El forista Miniyo citó la Escritura correctamente. El "día del Señor" será el día en que nos reunamos con el Señor para reinar con él por mil años.
No Luis Alberto, son errores tuyos y de muchos, que confunden el "Día del Señor" profético, un día de Juicio, de terror, de angustia y muerte, con el gozo del encuentro con nuestro Señor en el aire para trasladarnos a la Casa de su Padre Dios en el cielo.
Al menos con tu nuevo nick, has llegado menos agresivo y grosero que antes.
Y eso es un progreso.
PARA LOS CREYENTES EN LA ESPERANZA DE LA IGLESIA
1. DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL
Mat_13:52 Él les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.
2Co_5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
2Co_5:16 De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.
La expresión “cosas viejas” que hay en ambos versículos, nos hablan de algo completamente nuevo.
En el primer caso, el Señor nos habla de un momento en el cual sus discípulos debían de dejar a un lado todo lo terrenal, para aplicar su discernimiento en las cosas escondidas desde antes de la fundación del mundo.
Las cosas viejas, como aquellas que nos hablan del reino ofrecido a Israel, con un Cetro, un Rey, y un Trono, permanecerían, entre tanto las cosas nuevas relacionadas con el lado celestial de la Verdad, es decir, la Iglesia, se cumplirán.
Y en relación con la naturaleza celestial de la Iglesia, solo las nuevas criaturas, tendrían parte en esto.
Y en esta nueva condición de ciudadanía celestial (Fil.3:20) a Cristo ya no lo conocemos según la carne, es decir, según la descendencia del rey David, como Rey de reyes para reinar sobre la tierra, sobre los que heredan la tierra (Sal.37:9,11, 22, 29; Is.60:21) que la misma biblia identifica como moradores de la tierra en Apocalipsis (Ap.11:10; 12:12; 13:8; 13:14; 14:6;17:2,8).
El cristianismo es algo completamente nuevo y este hecho, aparta a su Iglesia de los planes que Dios tiene con Israel y las naciones gentiles en el cumplimiento de los tiempos.
Y no significa que lo viejo esté abandonado, sino que el creyente tiene como responsabilidad, saber ubicar, del cofre del tesoro del Padre de familia, que son las Escrituras, aquellas cosas que pertenecen a la tierra, y las cosas nuevas que pertenecen a la Iglesia, como las promesas celestiales.
El apóstol Pedro consciente de esto, nos comparte que sus antiguas promesas terrenales, como judío que era, fueron cambiadas a promesas celestiales, leemos:
1Pe 1:3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,
1Pe 1:4 para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,
“RESERVADA EN LOS CIELOS”
Jua 3:12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?
2. LAS COSAS CELESTIALES
El arrebatamiento de la Iglesia es un evento celestial y pertenece a la promesa del Señor, en el cenáculo, la misma noche de su traición:
Jua 14:2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Jua 14:3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
“VENDRÉ OTRA VEZ Y OS TOMARÉ A MÍ MISMO”
Esta esperanza celestial no es para los que están muy amañados en este mundo. Ni siquiera son nuevas criaturas, solo son personas religiosas cuya porción es la tierra.
En contraste:
1Co_6:17 Pero el que se une al Señor, un Espíritu es con él.
El arrebatamiento de su Iglesia es para los que estamos unidos a Cristo.
Nosotros conocemos a nuestro Amado Salvador, no de oídas, sino que Él habita en nosotros, lo poseemos, lo disfrutamos. Cristo es nuestra vida, Cristo es nuestra paz, Cristo es nuestro gozo, Cristo es nuestra porción.
Hemos experimentado sus cuidados, su respuesta a nuestras oraciones. Y nuestro corazón se ha entristecido mucho cuando le hemos fallado.
Pero hasta ahora, nunca hemos visto al Señor de la manera como se expresan estos dos apóstoles:
Mat 17:2 y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
Mat 17:3 Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.
“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida” (Jn.1:1).
Es por fe que lo conocemos, es por fe que lo poseemos, es por fe que lo disfrutamos; pero cuanto más lo conocemos y lo disfrutamos así, más anhelamos contemplarlo con nuestros ojos, palparlo con nuestras manos, tal como el privilegio que tuvieron los apóstoles.
3. LA ESPERANZA DE ISRAEL
Las Escrituras del Antiguo Testamento están llenas de la venida del Mesías en gloria y poder.
De hecho, los judíos estaban tan ocupados con estas profecías que pasaron por alto las que predijeron su venida en debilidad y humillación.
Jesús mismo y sus discípulos a menudo hablan de su venida en poder en sus conversaciones entre ellos.
Pero que el Señor en su venida como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, fuese entendido en el contexto de la esperanza de Israel, jamás.
Para ellos solamente Jesús fue el hijo del carpintero de Nazaret, una familia judía, común y corriente.
La gente del barrio que lo vio crecer, y los principales de la Sinagoga de Nazaret, estando ellos presentes, dijeron:
Mat 13:55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?
Mat 13:56 ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?
4. LA ESPERANZA DE LA IGLESIA
El reino, como está escrito, había sido la esperanza de los discípulos del Señor en los días de su Ministerio, y no tenían necesidad de separarse de esta esperanza, pero tenían que aprender que ahora eran herederos de cosas más y mejores.
Jesús ya les había dicho que iba al Padre, y que les prepararía un lugar en la casa del Padre, y que vendría de nuevo y los llevaría allí; y si esto se hubiera apoderado de sus corazones, habrían descubierto fácilmente que iban a tener el reino de una manera muy diferente de la forma en que estaban acostumbrados a suponer que lo poseerían.
Cuando hablaba de su muerte en Jerusalén, y que al tercer día resucitaría, sus discípulos pensaron que el establecimiento del reino era tan inminente, tal como suena un chasquido de dedos.
Los hijos de Zebedeo no podían pensar en nada mejor que un asiento a su derecha e izquierda en el día de su reinado; y si los demás discípulos se enojaron, no era porque estuviesen preocupados por la muerte del Señor, sino porque este par se les había adelantado.
Más tarde, tuvieron que aprender que el amor de Dios siempre dará cosas infinitamente más grandes de lo que la mente humana puede pedir.
Como por ejemplo la Esperanza de la Iglesia:
1Ts 1:10 y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.
La ira venidera está contenida en el “Día del Señor” un día de Juicio para todos los moradores de la tierra.
La Esperanza de la Iglesia es nuestro encuentro maravilloso con el Señor, para no separarnos más.-
Ojalá que el Señor les de discernimiento espiritual para esperar al Señor antes de la ira venidera y puedan cambiar su status espiritual de moradores de la tierra a ciudadanos del cielo (Fil.3:20)