Re: ¿JESUS DIJO QUE ERA DIOS?
Empezaré por aquí primero:
¿Qué harás si te recibo yo u otro que no cree que no es falta comer sangre (de animales obvio)?
Pero si eres respetuoso de las conciencias ajenas tal y como lo indica el apóstol Pablo, respetarás la mía y de seguro no me ofrecerás lo que mi conciencia me dice que estoy violentando una clara ley de Dios claramente expuesta en Hechos 15:28.
Que le dirás... Hay no, disculpa no puedo... y en tu cabecita escucharás estas palabritas... ¡¡¡ dondequiera que entren en una ciudad y los reciban, coman las cosas que pongan delante de ustedes... !!!
Mira, creo que estás totalmente equivocado en tus deducciones desprovistas del más elemental sentido común jamás visto en este foro. Sigues citando, cual letanía pegajosa, lo que a tu parecer quiere decir que debemos aceptar cualquier tipo de alimentación que se nos sirva aunque no tengamos ni siquiera hambre para digerirla. Estás mal interpretando las indicaciones de Jesús. En primer lugar, estás interpretando que, mecánicamente y como por defecto, cuando entramos a una casa, de inmediato nos llenarán la mesa de cuanto alimento tengan a bien servirnos y, obligadamente, tenemos que consumirla hasta reventar nuestros estómagos. Y todavía hundes aún más hondo la espada de la incomprensión y deduces que aunque nos sirvan vasos llenos de sangre, tenemos la obligación de beberla. ¿Pero qué clase de razonamiento es ese por Dios?
Gracias por lo de indocto e inconstante...
Perdona si te sentiste ofendido, pero... ¡Es la verdad, lo siento!
Que DIOS te bendiga. (Ojo, hay un solo DIOS, el PADRE...)
Igualmente a ti y tu aclaración no va conmigo. También creo que el único Dios es EL PADRE.
Esta información obliga a recurrir a la conciencia al tomar decisiones. ¿Por qué? Los cristianos reconocen la necesidad de seguir la guía de Dios; sin embargo, en algunos campos deben tomarse decisiones personales y ahí entra en juego la conciencia, la capacidad inherente al ser humano para distinguir el bien del mal, generalmente desde una perspectiva moral (Romanos 2:14, 15). Todos sabemos, no obstante, que las conciencias difieren. La Biblia menciona que algunas personas tienen ‘la conciencia débil’, lo que da a entender que otras la tienen fuerte. No todos los cristianos han progresado al mismo grado en lo que respecta al aprendizaje de lo que Dios dice, percibir su pensar y tener todo ello en cuenta al tomar decisiones.
La Biblia indica con claridad que la persona que obedecía a Dios no comía carne sin desangrar. Tan importante era este mandato, que cuando los soldados israelitas comieron carne sin desangrar, aunque se trataba de una situación de emergencia, se les consideró culpables de un mal grave, un pecado (Deuteronomio 12:15, 16; 1 Samuel 14:31-35).
Imaginémonos a un judío fervoroso planteándose esas preguntas. Quizás pensara que era mejor no comer la carne que se vendía en la carnicería, tal como otro evitaría comer carne si existía la posibilidad de que se hubiera ofrecido a un ídolo. Otros judíos tal vez comían carne únicamente después de desangrarla de acuerdo con ciertos ritos (Mateo 23:23, 24). ¿Qué piensas tú de tal diversidad de criterios? Además, en vista de que Dios no había establecido reglas sobre esos detalles, ¿debían los judíos plantear una larga lista de preguntas a un consejo de rabinos para que les dijeran lo que debían hacer en cada caso? Los practicantes del judaísmo adoptaron esa costumbre, pero nosotros podemos estar agradecidos de que Jehová no mandara a los adoradores verdaderos que hicieran eso a la hora de tomar decisiones relacionadas con la sangre. Dios dio pautas básicas sobre cuáles eran los animales limpios que podían matar para comer y la importancia de desangrarlos, pero no entró en más detalles (Juan 8:32).
A la hora de tomar esta clase de decisiones es útil tener en cuenta lo que la Biblia dice sobre la conciencia. Ante todo, tú debes averiguar qué dice la Palabra de Dios y tratar de amoldar tu conciencia a ello. Así podrás decidir de conformidad con la guía de Dios en lugar de pedir que otra persona decida por ti. En cuanto a aceptar fracciones de sangre, hay quienes han razonado así: “Como es una cuestión de conciencia, no importa lo que uno decida”. Pero ese razonamiento es erróneo. El hecho de que algo sea una cuestión de conciencia no significa que sea intrascendente. Nuestra decisión puede tener consecuencias muy serias. Por ejemplo, puede influir en aquellos cuya conciencia difiera de la nuestra, como se desprende del consejo de Pablo sobre la carne que pudiera haberse ofrecido a un ídolo antes de venderse en un mercado. El cristiano debe esforzarse por no ‘herir las conciencias débiles’. Si hace tropezar a su “hermano por cuya causa Cristo murió” podría ‘arruinarlo’ en sentido espiritual y con ello pecar contra Cristo. Por consiguiente, aunque las cuestiones relacionadas con fracciones minúsculas de sangre debe decidirlas cada uno según su conciencia, son un asunto que hay que tomar muy en serio (1 Corintios 8:8, 11-13; 10:25-31).
Por lo tanto ¿Cambió Pablo su posición para el tiempo en que escribió Primera a los Corintios (c. 55) o Romanos (c. 56)? De ninguna manera. De hecho, fue después de haber escrito estas dos cartas que fue a Jerusalén por última vez. (1 Cor. 16:8; Hech. 19:1; Rom. 15:25) mientras estuvo allí, se reunió con Santiago y los ancianos, quienes volvieron a hacer referencia al decreto de Hechos 15:28, 29 como un decreto todavía válido y obligatorio para los cristianos. Pablo no disintió.Hech. 21:17-26. Por eso, tenemos buena razón para esperar que cualquier conflicto aparente entre el decreto del concilio y lo que Pablo escribió pueda resolverse. Y ciertamente así sucede. Lo que el decreto de Hechos 15:28, 29 prohibía era que el cristiano fuera parte de una ceremonia religiosa formal o que cometiera un acto de idolatría. Los que sacrificaban un animal a un ídolo recibían parte de la carne para comérsela. Está claro que el hacer eso era un acto religioso; y se consideraba que estaban participando en una comida con el dios pagano. 1 Cor. 10:18-21. De ninguna manera podían los cristianos hacer tal cosa. El decreto del cuerpo gobernante cristiano lo había prohibido, y Pablo concordaba plenamente con aquello. Escribió: “Por lo cual, amados míos, huyan de la idolatría.”—1 Cor. 10:14; 1 Tes. 1:9.
Así, al escribir lo que escribió en 1 Corintios 8 y 10 y Romanos 14, Pablo no estaba otorgando permiso para participar en un acto de idolatría o en una fiesta en honor de un ídolo, como habían hecho los israelitas e incurrido en la ira de Dios. Más bien, estaba tratando con el hecho de simplemente comer, como en una comida acostumbrada, carne procedente de un templo de ídolos que había sido vendida al público en general. Aquella carne no era inmunda ni estaba contaminada simplemente debido a sus antecedentes.
Cuando Pablo habla de conciencia no habla de la tuya. sino la del que diga que fue sacrificado a un idolo... pues tu conciencia por comer esas cosas no tiene porque verse afectada, pues sabido es que un ídolo no es nada... luego el tema principal aquí es si comer o no cosas sacrificadas a los ídolos, no lo es el de comer o no sangre.
Pablo dice claramente que de TODO lo que se vende en la carnicería se puede comer... no hay restricción o abvertencia alguna a ninguna cosa que se pueda vender en ella...
Creo que se entiende claramente que no hay problema con comer lo que se vende en la carnicería... de todo dice Pablo... de todo.
Te repito,la advertencia es por las cosas sacrificadas a los ídolos, no por comer o no tal cosa... recuerda que esta advertencia es para los gentiles que se convertían, acostumbrados a los ídolos...
¿Qué se sacrficaba a los ídolos?
SANGRE, ahogado, fornicación....
Obviamente la parte de fornicación quedaría excluida, pues eso no se vende en la carnicería...
Ahogado... hay carnicerías en las que se vende aun hoy en día, y no porque lo hayan sacrificado a un ídolo, sino porque murió de esa manera algún animalito de los que se venden...
Lo de sangre, que le vas a hacer, es algo que se vende en la carnicería...
Queda más que claro que en ambos casos la advertencia era hacia cosas sacrificadas a los ídolos... y que de todo lo que se vende en la carnicería se puede comer...
Más evidente aún cuando dice que si un incrédulo los invita a comer coman de todo los que les ponga a la mesa.
1Co_10:27 Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia.
Aquí vemos yambién el tema de la conciencia... que como ya se vio no es la tuya, pues tú eres libre de comer de todo.
Los testogos no vienen a mi casa, no porque los haya hechado, sino porque no saben explicar algunas cosas que se les pregunta, a pesar de haber venido sus ancianos y demás... ellos mismos se fueron, nadie los votó... es más, quisiera que volvieran para invitarles morcilla y la reciban como dice la escritura...
Luc 10:7 De modo que quédense en aquella casa, comiendo y bebiendo las cosas que les suministren, porque el obrero es digno de su salario. No anden transfiriéndose de casa en casa.
nunca he visto un tj descalzo ni a una tj sin cartera.
Luc 10:4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis por el camino.
Demás esta REPETIR lo que dice: EN CUALQUIER CIUDAD EN "DONDE LOS RECIBAN"... COMAN LO QUE LES DEN... Y NO HAY ADVERTENCIA SOBRE SI LES DAN DE COMER MORCILLA...
¿Qué harás si te recibo yo u otro que no cree que no es falta comer sangre (de animales obvio)?
Que le dirás... Hay no, disculpa no puedo... y en tu cabecita escucharás estas palabritas... ¡¡¡ dondequiera que entren en una ciudad y los reciban, coman las cosas que pongan delante de ustedes... !!!
Gracias por lo de indocto e inconstante...
Que DIOS te bendiga. (Ojo, hay un solo DIOS, el PADRE...)
Empezaré por aquí primero:
¿Qué harás si te recibo yo u otro que no cree que no es falta comer sangre (de animales obvio)?
Pero si eres respetuoso de las conciencias ajenas tal y como lo indica el apóstol Pablo, respetarás la mía y de seguro no me ofrecerás lo que mi conciencia me dice que estoy violentando una clara ley de Dios claramente expuesta en Hechos 15:28.
Que le dirás... Hay no, disculpa no puedo... y en tu cabecita escucharás estas palabritas... ¡¡¡ dondequiera que entren en una ciudad y los reciban, coman las cosas que pongan delante de ustedes... !!!
Mira, creo que estás totalmente equivocado en tus deducciones desprovistas del más elemental sentido común jamás visto en este foro. Sigues citando, cual letanía pegajosa, lo que a tu parecer quiere decir que debemos aceptar cualquier tipo de alimentación que se nos sirva aunque no tengamos ni siquiera hambre para digerirla. Estás mal interpretando las indicaciones de Jesús. En primer lugar, estás interpretando que, mecánicamente y como por defecto, cuando entramos a una casa, de inmediato nos llenarán la mesa de cuanto alimento tengan a bien servirnos y, obligadamente, tenemos que consumirla hasta reventar nuestros estómagos. Y todavía hundes aún más hondo la espada de la incomprensión y deduces que aunque nos sirvan vasos llenos de sangre, tenemos la obligación de beberla. ¿Pero qué clase de razonamiento es ese por Dios?
Gracias por lo de indocto e inconstante...
Perdona si te sentiste ofendido, pero... ¡Es la verdad, lo siento!
Que DIOS te bendiga. (Ojo, hay un solo DIOS, el PADRE...)
Igualmente a ti y tu aclaración no va conmigo. También creo que el único Dios es EL PADRE.
Esta información obliga a recurrir a la conciencia al tomar decisiones. ¿Por qué? Los cristianos reconocen la necesidad de seguir la guía de Dios; sin embargo, en algunos campos deben tomarse decisiones personales y ahí entra en juego la conciencia, la capacidad inherente al ser humano para distinguir el bien del mal, generalmente desde una perspectiva moral (Romanos 2:14, 15). Todos sabemos, no obstante, que las conciencias difieren. La Biblia menciona que algunas personas tienen ‘la conciencia débil’, lo que da a entender que otras la tienen fuerte. No todos los cristianos han progresado al mismo grado en lo que respecta al aprendizaje de lo que Dios dice, percibir su pensar y tener todo ello en cuenta al tomar decisiones.
La Biblia indica con claridad que la persona que obedecía a Dios no comía carne sin desangrar. Tan importante era este mandato, que cuando los soldados israelitas comieron carne sin desangrar, aunque se trataba de una situación de emergencia, se les consideró culpables de un mal grave, un pecado (Deuteronomio 12:15, 16; 1 Samuel 14:31-35).
Imaginémonos a un judío fervoroso planteándose esas preguntas. Quizás pensara que era mejor no comer la carne que se vendía en la carnicería, tal como otro evitaría comer carne si existía la posibilidad de que se hubiera ofrecido a un ídolo. Otros judíos tal vez comían carne únicamente después de desangrarla de acuerdo con ciertos ritos (Mateo 23:23, 24). ¿Qué piensas tú de tal diversidad de criterios? Además, en vista de que Dios no había establecido reglas sobre esos detalles, ¿debían los judíos plantear una larga lista de preguntas a un consejo de rabinos para que les dijeran lo que debían hacer en cada caso? Los practicantes del judaísmo adoptaron esa costumbre, pero nosotros podemos estar agradecidos de que Jehová no mandara a los adoradores verdaderos que hicieran eso a la hora de tomar decisiones relacionadas con la sangre. Dios dio pautas básicas sobre cuáles eran los animales limpios que podían matar para comer y la importancia de desangrarlos, pero no entró en más detalles (Juan 8:32).
A la hora de tomar esta clase de decisiones es útil tener en cuenta lo que la Biblia dice sobre la conciencia. Ante todo, tú debes averiguar qué dice la Palabra de Dios y tratar de amoldar tu conciencia a ello. Así podrás decidir de conformidad con la guía de Dios en lugar de pedir que otra persona decida por ti. En cuanto a aceptar fracciones de sangre, hay quienes han razonado así: “Como es una cuestión de conciencia, no importa lo que uno decida”. Pero ese razonamiento es erróneo. El hecho de que algo sea una cuestión de conciencia no significa que sea intrascendente. Nuestra decisión puede tener consecuencias muy serias. Por ejemplo, puede influir en aquellos cuya conciencia difiera de la nuestra, como se desprende del consejo de Pablo sobre la carne que pudiera haberse ofrecido a un ídolo antes de venderse en un mercado. El cristiano debe esforzarse por no ‘herir las conciencias débiles’. Si hace tropezar a su “hermano por cuya causa Cristo murió” podría ‘arruinarlo’ en sentido espiritual y con ello pecar contra Cristo. Por consiguiente, aunque las cuestiones relacionadas con fracciones minúsculas de sangre debe decidirlas cada uno según su conciencia, son un asunto que hay que tomar muy en serio (1 Corintios 8:8, 11-13; 10:25-31).
Por lo tanto ¿Cambió Pablo su posición para el tiempo en que escribió Primera a los Corintios (c. 55) o Romanos (c. 56)? De ninguna manera. De hecho, fue después de haber escrito estas dos cartas que fue a Jerusalén por última vez. (1 Cor. 16:8; Hech. 19:1; Rom. 15:25) mientras estuvo allí, se reunió con Santiago y los ancianos, quienes volvieron a hacer referencia al decreto de Hechos 15:28, 29 como un decreto todavía válido y obligatorio para los cristianos. Pablo no disintió.Hech. 21:17-26. Por eso, tenemos buena razón para esperar que cualquier conflicto aparente entre el decreto del concilio y lo que Pablo escribió pueda resolverse. Y ciertamente así sucede. Lo que el decreto de Hechos 15:28, 29 prohibía era que el cristiano fuera parte de una ceremonia religiosa formal o que cometiera un acto de idolatría. Los que sacrificaban un animal a un ídolo recibían parte de la carne para comérsela. Está claro que el hacer eso era un acto religioso; y se consideraba que estaban participando en una comida con el dios pagano. 1 Cor. 10:18-21. De ninguna manera podían los cristianos hacer tal cosa. El decreto del cuerpo gobernante cristiano lo había prohibido, y Pablo concordaba plenamente con aquello. Escribió: “Por lo cual, amados míos, huyan de la idolatría.”—1 Cor. 10:14; 1 Tes. 1:9.
Así, al escribir lo que escribió en 1 Corintios 8 y 10 y Romanos 14, Pablo no estaba otorgando permiso para participar en un acto de idolatría o en una fiesta en honor de un ídolo, como habían hecho los israelitas e incurrido en la ira de Dios. Más bien, estaba tratando con el hecho de simplemente comer, como en una comida acostumbrada, carne procedente de un templo de ídolos que había sido vendida al público en general. Aquella carne no era inmunda ni estaba contaminada simplemente debido a sus antecedentes.