encontrar el poder a que estaba confiado, pero no pudo captarlo, aunque pesó una y otra vez. Notó que desde este punto fue establecido todo el mundo, y una vez más probó y pesó y encontró que el poder superior a cargo del cual estaba, era uno que no podía ser captado, que era recóndito y oculto, y no como los poderes encargados de los puntos que le eran exteriores en el mundo habitado. Reflexionó una vez más, y llegó a la conclusión de que así como el conjunto del mundo fue establecido en todas las direcciones desde ese punto en el centro; así el poder a cargo de él era uno del cual salieron todos los poderes a cargo de las otras direcciones en el mundo y al que todos estaban ligados; de ahí que: "Salieron con ellos de Ur de los Caldeos para ir al país de Canaán". Entonces, reflexionó una vez más y pesó en la balanza y probó encontrar la verdad real acerca del lugar, pero no pudo llegar a su raíz. Se sintió desconcertado por la oscuridad que rodeaba, y por eso: "Vinieron a Harán y moraron allí?", La razón, como hemos visto, es que Abraham fue capaz de probar todos los poderes superiores que gobiernan el mundo en todas las direcciones de la sección habitada, y efectivamente los probó y verificó cuál de los poderes gufas de entre las estrellas y las constelaciones tenía imperio sobre cuál, y pesó exitosamente todas las partes habitadas del globo. Pero, cuando llegó a este lugar se encontró con una oscuridad desconcertante que no podía penetrar. Sin embargo, cuando Dios percibió sus esfuerzos y su deseo, directamente Él se le reveló y dijo: Sal, para conocette a ti nismo y Para prepararte: de tu pais: De ese lado del mundo habitado al que estuviste ligado hasta ahora, y de tu parentela: De esa sabiduría con la que has logrado tu horóscopo, señalando la hora y el segundo de tu nacimiento y la estrella que entonces estaba en el ascendente; y de ta Casa de tu padre, para que no prestes atención a la casa de tu padre, aunque pudieron esperar en mérito de la casa del padre alguna prosperidad en este mundo; por eso, sal por ti de esta sabiduría y de esta consideración. Que esta explicación es justa puede probarse así . Abandonaron Ur de los Caldeos y estuvieron en Harán. Por qué, entonces, diria Dios a Abrarm: "Sal por ti de tu país y de tù parentela? Por eso debe ser como hemos explicado. Al país que Yo te mostraré: Es decir, te mostraré que tú no eras capaz de descubrir, el poder tan recóndito y oscuro de ese país. "Y yo te haré una gran nación..." "Yo te hare", en compensación por "de tu pais"; "y Yo haré grande tu nombre", en compensación por "y de tu parentela"; Y 'sé una bendicion, en compensacion por ti de la casa de tu padre"
...


Extracto del libro 3, página 40 del libro El Zohar.

Saludo cordial.

PD. No incluyo un enlace porque es una aplicación que tengo descargada.
 

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