Mientras persista la incredulidad que subyace bajo el intelecto de leonés, poco o nada discernirá espiritualmente y es, una verdadera lástima.
Lamentablemente conozco más leonés de los que quisiera, muchos de ellos, demasiados, diría yo. Siempre empantanados en sus propios razonamientos, sin poder creer lo más elemental del cristianismo: Que Dios no se aferró a ello, sino se hizo hombre para poder rescatarnos.
Y esta es la magnificencia y el todo poder de Dios, que siendo el alto y sublime, se haya anonadado a Si mismo, al grado de ser un embrión y contener en Si mismo toda su deidad y su poder en sí mismo, como un hombre.
Como está escrito:
De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza,
A causa de tus enemigos,
Para hacer callar al enemigo y al vengativo.
Sí, Dios se hizo hombre, se hizo un pequeñito como nosotros.
La ancestral lucha del bien y el mal, de la luz y la oscuridad, de los ángeles de Dios y los ángeles de Satanás, sería librada aquí, en la tierra y serían vencidos todos sus enemigos por la simiente de la mujer.
Locura para el mundo, para leonés, para tantos y tantos leonés, el cristianismo mismo esta infestado de estos incrédulos, no cabe la menor duda.
Como esta escrito:
la sabiduría que ninguno de los gobernantes de este siglo ha entendido, porque si la hubieran entendido no habrían crucificado al Señor de gloria.