C. 13
SOBRE EL PRINCIPIO HIPOSTÁTICO
En Dios y en el ser humano
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No es ocioso repetir una y otra vez, que nuestro conocimiento-gnosis sobre el Absoluto sin principio, del que se ha revelado a nosotros como Ser Hipostático, real, tiene carácter personal, ontológico y no abstracto. Intentaremos expresarlo con otra terminología. En las exposiciones usuales de la teoría del conocimiento se distinguen el sujeto que conoce y el objeto conocido. Pero en nuestra percepción y comprensión sobre la gnosis de Dios es anulada no hay lugar para el proceso de objetivación cognoscible del conocido, porque Él es siempre conocido “en lazo, en unión con la agapi” en el estado de oración pura y lúcida. Nuestra hipóstasis creada es introducida por el Espíritu Santo en la esfera del Ser Divino Increado de tal modo que percibimos y sentimos a Dios en nuestro interior como nuestra vida.
En esto consiste la radical diferencia entre la gnosis (conocimiento creado) científica y la gnosis espiritual (increada). Y esta última, la gnosis increada se entiende como existencia en κοινωνία kinonía(comunión, conexión), esta gnosis es unión en el ser.
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La oración pura es el camino más seguro entre la gnosis divina (conocimiento increado) . El que ora así se despoja de las gnosis exteriores y de las imágenes pasionales o indecentes que le poseen, de modo que, se prosterna delante de Aquel Quien es el Principio Αρχή arjí del todo, para recibir la vida (increada) que nace de Él. Sin palabras, «con gemidos inenarrables» (Rom 8,26), suplica a Dios aún invisible y desconocido, que le salve, lo que significa, en últimos términos, que acoja su espíritu con Él en moradas eternas. Su oración se junta a los milenarios gemidos de toda la creación, sus gritos se funden en un coro universal de la icumeni (tierra habitada), que invoca la sotiría redención, sanación y salvación. Describir esta oración es imposible, es inenarrable. No cabe, ni se encarna por nuestros logos. El sufrimiento en el que está cimentada esta oración va más allá que los mismos gemidos.
En los límites de la existencia terrena, la sed por conocer es insaciable. Poco claro al principio, el sentido de la oración se cambia, en la hora que sólo Dios sabe, en una conciencia alegre de la llamada de Él. Él Mismo con Su fuerza, nos atrae hacia sí para subir hacia Él. Esta admirable ascensión, pese a la dolorosa tensión de nuestro ser, es experimentada y vivida como la bendita sobreabundancia de una Nueva Vida que se derrama en nosotros. Cuando nuestro espíritu se convierte enteramente en oración, entonces se hace digno y capaz de sentir claramente el soplo de la Divina eternidad. A causa del gran dolor y sufrimiento de μετάνοια metania, el hombre renace al «Reinado de la Realeza increada e inconmovible. Y a causa de este acontecimiento «hay gran alegría en los ángeles de Dios en los cielos» (Lc 15,10). …CONTINUA…
Del Libro: VER A DIOS COMO ÉL ES, Sofronio Sajarof, Athonita, (El teólogo de la Luz increada)
JARIS!!!
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