Los ángeles, debido a su obediencia, son dignos de ser llamados “ángeles de Dios” o “ángeles del Señor.”
Un ejemplo específico de ello es Gabriel, quien en el Nuevo Testamento es correctamente llamado “ángel del Señor” por estar en la presencia de Dios y ser enviado para hablar y anunciar buenas nuevas.
Lucas 1:19
Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy en la presencia de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte estas buenas nuevas.
¿Y cuáles son esas nuevas? Que la petición de Zacarías ha sido oída y su mujer le dará a luz un hijo, llamado Juan, quien (16) “hará volver a muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios. 17 E irá delante de Él en el espíritu y poder de Elías para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los desobedientes a la actitud de los justos, a fin de preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto,” una alusión al Señor Jesucristo.
Al ángel del Señor que se le manifiesta a José en sueños en Mateo 1:24 no se le identifica con un nombre, pero en caso de que se trate de Gabriel, ya sabemos que lo que hace es porque está en la presencia de Dios y es enviado para hablar y anunciar (Lc 1:19).
En resumen entonces, y en vista a lo ya mencionado, Gabriel, el ángel del Señor en Lucas 1 (y posiblemente en Mateo 1), es un ser angelical.
Ahora bien, el ángel (el mensajero) de YHWH del Antiguo Testamento exhibe cualidades únicas y sin paralelos.
