Άνθρωπος και Θεά-νθρωπος ánzropos-Hombre y Θεά-νθρωπος zeá-nzropos Dios-Hombre
Término teológico importantísimo que brilla por su ausencia aquí en el foro
Por el gran Santo Serbio Justino Pópovits (1894-1979) hablaba perfecto griego heleno-bíblico, perseguido por el nazismo y después del satánico comunismo
1. Sin lugar a dudas, el hombre es después Dios la existencia más misteriosa y enigmática de todos los mundos conocidos en el pensamiento humano. En las profundidades abismales e inmensas de la existencia humana viven y se remueven como torbellinos contrastes irreconciliables: la vida y la muerte, lo bueno y lo malo, Dios y el diablo, y todo lo que está dentro y a su alrededor. Por todas las religiones, filosofías, ciencias, de sus culturas materiales y espirituales, la raza humana intentaba dar solución al único problema esencial, problema todo compendioso y complicado: el problema del hombre.
Y de todos los dolores, testimonios y martirios ha fraguado para sí mismo una deidad suprema, la cual ha adorado y alabado como valor supremo y criterio altísimo de todo. Esta deidad suprema es: “la medida de todo es el hombre”, es decir, el hombre es la medida de todos los seres y las cosas.
Pero de esta manera su majestad divina, el hombre, no ha resuelto el problema del hombre. Debido a que midiéndose a sí mismo por sí mismo no se ha conocido ni comprendido ni siquiera a sí mismo y tampoco el mundo que le rodea, como dice san Pablo: “Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos. Pero nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino conforme a la regla que Dios nos ha dado por medida, para llegar también hasta vosotros” 2Cor 10,12).
En realidad el hombre se esforzaba en vano: reflejaba el espejo en el espejo. Y todo fue resumido en un grito conmovedor y en la confesión horripilante: “οὐδὲν γὰρ ἐμαυτῷ σύνοιδα· udén emaftón sinida porque nada me reconozco o no tengo conciencia de mí de nada” (I Cor. 4, 4). No conozco nada por mí mismo: ni lo qué es el hombre, ni tampoco lo qué es el Dios, ni lo qué es la muerte, ni tampoco lo qué es la vida.
Por otra parte, con todo mi ser me siento que soy un esclavo de la muerte, un sirviente del mal, y por el pecado, siervo del diablo.
El fruto de toda la actividad del hombre fue que sea tejido, en la totalidad del género, un cuerpo: "el cuerpo de la muerte". Y cada ser humano se hizo y se puso entero en este cuerpo de la muerte. ¿Y qué se oculta en el interior de este cuerpo de la muerte? - Hedor podredumbre, gusanos… «!Miserable de mí!, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?» (Rom. 7, 24).
Nadie, ningún otro excepto Jesús Cristo. Debido a que el Θεάνθρωπος zeánzropos Dios-hombre Cristo, el que venció la muerte y por la resurrección abolió el "cuerpo de muerte", como realidad ontológica (cf. Ap 20 14 10), ha redimido y liberado la raza humana de la muerte, la ha regalado la Vida eterna e increada, la Verdad eterna e increada, la Agapi eterna e increada (amor y energía increada), la Justicia eterna, la Alegría eterna y todos los demás bienes divinos eternos, los que sólo el Dios de la Agapi y de la Filantropía puede regalar.
Y así ha resuelto todo el problema del hombre, todo el problema-pan-problema o problema universal del hombre. En efecto, una vez que el Dios se hizo hombre, se manifestó como Θεάνθρωπος Dios-Hombre y por medio de su cuerpo - la Iglesia - se puso y permanece como Θεάνθρωπος Dios-hombre en el mundo terrenal, Él mismo se ha convertido y hecho una vez para siempre la παναξία panaxía toda y suprema dignidad y valor y el criterio supremo del género humano, Él Único Verdadero Dios y Único Verdadero Hombre, el Único Perfecto Dios y el Único Perfecto Hombre.
Como tal, Él es la única παναξία (panaxía toda y suprema dignidad y valor) y único ésjaton extremo criterio de este hombre para su realidad o existencia psicosomática y la capacidad teantrópina divino-humana, y de todo lo que es humano y del ser humano. Sólo en el Θεάνθρωπος Dios-hombre el hombre ha visto por primera vez el sí mismo perfecto y eterno. Y se ha conocido a sí mismo en todas las dimensiones.
Desde aquí el nuevo axiológico y epistemológico principio universal de la humanidad “la medida de todas las cosas el Θεάνθρωπος Dios-hombre”." Pero la "medida de todas las cosas el hombre" sigue reinando y dominando, sobre todo “ferro ignique”, en el mundo fuera del Cristianismo, idólatra, pagano y politeísta. Por eso el muy sabio conocedor del hombre y del Θεάνθρωπος Dios-hombre, el apóstol Pablo resume todas las filosofías del género humano es dos: en la filosofía según el hombre y la filosofía según el Θεάνθρωπος Dios-hombre
(Col. 2, 8).
2. Sólo el Θεάνθρωπος Dios-hombre es perfecto y hombre perfeccionado. Pero a la vez también es Dios perfecto y Hombre perfecto. Aquí la Hipostasis (base substancial o persona) de Dios Logos increado es el factor más importante. Esto han confesado e interpretado claro y ciertamente los santos Padres teoforos (portadores de la luz increada) del 4º Sínodo Ecuménico en Caledonia… San Justino Pópovits, Serbio (1894-1979)
…también muy importante en Condenados a ser inmortales Teología Ortodoxa
Los hombres condenaron a Dios a la muerte, pero el Dios por Su Resurrección “condena” a los hombres a la inmortalidad. Por sus golpes les recompensa con abrazos, por sus insultos con bendiciones, por la muerte la inmortalidad. Nunca los hombres mostraron tanto odio hacia el Dios, que cuando Le crucificaron; y nunca el Dios ha mostrado tanta agapi (amor, energía increada) hacia los hombres, que cuando resucitó. Los hombres querían hacer el Dios mortal, pero el Dios por Su Resurrección los convirtió en hombres inmortales. Resucitó el Dios crucificado y mató la muerte. La muerte esencialmente ya no existe. La inmortalidad inundó al hombre y todos sus mundos. Por la Resurrección del Θεάνθρωπος (zeánzropos, Dios y hombre) la naturaleza humana fue conducida irrevocablemente hacia el camino de la inmortalidad, y se ha convertido terrible para la misma muerte. Porque antes de la Resurrección de Cristo la muerte era terrible para el hombre, pero después de la Resurrección se ha convertido el hombre terrible para la muerte. Si el hombre vive por la fe en el Resucitado Θεάνθρωπος (zeánzropos, Dios y hombre), vive por encima de la muerte y se constituye en intocable de la misma . La muerte se convierte “en pedestal de sus pies”; ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? (1ªCor 15,55-56). Así que si el hombre muere, simplemente deja la prenda de su cuerpo para vestirlo de nuevo durante el día de la Segunda Presencia…sigue en
http://www.logosortodoxo.com/teologia-ortodoxa/condenados-a-ser-inmortales/