Re: La doctrina de 1844, preguntas y textos perdidos
Se reconoció la división mientras se estaba efectuando.
Después, mientras Roma estaba en el proceso de dividirse, Sulpicio Severo (siglo V) de Aquitania, se convirtió en el heraldo de un nuevo cumplimiento: que en sus días el barro ya se estaba mezclando con el hierro. "Esto también se ha cumplido", declaraba. Jerónimo (c. 340-420), el ilustre doctor de la iglesia latina, también enseñaba la división progresiva del Imperio Romano en fragmentos, como algo "muy manifiestamente reconocido" en su tiempo, y nombra los primeros invasores bárbaros que dividieron a Roma. Teodoreto (c. 386-457), obispo de Ciro en el siglo V, también afirmaba que la fuerza férrea de Roma ya se había debilitado por la mezcla de barro; y que la piedra eterna (Cristo) estaba destinada a destruir a las naciones en su segundo advenimiento.
San Agustín aplica a la iglesia la piedra que se transforma en una montaña.-
Luego aparece San Agustín (354-430), quien erróneamente enseñaba que el profetizado reino eterno de Cristo era el reino de la Iglesia Católica, la cual, según él, se hallaba en un claro proceso de transformarse en una montaña que llenaría el mundo.
Intérpretes anteriores a la Reforma ubican la piedra en el futuro.-
Transcurrieron los siglos. Joaquín de Floris (o Flora, m. 1202), destacado expositor medieval, de nuevo se ocupó de la exposición de Dan. 2 en una forma un poco confusa. Para él, los cuatro imperios son: (1) Los caldeos y medos-persas, (2) los macedonios, (3) los romanos y (4) los sarracenos. La piedra que llena la tierra era todavía futura. Poco después Juan Wyclef, profesor de Oxford y "la estrella matutina de la Reforma", afirmó en el siglo XIV que las "cuatro monarquías" de Dan. 2 claramente comprendían a Asiria-Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma. Walter Brute, erudito lolardo contemporáneo de Wyclef, afirmaba que los "pies [de hierro y barro] de la imagen" representaban al dividido "Imperio de Roma" que "aún perdura"; en tanto que la piedra representa el venidero reino de Cristo.
Los reformadores virtualmente unánimes en la exposición típica.-
Cuando alboreó la Reforma del siglo XVI, el dinámico Martín Lutero, después de presentar la reconocida secuencia de los cuatro imperios -Babilonia, Persia, Grecia, Roma-, afirmaba: "Todo el mundo concuerda en esto". También declaraba que la piedra es el reino venidero de Dios. En esta interpretación recibió el apoyo de Melanchton, de Virgilio Solis, Selnecker y Ecolampadio. En Suiza, Tobías Stimmer, y en Gran Bretaña, George Joye, Hugh Latimer, Thomas Becon y Thomas Brightman -todos del siglo XVI-, siguieron la misma interpretación como la creencia común de los reformadores.
La contrarreforma niega que Roma ha caído.-
La presión de la acusación unánime de todos los grupos protestantes, de que la Iglesia Católica era el anticristo profetizado, fue vivamente sentida por el papado, y dio como resultado una interpretación contradictoria de las profecías durante la Contrarreforma y después de ella. El cardenal Belarmino (m. 162l), el más capaz de los polemistas jesuitas, para apartar de las mentes que dicha profecía se aplicaba a la iglesia de Roma, argumentaba, basado en Dan. 2, que el anticristo no podría aparecer, de acuerdo a la demanda profética, hasta que se efectuara la división del Imperio Romano.
Insistía en que esa especificación inspirada todavía no se había realizado, argumentando que las dos piernas del coloso metálico representaban a la Roma Oriental y a la Roma Occidental; y que cuando cayó la Roma Occidental, la pierna [parte] Oriental continuó todavía; y cuando sucumbió el Imperio Romano Oriental, en 1453, para ese entonces la pierna Occidental había sido restaurada en la forma del Santo Imperio Romano. Por lo tanto, Roma, según él, siempre había tenido una pierna para sostenerse; y Roma debía dividirse antes de que apareciera el anticristo. De esta manera insistía en que el papado no era el anticristo.
Los expositores posteriores a la Reforma colocan la piedra en el futuro.-
Algunos credos -como A Short Catechisme [Catecismo breve] de la Iglesia Anglicana, autorizado por Eduardo VI en 1553- declaraban que el reino pétreo todavía era futuro. Sin embargo, Calvino apoyaba el concepto de que la piedra era el reino espiritual de la iglesia que habría de quebrantar a todos los reinos terrenales. Esto explica su proceder autoritario.
En los tiempos posteriores a la Reforma, concordando con el erudito Joseph Mede (m. 1638), surgieron John Tillinghast, párroco independiente; Thomas Beverley, clérigo independiente; William Sherwin; Pierre Jurieu, hugonote francés; Sir Isaac Newton; Thomas Newton, obispo anglicano; Heinrich Horch; Jean de la Fléchère, colaborador suizo de Wesley; Hans Wood, laico irlandés; John Willison, teólogo escocés; James Bicheno, disidente inglés; y Christian G. Thube, pastor alemán, todos los cuales enseñaron la secuencia de Babilonia, Persia, Grecia y Roma, la que entonces era considerada comúnmente como irrefutable. Los pies y los dedos eran las naciones en que se había dividido Roma. Y con suma frecuencia se afirmaba que la piedra era el venidero reino de Cristo.
Los colonos norteamericanos sostienen las interpretaciones tradicionales.-
Los escritores norteamericanos de la colonia y de los comienzos de la república (siglos XVII y XVIII) concordaron con las interpretaciones del Viejo Mundo. Ephraim Huit, de Connecticut, primer expositor sistemático de Daniel (1644) en el Nuevo Mundo, mantuvo los cuatro imperios tradicionales, y la piedra como el reino venidero de Cristo, destacando que la mezcla de barro y hierro en los pies era la mixtura de la Iglesia Católica con los estados seculares de Europa. Al mismo tiempo, el erudito Thomas Parker, de Massachusetts, insistía en que el reino pétreo no se establecería hasta el segundo advenimiento de Cristo, advenimiento que provocaría la destrucción de los reinos y la caída del anticristo. Y Samuel Hutchinson, laico de Boston, declaraba que la piedra "todavía no" había sido cortada del monte.
Increase Mather, comentador prolífico de las profecías y rector de Harvard (m. 1723), mencionaba las cuatro monarquías y especificaba las divisiones, afirmando asimismo que la piedra todavía no se había convertido en la montaña que llenaría todo el mundo. Su hijo, Cotton Mather, teólogo congregacional, sostenía lo mismo. Y Nicholas Noyes, pastor de Salem, afirmaba que la imagen metálica se sostenía sobre sus "tambaleantes piernas", como si hubiera recibido un golpe demoledor de la "Piedra". Ezekiel Cheever, maestro de escuela del mismo período en la Nueva Inglaterra, también afirmaba que el reino de Cristo no se establecería antes de que pasaran las cuatro monarquías.
Benjamín Gale, médico de Connecticut, sostenía que los pies y los dedos de los pies de la imagen eran la última forma de la tiranía romana, en la cual "los poderes civiles y eclesiásticos se unen y se mezclan". Samuel Osgood, director general de correos de 1789 a 1791, enseñaba que el período de los pies estaba terminando rápidamente y que la piedra representaba el segundo advenimiento de Cristo. Joshua Spalding, premilenarista de Salem, también enseñaba la típica sucesión de los cuatro imperios, y hacía corresponder el segundo advenimiento con la piedra que hiere a la imagen. Y finalmente David Austin, que fue pastor presbiteriano, interpretaba que la arcilla y el hierro representan el poder estatal y el poder eclesiástico, y afirmaba que su destrucción se realizaría mediante el impacto predicho de la piedra.
El siglo XIX presenta un cuadro impresionante.-
En el siglo XIX, Manuel Lacunza, jesuita y escritor chileno, interpretó que los diez dedos de las piernas de hierro de la imagen metálica representaban a los reinos romano-góticos de Europa occidental, los cuales eran nominalmente cristianos; y que la piedra era el reino de Cristo. Destacaba la persistente división a pesar de los vínculos establecidos mediante los matrimonios de la realeza, y afirmó que la iglesia de la Edad Media no era el reino representado por la piedra.
En Gran Bretaña hubo muchos prominentes expositores -anglicanos, presbiterianos, bautistas y otros no conformistas- que propagaron la misma enseñanza entre 1805 y 1822, haciendo destacar los mismos cuatro poderes mundiales y los pies y sus dedos de hierro y de barro de la Europa dividida -no pocos de ellos los presentaron por nombre-, y la piedra como el reino venidero de Cristo, de Dios o del Mesías. Además, el obispo Daniel Wilson, de la India, François Samuel Robert Louis Gaussen, de Suiza y J. H. Richter, de Alemania, difundieron la misma enseñanza.
Los norteamericanos del siglo XIX casi unánimes.-
No sólo los milleritas, sino también la mayoría de los expositores de Daniel en Estados Unidos -que escribieron entre 1798 y 1844-, por lo general concordaron en que las cuatro partes metálicas de la imagen profética simbolizaban a Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma, y los pies y sus dedos, donde se mezclaban el hierro y el barro, como las naciones de la Europa dividida. Algunos hasta llegaron a decir que la mezcla también representaba la unión del poder eclesiástico y el poder estatal. Y todos ellos declaraban que la 51 piedra que había de destruir a las naciones y llenar la tierra era el reino venidero de Cristo.
Tal fue también el caso de los centenares de heraldos milleritas que escribieron y predicaron ampliamente en los comienzos de la década de 1840. Las conclusiones que en términos generales los milleritas aceptaron en cuanto a la profecía, fueron definidas principalmente mediante una serie de unas 18 asambleas generales de clérigos y otros dirigentes que propiciaban la causa millerita. Provenían de todos los grupos religiosos: bautistas, congregacionalistas, presbiterianos, metodistas, episcopales, cristianos, reformados holandeses y otros. En esas asambleas llegaron a conclusiones que después proclamaron al mundo mediante opúsculos, folletos y libros, y a través de su cadena de periódicos que iban desde los Estados de Maine a Ohio, y desde Montreal, Canadá, hasta Baltimore y Washington D.C. Entre ellos había más de 30 publicaciones periódicas, nacionales y locales, permanentes y temporales, con una circulación extraordinariamente grande para esa época. Su pronunciamiento fue virtualmente unánime, pues concordaban en todo lo esencial respecto a los grandes bosquejos proféticos de Daniel y sus correspondientes períodos cronológicos.
La cadena de testigos cubre la era cristiana.-
En resumen, Dan. 2 ha sido interpretado con mucha unanimidad por los expositores judíos, católicos y protestantes durante casi 2.000 años, en lo que atañe a los cuatro poderes mundiales, de Babilonia a Roma. En los pies y los dedos de los pies del hombre metálico de la profecía se han reconocido los fragmentos del Imperio Romano que continúan hasta hoy en la forma de las naciones modernas de la Europa occidental. Las principales diferencias- además de la variación del cuarto imperio, interpretado como los reinos helenísticos o como Roma-han sido: (1) que los judíos consideran que la piedra sencillamente era el reino mesiánico venidero que ellos esperan aún; (2) que la mayor parte de los católicos sostienen que la piedra es la actual Iglesia Católica, en un proceso inexorable de convertirse en el monte que llenará el mundo, y (3) que la mayoría de los protestantes han interpretado que es el futuro reino que será establecido por Cristo cuando tenga lugar su segunda venida.
Por lo tanto, los adventistas del séptimo día concuerdan con la interpretación histórica fundamental de Dan. 2: cuatro poderes mundiales, Roma dividida en diez reinos con todas sus vinculaciones matrimoniales, sus ligas y alianzas inútiles; la mezcla del hierro y el barro que simboliza la unión del "poder estatal y el poder eclesiástico", y el establecimiento futuro del reino de Dios, el cual será una realidad por la intervención divina en los asuntos humanos mediante la segunda venida de Cristo, cuando finalmente terminará el lapso concedido al reinado del anticristo.
III. El bosquejo de Daniel 7 amplía la profecía del capítulo 2
Desde los mismos comienzos de la iglesia se afirmaba que la profecía de las cuatro bestias simbólicas de Dan. 7, seguidas por el establecimiento del reino de Dios, sencillamente es un paralelo, una repetición y una ampliación del bosquejo profético de los cuatro metales de la gran estatua del sueño profético y de la piedra destructora de Dan. 2. Ambas visiones eran reconocidas como la descripción que hace Dios del surgimiento y la caída de las naciones y el bosquejo de la historia de los imperios mundiales. La mayoría de los sucesos eran reconocidos a medida que acontecían.
La referencia a los diez reinos y al cuerno pequeño en la Epístola de Bernabé (c. 52 150 d. C.), implica la comprensión de que la cuarta bestia era el Imperio Romano que entonces existía, que diez reinos pronto se desprenderían de Roma, y que tres de ellos serían desarraigados por el "rey pequeño". A esto le sigue en la epístola citada la alusión a la inicua conducta del "negro" o "inicuo" que vendría y que sería destruido en el Juicio cuando Jesús volviera a la tierra.
Fragmentación esperada y percibida.-
Justino Mártir, de Samaria, primer padre anteniceno de la iglesia, relacionaba el segundo advenimiento con la conclusión de la profecía de Dan. 7, y aludía a los tres tiempos y medio. Ireneo de las Galias (m. c. 202) declaraba que Roma -el cuarto reino de la gran sucesión- terminaría fragmentándose en diez partes, y que el cuerno pequeño ocuparía el lugar de tres de las diez divisiones de Roma. Además, identificaba al "hombre de pecado" (anticristo) de Pablo con el cuerno pequeño de Daniel.
El tiempo tenía inevitablemente una perspectiva muy reducida para esos primeros expositores. Para Ireneo (siglo II), los tres tiempos y medio eran tres años y medio literales, dentro de la vida de un individuo. Pasó el tiempo. Y no fue sino hasta el siglo XII cuando Joaquín de Flora (o Floris) emite) el concepto de que los tres tiempos y medio equivalían a 1.260 años literales. Tertuliano de Cartago (siglo III) ya había añadido el concepto de que, de acuerdo con Pablo (2 Tes. 2), la continuación unificada de Roma demoraba la aparición del anticristo; y que su división en diez reinos daría lugar al aparecimiento del anticristo, el cual sería finalmente destruido por el resplandor del segundo advenimiento de Jesús.
El paralelismo de los elementos proféticos de Dan. 2 y 7 fue reconocido por lo menos ya en los días de Hipólito (c. 200 d. C.). Afirmaba éste que el alcance de ambos capítulos es idéntico, con la sola diferencia de que Dan. 7 es más amplio. Estas son sus notables palabras:
La "cabeza de oro de la imagen" es idéntica con la "leona", con la cual fueron representados los babilonios. El "pecho y los brazos de plata" son lo mismo que el "oso", que simboliza a los persas y a los medos. "Su vientre y sus muslos de bronce" son el "leopardo", que representa a los griegos que gobernaron desde Alejandro en adelante. Las "piernas de hierro" son la "bestia espantosa y terrible" que simboliza a los romanos, que ahora gobiernan. Los "dedos de los pies de barro y hierro" son los "diez cuernos" futuros. El "otro cuerno pequeño" que "salía entre ellos" es el "anticristo". La piedra que "hiere a la imagen y la desmenuza", y que llena toda la tierra, es Cristo que viene del cielo y trae juicio para el mundo (Fragmentos de comentarios, "Acerca de Daniel", fragmento 2, cap. 3; cf. su Tratado acerca de Cristo y el anticristo).
¿Qué acaso cambiarás la historia?
Bueno, "vive4", el problema es que los sectareos del adventismo, no solo tuercen las Escrituras, sino que pretenden falsificar la Historia, para dar una aparente base a su interpretaciòn profètica particular....
Pero, lamentablemente para ti y tu mentirosa secta, los registros Històricos los desmienten claramente......
No sigas repitiendo ese cuentecito de las "diez tribus barbaras" y la "divisiòn del imperio romano".....En el mensaje anterior, yo puse evidencia històrica bastante clara, de que eso no ocurriò asì y por lo tanto es un asqueante invento mas de la secta adventista....¿Acaso te crees que los demàs foristas son ignorantes o no saben leer??????????......JA, JA, JA, JA, JA.......
Entonces, "vive4", con el tal "1844", a la secta adventista le ocurre lo mismo que a los Contadores malos que quieren cuadrar los libros de contabilidad forzando las cifras......JA, JA, JA, JA, JA......
Y ASI, CUALQUIERA "CUADRA" SUS CIFRAS CONTABLES O SUS "FECHAS PROFETICAS" PREFERIDAS.....JA, JA, JA, JA, JA....
Se reconoció la división mientras se estaba efectuando.
Después, mientras Roma estaba en el proceso de dividirse, Sulpicio Severo (siglo V) de Aquitania, se convirtió en el heraldo de un nuevo cumplimiento: que en sus días el barro ya se estaba mezclando con el hierro. "Esto también se ha cumplido", declaraba. Jerónimo (c. 340-420), el ilustre doctor de la iglesia latina, también enseñaba la división progresiva del Imperio Romano en fragmentos, como algo "muy manifiestamente reconocido" en su tiempo, y nombra los primeros invasores bárbaros que dividieron a Roma. Teodoreto (c. 386-457), obispo de Ciro en el siglo V, también afirmaba que la fuerza férrea de Roma ya se había debilitado por la mezcla de barro; y que la piedra eterna (Cristo) estaba destinada a destruir a las naciones en su segundo advenimiento.
San Agustín aplica a la iglesia la piedra que se transforma en una montaña.-
Luego aparece San Agustín (354-430), quien erróneamente enseñaba que el profetizado reino eterno de Cristo era el reino de la Iglesia Católica, la cual, según él, se hallaba en un claro proceso de transformarse en una montaña que llenaría el mundo.
Intérpretes anteriores a la Reforma ubican la piedra en el futuro.-
Transcurrieron los siglos. Joaquín de Floris (o Flora, m. 1202), destacado expositor medieval, de nuevo se ocupó de la exposición de Dan. 2 en una forma un poco confusa. Para él, los cuatro imperios son: (1) Los caldeos y medos-persas, (2) los macedonios, (3) los romanos y (4) los sarracenos. La piedra que llena la tierra era todavía futura. Poco después Juan Wyclef, profesor de Oxford y "la estrella matutina de la Reforma", afirmó en el siglo XIV que las "cuatro monarquías" de Dan. 2 claramente comprendían a Asiria-Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma. Walter Brute, erudito lolardo contemporáneo de Wyclef, afirmaba que los "pies [de hierro y barro] de la imagen" representaban al dividido "Imperio de Roma" que "aún perdura"; en tanto que la piedra representa el venidero reino de Cristo.
Los reformadores virtualmente unánimes en la exposición típica.-
Cuando alboreó la Reforma del siglo XVI, el dinámico Martín Lutero, después de presentar la reconocida secuencia de los cuatro imperios -Babilonia, Persia, Grecia, Roma-, afirmaba: "Todo el mundo concuerda en esto". También declaraba que la piedra es el reino venidero de Dios. En esta interpretación recibió el apoyo de Melanchton, de Virgilio Solis, Selnecker y Ecolampadio. En Suiza, Tobías Stimmer, y en Gran Bretaña, George Joye, Hugh Latimer, Thomas Becon y Thomas Brightman -todos del siglo XVI-, siguieron la misma interpretación como la creencia común de los reformadores.
La contrarreforma niega que Roma ha caído.-
La presión de la acusación unánime de todos los grupos protestantes, de que la Iglesia Católica era el anticristo profetizado, fue vivamente sentida por el papado, y dio como resultado una interpretación contradictoria de las profecías durante la Contrarreforma y después de ella. El cardenal Belarmino (m. 162l), el más capaz de los polemistas jesuitas, para apartar de las mentes que dicha profecía se aplicaba a la iglesia de Roma, argumentaba, basado en Dan. 2, que el anticristo no podría aparecer, de acuerdo a la demanda profética, hasta que se efectuara la división del Imperio Romano.
Insistía en que esa especificación inspirada todavía no se había realizado, argumentando que las dos piernas del coloso metálico representaban a la Roma Oriental y a la Roma Occidental; y que cuando cayó la Roma Occidental, la pierna [parte] Oriental continuó todavía; y cuando sucumbió el Imperio Romano Oriental, en 1453, para ese entonces la pierna Occidental había sido restaurada en la forma del Santo Imperio Romano. Por lo tanto, Roma, según él, siempre había tenido una pierna para sostenerse; y Roma debía dividirse antes de que apareciera el anticristo. De esta manera insistía en que el papado no era el anticristo.
Los expositores posteriores a la Reforma colocan la piedra en el futuro.-
Algunos credos -como A Short Catechisme [Catecismo breve] de la Iglesia Anglicana, autorizado por Eduardo VI en 1553- declaraban que el reino pétreo todavía era futuro. Sin embargo, Calvino apoyaba el concepto de que la piedra era el reino espiritual de la iglesia que habría de quebrantar a todos los reinos terrenales. Esto explica su proceder autoritario.
En los tiempos posteriores a la Reforma, concordando con el erudito Joseph Mede (m. 1638), surgieron John Tillinghast, párroco independiente; Thomas Beverley, clérigo independiente; William Sherwin; Pierre Jurieu, hugonote francés; Sir Isaac Newton; Thomas Newton, obispo anglicano; Heinrich Horch; Jean de la Fléchère, colaborador suizo de Wesley; Hans Wood, laico irlandés; John Willison, teólogo escocés; James Bicheno, disidente inglés; y Christian G. Thube, pastor alemán, todos los cuales enseñaron la secuencia de Babilonia, Persia, Grecia y Roma, la que entonces era considerada comúnmente como irrefutable. Los pies y los dedos eran las naciones en que se había dividido Roma. Y con suma frecuencia se afirmaba que la piedra era el venidero reino de Cristo.
Los colonos norteamericanos sostienen las interpretaciones tradicionales.-
Los escritores norteamericanos de la colonia y de los comienzos de la república (siglos XVII y XVIII) concordaron con las interpretaciones del Viejo Mundo. Ephraim Huit, de Connecticut, primer expositor sistemático de Daniel (1644) en el Nuevo Mundo, mantuvo los cuatro imperios tradicionales, y la piedra como el reino venidero de Cristo, destacando que la mezcla de barro y hierro en los pies era la mixtura de la Iglesia Católica con los estados seculares de Europa. Al mismo tiempo, el erudito Thomas Parker, de Massachusetts, insistía en que el reino pétreo no se establecería hasta el segundo advenimiento de Cristo, advenimiento que provocaría la destrucción de los reinos y la caída del anticristo. Y Samuel Hutchinson, laico de Boston, declaraba que la piedra "todavía no" había sido cortada del monte.
Increase Mather, comentador prolífico de las profecías y rector de Harvard (m. 1723), mencionaba las cuatro monarquías y especificaba las divisiones, afirmando asimismo que la piedra todavía no se había convertido en la montaña que llenaría todo el mundo. Su hijo, Cotton Mather, teólogo congregacional, sostenía lo mismo. Y Nicholas Noyes, pastor de Salem, afirmaba que la imagen metálica se sostenía sobre sus "tambaleantes piernas", como si hubiera recibido un golpe demoledor de la "Piedra". Ezekiel Cheever, maestro de escuela del mismo período en la Nueva Inglaterra, también afirmaba que el reino de Cristo no se establecería antes de que pasaran las cuatro monarquías.
Benjamín Gale, médico de Connecticut, sostenía que los pies y los dedos de los pies de la imagen eran la última forma de la tiranía romana, en la cual "los poderes civiles y eclesiásticos se unen y se mezclan". Samuel Osgood, director general de correos de 1789 a 1791, enseñaba que el período de los pies estaba terminando rápidamente y que la piedra representaba el segundo advenimiento de Cristo. Joshua Spalding, premilenarista de Salem, también enseñaba la típica sucesión de los cuatro imperios, y hacía corresponder el segundo advenimiento con la piedra que hiere a la imagen. Y finalmente David Austin, que fue pastor presbiteriano, interpretaba que la arcilla y el hierro representan el poder estatal y el poder eclesiástico, y afirmaba que su destrucción se realizaría mediante el impacto predicho de la piedra.
El siglo XIX presenta un cuadro impresionante.-
En el siglo XIX, Manuel Lacunza, jesuita y escritor chileno, interpretó que los diez dedos de las piernas de hierro de la imagen metálica representaban a los reinos romano-góticos de Europa occidental, los cuales eran nominalmente cristianos; y que la piedra era el reino de Cristo. Destacaba la persistente división a pesar de los vínculos establecidos mediante los matrimonios de la realeza, y afirmó que la iglesia de la Edad Media no era el reino representado por la piedra.
En Gran Bretaña hubo muchos prominentes expositores -anglicanos, presbiterianos, bautistas y otros no conformistas- que propagaron la misma enseñanza entre 1805 y 1822, haciendo destacar los mismos cuatro poderes mundiales y los pies y sus dedos de hierro y de barro de la Europa dividida -no pocos de ellos los presentaron por nombre-, y la piedra como el reino venidero de Cristo, de Dios o del Mesías. Además, el obispo Daniel Wilson, de la India, François Samuel Robert Louis Gaussen, de Suiza y J. H. Richter, de Alemania, difundieron la misma enseñanza.
Los norteamericanos del siglo XIX casi unánimes.-
No sólo los milleritas, sino también la mayoría de los expositores de Daniel en Estados Unidos -que escribieron entre 1798 y 1844-, por lo general concordaron en que las cuatro partes metálicas de la imagen profética simbolizaban a Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma, y los pies y sus dedos, donde se mezclaban el hierro y el barro, como las naciones de la Europa dividida. Algunos hasta llegaron a decir que la mezcla también representaba la unión del poder eclesiástico y el poder estatal. Y todos ellos declaraban que la 51 piedra que había de destruir a las naciones y llenar la tierra era el reino venidero de Cristo.
Tal fue también el caso de los centenares de heraldos milleritas que escribieron y predicaron ampliamente en los comienzos de la década de 1840. Las conclusiones que en términos generales los milleritas aceptaron en cuanto a la profecía, fueron definidas principalmente mediante una serie de unas 18 asambleas generales de clérigos y otros dirigentes que propiciaban la causa millerita. Provenían de todos los grupos religiosos: bautistas, congregacionalistas, presbiterianos, metodistas, episcopales, cristianos, reformados holandeses y otros. En esas asambleas llegaron a conclusiones que después proclamaron al mundo mediante opúsculos, folletos y libros, y a través de su cadena de periódicos que iban desde los Estados de Maine a Ohio, y desde Montreal, Canadá, hasta Baltimore y Washington D.C. Entre ellos había más de 30 publicaciones periódicas, nacionales y locales, permanentes y temporales, con una circulación extraordinariamente grande para esa época. Su pronunciamiento fue virtualmente unánime, pues concordaban en todo lo esencial respecto a los grandes bosquejos proféticos de Daniel y sus correspondientes períodos cronológicos.
La cadena de testigos cubre la era cristiana.-
En resumen, Dan. 2 ha sido interpretado con mucha unanimidad por los expositores judíos, católicos y protestantes durante casi 2.000 años, en lo que atañe a los cuatro poderes mundiales, de Babilonia a Roma. En los pies y los dedos de los pies del hombre metálico de la profecía se han reconocido los fragmentos del Imperio Romano que continúan hasta hoy en la forma de las naciones modernas de la Europa occidental. Las principales diferencias- además de la variación del cuarto imperio, interpretado como los reinos helenísticos o como Roma-han sido: (1) que los judíos consideran que la piedra sencillamente era el reino mesiánico venidero que ellos esperan aún; (2) que la mayor parte de los católicos sostienen que la piedra es la actual Iglesia Católica, en un proceso inexorable de convertirse en el monte que llenará el mundo, y (3) que la mayoría de los protestantes han interpretado que es el futuro reino que será establecido por Cristo cuando tenga lugar su segunda venida.
Por lo tanto, los adventistas del séptimo día concuerdan con la interpretación histórica fundamental de Dan. 2: cuatro poderes mundiales, Roma dividida en diez reinos con todas sus vinculaciones matrimoniales, sus ligas y alianzas inútiles; la mezcla del hierro y el barro que simboliza la unión del "poder estatal y el poder eclesiástico", y el establecimiento futuro del reino de Dios, el cual será una realidad por la intervención divina en los asuntos humanos mediante la segunda venida de Cristo, cuando finalmente terminará el lapso concedido al reinado del anticristo.
III. El bosquejo de Daniel 7 amplía la profecía del capítulo 2
Desde los mismos comienzos de la iglesia se afirmaba que la profecía de las cuatro bestias simbólicas de Dan. 7, seguidas por el establecimiento del reino de Dios, sencillamente es un paralelo, una repetición y una ampliación del bosquejo profético de los cuatro metales de la gran estatua del sueño profético y de la piedra destructora de Dan. 2. Ambas visiones eran reconocidas como la descripción que hace Dios del surgimiento y la caída de las naciones y el bosquejo de la historia de los imperios mundiales. La mayoría de los sucesos eran reconocidos a medida que acontecían.
La referencia a los diez reinos y al cuerno pequeño en la Epístola de Bernabé (c. 52 150 d. C.), implica la comprensión de que la cuarta bestia era el Imperio Romano que entonces existía, que diez reinos pronto se desprenderían de Roma, y que tres de ellos serían desarraigados por el "rey pequeño". A esto le sigue en la epístola citada la alusión a la inicua conducta del "negro" o "inicuo" que vendría y que sería destruido en el Juicio cuando Jesús volviera a la tierra.
Fragmentación esperada y percibida.-
Justino Mártir, de Samaria, primer padre anteniceno de la iglesia, relacionaba el segundo advenimiento con la conclusión de la profecía de Dan. 7, y aludía a los tres tiempos y medio. Ireneo de las Galias (m. c. 202) declaraba que Roma -el cuarto reino de la gran sucesión- terminaría fragmentándose en diez partes, y que el cuerno pequeño ocuparía el lugar de tres de las diez divisiones de Roma. Además, identificaba al "hombre de pecado" (anticristo) de Pablo con el cuerno pequeño de Daniel.
El tiempo tenía inevitablemente una perspectiva muy reducida para esos primeros expositores. Para Ireneo (siglo II), los tres tiempos y medio eran tres años y medio literales, dentro de la vida de un individuo. Pasó el tiempo. Y no fue sino hasta el siglo XII cuando Joaquín de Flora (o Floris) emite) el concepto de que los tres tiempos y medio equivalían a 1.260 años literales. Tertuliano de Cartago (siglo III) ya había añadido el concepto de que, de acuerdo con Pablo (2 Tes. 2), la continuación unificada de Roma demoraba la aparición del anticristo; y que su división en diez reinos daría lugar al aparecimiento del anticristo, el cual sería finalmente destruido por el resplandor del segundo advenimiento de Jesús.
El paralelismo de los elementos proféticos de Dan. 2 y 7 fue reconocido por lo menos ya en los días de Hipólito (c. 200 d. C.). Afirmaba éste que el alcance de ambos capítulos es idéntico, con la sola diferencia de que Dan. 7 es más amplio. Estas son sus notables palabras:
La "cabeza de oro de la imagen" es idéntica con la "leona", con la cual fueron representados los babilonios. El "pecho y los brazos de plata" son lo mismo que el "oso", que simboliza a los persas y a los medos. "Su vientre y sus muslos de bronce" son el "leopardo", que representa a los griegos que gobernaron desde Alejandro en adelante. Las "piernas de hierro" son la "bestia espantosa y terrible" que simboliza a los romanos, que ahora gobiernan. Los "dedos de los pies de barro y hierro" son los "diez cuernos" futuros. El "otro cuerno pequeño" que "salía entre ellos" es el "anticristo". La piedra que "hiere a la imagen y la desmenuza", y que llena toda la tierra, es Cristo que viene del cielo y trae juicio para el mundo (Fragmentos de comentarios, "Acerca de Daniel", fragmento 2, cap. 3; cf. su Tratado acerca de Cristo y el anticristo).
¿Qué acaso cambiarás la historia?