-Imposible es que me dé por ofendido si eres tú mismo el que ya llevas la pesada carga de la que procuré aliviarte. He argumentado sobre la inconveniencia de permanecer adherido a una costumbre que en nada te beneficia a ti pero que podría causar profunda desazón en tus lectores.No es el caso aquí. Yo no te ofendo. Tú te ofendes por cómo escribo al referirme a D-os. No lo dejaré de hacer.
-Si a Dios no le ofende que le llames de tan peculiar manera, entonces dará paz a tu conciencia.
Cordiales saludos