Dios te bendiga OSO.
OSO, te extiendo mi petición de perdón si lo que he dicho te ofendió. Aún así me parece prudente aclararte que no te llamé hereje; de igual manera sí me responsabilizo de identificar como soberbia la actitud de confiar en la intepretación particular de cada uno de La Biblia sin tomar en cuenta lo que han interpretado millones de cristianos que también son iglesia. Esa es mi postura; por ella también te pido perdón si te ofende. (Nota el tiempo presente)
Un último comentario sobre mi Iglesia. El católico soy yo OSO, tengo la plena certeza de que no hay
nada doctrinal que afirme esta Iglesia que tú sepas y yo no sepa. Quiero intercambiar contigo mis impresiones, lo que el Espíritu le dice a mi corazón, mis convicciones de hombre que se ha rendido a Jesús, a mi Iglesia dejémosla fuera de este intercambio. Yo soy quien tengo que preocuparme de estar en consonancia con mi Iglesia. Contigo estoy compartiendo mis impresiones, y nada más que las mías, las impresiones de un hombre de fe.
La fe que es para salvación, es la confianza en Dios puesta en Su Palabra (Jn8:31,32), es creer en una persona: Cristo Jesús, pues fuera de El no hay salvación.
Este sentido y objetivo que es eminentemente Cristo céntrico de la salvación que es por fe no da pie a ambigüedades, discursos ni medios tonos. Es clara y objetiva Uno de los aspectos sobresalientes de la fe que salva es el hecho glorioso de que es Dios mismo el autor de la conversión y de la salvación que es por fe ( Heb 2:9) “Conviérteme y seré convertido” ( Jer 31:18). Pero el asunto de la fe que es para salvación va íntimamente relacionado con el ser justificado o dicho de una mejor manera: hallar justificación y salvación van de la mano, de la mano de alguien que es fiel y verdadero y que no perderá a ninguno de lo suyos.
Bien, aquí no sólo voy acorde contigo sino que proclamo eso mismo contigo. Pero decir que nuestra salvación es objetiva, eminentemente cristocéntrica, que la fe es confianza en Dios no implica por defecto que el hombre no puede apartarse de esta relación y cuando esta relación ha sido quebrada pues ya no hay más objetividad ni certezas que las que da el volver.
Quiero insistir, OSO, en que no estoy creando un espacio para que el hombre se gloríe o se sienta productor o proveedor de su salvación. No hay tal espacio, nuestra salvación es obra de Jesús y de nadie más, a boca llena "Sola Gratia".
En el ejemplo bien ilustrativo que has puesto del médico y el enfermo, todas las ceterzas se desmoronarían y aparecerían lo que tu identificas como ambigüedades, discursos y medios tonos si este hombre rompe el vínculo con su médico que es el de "la fe que actúa en la caridad" (Gálatas 5, 6. Única fe que salva). Cuando este vínculo es roto ya no hay más seguridades. Lo que yo defiendo es que nuestra seguridad solamente la da la permanencia del enfermo con el médico, si el enfermo decide volver al ritmo de vida que le causó la enfermedad pues morirá y ya. Tu opinión es que tal caso no se dará. Ya yo he señalado que la historia dice que miles de enfermos de este tipo iniciaron su recuperación y abandonaron los consejos del médico de prevención y anularon la operación que los restauró, ni guardaron el tiempo de reposo y regeneración que se les encomendó.
Si alguien nota que no está produciendo buenos frutos y que se ha entregado a uno que otro pecado debe volverse corriendo arrepentido a pedir perdón y sólo cerca del Médico Jesús podremos tener garantía de salvación. Al momento de alguien pecar debe desechar toda garantía, confianza y tranquilidad de salvación y debe volverse a la fuente de Salvación sólo allí, a su lado, perdonados, limpios, santos y sin pecados tendremos certezas de entrar a su Presencia, de ninguna otra manera. Mi certeza es que cada vez que vuelva a Jesús seré perdonado, que en y con Él estoy seguro. Lejos de Él, haciendo lo que a Él no le agrada, no hay tal seguridad.
Usted puede ver la certeza de que alguien se va a salvar desde dos puntos:
1. Desde el de Dios.
2. Desde el del hombre.
1.Dios sabe desde siempre quienes se salvarán y quienes no, cuantas veces pecaremos y si al final volveremos o apostataremos de la fe. Sería esteril ahondar en esto porque ambos reconocemos la omnisapiencia de Dios. Este punto es el que usted defiende.
2. El hombre no es Dios. El hombre no sabe cúal será el resultado de su vida. Nadie sabe si mañana pecará o no. Nadie sabe si mañana se arrepentirá o no. Nadie sabe si mañana apostatará de la fe o no. La única garantía que el hombre tiene de que será salvo es si permanece con Dios hasta el final y eso nadie se lo puede garantizar. La única garantía que el hombre puede tener de que se salvará es si día a día opta por Cristo, el día que le vuelva la espalda a Cristo, como lo han hecho miles que lo conocieron, ese día él no puede contar con salvación; puede contar seguramente con que si se vuelve encontrará perdón, pero nunca jamás en que Dios condonará su pecado. Dios sólo salva al que se arrepiente, a ningún otro.
Hay una diferencia muy grande entre la certeza del que sabe que si se sujeta a Cristo en Él encontrará salvación y la del que cree que Dios lo salvará sin importar nada sencillamente porque él cree que será así.
Hablemos ahora de la corresponsabilidad.
La gracia de Dios nos excita y acompaña a obrar el bien. Este es el camino que Dios a elegido para los suyos y no hay otro camino. Los justificados fructifican abundantemente en obras buenas porque Dios así lo ha decidido. Ahora bien, Dios no ha creado autómatas sino compañeros de pacto que libremente optan por seguirle o dejarle. Dios nos impulsa a obrar el bien y es Él quien convierte nuestra obra en una obra buena. El hombre libremente puede optar de una manera perezosa de no darle curso a lo que la gracia le impulsa a hacer. La gracia que mora en Él. Tal hombre no se salvará.
Esta corresponsabilidad no nos impulsa a cumplir la Ley Mosaica, sino a cumplir El Mandamiento del amor. Tenemos un compromiso con el Mandamiento de la Caridad obligatorio e ineludible y quien no se sujete a Él, quien no se deje llevar por el impulso y la ayuda de la Gracia a cumplirlo no se salvará.
En el Amor de Jesús.
Gabaon.