Re: Elena G. de White, mensajera del Señor
Estimados hermanos. Saludos cordiales.
Cristo: El Caudillo de Israel.
“Mas yo soy el príncipe del ejercito de Jehová” Josué 5:14 “Mi presencia irá contigo.” Éxodo 33: 14.
Cuando las huestes de Israel salieron de Egipto para encaminarse a la tierra de Canaán, no iban solas. Dios les dijo: “He aquí, yo envío el Ángel delante de ti, para que te guarde en el camino, y te meta en el lugar que yo he aparejado. Guárdate delante de él, y oye su voz, y no le seas rebelde, porque mi nombre está en medio de el” Éxodo 23: 20,21.
Fuera de el Padre, hay solo un Ser en el universo que lleva el nombre de Dios. Ese Ser es su Hijo, Jesucristo.
Por lo tanto, el Ángel que acompaña a los israelitas en sus viajes era Jesucristo mismo. Él era su caudillo invisible.
Empero, a tal punto llegó la rebeldía de los hijos de Israel que a Moisés le entraron temores de que el Señor los abandonase, y por lo tanto intercedió por ellos encarecidamente. En respuesta el Señor le dijo: “Mi faz ira contigo”. Tan ansioso estaba Moisés de tener plena seguridad de la presencia divina que volvió a suplicar: “Si tu faz no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí” Éxodo 33: 14-15.
Así es, que en todas sus peregrinaciones la presencia del Señor iba con ellos: de día en forma de columna de nube para protegerlos de los calores intensos del desierto, y de noche, como columna de fuego para darles luz y abrigo. Cuando el Señor quería que se pusiesen en camino, la columna se alzaba y se movía en la dirección que había de tomar. Cuando se paraba, hacían ellos pie bajo su amparo.
Al salir de Egipto penetraron en el desierto. Si bien en el desierto no había agua, Moisés clamó al Señor y Él le mandó herir la peña de Horeb. Cuando Moisés hizo esto, brotaron de la peña aguas que apagaron la sed de todos los caminantes. Después de eso y hasta que llegaron a los confines de la tierra prometida, sucedió siempre que en dondequiera que acampaban, había una corriente de agua fresca que manaba de la roca en el desierto.
El apóstol Pablo declara que éste era un símbolo de Cristo y que “todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la Roca espiritual que los seguía, la cual Roca era Cristo” 1 Cor. 10: 1-4.
Podemos ahora comprender lo que dijo Esteban: “Este (Moisés) es el que estuvo en la iglesia en el desierto con el Ángel (Cristo) que le hablaba (a Moisés) en el monte Sinaí; y con nuestros padres; que recibió los oráculos vivos (la ley de Dios) de vida para darnos” Hechos 7: 38.
Hemos visto que el Ángel que apareció en el desierto era Cristo. No cabe duda alguna de que tanto el Padre como el Hijo estuvieron en el monte. Pero fue el Hijo, como Mediador entre Dios y los hombres, quién pronunció los diez mandamientos desde el monte Sinaí, y en presencia de Moisés y los hijos de Israel.
Vemos, pues, que Cristo no solo es el Creador, sino el Anunciador ante el mundo de la ley de su Padre. Justo y conveniente era, por lo tanto, que cuando estuvo en este mundo, se proclamase “Señor del Sábado” y expositor de la ley de su Padre Celestial.”
Cuando los hebreos, acaudillados por Josué, llegaron a la tierra prometida y se preparaban para el ataque de Jericó, el Señor se apareció en persona a aquél. “Y estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos, y vió un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desnuda en su mano. Y Josué, yéndose hacia el, le dijo: ¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos? Y el les respondió: No; mas yo soy el Príncipe del ejercito de Jehová: ahora he venido.” Josué 5: 13-15.
Cristo es el Príncipe, o Arcángel del ejército de ángeles celestiales. Véase Judas 9:1, Tesaloniscences 4: 16. A su voz de mando, “el ejercito del Señor” derribó los muros de Jericó.
Y en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está por los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente hasta entonces: más en aquel tiempo será libertado tú pueblo, todos los que se hallaren escritos en el libro.
1. Se levantará Miguel (Dan. 12:1)—Los escritos judíos antiguos describen a Miguel como el más elevado de los ángeles y lo identifican como "el ángel de Jehová" frecuentemente mencionado en el Antiguo Testamento como un ser divino. Tales fuentes también sostienen que Miguel fue el ángel que vindicó a Israel contra las acusaciones de Satanás en el tribunal celestial.'"
2.Miguel, que significa "Quién es como Dios", el único que se levanta en defensa de su pueblo, no es otro que Jesucristo (I Juan 2:1,2; Heb. 4:14-16). ¿Cuándo se levantará Miguel? Cuando termine su obra en el santuario celestial y haya terminado el juicio previo al advenimiento se levantará y las puertas de la misericordia se cerrarán.
"Vi que la cólera de las naciones, la ira de Dios y el tiempo de juzgar a los muertos, eran cosas separadas y distintas que se seguían una a otra. También vi que Miguel no se había levantado aún, y que el tiempo de angustia, cual no hubo nunca, no había comenzado todavía. Las naciones se están airando ahora, pero cuando nuestro Sumo Sacerdote termine su obra en el santuario, se levantará, se pondrá sus vestiduras de venganza, y entonces se derramarán las siete postreras plagas"."
EN ESTE versículo se especifica cierto lapso, no un año, un mes, o día determinado, sino un tiempo definido por cierto suceso con el cual está relacionado. "Aquel tiempo." ¿Qué tiempo? El tiempo al cual nos ha llevado el versículo final del capítulo anterior, el tiempo en que el rey del norte plantará las tiendas de su palacio en el monte santo y glorioso. Cuando esto suceda, llegará su fin; y entonces, según este versículo, hemos de esperar que se levantará Miguel, el gran Príncipe.
Se levanta Miguel.--¿Quién es Miguel, y qué significa el hecho de que se levante? Miguel es llamado el "Arcángel" en Judas 9. Esto significa el jefe o cabeza de los ángeles. Hay uno solo. ¿Quién es? Es aquel cuya voz se oye desde el cielo cuando resucita a los muertos. (1 Tesalonicenses 4:16.) ¿Cuya voz se oye en relación con este acontecimiento? La voz de nuestro Señor Jesucristo. (Juan 5:28.) Cuando, basados en este hecho, buscamos la verdad, llegamos a la siguiente conclusión: la voz del Hijo de Dios es la voz del arcángel; por lo tanto el arcángel debe ser el Hijo de Dios. Pero el arcángel se llama Miguel; de ahí que Miguel debe ser el nombre dado al Hijo de Dios. La expresión que hallamos en el versículo 1: "El gran príncipe que está por los hijos de tu pueblo," basta para identificar como salvador de los hombres al personaje aquí mencionado. Es el "Autor de la vida," y "Príncipe y Salvador." (Hechos 3:15; 5:31.) Es el gran Príncipe.
"Está por los hijos de tu pueblo." Condesciende a tomar a los siervos de Dios en su mísero estado mortal, y a redimirlos para que sean súbditos de su reino futuro. Está de parte nuestra, de los que creemos. Sus hijos resultan esenciales para sus propósitos futuros, una parte inseparable de la heredad comprada. Han de ser los principales agentes de aquel gozo que Cristo previó, y que le indujo a soportar todos los sacrificios y sufrimientos que señalaron su intervención en favor de la familia caída. ¡Honor asombroso! ¡Tributémosle eterna gratitud por su condescendencia y misericordia hacia nosotros! ¡Suyos sean para siempre el reino, el poder y la gloria!
Josué se encontró con este mismo Comandante de los ángeles antes de la batalla de Jericó, y se enteró de que era una Persona sumamente santa. Mientras buscaba ayuda por medio de la oración inmediatamente antes del ataque a Jericó, Josué vio de repente a un soldado frente a él, de pie y con una espada en la mano. "¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos? —preguntó a guisa de desafío. Y el soldado replicó-:
Yo soy el jefe del ejército de Yahvé. . . Quítate las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es sagrado" (Josué 5: 13-15).
Ya sabe usted que a Moisés se le pidió que se descalzara porque el lugar en que se encontraba era santo. Moisés estaba en pie junto a una zarza que ardía y que milagrosamente no se consumía. Una voz de en medio del fuego le ordenó: "Quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada" (Éxodo 3: 5).
Miguel, Yahvé (Jehová). En la conversación que siguió junto a la zarza, la Persona que hablaba de en medio de las llamas se identificó como "el Dios de tu Padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob" (Éxodo 3: 6). También se presentó como "YO SOY EL QUE SOY", esto es, el Señor, Yahvé o Jehová (Éxodo 3: 14, 16). Pero en Éxodo 3: 2, al introducir el relato de este gran acontecimiento, se dice que era "el Ángel de Yahvé" el que se le apareció a Moisés en la zarza ardiente.
Llegamos ahora a la segunda pregunta: ¿Qué significa el acto de Miguel al levantarse? La clave para interpretar esta expresión la encontraremos en estos pasajes: "Aun habrá tres reyes en Persia;" "levantaráse luego un rey valiente, el cual se enseñoreará sobre gran dominio." (Daniel 11:2, 3.) No puede caber la menor duda en cuanto al significado de la expresión en estos casos. Significa asumir el reino, reinar. En el versículo que consideramos, esta expresión debe significar lo mismo. En aquel tiempo se levantará Miguel, tomará el reino, empezará a reinar.
Pero, ¿no está reinando Cristo ahora? Sí, asociado con su Padre en el trono del dominio universal. (Efesios 1:20-22; Apocalipsis 3:21.) Pero renuncia a ese trono o reino, cuando viene. (1 Corintios 15:24.) Entonces empieza su reinado, presentado en el texto, cuando se levanta, o se encarga de su propio reino, el trono prometido desde hace mucho a su padre David, y establece un dominio que no acabará. (Lucas 1:32, 33.)
Los reinos de este mundo llegarán a ser el reino de "nuestro Señor y de su Cristo." Deja de lado sus vestiduras sacerdotales para ponerse el manto real. Habrá terminado la obra de misericordia y el tiempo de gracia concedido a la familia humana. Entonces el que esté sucio no tendrá ya esperanza de ser purificado; y el santo ya no correrá peligro de caer. Todos los casos estarán decididos para siempre. Desde entonces en adelante, hasta que Cristo venga en las nubes de los cielos, las naciones serán quebrantadas como con vara de hierro y destrozadas como vaso de alfarero por un tiempo de angustia sin parangón. Caerá sobre los hombres que han rechazado a Dios una serie de castigos divinos. Entonces aparecerá en el cielo el Señor Jesucristo "en llama de fuego, para dar el pago a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio." (2 Tesalonicenses 1:8; véase también Apocalipsis 11:15; 22: 11, 12.)
Los acontecimientos introducidos por el acto de Miguel al levantarse son portentosos. El se levanta, o asume el reino, cierto tiempo antes de volver personalmente a esta tierra. ¡Cuán importante es, pues, que sepamos qué posición ocupa, a fin de poder seguir el proceso de su obra, y reconocer cuando se acerque el momento emocionante en que acabará su intercesión en favor de la humanidad, y se fijará el destino de todos para siempre!
¿Cómo podemos saberlo? ¿Cómo hemos de determinar lo que sucede en el santuario celestial? La bondad de Dios ha sido tan grande que ha puesto en nuestras manos el medio de saber esto. El nos ha dicho que cuando ciertos acontecimientos sucedan en la tierra, se estarán haciendo en el cielo decisiones importantes que sincronicen con ellos. Mediante estas cosas que se ven, nos instruimos acerca de las cosas que no se ven. Así como "a través de la naturaleza llegamos a ver al Dios de la naturaleza," mediante los fenómenos y acontecimientos terrenales seguimos los grandes movimientos que se realizan en el reino celestial. Cuando e! rey del norte plantará las tiendas de su palacio entre los mares, sobre el monte glorioso y santo, entonces Miguel se levantará, o recibirá de su Padre el reino, como preparativo para volver a esta tierra. O podría expresarse el asunto en estas palabras: Entonces nuestro Señor cesa su obra como nuestro gran Sumo Sacerdote, y se acaba el tiempo de gracia concedido al mundo. La gran profecía de los 2.300 días nos indica con exactitud el comienzo de la división final de la obra que Cristo ha de realizar en el santuario celestial. El versículo que consideramos nos da indicaciones por las cuales podemos descubrir aproximadamente el tiempo en que terminará.
3.El tiempo de angustia.--En relación con el momento en que se levantará Miguel, se producirá un tiempo de angustia cual nunca hubo. En Mateo 14:21 se nos habla de un período de tribulación cual nunca hubo ni habrá después. Esta tribulación, que fue la opresión y persecución de la iglesia por el poder papal, se halla ya en lo pasado; mientras que el tiempo de angustia de Daniel 12:1, está todavía en lo futuro, según la opinión que expresamos. ¿Cómo puede haber dos tiempos de tribulación, separados por muchos años, que son ambos mayores que cualquiera que haya habido antes o haya de haber después? Para evitar cualquier dificultad aquí, notemos cuidadosamente esta distinción: La tribulación mencionada en Mateo es tribulación que sufre la iglesia. Cristo habla allí de sus discípulos, y de ellos en un tiempo venidero. Ellos iban a ser los afectados, y por su causa serían acortados los días de tribulación. (Mateo 24:22.) El tiempo de angustia mencionado en Daniel no es un tiempo de persecución religiosa, sino de calamidad internacional. No ha habido nunca cosa semejante desde que hubo nación; no dice iglesia. Es la última tribulación que sufrirá el mundo en su condición actual. En Mateo se alude a un tiempo que transcurrirá después de aquella tribulación; porque una vez que ella haya pasado, el pueblo de Dios no volverá a pasar por otro período de sufrimiento semejante. Pero aquí en Daniel no se alude a ningún tiempo futuro después de la aflicción mencionada, porque ésta clausura la historia de este mundo. Incluye las siete postreras plagas de Apocalipsis 16, y culmina en la aparición del Señor Jesús, que viene en nubes de fuego, a infligir la destrucción a sus enemigos. Pero de esta tribulación será librado todo aquel cuyo nombre se halle escrito en el libro de la vida; "porque en el monte de Sión . . . habrá salvación, como Jehová ha dicho, y en los que quedaren, a los cuales Jehová habrá llamado." (Joel 2:32.) Págs.248-250
Bendiciones.
Luego. Todo Israel será salvo.