Re: Elena G. de White, mensajera del Señor
Continuación...
El simbolismo de las vestiduras sacerdotales
Según el testimonio de fuentes antiguas, las vestiduras del Sumo Sacerdote causaban un gran impacto al ser vistas. Una de ellas es el libro apócrifo llamado Carta de Aristea (una obra escrita en griego, probablemente en Alejandría, en la segunda mitad del siglo II a.e.c.): ``Se apoderó de nosotros una gran consternación cuando contemplamos a Eleazar en el servicio litúrgico, su vestidura y el resplandor que despide al ponerse la túnica que viste y por las piedras preciosas que la circundan. Pues tiene campanillas de oro que cuelgan de su túnica hasta los pies, emitiendo un tintineo peculiar, y granadas de variopintos bordados de preciosos colores junto a cada una de ellas. Iba ceñido con un magnífico y extraordinario tejido con los más bellos colores. Sobre el pecho llevaba el llamado oráculo, en el que estaban engastadas doce piedras preciosas de diferentes tipos incrustadas en oro: los nombres de las doce tribus, según el orden original, desprendiendo cada una de ellas el indescriptible color que la caracteriza. Sobre su cabeza llevaba el llamado turbante, y sobre éste la mitra inigualable, la diadema santificada con el nombre de Dios en relieve y con los caracteres santos sobre una lámina de oro, en medio de sus cejas, todo resplandor, pues se le ha creído digno de este atuendo en las funciones litúrgicas.
La aparición de este portento impone respeto y desconcierta tanto que pensarías que has pasado a otro mundo distinto de éste. Y estoy seguro que todo el que se acerque al espectáculo que hemos descrito experimentará una maravillosa e inexplicable consternación conmovido en lo más profundo de su ser por la rigurosa disposición de cada detalle'' (par. 96-99; en: Apoócrifos del Antiguo Testamento [ed. A. Diez Macho; Madrid: Ediciones Cristiandad, 1983] II, p. 33. Cf. también Eclesiástico 45:6-13).
Según parecería ser, entonces, la aparición del Sumo Sacerdote con su fastuso atuendo era tan espectacular, que a los ojos de los antiguos se asemejaba a la manifestación gloriosa de Dios mismo sobre la tierra.
Como lo describía el sabio jerosolimitano Jesús hijo de Sirá (siglo II a.e.c.), con un lenguaje metafórico inspirado en el mundo cósmico y floral: ``¡Qué glorioso era, rodeado de su pueblo, cuando salía de la casa del velo! Como el lucero del alba en medio de las nubes, como la luna llena, como el sol que brilla sobre el Templo del Altísimo, como el arco iris que ilumina las nubes de gloria, como flor del rosal en primavera, como lirio junto a un manantial, como brote del Líbano en verano, como fuego e incienso en el incensario, como vaso de oro macizo adornado de toda clase de piedras preciosas, como olivo floreciente de frutos, como ciprés que se eleva hasta las nubes. Cuando se ponía la vestidura de gala y se vestía sus elegantes ornamentos, al subir al santo altar, llenaba de gloria todo el recinto del santuario'' (50:1-11; en: Biblia de Jerusalén [Bilbao, Desclee de Brouwer, 1975] págs. 1026-1027).
Continuará...
Estimado manuel5. Saludos cordiales.
El Sumo Sacerdote tenía vestiduras sagradas.
·.... Harás para Aarón, tu hermano, vestiduras sagradas, que le den majestad y esplendor. Hablarás tú con todos los artesanos hábiles a quienes he llenado de espíritu de sabiduría; ellos harán las vestiduras de Aarón para que sea consagrado sacerdote mío. Harán las vestiduras siguientes: un pectoral, un efod, un manto, una túnica bordada, una tiara y una faja. Harán, pues, a tu hermano Aarón y a sus hijos vestiduras sagradas para que ejerzan mi sacerdocio. Tomarán para ello oro, púrpura violeta y escarlata, carmesí y lino fino'' (28:1-5). (Nota: Las vestimentas de los sacerdotes ordinarios están detalladas en vv. 40 y 42. Cabe destacar que no hay mención alguna del calzado a utilizar, ya que los sacerdotes servían descalzos Éxodo 3:5
Finalmente, la Torá especificaba otros dos ornamentos: el manto y la diadema. El manto del efod debía ser tejido de púrpura violeta con una abertura en su centro para permitir pasar la cabeza del Sumo Sacerdote, haciendo en su ruedo interior ``granadas de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y lino fino torzal; y entre ellas, también alrededor, pondrás campanillas de oro: una campanilla de oro y una granada; otra campanilla de oro y otra granada; [...] Aarón lo llevará en su ministerio y se oirá el tintineo cuando entre en el Santuario, ante Yahveh, y cuando salga; así no morirá'' (vv. 33-35). (Nota: Se acostumbra a interpretar estas campanillas como un vestigio de una concepción primitiva, según la cual el tintineo alejaba a los demonios). La diadema, por su parte, debía ser colocada en la parte delantera de la tiara, hecha de una lámina de oro puro y en la cual se debían tallar las palabras ``Consagrado a Yahveh'': ``Quedará sobre la frente de Aarón; pues Aarón cargará con las faltas cometidas por los israelitas en las cosas sagradas; es decir, al ofrecer toda clase de santas ofrendas. La tendrá siempre sobre su frente, para que hallen favor delante de Yahveh'' (v. 38).
Continuará...
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El simbolismo de las vestiduras sacerdotales
Según el testimonio de fuentes antiguas, las vestiduras del Sumo Sacerdote causaban un gran impacto al ser vistas. Una de ellas es el libro apócrifo llamado Carta de Aristea (una obra escrita en griego, probablemente en Alejandría, en la segunda mitad del siglo II a.e.c.): ``Se apoderó de nosotros una gran consternación cuando contemplamos a Eleazar en el servicio litúrgico, su vestidura y el resplandor que despide al ponerse la túnica que viste y por las piedras preciosas que la circundan. Pues tiene campanillas de oro que cuelgan de su túnica hasta los pies, emitiendo un tintineo peculiar, y granadas de variopintos bordados de preciosos colores junto a cada una de ellas. Iba ceñido con un magnífico y extraordinario tejido con los más bellos colores. Sobre el pecho llevaba el llamado oráculo, en el que estaban engastadas doce piedras preciosas de diferentes tipos incrustadas en oro: los nombres de las doce tribus, según el orden original, desprendiendo cada una de ellas el indescriptible color que la caracteriza. Sobre su cabeza llevaba el llamado turbante, y sobre éste la mitra inigualable, la diadema santificada con el nombre de Dios en relieve y con los caracteres santos sobre una lámina de oro, en medio de sus cejas, todo resplandor, pues se le ha creído digno de este atuendo en las funciones litúrgicas.
La aparición de este portento impone respeto y desconcierta tanto que pensarías que has pasado a otro mundo distinto de éste. Y estoy seguro que todo el que se acerque al espectáculo que hemos descrito experimentará una maravillosa e inexplicable consternación conmovido en lo más profundo de su ser por la rigurosa disposición de cada detalle'' (par. 96-99; en: Apoócrifos del Antiguo Testamento [ed. A. Diez Macho; Madrid: Ediciones Cristiandad, 1983] II, p. 33. Cf. también Eclesiástico 45:6-13).
Según parecería ser, entonces, la aparición del Sumo Sacerdote con su fastuso atuendo era tan espectacular, que a los ojos de los antiguos se asemejaba a la manifestación gloriosa de Dios mismo sobre la tierra.
Como lo describía el sabio jerosolimitano Jesús hijo de Sirá (siglo II a.e.c.), con un lenguaje metafórico inspirado en el mundo cósmico y floral: ``¡Qué glorioso era, rodeado de su pueblo, cuando salía de la casa del velo! Como el lucero del alba en medio de las nubes, como la luna llena, como el sol que brilla sobre el Templo del Altísimo, como el arco iris que ilumina las nubes de gloria, como flor del rosal en primavera, como lirio junto a un manantial, como brote del Líbano en verano, como fuego e incienso en el incensario, como vaso de oro macizo adornado de toda clase de piedras preciosas, como olivo floreciente de frutos, como ciprés que se eleva hasta las nubes. Cuando se ponía la vestidura de gala y se vestía sus elegantes ornamentos, al subir al santo altar, llenaba de gloria todo el recinto del santuario'' (50:1-11; en: Biblia de Jerusalén [Bilbao, Desclee de Brouwer, 1975] págs. 1026-1027).
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