Abogado católico romanista:
Cristo nunca instituyó imágenes para su adoración ni autorizó altares a otros “santos”. Él dijo: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24). La fe bíblica no necesita mediadores visuales, porque tenemos un Mediador vivo: Jesucristo hombre (1 Timoteo 2:5).
Si usted desea presentar una defensa seria, le invito a exponer su exégesis de Isaías 42:8 con base en el texto hebreo y su contexto profético.
Pero si su argumento se limita a juegos de palabras y apelaciones a la tradición, entonces no está defendiendo la verdad revelada, sino una construcción humana que Dios no respalda.
Aquí lo estoy esperando con mi espada desenvainada.
Su palabrería insustancial solo impresiona las mentes de los esclavos del Vaticano, de León XIV, de su magisterio católico,
Su perspectiva se encuentra inmersa en el error, de allí que usted no puede obtener conclusiones objetivas, y es que la Iglesia de Cristo no esclaviza, sino que son sus fieles quienes participan voluntariamente de la comunión con la comunidad eclesiástica bajo la asistencia divina, de manera que los creyentes en Cristo no tienen motivo para impresionarse de nada en absoluto, ya que conocen los fundamentos bíblicos y teológicos de los cuales se sirven para dar defensa de la fe.
pero nada que ver con un redimido por la sangre de Cristo,
Insisto, usted está atacando un sistema de fe que su mentalidad terrena no le permite concebir, es decir, está enfrentando un molino de viento que solo usted puede ver. La docencia de la Iglesia resulta objetiva al respecto:
CIC 622
La redención de Cristo consiste en que Él "ha venido a dar su vida como rescate por muchos" (Mt 20, 28), es decir "a amar a los suyos [...] hasta el extremo" (Jn 13, 1) para que ellos fuesen "rescatados de la conducta necia heredada de sus padres" (1 P 1, 18).
su Iglesia, su doctrina apostólica, la cual es ajena al sistema religioso católico romano
Es imposible para la perspectiva de la cual está atacando, evidenciar bíblica, teológica e históricamente la existencia de la iglesia que usted sugiere, le aseguro que jamás tendrá éxito ya no que forma parte de la realidad en que vivimos. Por otra parte, debería usted evidenciar que el sustantivo
«religión» tiene connotación negativa ya sea tanto bíblica como teológica.
surgido por decreto imperial de vuestro primer jefe máximo, Constantino I en el año 325 en Roma. Así que mucho erráis.
Otro molino de viento, debería usted citar toda la bibliografía correspondiente en la cual supuestamente se exponga que Constantino fue el
“—primer jefe máximo” de la Iglesia Católica. De esa manera será posible objetivamente determinar quién es el que está errando en su praxis y razonamiento.
Mejor, hace mucho mejor, venir a los pies del Cristo de las Escrituras confesando su pecado de apostasía, en su grado de abogado del diablo.
Entiendo que usted está forzando las Sagradas Escrituras para establecer un orden
Cristo—Escritura, lo cual es bíblica y teológicamente inexacto, ya que Cristo no dio las Escrituras por cabeza sobre todas las cosas. En tanto, disidentes anticatólicos como usted son quienes se han desgajado a sí mismos de la vid de Cristo, negando la fe cristiana y siendo arrastrados por vientos de doctrina hacia los abismos de la incertidumbre y heterodoxia donde reina el padre de la iniquidad.
La invitación sigue vigente: "Salid de ella pueblo mío".
Mi persona desarrollará un epítome exegético con el objeto de arrojar luz sobre aquella perícopa que usted emplea como arma arrojadiza contra la Iglesia Católica.
Durante el
capítulo dieciocho del Libro del Apocalipsis, el Hagiógrafo relata que ha visto otro ángel diferente al que mencionó anteriormente (Apocalipsis 17,1) bajar del cielo con gran poder y resplandeciente claridad
[v.1], lo cual atribuye importante relevancia al mensaje que porta mientras a su vez con poderosa voz grita desde lo alto en el cielo con el único propósito de ser escuchado en todo rincón de la tierra anunciado la caída del imperio Romano, las ruinas de Babilonia
[v.2]. El Ángel se expresa en términos proféticos semejantes a los de anteriores capítulos
(Apocalipsis 14,8) con la intención de significar la certeza de las ruinas de Roma y su sistema opresor, pues la idolatría con la que emborrachaba a todas las naciones a las cuales sometía y la lucha espiritual por la pronta disolución de las costumbres de la Roma pagana resultaron ser la razón de su caída
[v.3]. La caída de la metrópoli romana significo entonces un duro revés al mundo pagano, pues se considera la idolatría como una fornicación que arrastraría también a aquellos cristianos que se vieran seducidos de violar el pacto de Dios con Su Pueblo. Con el objeto de que los cristianos no fuesen sorprendidos mientras permitían o consentían convirtiéndose voluntaria o involuntariamente en cómplices activos de semejante degradación, resulto ser el motivo por el cual el Ángel de Dios les exhorta a los cristianos a abandonar los límites de las fauces de la ciudad pecadora que eleva sus actos pecaminosos hasta la bóveda celeste
[v.4-5].
Ni un átomo de Cristo, igual que su compañerito de fechorías, el forista Canisio, puro címbalo que retiñe.
La expresión
«metal que resuena, ó címbalo que retiñe» se refiere San Pablo a aquellos instrumentos cuyo sonido vacío eran utilizados en los cultos paganos. Aquellas prácticas terrenas que carecían de «Amor y caridad», dones de los cuales el Apóstol San Pablo enseña que aquel que no los profesa carece de identidad cristiana, concepto del cual usted mismo es evidencia de acuerdo a sus propias creencias.
Abogado católico romanista: Cristo nunca instituyó imágenes para su adoración
Insiste en atacar un molino de viento, la Iglesia no enseña que Cristo
“—instituyó imágenes para su adoración”. El dilema estriba en la incapacidad cognoscitiva de todo disidente anticatólico, al intentar asimilar la diferencia de los conceptos etimológicos
«imagen» e
«ídolo», como así también entre
«adorar» y
«venerar» y la abismal diferencia entre sus raíces gramaticales de forma y significado.
ni autorizó altares a otros “santos”.
Otro molino de viento que usted está atacando y tiene la misma naturaleza, puesto a que su capacidad cognoscitiva tiene serios problemas al intentar asimilar y diferenciar conceptos etimológicos tales como
«dioses» y
«santos». Evidencia de lo expresado por mi persona, estriba en el hecho de que usted manipula deliberadamente ambos términos como análogos entre sí.
“—vuestros templos llenos de estatuas y altares a otros dioses”.
“—altares a otros ´santos´”.
Él dijo: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24).
Durante el
capítulo cuarto del Libro Sagrado de Juan, el relato joánico se centra ahora en el planteo inmediato de la samaritana sobre el problema central entre los judíos y los samaritanos, estos últimos adoraban a Yahvé Dios en el monte Garizim, mientras que los primeros aseguraban que el lugar legítimo de culto era la capital Jerusalén. La respuesta de Jesucristo concluye en que ha llegado un tiempo, de acuerdo al concepto
«hora», que significa en concreto la introducción a una nueva época escatológica, en la que queda resuelto definitivamente el problema acerca del legítimo lugar de culto. Este nuevo culto divino de tiempo escatológico que Jesús proclama, indica que desde ese momento ya no quedará el culto litúrgico ligado a un lugar. El tiempo, señala Jesús, ha llegado
«Mas la hora viene, y ahora es». Queda inaugurado de esta manera el presente escatológico de la salvación en donde los verdaderos piadosos
«adorarán al Padre en espíritu y en verdad» [v.23]. Esta forma de adoración divina ha llegado con Jesús como un culto escatológico que es a su vez un culto cristológico, cuyo centro y esencia es definido por Jesús. La apertura vital al espacio abierto de la presencia de Dios ya no se debe concebir topográficamente. La nueva forma de culto pasa a ser trascendente en cuanto a la forma en que se realiza, dejando relegado el lugar de su desarrollo. Jesucristo vivo y resucitado ocupa ahora el lugar central de la Iglesia según la concepción del circulo joánico, el lugar de Dios ya no está atado singular y topográficamente a un solo lugar de culto. Es el culto eclesial ahora, donde
«espíritu» y
«verdad» designan el carácter fundamental del nuevo culto divino en virtud tanto de una adoración personal como así también comunitaria, como lo es en el caso de la celebración eucarística. Al proclamar la necesidad de adorar al Padre
«en espíritu y en verdad» no se está excluyendo el culto y los ritos externos, ya que Jesús al mismo tiempo enseñó la importancia de acceder a los sacramentos
(cf. Juan 3,5; 6,8ss; 20,22ss) [v.24].
la fe bíblica no necesita mediadores visuales, porque tenemos un Mediador vivo: Jesucristo hombre (1 Timoteo 2:5).
Existe una estrecha relación etimológica entre los términos
«interceder» y
«mediar», la praxis estriba en comprender el hecho de que el termino griego μεσίτης mesitês
(1 Timoteo 2,5) se utiliza en las Sagradas Escrituras para describir la intervención de Cristo como Mediador y Reconciliador frente al Padre y Su Alianza
(1Timoteo 2,5; Hebreos 8,6; Hebreos 9,15; Hebreos 12,24). Mientras que, si bien el Apóstol San Pablo para describir que la Ley del Antiguo Pacto tenía carácter bilateral, en el cual por una parte se encontraba Dios representado por los ángeles, no tiene inconveniente en aplicar el adjetivo a la persona de Moisés, quien hacía a su vez de
«mediador» mesitês μεσίτης representando al Pueblo
(Gálatas 3,20-21). Y aunque se trata de la Antigua Alianza ya concluida, si el Hagiógrafo hubiese tenido prejuicios al respecto, similares a los que presenta la impostura anticatólica, pudo haber empleado otro termino para aplicarlo sobre Moisés, como, por ejemplo; ἐντυγχάνω
entunjáno el cual significa
«interceder»,
«invocar», que, si bien también es utilizado para describir la intercesión de la divinidad
(Romanos 8,26-27; Romanos 8,34; Hebreos 7,25), es usado además por San Pablo para describir la invocación o intercesión de Elías ante Yahvé en contra Israel
(Romanos 11,2).
Si usted desea presentar una defensa seria, le invito a exponer su exégesis de Isaías 42:8 con base en el texto hebreo y su contexto profético.
No tiene sentido realizar un desarrollo exegético de tan solo un versículo, cuando resulta verificable que la presente perícopa
(Isaías 42, 8-9) se trata de la conclusión del capítulo anterior, en donde se relata el
«desafío a los ídolos» (cf. Isaías 41,21-24). Su dilema es etimológico respecto a los términos
«imagen» e
«ídolo», producto su impericia al momento de diferenciar sus raíces gramaticales de forma y significado. Es usted quien debe cumplir la premisa de presentar al menos un texto bíblico que proscriba el uso de imágenes representativas durante la liturgia.
Pero si su argumento se limita a juegos de palabras y apelaciones a la tradición, entonces no está defendiendo la verdad revelada, sino una construcción humana que Dios no respalda. Aquí lo estoy esperando con mi espada desenvainada.
Usted jamás logrará de evidenciar que los alegatos vertidos por mi persona, son supuestamente a una mera actividad recreativa, puesto a que su presente impiedad no forma parte de la realidad en que vivimos. Sus esfuerzos son vanos, desacertados y solo se limitan a intentar derribar con un florete forjado de cúmulos de dislates,
“molinos de viento” que su mentalidad terrena ha ido levantando frente a sí mismo para obstruir el acceso a la verdad revelada, ya desde el momento mismo en que comenzó a ser arrastrado por todo viento de doctrina.