UNA DE LAS MÁS GRANDES EVIDENCIAS DE QUE ALGUIEN HA SIDO ELEGIDO, LLAMADO, JUSTIFICADO Y REGENERADO, PARA INEXORABLEMENTE SER GLORIFICADO, ES LA ACTITUD DE VENIR UNA Y OTRA VEZ A LA LUZ PARA SER LIMPIADO.
Juan 3:19-21 (RVR1960)
19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.
Los versículos 19 y 20 hablan de la doctrina de La Total Depravación humana, en donde se nos dice que los hombres amaron más las tinieblas que la luz. Si comparamos ese pasaje con Romanos 3; 11-12, la clara implicancia, es que nadie absolutamente nadie quiere venir a la luz porque todos absolutamente todos aborrecen la luz.
Pero en el versículo 21 aparece otra condición radicalmente diferente a la que se describe en los versículos 19 y 20, y es la condición de aquellos que conforme al propósito de Dios, han sido llamados eficazmente a la salvación para ser justificados y regenerados. Estos son los que si vienen a la luz porque practican la verdad. ¿Y que es bíblicamente practicar la verdad? La respuesta está en 1 de Juan 1:8-10
8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
Quienes practican la verdad, son aquellos en quienes en virtud de la regeneración, está la verdad en ellos, por eso dice; Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
La conclusión es que quienes practican la verdad, son aquellos en quienes en virtud de la regeneración está la verdad en ellos, por eso dice; Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
Es decir practicar la verdad, no es estar exento de pecado, sino reconocer que hemos pecado. En otras palabras, practicar la verdad nos lleva a una vida de constante confesión ante nuestro Padre, y esto debido a que la simiente de Dios está en nosotros. Ahora es importante considerar que es muy frecuente en la vida de los redimidos, el tener que enfrentar la acusación de los demonios que procuran desalentarnos, lanzando dardos de fuego a nuestra mente, insinuándonos de que porque hemos hecho tal o cual cosa no somos hijos de Dios. Pero esta acusación demoníaca, se hace trizas, cuando la confrontamos con la luz de la verdad de que precisamente lo que distingue a un redimido de alguien que está perdido, es la acuciante necesidad de venir a la luz para reconocer ante Nuestro Padre de que hemos fallado y anhelamos su limpieza y su perdón. Y tal actitud es la que caracteriza a los que han sido llamados por Dios, son sus hijos, tienen sus ley escrita en sus mentes y corazones e inexorablemente un día verán cara a cara a su Redentor.
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UNA DE LAS MAS GRANDES EVIDENCIAS DE QUE ALGUIEN HA SIDO ELEGIDO, LLAMADO, JUSTIFICADO Y REGENERADO, PARA INEXORABLEMENTE SER GLORIFICADO, ES LA ACTITUD DE VENIR UNA Y OTRA VEZ A LA LUZ PARA SER LIMPIADO. Juan 3:19-21 (RVR1960) 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los...
t.me