Re: LA DOCTRINA DEL ARREBATAMIENTO DE LA IGLESIA
Hasta el día de hoy, a los mismos jesuitas les resulta sospechosa la extraña muerte de Lacunza.
Viviendo entonces en Italia (La Compañìa de los jesuitas había sido extenguida), Lacunza era un hombre peligroso para la alta jerarquía romana. Su propio libro fue puesto en el Índice de los prohibidos por la Iglesia. Su insistencia de que los sacerdotes debían dedicarse al estudio de las Sagradas Escrituras; la superior autoridad de estas por sobre los comentarios e interpretaciones de los teólogos más famosos, y su interpretación de que el Anticristo representaba al corrompido clero romano, todo eso constituía un riesgo que no podía evitarlo escondiéndose tras el seudónimo de Juan Josaphat Ben-Ezra, como si de un rabino judío convertido al cristianismo se tratase. Es sugestivo que el obispo de Imola -donde Lacunza vivía y murió-, apenas el año anterior había sido coronado Papa como Pío VII (1800-1823).
Si Lacunza vivió como un santo y murió como mártir (probablemente fue ahogado y sepultado el mismo día sin más trámite) mal te queda adjudicarle espíritu malo.
Si Lacunza fue un gran hombre de Dios que era Jesuita y Católico Romano porque tuvo esa miserable muerte ahogado en un charco de agua...
Hasta el día de hoy, a los mismos jesuitas les resulta sospechosa la extraña muerte de Lacunza.
Viviendo entonces en Italia (La Compañìa de los jesuitas había sido extenguida), Lacunza era un hombre peligroso para la alta jerarquía romana. Su propio libro fue puesto en el Índice de los prohibidos por la Iglesia. Su insistencia de que los sacerdotes debían dedicarse al estudio de las Sagradas Escrituras; la superior autoridad de estas por sobre los comentarios e interpretaciones de los teólogos más famosos, y su interpretación de que el Anticristo representaba al corrompido clero romano, todo eso constituía un riesgo que no podía evitarlo escondiéndose tras el seudónimo de Juan Josaphat Ben-Ezra, como si de un rabino judío convertido al cristianismo se tratase. Es sugestivo que el obispo de Imola -donde Lacunza vivía y murió-, apenas el año anterior había sido coronado Papa como Pío VII (1800-1823).
Si Lacunza vivió como un santo y murió como mártir (probablemente fue ahogado y sepultado el mismo día sin más trámite) mal te queda adjudicarle espíritu malo.