4.4 ¿Esta vigente el diezmo?-
Pero el tema del diezmo obligatorio tampoco es un argumento exclusivo de los adventistas, hay muchas iglesias, llamadas evangélicas, sobre todo involucradas en los movimientos carismáticos cuyos líderes enseñan a sus miembros que el diezmo esta vigente para los cristianos como mandamiento de obligado cumplimiento. En algunas de ellas, incluso obligan a sus miembros a presentar sus nóminas laborales para controlar la aportación que el sujeto debe hacer cada mes y a veces, domicilian en entidades bancarias el importe exigible para que se haga de forma automática. En otras, el donante forzoso tiene que meter su dinero en unos sobres convenientemente preparados en los que debe identificarse con su nombre y apellidos. También presumen de promover el evangelio de la gracia, pero por lo que se ve, un poco de ley en beneficio propio no es malo. Yo he presenciado penosas escenas de auténtica extorsión y manipulación de las gentes sencillas, de las que podría escribir un largo tratado. Para algunos el fin justifica los medios?
En muchas iglesias locales se enseña a sus miembros que tienen la obligación de entregar puntualmente un diezmo de sus ingresos, bajo la pretensión de que la Biblia lo enseña y no hacerlo constituye el pecado de ?robar a Dios?. Por causa de esto vamos a dedicar un espacio al estudio de si el diezmo está vigente para el cristiano ó no. Ya hemos visto en diversas partes de nuestro estudio que la ley mosaica está abolida para todos los cristianos, pero mucho más para los gentiles, que nunca tuvieron ese yugo sobre si. No vamos a volver a extendernos sobre anteriores argumentos. Todos aquellos antiguos preceptos que estaban puestos sobre el pueblo de Israel, y nunca sobre los gentiles, fueron clavados en la cruz y el cristiano, salvo por gracia entra en la ley de Cristo, la de la libertad (Gal. 5:1, 13; St. 1:25; 2:12; 1Pe. 2:16; 2ª Cor. 3:17). Libertad para actuar, cuyos límites son la responsabilidad delante de Dios y no ser motivo de tropiezo delante de los hombres (Rom. 14:10, 13 y 2ª Cor. 5:10), conscientes de que un día tendremos que dar cuenta ante el tribunal de Cristo de todo lo que hayamos hecho en nuestra vida terrenal.
Una vez dicho esto, aclaro que no pretendo influir en ningún sentido sobre aquellos hermanos que conociendo su libertad, deciden voluntariamente y sin coacciones ni manipulaciones disponer como crean conveniente de sus ofrendas. Los asuntos de ofrendas, como de comer carne ó ser vegetariano, guardar un determinado día ó ninguno, no tienen ninguna norma ó mandamiento de obligatoriedad en el nuevo pacto. Son aspectos que pertenecen a la esfera de la conducta, relación y culto personal de cada cristiano y la forma de vivir su fe, conforme al grado de conocimiento y madurez que haya alcanzado. Por tanto debemos respetar cualquier decisión voluntaria de los demás sin críticas ni exigencias, y permitir a cada uno actuar en el marco de su propia conciencia.
4.4.1 El diezmo de Israel.-
Es imposible determinar con exactitud todas las reglas del diezmo juzgando únicamente por lo que se describe en el Antiguo Testamento, y eso hace que no se pongan de acuerdo ni los rabinos judíos ni tampoco los exegetas cristianos, aunque para nuestro comentario no es necesario dejar sentados todos los aspectos del diezmo, porque vamos a referirnos a aquellos diezmos que tenían por fin el sostenimiento de los levitas y los sacerdotes. Pero no es superfluo dejar algunas pinceladas de lo que encontramos en el Pentateuco acerca del diezmo establecido a partir de la ley mosaica.
Sabemos que había un diezmo que fue de regulación transitoria vigente para el período previo a la entrada en Canaán, y otro para después. En el primer caso, el diezmo no consistía en dinero, sino en productos de la tierra, aunque el ofrendante podía cambiar estas donaciones en especie por donaciones dinerarias, entregando el valor de mercado de la ofrenda más una quinta parte del mismo (Lev. 27:30,31). Este gravamen venía a significar un elemento disuasorio, es decir, una indicación clara de que Dios no favorecía la ofrenda económica sino la de especies (cosecha y frutas). Con todo esa fórmula económica no afectaba al ganado, que debía ser entregado siempre en especie, y no era redimible (Lev. 27:32 y 33). De forma aleatoria debía apartarse para la ofrenda el animal que pasase bajo la vara en décimo lugar, fuese el que fuese. Y obviamente el que no tuviese diez animales estaba exento de esta ofrenda.
Aunque el Israel que salió de Egipto, fue una sociedad primaria y trashumante hasta que se estableció en la tierra prometida, sin embargo las propias necesidades de la vida cotidiana de un pueblo tan numeroso, nos permite de forma específica y deductiva afirmar que contaba con numerosos oficios y artesanos que se dedicaban laboralmente al desempeño de sus oficios y artes. Podemos mencionar al menos a jornaleros y siervos (personas que trabajaban por un salario ó sustento), perfumistas, curtidores, tejedores, fundidores, tallistas, carpinteros, bordadores, esquiladores, canteros ó escultores, mineros ó expertos en minerales, caldereros, médicos ó conocedores de remedios sanitarios, fabricantes de cuerdas, de tiendas, de carros de tiro, de espadas y armas, de canastas, cazadores, teñidores, comadronas, curtidores de pieles, etc. Pero la disposición del diezmo obligatorio no sujetaba los ingresos ó beneficios conseguidos por medio de ninguna de estas actividades.
En Deuteronomio capítulos 12 y 14, Dios establece unas normas diferentes para un tipo de vida diferente. Israel dejaría de ser nómada, peregrino y encontraría su habitación estable. Estas normas se aplicarían pues a partir del momento en que se estableciesen en la tierra prometida de forma permanente (12:1, 8 y 9). Ahora, el diezmo del grano, del vino, del aceite, los primogénitos de las vacas y ovejas, así como la ofrendas voluntarias que correspondiesen a los votos, debían ser separadas y guardadas para ser disfrutadas por la propia familia a su gusto y libre disposición, pero en las fechas y lugares que se determinaran para las celebraciones de las festividades solemnes. La única restricción, como veremos, consistía en ser hospitalario y generoso con los levitas y otros necesitados (Leer. Deut. 12:17-22).
Este diezmo, seguía siendo obligatorio (Deut. 14:22, dice: ?indispensablemente?) y abarcaba la producción del campo de cada año (grano, vino y aceite), así como los primogénitos de los animales de la manada. Pero en Deut. 14:24, se tiene en consideración ahora que algunas tribus estarán alejadas de la ubicación del tabernáculo y lugar común de celebración, por lo que aquellas personas alejadas no necesitarían cargar con sus ofrendas materiales sino querían hacerlo. Ahora ya podían venderlas libremente y ello sin necesidad de incrementar valor alguno por este motivo como antes. Si lo hacían así, con el producto dinerario obtenido por la venta debían venir para disfrutarlo alegremente con su familia al lugar de la celebración de la fiesta ó solemnidad (Deut. 14:24-26). Una parte de ese diezmo, que ya no se cuantifica ni regula, ya fuese económico ó en especie, debería ?socorrer? (no desamparar), ayudar ó mantener a los levitas y sus familias que morasen en cada una de sus poblaciones (Deut. 14:27). Pero cada tercer año, el llamado el año del diezmo (Deut. 26:12), (que quiere decir, dos ocasiones en cada período de siete, porque el séptimo -Lev. 25:4- debían dejar descansar la tierra y no había obligación de diezmar), el diezmo de la producción de ese año tercero, se tenía que almacenar en un lugar común de cada ciudad para sostener a los levitas, los huérfanos, las viudas y los extranjeros, de donde tomaban lo necesario para su sustento y alimentación, (Deut. 14:28-29).
Cuando esta provisión de Dios a favor de los necesitados y desfavorecidos fue dejada a un lado, Dios contempló esa insolidaridad como un hurto hacia Su persona. Dios no quería ni necesitaba ningún alimento para si mismo con que gravar al pueblo de Israel. Les había permitido y permutado la ley para el disfrute del pueblo, y solamente dispuso de un diezmo durante dos años de cada siete destinado a los necesitados. Pero el egoísmo del pueblo hizo que los graneros de las ciudades donde tenía que albergarse este fondo de solidaridad quedasen vacíos, de ahí que Dios se indigna y por boca de Malaquías (3:8-10) exclama las tan conocidas como manipuladas palabras: ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En los diezmos y en las primicias. Malditos sois con maldición, por vosotros, toda la nación, me habéis robado. Traed los diezmos al alfolí, Y HAYA ALIMENTO EN MI CASA?
Como resumen la cuestión venía a ser así:
Año Aplicación del diezmo:
Primero El diezmo de este año se usaba para el disfrute familiar en las
solemnidades. (Tres veces que se reunían cada año como
festividad). De este diezmo saldría también el gasto festivo de
los años tercero, sexto y séptimo.
Segundo El diezmo de este año se usaba para el disfrute familiar en las
solemnidades. (Tres veces que se reunían cada año como
festividad). De este diezmo saldría también el gasto festivo de
los años tercero, sexto y séptimo.
Tercero Cada uno traía su diezmo que se almacenaba en las ciudades
para alimentación de levitas, viudas, huérfanos y extranjeros.
Cuarto El diezmo de este año se usaba para el disfrute familiar en las
solemnidades. (Tres veces que se reunían cada año como
festividad). De este diezmo saldría también el gasto festivo de
los años tercero, sexto y séptimo.
Quinto El diezmo de este año se usaba para el disfrute familiar en las
solemnidades. (Tres veces que se reunían cada año como
festividad). De este diezmo saldría también el gasto festivo de
los años tercero, sexto y séptimo.
Sexto Cada uno traía su diezmo que se almacenaba en las ciudades
para alimentación de levitas, viudas, huérfanos y extranjeros.
Séptimo Año sabático. No había diezmo.
El diezmo obligaba a todo israelita que tuviese cosechas, tierras ó animales, inclusive los levitas, ó los pobres, con la excepción de los sacerdotes (pues no todos los levitas eran sacerdotes) y tenían que diezmar de sus cosechas y de los primogénitos de la cabaña animal.
Mas tarde, después de construido el Templo de Salomón, en algún momento no muy claro, parece que los líderes del pueblo de Israel regularon y modificaron, al margen de la ley mosaica, la disposición de los diezmos, estableciendo una norma por la que se debía diezmar dos veces al año, después de cada cosecha, de forma uniforme. Con ese diezmo se financiaban el viaje a Jerusalén y gozaban de la fiesta, se sostenía el Templo y sus funcionarios, a los sacerdotes, se sustentaba el Alfolí (el almacén local de ayuda social):
Distribución del diezmo en los años del 1 al sexto: Destino:
Diezmo del diezmo Para los sacerdotes
Veinte por ciento del diezmo Para el Alfolí. Levitas,
viudas, huérfanos y extranjeros.
Cincuenta por ciento del diezmo Se ofrendaba en el Templo
Diezmo del diezmo Para el viaje a Jerusalén y
gastos discrecionales en las
fiestas solemnes
Diezmo del diezmo Otras obras benéficas.
El del tercer año se dedicaba
también al Alfolí.
Con todo algunos estudiosos opinan que había dos diezmos. Uno fijo para los levitas y otro que era el destinado al disfrute familiar para las fiestas y celebraciones, así como para los pobres que se constituía en el tercer año. Para nuestro comentario, sin embargo, vamos a olvidar el diezmo real y trataremos el supuesto popularizado, el que afirma el sacerdocio tenía que ser sostenido con el diezmo de cada año, pues es la posición que más popularmente ha sido divulgada en las iglesias evangélicas y la mayoría de sus líderes, aunque nunca he oído que mencionasen que el séptimo año estaba exento. Y vamos a meditar en la calificación de las ofrendas, donde todos estaremos de acuerdo en que siguiendo el texto del Antiguo Testamento, Israel tenía dos tipos de ofrendas, una obligatoria y reglamentada y otras voluntarias ó discrecionales que no estaban sujetas a ninguna regulación, ya fuese periódica ó cuantificable. La obligatoria era el diezmo. Las discrecionales eran otras donaciones al margen del diezmo.
Ex. 35:29, 36:3, Lev. 22:23 y Deut. 16:10, hablan de esas ofrendas voluntarias para diversos fines que procedían de corazones libres y voluntarios. El diezmo de Israel era una ley y una obligación exigible. ¿Y por qué razón era exigible? Sencillamente porque en lo que al sostenimiento del sacerdocio y de la tribu de Levi se refiere, era una compensación, una contraprestación, por ?algo? que tampoco era voluntario, sino que había sido impuesto por Dios como obligatorio: Dios eligió a una tribu de entre las doce, la de Leví, para administrar el ?pacto?, servir al pueblo y ocuparse exclusivamente de las cosas espirituales de la nación, y no lo hizo por un ofrecimiento voluntario de la tribu, sino por una designación soberana (Núm. 1:48-50; 3:12). En virtud de esa inexcusable misión y servicio ellos recibirían parte de los diezmos del pueblo, así como las ofrendas procedentes de los votos (Núm. 18). A cambio y en virtud de esa misma decisión Soberana la tribu de Leví quedó excluida del reparto de la tierra prometida (Núm. 18:20 y 21), aunque recibieron algunas tierras y varias ciudades. Pero desde luego no recibieron una parte de la tierra equiparable a la de las otras tribus. Si partimos de la base de dividir la tierra prometida entre el número de tribus, incluida la de Levi, y luego excluimos a esta, incrementamos la superficie que corresponde a las restantes.
Esto fue lo que sucedió. Levi fue despojada y su parte fue a engrosar las porciones de las demás tribus, quienes las trabajarían, explotarían y en justa compensación debían ocuparse de sostener a los levitas con parte de sus diezmos y su generosidad. Num. 18:26 afirma que los diezmos son la ?compensación?, el pago de su parte en la heredad. La propiedad de la que fueron desposeídos, aunque con más precisión debemos decir excluidos (Deut. 18:1 y Num. 1:47). Y a su vez, los levitas ocupaban el sacerdocio y los demás oficios relacionados con el culto ?en exclusiva y en sustitución? del pueblo.
Pero todo esto nada tiene que ver con la iglesia. Ya hemos tratado en varias ocasiones que el pacto con Israel era un pacto de descendencia y bendición terrenal como pueblo y linaje, prototípico en muchos aspectos, como un leccionario simbólico del nuevo pacto, pero sobre diferentes ámbitos y aplicaciones. En Heb. 7:12 dice que al cambiar el sacerdocio también se cambió la ley. En el nuevo pacto no hay sacerdotes por sustitución obligatoria, sino que todos que hemos aceptado libremente y por la fe el perdón otorgado por gracia, basado en el sacrificio de Jesucristo, somos sacerdotes (1Ped. 2:9), y todos debemos, no por obligación sino por gratitud y responsabilidad respectivamente, ofrecer a Dios nuestros sacrificios espirituales, para lo cual hemos sido dotados por el Espíritu Santo y facultados para acceder directamente y sin intermediarios a la misma presencia de Dios.
Hay en este sacerdocio cristiano universal, como también hubo en el levítico, quienes sirven diligentemente y quienes lo hacen negligentemente (1ªCor. 4:1-2). Eso no convierte de ninguna manera a los ?diligentes? en ?sacerdotes? y a los ?negligentes? en ?laicos?. Así pues, si el sacerdocio tuviera que ser sostenido, todos tendríamos que percibir el salario, y de hecho todos lo recibiremos pero no de los hombres, sino del Dueño de la mies, que es nuestro Señor, el que nos ha llamado y nos ha nombrado para ser sus colaboradores, embajadores y apóstoles. Es el Señor quien se ocupa de los suyos. Es a El mismo a quien rogamos y al que debemos presentar, como ya hemos visto, nuestras peticiones y exponer nuestras necesidades.
4.4.2 El diezmo de Abraham y de Jacob.-
Algunos de los defensores de la recaudación del diezmo exigible a los cristianos, buscando argumentos para defender su posición afirman que el diezmo no empezó en la ley mosaica porque Abraham pago diezmos a Melquisedec antes de que la ley fuese dada (Gen. 14:20; Heb. 7:2-12). Y que también Jacob determinó dedicar a Dios el diezmo de sus bienes (Gen. 28:22). Vamos a tratar ambos casos, porque conviene que este asunto quede claro:
El relato de Génesis 14 es ciertamente ambiguo en detalles. Hay una guerra entre una confederación de cuatro reyes y otra de cinco reyes. Podríamos decir sirios contra palestinos. La primera confederación, la siria, derrota a la segunda en una batalla que tuvo lugar en las inmediaciones de Sodoma, y se llevaron como botín, junto a las riquezas de los vencidos, a Lot y a su familia que habían acudido en apoyo de los sodomitas. Avisado Abraham, junta a sus servidores, y con la ayuda de otros amigos (y posiblemente los siervos de éstos), persigue a los sirios hasta cerca de Damasco donde consigue derrotarlos y recuperar el botín de guerra así como los cautivos, entre ellos a su sobrino. De regreso de la campaña, Abraham se encuentra con dos reyes, Melquisedec, rey de Salém (mas tarde Jerusalén) y Bera rey de Sodoma, y la situación aparece algo confusa, por lo que podemos acudir para nuestra ayuda al relato que hace el historiador Josefo (Antigüedades de los Judíos libro I, cap. X), que de alguna manera proporciona una exégesis del pensamiento rabínico de su época sobre este pasaje. Dice que Melquisedec ?abasteció generosamente al ejercito de Abraham dándole abundantes bendiciones. Y mientras se hallaban festejando ?la victoria- alabó a Dios por haber entregado en sus manos al enemigo. Abraham entonces le dio la décima parte del botín y él la aceptó?. Al recibir jubiloso al victorioso Abraham, y bendiciéndole en el nombre de Dios, el patriarca por su propia voluntad e iniciativa le hace partícipe del fruto de su victoria. Por su parte el rey de Sodoma dijo que se conformaba con que le devolviera las personas y que retuviese las cosas, pero Abraham no quiso y, una vez deducida la parte que correspondía a sus aliados, le dio al rey de Sodoma todo lo que le había pertenecido antes de la batalla.
De esta historia podemos extraer algunas cosas. Primero, que Abraham ni antes ni después nunca más dio diezmos a nadie. Segundo, que entregó de los bienes de esta campaña concreta, no de los bienes obtenidos cotidianamente por su trabajo y hacienda. Tercero, que lo hizo por propia iniciativa, no por precepto de Melquisedec, ni tampoco divino, sino que viendo que Melquisedec servía al mismo Dios y ofrecía sacrificios como sacerdote quiso participar en tales sacrificios, cumpliendo aunque en una forma ignorada por él, pero ciertamente profética, como un tipo del sacerdocio levítico, pues como dice Hebreos, a pesar de que Leví no había nacido, en el propio Abraham estaba su raíz ó simiente, y en su pacto, el pacto mosaico. Así pues, este diezmo aún en su parte más espiritualizada es solo asimilable al pacto mosaico, pero no a la iglesia.
4.4.3 El diezmo de Jacob.
El caso de Jacob es más sencillo. Jacob tras la experiencia de Haram, hizo un voto personal condicionado, una promesa que tenía dos partes. Si Dios le guardaba en el viaje y llegaba con bien a su destino, él apartaría de sus bienes un diez por ciento para Dios. Esta es una forma típica de la carne y no del Espíritu, pero aun de todas formas este voto no representa más que otra decisión personal y libre. Este tipo de votos es igualmente típico del viejo pacto: la contraprestación. Los votos implicaban ofrendas materiales a cambio de que se nos otorgue alguna petición de bendición material. Pero en el nuevo pacto, el que está presidido por la gracia y el amor ?ágape?, tales promesas están absolutamente fuera de lugar. Dios merece nuestra gratitud, adoración y alabanza no por los regalos materiales y bendiciones que hace a sus hijos, sino porque nos ha amado primero, cuando éramos enemigos, nos reconcilió y nos adoptó como hijos, y ese amor no se basa en contraprestaciones. Si creemos que alguien necesita algo de nosotros, debemos actuar y dar sin negociar con Dios nuestra caridad a cambio de un beneficio personal. Pero volviendo al tema de Jacob, tampoco nadie sabe como se cumplió su parte del trato ni bajo que forma hizo llegar a Dios tales bienes prometidos ni durante cuanto tiempo, probablemente fuese mediante sacrificios cruentos en un altar.
5.- Las ofrendas en la iglesia cristiana.-
En materia de ofrendas, la decisión personal es fundamental. La viuda dio todo lo que tenía en una ocasión al menos (Mr. 12:42-44). Zaqueo arrepentido destinó para los pobres el cincuenta por ciento de cuanto poseía, (Lc. 19:8). Pero los fariseos aunque daban escrupulosamente el diezmo para sostén de los sacerdotes y levitas (Mt. 23:33), eran avaros (Mt. 16:14), y luego no cumplían con la misericordia de ayudar a los necesitados, ni siquiera de su propia familia (Mt. 15:5).
El diezmo obligatorio ha sido históricamente ajeno a las iglesias cristianas, solamente en el siglo VIII el emperador Carlomagno estableció sobre sus súbditos un impuesto del diez por ciento para el sostenimiento eclesiástico.
Resumiendo, apartar un diezmo es tan bueno como destinar cualquier otra cantidad que uno voluntariamente determine, si lo que pretende es disciplinarse en forma regular de distribuir sus ofrendas y donaciones para atender como cristiano las necesidades relacionadas fundamentalmente con:
1.- Dar para Dios a través de atender las necesidades materiales de los hermanos en la fe (Gal. 6:10)
2.- Su parte en las obligaciones y gastos sociales de las iglesias locales, y
3.- La ayuda para ministerios con los que se sienta identificado y desee participar.