ESPECIAL PARA TOBI
ESPECIAL PARA TOBI
Conociendo el buen gusto que tiene Tobi en enfrascarse en discusiones con católicos romanos, creo que podrá interesarle el aporte que pego a continuación.
Si bien son conocidas las dudas de Lutero y Calvino referentes al autor de Hebreos - lo que dio pie luego para que otros teólogos reformados y la alta crítica alemana acabara por desplazar a Pablo - , es menos conocido que en la antigüedad la Iglesia de Oriente (Constantinopla) mantuvo la paternidad paulina, mientras la de Occidente (Roma) la negaba, resistía o dudaba.
Sir Robert Anderson en su obra “TYPES IN HEBREWS” proporciona una interesante pista que puede ayudar a entender como de algún modo el despojar a Pablo de su autoría, podría explicarse por la intención de quitarle fuerza a la epístola o reinterpretarla para favorecer la postura de la Iglesia Católica Romana y sus jerarquías:
PATERNIDAD LITERARIA
La paternidad literaria de Hebreos ha sido un asunto de controversia durante todos
los siglos. Fue escrita por el Apóstol cuyo nombre llevan nuestras Biblias inglesas (Siglo XIX).
Otros conceden el honor a Lucas el Evangelista. Con las postulaciones de Bernabé y Apolos, y también de Clemente de Roma, se embanderan eminentes escritores. Hay una respetada tradición de que la epístola se escribió en hebreo por el Apóstol, y que nuestra versión griega es obra del Evangelista, y nuestra única dificultad para aceptarla es la ausencia de evidencia que la apoye. En cuanto a otros compañeros del Apóstol, las demás pretensiones no son más que conjeturas; no hay vislumbre alguno de evidencia para conectarlos con el libro. Y el problema en cuestión es puramente de evidencia. Debe establecerse sobre los principios que gobiernan las decisiones de nuestras Cortes de Justicia. Como por consiguiente la evidencia que apunta a Lucas como el escritor es indiscutiblemente inferior a la disponible en apoyo de la paternidad literaria paulina, la fuerza de la controversia se ha centrado enseguida en que con toda seguridad no se trataba de dificultades sugeridas por el lenguaje y contenido de la Epístola.
“Tiene características literarias - nos dicen -, diferentes de aquéllas que marcan los escritos más conocidos del Apóstol”. “El Judaísmo de la Epístola es el de los profetas hebreos, y no el de los Fariseos”. Y por último, el escritor se ubica entre aquellos que recibieron la revelación del Mesías inmediatamente a través de “los que lo oyeron,” considerando que el Apóstol Pablo mantuvo con énfasis que él recibió el evangelio
inmediatamente del Señor mismo. Esto se sostiene como siendo la “fatal” objeción a la paternidad literaria de Pablo. Pero, quien haya tenido bastante experiencia al tratar con evidencias, es consciente, que puede encontrarse a menudo una solución de las dificultades y objeciones que al principio parecen “fatales”; y la secuencia quizás quiera mostrar que la controversia de Hebreos es un caso puntual. Las dificultades sugeridas por el lenguaje del libro serán consideradas más tarde.
Desde los tiempos más tempranos la Iglesia romana ha visto Hebreos con sospecha. Y la razón para esto no es dudosa. Se considera ampliamente por el hecho que la Epístola da tal prominencia al pueblo del pacto, y que su enseñanza es absolutamente incompatible con las orgullosas pretensiones eclesiásticas incluso en los días de los Padres que la iglesia había abanderado. El extracto siguiente es del Bampton Lectures del Dr. Hatch que puede explicar mi intención:
“En los años de transición del antiguo mundo al moderno, cuando toda la sociedad civilizada parecía desintegrarse, la confederación de iglesias cristianas, por el mismo hecho de su existencia en las viejas normas imperiales, no sólo era la más poderosa, sino la única organización activa en el mundo civilizado. Era tan inmensa y poderosa, que parecía ser la realización visible de ese reino de Dios que nuestro Señor había predicado: la “Iglesia” que Él había comprado con Su propia sangre…Esta confederación era la “Ciudad de Dios”; esto y ninguna otra cosa resultó ser la “Santa Iglesia Católica”.
El error denunciado en estas elocuentes palabras no sólo revela ignorancia de la verdad cristiana, sino de lo que puede describirse como un plan básico de la revelación bíblica en conjunto. Aún incluso las creencias de cristianos espirituales eran leudadas con ello. Es una práctica común que al poner la piedra fundamental de una gran construcción se entierren documentos relacionados al esquema y propósito del edificio. Y a lo ocultado en los cimientos de Hebreos ellos mismos llamaron “la Santa Iglesia Católica” (¡cuán diferente es el significado dado a estas palabras por los Reformadores!) como falsedad flagrante que Dios haya finalmente lanzado lejos al pueblo del Pacto. A la historia, esperanzas y destino de lo que el pueblo es, en su lado humano, la Biblia principalmente relaciona; y todavía el único aviso otorgado a ellos por las dos grandes ramas del rival de la apostasía de la Cristiandad debe buscarse en los archivos de las persecuciones diabólicas de las que ellos han sido las víctimas.
Que la Iglesia profesante en la tierra sea “la verdadera vid”—ésta es la emprendedora mentira impía de la apostasía. Que es “el olivo”, es un engaño compartido por la masa de cristianos en las iglesias de la Reforma. Pero la enseñanza de la Escritura es explícita, que el propio Cristo es la vid, e Israel el olivo. Romanos 11:14-32 desarrolla este aspecto.
Pero la misma Escritura que registra esto y declara explícitamente que las ramas silvestres que contra naturaleza fueron injertadas, han sido hechas participantes de la raíz y la rica savia del olivo, son responsables si a su vez son cortadas y entonces las ramas naturales serán injertadas de nuevo.
Mientras, por consiguiente, la Iglesia apóstata exige ser la realización del supremo propósito de Dios en la tierra, el estudiante inteligente de la Escritura sabe que incluso en su pureza prístina “la Iglesia Gentil” era una anormal, episódica provisión temporal; y que el propósito divino para esta edad es llamar fuera la verdadera y celestial Iglesia, el cuerpo de Cristo; y entonces, desechando la iglesia terrenal a su predicha sentencia, restaurar a su posición normal de privilegio y bendición a ese pueblo escogido a quien
pertenece “la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la Ley, el culto y las promesas. A ellos también pertenecen los patriarcas, de los cuales, según la carne, vino Cristo”(Romanos 9:4-5).
Que estas palabras inspiradas del apóstol no son con referencia solamente a una pasada economía, sino una declaración de verdad permanente, se hace definitivamente claro por la continuación que acaba con las palabras: “Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Romanos 11:29). Y esta verdad no sólo puede ayudar a un entender correcto de la Epístola a los Hebreos, sino que es a propósito para la solución del problema de su paternidad literaria.
Sir Robert Anderson
(Trad.Ricardo).
ESPECIAL PARA TOBI
Conociendo el buen gusto que tiene Tobi en enfrascarse en discusiones con católicos romanos, creo que podrá interesarle el aporte que pego a continuación.
Si bien son conocidas las dudas de Lutero y Calvino referentes al autor de Hebreos - lo que dio pie luego para que otros teólogos reformados y la alta crítica alemana acabara por desplazar a Pablo - , es menos conocido que en la antigüedad la Iglesia de Oriente (Constantinopla) mantuvo la paternidad paulina, mientras la de Occidente (Roma) la negaba, resistía o dudaba.
Sir Robert Anderson en su obra “TYPES IN HEBREWS” proporciona una interesante pista que puede ayudar a entender como de algún modo el despojar a Pablo de su autoría, podría explicarse por la intención de quitarle fuerza a la epístola o reinterpretarla para favorecer la postura de la Iglesia Católica Romana y sus jerarquías:
PATERNIDAD LITERARIA
La paternidad literaria de Hebreos ha sido un asunto de controversia durante todos
los siglos. Fue escrita por el Apóstol cuyo nombre llevan nuestras Biblias inglesas (Siglo XIX).
Otros conceden el honor a Lucas el Evangelista. Con las postulaciones de Bernabé y Apolos, y también de Clemente de Roma, se embanderan eminentes escritores. Hay una respetada tradición de que la epístola se escribió en hebreo por el Apóstol, y que nuestra versión griega es obra del Evangelista, y nuestra única dificultad para aceptarla es la ausencia de evidencia que la apoye. En cuanto a otros compañeros del Apóstol, las demás pretensiones no son más que conjeturas; no hay vislumbre alguno de evidencia para conectarlos con el libro. Y el problema en cuestión es puramente de evidencia. Debe establecerse sobre los principios que gobiernan las decisiones de nuestras Cortes de Justicia. Como por consiguiente la evidencia que apunta a Lucas como el escritor es indiscutiblemente inferior a la disponible en apoyo de la paternidad literaria paulina, la fuerza de la controversia se ha centrado enseguida en que con toda seguridad no se trataba de dificultades sugeridas por el lenguaje y contenido de la Epístola.
“Tiene características literarias - nos dicen -, diferentes de aquéllas que marcan los escritos más conocidos del Apóstol”. “El Judaísmo de la Epístola es el de los profetas hebreos, y no el de los Fariseos”. Y por último, el escritor se ubica entre aquellos que recibieron la revelación del Mesías inmediatamente a través de “los que lo oyeron,” considerando que el Apóstol Pablo mantuvo con énfasis que él recibió el evangelio
inmediatamente del Señor mismo. Esto se sostiene como siendo la “fatal” objeción a la paternidad literaria de Pablo. Pero, quien haya tenido bastante experiencia al tratar con evidencias, es consciente, que puede encontrarse a menudo una solución de las dificultades y objeciones que al principio parecen “fatales”; y la secuencia quizás quiera mostrar que la controversia de Hebreos es un caso puntual. Las dificultades sugeridas por el lenguaje del libro serán consideradas más tarde.
Desde los tiempos más tempranos la Iglesia romana ha visto Hebreos con sospecha. Y la razón para esto no es dudosa. Se considera ampliamente por el hecho que la Epístola da tal prominencia al pueblo del pacto, y que su enseñanza es absolutamente incompatible con las orgullosas pretensiones eclesiásticas incluso en los días de los Padres que la iglesia había abanderado. El extracto siguiente es del Bampton Lectures del Dr. Hatch que puede explicar mi intención:
“En los años de transición del antiguo mundo al moderno, cuando toda la sociedad civilizada parecía desintegrarse, la confederación de iglesias cristianas, por el mismo hecho de su existencia en las viejas normas imperiales, no sólo era la más poderosa, sino la única organización activa en el mundo civilizado. Era tan inmensa y poderosa, que parecía ser la realización visible de ese reino de Dios que nuestro Señor había predicado: la “Iglesia” que Él había comprado con Su propia sangre…Esta confederación era la “Ciudad de Dios”; esto y ninguna otra cosa resultó ser la “Santa Iglesia Católica”.
El error denunciado en estas elocuentes palabras no sólo revela ignorancia de la verdad cristiana, sino de lo que puede describirse como un plan básico de la revelación bíblica en conjunto. Aún incluso las creencias de cristianos espirituales eran leudadas con ello. Es una práctica común que al poner la piedra fundamental de una gran construcción se entierren documentos relacionados al esquema y propósito del edificio. Y a lo ocultado en los cimientos de Hebreos ellos mismos llamaron “la Santa Iglesia Católica” (¡cuán diferente es el significado dado a estas palabras por los Reformadores!) como falsedad flagrante que Dios haya finalmente lanzado lejos al pueblo del Pacto. A la historia, esperanzas y destino de lo que el pueblo es, en su lado humano, la Biblia principalmente relaciona; y todavía el único aviso otorgado a ellos por las dos grandes ramas del rival de la apostasía de la Cristiandad debe buscarse en los archivos de las persecuciones diabólicas de las que ellos han sido las víctimas.
Que la Iglesia profesante en la tierra sea “la verdadera vid”—ésta es la emprendedora mentira impía de la apostasía. Que es “el olivo”, es un engaño compartido por la masa de cristianos en las iglesias de la Reforma. Pero la enseñanza de la Escritura es explícita, que el propio Cristo es la vid, e Israel el olivo. Romanos 11:14-32 desarrolla este aspecto.
Pero la misma Escritura que registra esto y declara explícitamente que las ramas silvestres que contra naturaleza fueron injertadas, han sido hechas participantes de la raíz y la rica savia del olivo, son responsables si a su vez son cortadas y entonces las ramas naturales serán injertadas de nuevo.
Mientras, por consiguiente, la Iglesia apóstata exige ser la realización del supremo propósito de Dios en la tierra, el estudiante inteligente de la Escritura sabe que incluso en su pureza prístina “la Iglesia Gentil” era una anormal, episódica provisión temporal; y que el propósito divino para esta edad es llamar fuera la verdadera y celestial Iglesia, el cuerpo de Cristo; y entonces, desechando la iglesia terrenal a su predicha sentencia, restaurar a su posición normal de privilegio y bendición a ese pueblo escogido a quien
pertenece “la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la Ley, el culto y las promesas. A ellos también pertenecen los patriarcas, de los cuales, según la carne, vino Cristo”(Romanos 9:4-5).
Que estas palabras inspiradas del apóstol no son con referencia solamente a una pasada economía, sino una declaración de verdad permanente, se hace definitivamente claro por la continuación que acaba con las palabras: “Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Romanos 11:29). Y esta verdad no sólo puede ayudar a un entender correcto de la Epístola a los Hebreos, sino que es a propósito para la solución del problema de su paternidad literaria.
Sir Robert Anderson
(Trad.Ricardo).