En esta ocasión voy a poner un trecho un poco largo del argumento que presenta Lacunza contra la común opinión de un Anticristo INDIVIDUO y SINGULAR.
Esta opinión, entre nosotros en el foro es minoritaria.
Aquí el texto en cuestión:
Explicación de este misterio, supuesto que el Anticristo sea una persona singular.
Párrafo VI
177. La explicación de este gran misterio, que se halla comúnmente en los expositores, y en algunos teólogos insignes, parece sin duda otro misterio mayor o más impenetrable, para mí a lo menos lo es tanto, que ya he perdido la esperanza de entenderla. Dicen primeramente y en general, que la bestia de que aquí se habla, no es otra cosa que el Anticristo, cuyo reinado y principales operaciones se nos anuncian por esta metáfora terrible. Mas como este Anticristo debe ser en su sistema una persona individuo y singular, les es necesario acomodar a esta persona siete cabezas, y explicar lo que esto significa; es necesario acomodarle al mismo tiempo diez cuernos, todos coronados, y es necesario acomodarle otras particularidades que se leen en el texto sagrado. Yo solo busco por ahora la explicación de solas tres, sin cuya inteligencia todas las demás me parecen inaccesibles. Primera, las siete cabezas de la bestia. Segunda, sus diez cuernos. Tercera, la cabeza herida de muerte, y su milagrosa curación.
178. Cuanto a lo primero, nos aseguran que la bestia en general es el Anticristo; mas como este Anticristo ha de ser un monarca universal de toda la tierra, como para llegar a esta grandeza ha de hacer guerra formal a todos los reyes, que en aquel tiempo, dicen, serán solos diez en todo el orbe, como de estos diez ha de matar tres, y los otros siete los ha de sujetar a su dominación: por eso estos siete reyes, súbditos ya del Anticristo y sujetos a su imperio, se representan en la bestia como cabezas suyas: tenía (se dice en el Apocalipsis) siete cabezas.
179. Ahora, estos tres reyes muertos por el Anticristo, y estos siete vencidos y sujetos a su dominación, debe de ser una noticia indubitable, y constar expresamente de la Revelación, pues sobre ella se funda la explicación de las siete cabezas de la bestia. No obstante, si leemos el lugar único de la Escritura, a donde nos remiten, nos quedamos con disgusto y desconsuelo de no hallar en él tal noticia, o de no hallarla como la explicación la había menester: una circunstancia que es la única que podía servirle, esa es puntualmente la que falta en el texto. Explícome. Hallamos en el capítulo VII de Daniel una bestia, terrible con diez cuernos, los cuales figuran otros tantos reyes, como allí mismo se dice: hallamos que entre estos diez cuernos, sale otro pequeño al principio; mas, que con el tiempo crece y se hace mayor que todos; hallamos, que a la presencia de este último cuerno ya crecido y robusto, caen y son arrancados tres de los diez; lo cual, como se explica allí mismo, quiere decir, que este cuerno o esta potencia humillará tres reyes, y humillar no es lo mismo que matar; buscamos después de esto lo que debe suceder con los otros siete reyes que quedan, y no hallamos que se hable de ellos ni una sola palabra. ¿Como, pues, se asegura sobre este sólo fundamento, y se asegura con tanta formalidad, que el Anticristo matará tres reyes, y sujetará a su dominación los otros siete? El texto solo dice, que este último cuerno humillará tres, y si los otros siete son vencidos y obligados a recibir el yugo de otra dominación, ¿qué mayor humillación pueden sufrir? Luego en este caso debía decir, que humillará no solo tres, sino todos los diez. Fuera de esto, ¿con qué razón, con qué fundamento, con qué propiedad se puede decir que este cuerno terrible será el Anticristo, y no la bestia misma espantosa y prodigiosa, que lo tiene en su cabeza, y usa de él, y lo juega según su voluntad?
180. Crece mucho más el embarazo de esta explicación, si considerando la bestia del Apocalipsis, pedimos que nos muestren en ella con distinción y claridad la persona misma del Anticristo. Por una parte nos dicen en general, que es la bestia, por otra parte nos dicen, que sus siete cabezas son siete reyes súbditos suyos que él (Anticristo) ha vencido y humillado, y que los tiene prontísimos a ejecutar todas sus órdenes y voluntades. Y la persona misma de este Anticristo, digo yo, ¿cuál es? O es el cuerpo trunco de la bestia, sólo y sin cabeza alguna (el cual no puede llamarse bestia sin una suma impropiedad) o aquí falta otra cabeza mayor que todas, que a todas las domine, y de todas se haga obedecer. Es más que visible el embarazo en que se hallan aquí todos los doctores, y es igualmente más que visible, que procuran disimularlo, como si no lo viesen, por lo cual no reparan en avanzar una especie de contradicción, diciendo o suponiendo, que una de las siete cabezas de la bestia es la persona misma del Anticristo. Por otra parte, las siete cabezas de la misma bestia son los siete reyes que han quedado vivos, aunque vencidos y sujetos a la dominación del Anticristo, luego la persona misma del Anticristo es uno de los siete reyes, etc., luego siendo estos siete reyes, como son, las cabezas de la bestia, son al mismo tiempo solas seis. ¡Enigma ciertamente difícil e inexplicable, para cuya resolución no tenemos regla alguna en la aritmética, ni tampoco en el álgebra! Según esta cuenta, parece claro, que o sobra aquí la persona del Anticristo, o falta alguno de los siete reyes. La segunda cosa que se debe explicar es, los diez cuernos todos coronados que tiene la bestia. El texto solo dice, que la bestia tenía diez cuernos propios suyos: sobre sus cuernos; más no dice si todos diez estaban en una sola cabeza, o si estaban repartidos entre todas: esta circunstancia no se expresa. No obstante, los doctores los ponen todos diez o los suponen en una sola cabeza, a quien hacen la persona del Anticristo; y así dicen, que los diez cuernos son los diez reyes que entonces habrá en el mundo, todos súbditos del Anticristo, y prontos a ejecutar sus órdenes. De aquí se sigue otra especie de contradicción u otro enigma, no menos oscuro y difícil de resolver; este es, que el Anticristo tendrá a su disposición diez reyes todos coronados, y por consiguiente vivos y actualmente reinantes, y al mismo tiempo solo tendrá siete. ¿Por qué? Porque según nos acaban de decir en la explicación de las siete cabezas, estas significan los siete reyes que han de quedar vivos y súbditos del Anticristo, después de la muerte de los otros tres. Si solo han quedado siete vivos, ¿como aparecen en la cabeza de la bestia todos diez coronados? Podrá decirse, que en lugar de los tres reyes muertos, pondrá de su mano el Anticristo otros tres, que le quedarán obligados, y lo servirán con empeño y fidelidad, con los cuales se completará el número de diez. Pero además que esto solo podrá decirse libremente, sin apariencia de fundamento, en este caso fueran también diez y no siete las cabezas de la bestia, pues según la explicación, lo mismo significan las cabezas que los cuernos; luego si los cuernos son diez reyes por haber entrado tres de nuevo, y ocupado el lugar de los tres muertos, por esta misma razón deberán ser diez las cabezas.
181. La tercera cosa que hay que explicar es, la herida de muerte de una de las siete cabezas, su maravillosa curación, y lo que de esto resultó en toda la tierra. Y vi (dice el texto) una de sus cabezas, como herida de muerte, y fue curada su herida mortal. Y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia... y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién hay semejante a la bestia? ¿Y quién podrá lidiar con ella? Los intérpretes se dividen aquí en dos opiniones. La primera dice, que uno de aquellos siete reyes súbditos ya del Anticristo, o morirá realmente, o enfermará de muerte sin esperanza alguna de vida; y el Anticristo públicamente a vista de todos, y sabiéndolo todos, lo resucitará, y lo sanará por arte del diablo. La segunda opinión comunísima dice, que la cabeza herida de muerte será el mismo Anticristo, que es una de las siete, el cual morirá, y resucitará al tercero día, todo fingidamente, para imitar con esto (añaden con gran formalidad) la muerte y resurrección de Cristo. De aquí resultará en toda la tierra una tan grande admiración, que todos sus habitadores adorarán como a Dios al mismo Anticristo que hizo aquel milagro, y también al dragón o al diablo, que le dio tan gran potestad. ¡Oh, qué ignorantes, qué rústicos, qué groseros, qué brutales estarán en aquellos tiempos todos los habitadores de la tierra, pues un juego de manos de un charlatán bastará para llenarlos a todos de admiración, para hacerlos hincar las rodillas al mismo charlatán, como a Dios, y también para adorar como a Dios al mismo Satanás! Es de creer, que en aquellos tiempos ya no habrá en el mundo ni filósofo, ni filosofía; ya no habrá crítica; ya no habrá sentido común; ya no habrá lumbre de razón. ¡Qué mucho que entre gente tan bárbara se haga el astuto judío monarca universal, y Dios de toda la tierra!
182. Ahora, esta imitación de la muerte y resurrección de Cristo, ¿para qué la habrá menester el Anticristo? Acaso para que lo tengan por el verdadero Mesías prometido en las Escrituras? Sí, puntualmente para esto. ¿Pero quienes? Todos los habitadores de la tierra se reducen fácilmente a cuatro clases de personas: cristianos, tomada esta palabra latísimamente con toda su extensión, otros étnicos, otros mahometanos, otros judíos. ¿Para cuál de estas cuatro clases de gentes podrá ser a propósito aquel milagro? ¿A cuál de ellas pretenderá persuadir el Anticristo que es el verdadero Mesías? ¿A los cristianos? Cierto que no; respecto de estos el milagro probará lo contrario: probará, digo, que no puede ser Cristo verdadero, sino fingido un hombre que muere, aunque resucite luego; pues que habiendo Cristo resucitado de entre los muertos ya no muere: la muerte no se enseñoreará más de él. Cristo verdadero que murió y resucitó una vez, no puede volver a morir. Ninguno supone al Anticristo tan necio y estulto, que no sea capaz de ver inconveniente tan palpable. ¿Será acaso el milagro para los étnicos o gentiles? Tampoco, como estos no tienen idea alguna del Mesías, ni de lo que de él está escrito, ni de las Escrituras que lo anuncian, podrán admirarse, cuando más, de ver resucitar un muerto, sin pasar por esto a adorar como a Dios al mismo muerto, ni al diablo que lo resucitó: mucho menos podrán pasar a adorar a este muerto resucitado como al Mesías y Cristo prometido en las Escrituras, las cuales son para ellos como un libro cerrado, sellado como se debe suponer. Lo mismo digo de los mahometanos.
183. No nos queda, pues sino la última clase de gentes, que son los Judíos. Así la muerte y resurrección del Anticristo será solamente para engañar a los judíos, los cuales por sus mismas Escrituras podrán tener alguna luz de la muerte y resurrección de su Mesías: mas no obstante esta luz de las Escrituras, que en otros tiempos de menos ceguedad los debía haber alumbrado mucho más, es cierto que esa muerte y resurrección del verdadero Mesías fue para ellos piedra de tropiezo, y piedra de escándalo, el cual escándalo no se les pudo quitar ni mitigar con decirles y probarles, que luego había resucitado según las Escrituras. Al mismo Mesías, cuando les habló claramente de su muerte, le respondieron como escandalizados, Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre; ¿pues cómo dices tú, conviene que sea alzado el Hijo del Hombre? Tan lejos como esto estaban de pensar que su Mesías podía morir, aunque fuese para luego resucitar. ¿Y creemos que recibirán por su Mesías al Anticristo por verlo morir y resucitar? ¿Y creemos, que recibirán al Anticristo que se fingirá muerto y resucitado para que los judíos lo crean y reciban por su Mesías?
184. A todo esto se añade, y debe añadirse otra reflexión: esto es, que en el tiempo de la herida y curación de una de las cabezas de la bestia, los más de los doctores suponen ya al Anticristo monarca universal de toda la tierra; ya suponen muertos tres reyes, y sujetos a su obediencia todos los demás; por consiguiente ya lo suponen creído mucho antes de los judíos, y recibido por su rey y Mesías; pues según ellos mismos esta ha de ser la primera empresa del Anticristo, aun antes de salir de Babilonia. ¿Para qué, pues, podrá ser buena esta ficción de muerte, y de muerte no natural sino violenta (porque el texto dice), como herida de muerte, cuando ya los judíos lo adoran como a su Mesías, y lo restante del linaje humano, como a su rey, y como a su Dios? Verdaderamente que la explicación mirada por todos sus aspectos, parece bien difícil de comprenderse. Por una parte, la bestia de siete cabezas y diez cuernos es el Anticristo; por otra parte, el Anticristo no es más que una de las siete cabezas de la bestia; por una parte las siete cabezas son siete reyes vencidos del Anticristo y súbditos suyos; por otra parte, el Anticristo mismo es uno de los siete; por una parte, los diez cuernos son diez reyes coronados, vivos y sanos, que sirven al Anticristo; por otra parte, no pueden señalarse arriba de siete; pues el Anticristo mismo mató tres, que no quisieron servirle de cuernos, etc. ¡Qué oscuridad! La causa de todo no parece que pueda ser otra, sino el sistema o principio sobre que se ha procedido, mirando a este Anticristo como a una persona individua y singular.
Se propone otra explicación de todo este misterio en otro principio
Párrafo VII
Esta opinión, entre nosotros en el foro es minoritaria.
Aquí el texto en cuestión:
Explicación de este misterio, supuesto que el Anticristo sea una persona singular.
Párrafo VI
177. La explicación de este gran misterio, que se halla comúnmente en los expositores, y en algunos teólogos insignes, parece sin duda otro misterio mayor o más impenetrable, para mí a lo menos lo es tanto, que ya he perdido la esperanza de entenderla. Dicen primeramente y en general, que la bestia de que aquí se habla, no es otra cosa que el Anticristo, cuyo reinado y principales operaciones se nos anuncian por esta metáfora terrible. Mas como este Anticristo debe ser en su sistema una persona individuo y singular, les es necesario acomodar a esta persona siete cabezas, y explicar lo que esto significa; es necesario acomodarle al mismo tiempo diez cuernos, todos coronados, y es necesario acomodarle otras particularidades que se leen en el texto sagrado. Yo solo busco por ahora la explicación de solas tres, sin cuya inteligencia todas las demás me parecen inaccesibles. Primera, las siete cabezas de la bestia. Segunda, sus diez cuernos. Tercera, la cabeza herida de muerte, y su milagrosa curación.
178. Cuanto a lo primero, nos aseguran que la bestia en general es el Anticristo; mas como este Anticristo ha de ser un monarca universal de toda la tierra, como para llegar a esta grandeza ha de hacer guerra formal a todos los reyes, que en aquel tiempo, dicen, serán solos diez en todo el orbe, como de estos diez ha de matar tres, y los otros siete los ha de sujetar a su dominación: por eso estos siete reyes, súbditos ya del Anticristo y sujetos a su imperio, se representan en la bestia como cabezas suyas: tenía (se dice en el Apocalipsis) siete cabezas.
179. Ahora, estos tres reyes muertos por el Anticristo, y estos siete vencidos y sujetos a su dominación, debe de ser una noticia indubitable, y constar expresamente de la Revelación, pues sobre ella se funda la explicación de las siete cabezas de la bestia. No obstante, si leemos el lugar único de la Escritura, a donde nos remiten, nos quedamos con disgusto y desconsuelo de no hallar en él tal noticia, o de no hallarla como la explicación la había menester: una circunstancia que es la única que podía servirle, esa es puntualmente la que falta en el texto. Explícome. Hallamos en el capítulo VII de Daniel una bestia, terrible con diez cuernos, los cuales figuran otros tantos reyes, como allí mismo se dice: hallamos que entre estos diez cuernos, sale otro pequeño al principio; mas, que con el tiempo crece y se hace mayor que todos; hallamos, que a la presencia de este último cuerno ya crecido y robusto, caen y son arrancados tres de los diez; lo cual, como se explica allí mismo, quiere decir, que este cuerno o esta potencia humillará tres reyes, y humillar no es lo mismo que matar; buscamos después de esto lo que debe suceder con los otros siete reyes que quedan, y no hallamos que se hable de ellos ni una sola palabra. ¿Como, pues, se asegura sobre este sólo fundamento, y se asegura con tanta formalidad, que el Anticristo matará tres reyes, y sujetará a su dominación los otros siete? El texto solo dice, que este último cuerno humillará tres, y si los otros siete son vencidos y obligados a recibir el yugo de otra dominación, ¿qué mayor humillación pueden sufrir? Luego en este caso debía decir, que humillará no solo tres, sino todos los diez. Fuera de esto, ¿con qué razón, con qué fundamento, con qué propiedad se puede decir que este cuerno terrible será el Anticristo, y no la bestia misma espantosa y prodigiosa, que lo tiene en su cabeza, y usa de él, y lo juega según su voluntad?
180. Crece mucho más el embarazo de esta explicación, si considerando la bestia del Apocalipsis, pedimos que nos muestren en ella con distinción y claridad la persona misma del Anticristo. Por una parte nos dicen en general, que es la bestia, por otra parte nos dicen, que sus siete cabezas son siete reyes súbditos suyos que él (Anticristo) ha vencido y humillado, y que los tiene prontísimos a ejecutar todas sus órdenes y voluntades. Y la persona misma de este Anticristo, digo yo, ¿cuál es? O es el cuerpo trunco de la bestia, sólo y sin cabeza alguna (el cual no puede llamarse bestia sin una suma impropiedad) o aquí falta otra cabeza mayor que todas, que a todas las domine, y de todas se haga obedecer. Es más que visible el embarazo en que se hallan aquí todos los doctores, y es igualmente más que visible, que procuran disimularlo, como si no lo viesen, por lo cual no reparan en avanzar una especie de contradicción, diciendo o suponiendo, que una de las siete cabezas de la bestia es la persona misma del Anticristo. Por otra parte, las siete cabezas de la misma bestia son los siete reyes que han quedado vivos, aunque vencidos y sujetos a la dominación del Anticristo, luego la persona misma del Anticristo es uno de los siete reyes, etc., luego siendo estos siete reyes, como son, las cabezas de la bestia, son al mismo tiempo solas seis. ¡Enigma ciertamente difícil e inexplicable, para cuya resolución no tenemos regla alguna en la aritmética, ni tampoco en el álgebra! Según esta cuenta, parece claro, que o sobra aquí la persona del Anticristo, o falta alguno de los siete reyes. La segunda cosa que se debe explicar es, los diez cuernos todos coronados que tiene la bestia. El texto solo dice, que la bestia tenía diez cuernos propios suyos: sobre sus cuernos; más no dice si todos diez estaban en una sola cabeza, o si estaban repartidos entre todas: esta circunstancia no se expresa. No obstante, los doctores los ponen todos diez o los suponen en una sola cabeza, a quien hacen la persona del Anticristo; y así dicen, que los diez cuernos son los diez reyes que entonces habrá en el mundo, todos súbditos del Anticristo, y prontos a ejecutar sus órdenes. De aquí se sigue otra especie de contradicción u otro enigma, no menos oscuro y difícil de resolver; este es, que el Anticristo tendrá a su disposición diez reyes todos coronados, y por consiguiente vivos y actualmente reinantes, y al mismo tiempo solo tendrá siete. ¿Por qué? Porque según nos acaban de decir en la explicación de las siete cabezas, estas significan los siete reyes que han de quedar vivos y súbditos del Anticristo, después de la muerte de los otros tres. Si solo han quedado siete vivos, ¿como aparecen en la cabeza de la bestia todos diez coronados? Podrá decirse, que en lugar de los tres reyes muertos, pondrá de su mano el Anticristo otros tres, que le quedarán obligados, y lo servirán con empeño y fidelidad, con los cuales se completará el número de diez. Pero además que esto solo podrá decirse libremente, sin apariencia de fundamento, en este caso fueran también diez y no siete las cabezas de la bestia, pues según la explicación, lo mismo significan las cabezas que los cuernos; luego si los cuernos son diez reyes por haber entrado tres de nuevo, y ocupado el lugar de los tres muertos, por esta misma razón deberán ser diez las cabezas.
181. La tercera cosa que hay que explicar es, la herida de muerte de una de las siete cabezas, su maravillosa curación, y lo que de esto resultó en toda la tierra. Y vi (dice el texto) una de sus cabezas, como herida de muerte, y fue curada su herida mortal. Y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia... y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién hay semejante a la bestia? ¿Y quién podrá lidiar con ella? Los intérpretes se dividen aquí en dos opiniones. La primera dice, que uno de aquellos siete reyes súbditos ya del Anticristo, o morirá realmente, o enfermará de muerte sin esperanza alguna de vida; y el Anticristo públicamente a vista de todos, y sabiéndolo todos, lo resucitará, y lo sanará por arte del diablo. La segunda opinión comunísima dice, que la cabeza herida de muerte será el mismo Anticristo, que es una de las siete, el cual morirá, y resucitará al tercero día, todo fingidamente, para imitar con esto (añaden con gran formalidad) la muerte y resurrección de Cristo. De aquí resultará en toda la tierra una tan grande admiración, que todos sus habitadores adorarán como a Dios al mismo Anticristo que hizo aquel milagro, y también al dragón o al diablo, que le dio tan gran potestad. ¡Oh, qué ignorantes, qué rústicos, qué groseros, qué brutales estarán en aquellos tiempos todos los habitadores de la tierra, pues un juego de manos de un charlatán bastará para llenarlos a todos de admiración, para hacerlos hincar las rodillas al mismo charlatán, como a Dios, y también para adorar como a Dios al mismo Satanás! Es de creer, que en aquellos tiempos ya no habrá en el mundo ni filósofo, ni filosofía; ya no habrá crítica; ya no habrá sentido común; ya no habrá lumbre de razón. ¡Qué mucho que entre gente tan bárbara se haga el astuto judío monarca universal, y Dios de toda la tierra!
182. Ahora, esta imitación de la muerte y resurrección de Cristo, ¿para qué la habrá menester el Anticristo? Acaso para que lo tengan por el verdadero Mesías prometido en las Escrituras? Sí, puntualmente para esto. ¿Pero quienes? Todos los habitadores de la tierra se reducen fácilmente a cuatro clases de personas: cristianos, tomada esta palabra latísimamente con toda su extensión, otros étnicos, otros mahometanos, otros judíos. ¿Para cuál de estas cuatro clases de gentes podrá ser a propósito aquel milagro? ¿A cuál de ellas pretenderá persuadir el Anticristo que es el verdadero Mesías? ¿A los cristianos? Cierto que no; respecto de estos el milagro probará lo contrario: probará, digo, que no puede ser Cristo verdadero, sino fingido un hombre que muere, aunque resucite luego; pues que habiendo Cristo resucitado de entre los muertos ya no muere: la muerte no se enseñoreará más de él. Cristo verdadero que murió y resucitó una vez, no puede volver a morir. Ninguno supone al Anticristo tan necio y estulto, que no sea capaz de ver inconveniente tan palpable. ¿Será acaso el milagro para los étnicos o gentiles? Tampoco, como estos no tienen idea alguna del Mesías, ni de lo que de él está escrito, ni de las Escrituras que lo anuncian, podrán admirarse, cuando más, de ver resucitar un muerto, sin pasar por esto a adorar como a Dios al mismo muerto, ni al diablo que lo resucitó: mucho menos podrán pasar a adorar a este muerto resucitado como al Mesías y Cristo prometido en las Escrituras, las cuales son para ellos como un libro cerrado, sellado como se debe suponer. Lo mismo digo de los mahometanos.
183. No nos queda, pues sino la última clase de gentes, que son los Judíos. Así la muerte y resurrección del Anticristo será solamente para engañar a los judíos, los cuales por sus mismas Escrituras podrán tener alguna luz de la muerte y resurrección de su Mesías: mas no obstante esta luz de las Escrituras, que en otros tiempos de menos ceguedad los debía haber alumbrado mucho más, es cierto que esa muerte y resurrección del verdadero Mesías fue para ellos piedra de tropiezo, y piedra de escándalo, el cual escándalo no se les pudo quitar ni mitigar con decirles y probarles, que luego había resucitado según las Escrituras. Al mismo Mesías, cuando les habló claramente de su muerte, le respondieron como escandalizados, Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre; ¿pues cómo dices tú, conviene que sea alzado el Hijo del Hombre? Tan lejos como esto estaban de pensar que su Mesías podía morir, aunque fuese para luego resucitar. ¿Y creemos que recibirán por su Mesías al Anticristo por verlo morir y resucitar? ¿Y creemos, que recibirán al Anticristo que se fingirá muerto y resucitado para que los judíos lo crean y reciban por su Mesías?
184. A todo esto se añade, y debe añadirse otra reflexión: esto es, que en el tiempo de la herida y curación de una de las cabezas de la bestia, los más de los doctores suponen ya al Anticristo monarca universal de toda la tierra; ya suponen muertos tres reyes, y sujetos a su obediencia todos los demás; por consiguiente ya lo suponen creído mucho antes de los judíos, y recibido por su rey y Mesías; pues según ellos mismos esta ha de ser la primera empresa del Anticristo, aun antes de salir de Babilonia. ¿Para qué, pues, podrá ser buena esta ficción de muerte, y de muerte no natural sino violenta (porque el texto dice), como herida de muerte, cuando ya los judíos lo adoran como a su Mesías, y lo restante del linaje humano, como a su rey, y como a su Dios? Verdaderamente que la explicación mirada por todos sus aspectos, parece bien difícil de comprenderse. Por una parte, la bestia de siete cabezas y diez cuernos es el Anticristo; por otra parte, el Anticristo no es más que una de las siete cabezas de la bestia; por una parte las siete cabezas son siete reyes vencidos del Anticristo y súbditos suyos; por otra parte, el Anticristo mismo es uno de los siete; por una parte, los diez cuernos son diez reyes coronados, vivos y sanos, que sirven al Anticristo; por otra parte, no pueden señalarse arriba de siete; pues el Anticristo mismo mató tres, que no quisieron servirle de cuernos, etc. ¡Qué oscuridad! La causa de todo no parece que pueda ser otra, sino el sistema o principio sobre que se ha procedido, mirando a este Anticristo como a una persona individua y singular.
Se propone otra explicación de todo este misterio en otro principio
Párrafo VII