El contraste entre la gran ramera y la esposa de Cristo: la iglesia sobre los ornamentos
Samuele Bacchiocchi
La Gran Ramera. En el libro de Apocalipsis Juan nos ofrece un contraste entre dos tipos de adorno exterior a través del simbolismo de dos mujeres, una pura y otra una “gran ramera.” La mujer pura representa la verdadera iglesia, la cual es la “novia” del Cordero. Se alista a si misma para el novio e invita a otros para que se preparen para “la cena de bodas del Cordero.” (Apoc. 19:9.) Por contraste, la gran ramera representa el poder político religioso del tiempo del fin, la cual engaña a los habitantes de la tierra para que cometan fornicación espiritual con ella. Como Jezabel, tiene un gozo sádico en derramar la sangre de los mártires como un borracho derrama el vino que bebe (“Vi a la mujer ebria de la sangre de los mártires.” Apoc. 17:6.)
El contraste entre las dos mujeres es dramáticamente delineado por su apariencia exterior. Juan vio a la gran ramera “vestida de púrpura y de escarlata, y dorada con oro, y adornada de piedras preciosas y de perlas, teniendo un cáliz de oro en su mano lleno de abominaciones y de la suciedad de su fornicación;Y en su frente un nombre escrito: MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS FORNICACIONES Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Y vi la mujer embriagada de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús…..” (Apoc. 17:4-6.)
El contraste entre las dos mujeres es dramáticamente delineado por su apariencia exterior. Esta vívida descripción de la gran ramera nos recuerda del retrato profético del apostata Israel embellecido con ornamentos como una mujer adultera y “prostituyéndose” antes los dioses paganos (Ezequiel 23:30; 16:15; Isaías 23:17). Ella está vestida en púrpura y escarlata, colores del lujo y esplendor. Escarlata es en la Biblia el color del pecado (Isaías 1:18; Rev 17:3). Esta profusamente adornada con oro, joyas y perlas. En su mano tiene una copa de oro, con la cual hace beber a sus amantes. La atractiva copa de oro sirve para seducir a las personas para que se unan a la reluciente ramera en sus caminos malos.
Se dice que la mujer tiene un nombre en su frente. Los autores Romanos como Seneca<SUP>2</SUP> y Juvenal<SUP>3 </SUP>nos dicen que las prostitutas en sus frentes tenían una cinta con sus nombres. Esas bandas que llevaban los nombres eran las marcas de las prostitutas. Este otro detalle vívido usado para construir la figura de la depravación de la gran ramera.
El Apocalipsis retrata el uso de ornamentos de oro, joyas y perlas por la gran ramera que logra sus propósitos de seducción y representa una condenación implícita en su uso. Esto es consistente con el patrón que hemos encontrado en el Antiguo Testamento. La prevaleciente asociación negativa de ornamentos con un estilo de vida adultero y seductor deben de servir como disuasivo en contra su uso por los Cristianos de hoy.
La Novia de Cristo. En contraste a la gran ramera vestida fuertemente con oro, joyas, perlas y vestidos lujosos, la novia de Cristo está vestida modestamente en lino puro y fino si adornos exteriores:”Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque son venidas las bodas del Cordero, y su esposa se ha aparejado. Y le fué dado que se vista de lino fino, limpio y brillante: porque el lino fino son las justificaciones de los santos. (Apoc. 19:7-8)” Juan explica que el lino fino de la novia representa los actos de obediencia por fe de los santos.
La idea de estar vestido con “buenas obras” es muy sugestiva; veremos como Pablo usa la mismas imágenes para describir los ornamentos apropiados de las mujeres cristianas (1 Timoteo 2:10). El significado de esas imágenes no es que los redimidos se han vestido a si mismos en el blando y puro vestido de novia por sus propias obras. El vestido de bodas les fue dado “le fue dado que se vista”, no provisto por ellos. Aun así note que el vestido de boda es dado como un regalo divino a aquellos que han ejercido una resistencia inconmovible, que han guardado los mandamientos de Dios y han perseverado en la fe de Jesús (Apoc. 14:12.)
La pureza interna del carácter de los santos es revelada exteriormente no con ornamentos de oro, joyas y perlas, sino con un vestido de lino fino y puro.
Note que no solo la novia, si no aún la gran multitud de los redimidos que están ante el trono de Dios están “vestidos con ropas blancas” (Rev. 7:9), sin adornos exteriores. Las ropas blancas nos son provistos por las buenas obras de los redimiendo, pero si son resultado de haber sido lavados en “la sangre del Cordero.”