El judaísmo y el cristianismo son dos religiones completamente distintas y separadas... DKT

El texto claramente habla sobre el presente que vivía el pueblo de Israel y sobre la destrucción que viviría y los llevaría al exilio...note usted que el mismo texto al final dice que la Casa de Jacob (los infieles de Israel). Y claramente habla de la nación de Israel, no de otras naciones. Excúseme pero no hay un sólo elemento que indique siquiera que el texto se refiere a Jesús o al mesías. Eso es claro.


El texto no se refiere al Mesías, así es.


Lo que quise expresar es lo siguiente:

Según el relato bíblico la humanidad entera vivió ese Mabúl (diluvio), pues estaba representada en la familia de Noaj (Noé). Ellos entonces transmiten dicho acontecimiento a todos sus descendientes. No todos esos descendientes siguieron la misma espiritualidad y el relato se fue deformando. En ese contexto es que lo digo.

Por otro lado, la creencia en que los dioses (ídolos) tenían hijos con hombres o mujeres hacía parte de las creencias religiosas de los pueblos circundantes al pueblo hebreo. Dios, siempre advirtió al pueblo que se alejaran de todas las creencias y prácticas religiosas de los pueblos que los rodeaban. Por otro lado, no entra dentro de nuestra espiritualidad y religiosidad la idea de un hijo de Dios con una mujer o con un hombre (Esto último, porque en hebreo cuando uno se refiere a Dios puede hacerlo en términos femeninos o masculinos) no tiene sentido por donde se le mire. Como le digo, yo respeto tu creencia y no tengo problema con lo que usted crea, pero dentro del Tanaj y toda la literatura judía canónica, no hay cabida a tal idea.

Entiendo tu punto y es que yo también pienso igual. La historia del diluvio se fue deformando con el paso del tiempo, pero su versión original es la de Noé.


Por otro lado, el libro de Génesis cuenta una historia de ángeles teniendo hijos con mujeres. Esa historia es más parecida a las conocidas historias de dioses que se enamoraban de mujeres y tenían hijos con ellas.

Dios no se enamora de María, tampoco está con ella como un hombre y su mujer, sino que el embarazo es producto de un milagro.

Ahora, lo mismo que tu lees del Tanaj yo lo puedo entender de una forma diferente. Como ocurre con el Salmo 2:7. Para ti parece imposible que aquel al que Dios engendró sea Cristo, pero para mi no. Dios dice: "yo te he engendrado hoy".

Creo que Jesucristo es Hijo de Dios antes de nacer de María, desde tiempos muy antiguos, antes de la creación que relata el Génesis:

Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. Y sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad. Miqueas 5:2.


Partes que cuando el texto habla de tolerar iniquidades, es en referencia a un acto de sacrificio y lo que el texto intenta decir es que la nación de Israel (los que han sido fieles a la Ley: por ejemplo Jeremías) fueron objeto de la injusticia de otros (toleraron las iniquidades/ataques sobre ellos). Es más el texto es claro en afirmar que lo que hace que el siervo de Dios (Israel) es justificar al justo (no dice que al injusto o al transgresor o al pecador) con su conocimiento no con su muerte ni con su sangre:
ויהוה חפץ דכאו החלי אם־תשים אשם נפשו יראה זרע יאריך ימים וחפץ יהוה בידו יצלח

53:10 Sin embargo. Le complació al Etern-o aplastarle por los padecimientos/enfermedades, para ver si su voluntad se ofrecería en restitución, para que viera su simiente/descendencia, prolongar sus días, y que el propósito del Etern-o en su mano prosperara.
מעמל נפשו יראה ישבע בדעתו יצדיק צדיק עבדי לרבים ועונתם הוא יסבל

53:11 Por la fatiga de su alma verá todo Mi siervo, que por su conocimiento justifico al justo ante la multitud de siervos, cuyas iniquidades toleró sobre sí

Pues ya que hablas de conocimiento, Jesucristo dijo que la vida eterna era el conocimiento de él y de su Padre. Juan 17:3.

De su vivo esfuerzo verá lo máximo. En su conocimiento mi siervo justo hará lo justo para muchos, y sus pecados él tolerara. Isaías 53:11

Por lo tanto, yo le daré parte con los grandes, y repartirá el botín con los poderosos; porque desnudó su alma hasta la muerte, y fue contado con los pecadores; habiendo él llevado el pecado de muchos, e intercediendo por los pecadores. Isaías 53:12

Esta traducción la saqué de esta web: https://israelnoticias.com/judaismo/isaias-53-hebreo-traduccion-judia/

Dios deja claro en la ley que los sacrificios humanos son abominación ante Él:

Devarím/Deuteronomio 18:10-12 (ver también Devarím 12:31)

10. No habrá de hallarse en ti el que hace pasar a su hijo o a su hija en el fuego; ni el que practica la adivinación, ni el agorero, ni el mago, ni el hechicero.11. Ni el demonólatra, ni el que consulta a nigromante o sortílego, ni el que in quiere a los muertos.12. Ya que abominación ante Adonai es, todo el que practica estos; y por causa de estas abominaciones, Adonai tu D’s., los expulsa a ellos de ante ti.

Era un práctica muy común entre los pueblos cananeos sacrificar a los hijos a los ídolos que tenían. Dios no permitió que Abraham sacrificara a Yitzjak y de hecho este no es un hecho que Dios quisiera que el pueblo hebreo imitara de Abraham. Por otro lado, ya le he explicado que derramar sangre no era el requisito principal ni necesario para expiar transgresiones o culpas.


Así como la historia del Mabul que registra la biblia es diferente, la historia sobre el sacrificio de Cristo no es como la de esos pueblos. Cristo muere dando la vida por sus amigos.

Por ejemplo: Jonatán arriesgó su vida por su amigo David, y cuando Jonatán murió David buscó a uno de su casa para hacerle bondad por amor a su amigo Jonatán. ¿Si Jonatán hubiera muerto por David Dios lo consideraría una abominación?

¿Crees que Dios no reconpensaría mejor que David?

Otro ejemplo es Sansón, el cual se sacrifica para acabar con los filisteos. Cumpliendo con su rol como salvador de Israel de la mano de los filisteos. Jueces 13:5


No, la palabra Elohim es una palabra que posee distintos significados, como por ejemplo la palabra "capa", "carta" o "vela".

Elohim no siempre hace referencia la divinidad, pues cuando es usada para referirse a dioses (realmente hace referencia a ídolo) y pues no hay ningún Dios distinto a HaShem.

En referencia al tehilím/salmo 82 que usted me refirió, pues es claro que el tema es la justicia y en ese contexto Dios habla de los jueces o las eminencias del pueblo de Israel. Un ejemplo de que la palabra "elohim" puede ser usada en referencia a los jueces/eminencias de Israel está en Shemot/Éxodo 21:6; 22:8-9:
Shemot/Éxodo 21:6

6. Lo acercará su señor hasta los jueces, y lo acercará a la puerta o a la jamba, y perforará su señor su oreja con la lezna y lo servirá, por siempre.
והגישו אדניו אל־האלהים והגישו אל־הדלת או אל־המזוזה ורצע אדניו את־אזנו במרצע ועבדו לעלם
Shemot/Éxodo 22:7-8

7. Si no se hallare al ladrón, habrá de presentarse el dueño de la casa ante los jueces, para jurar; si no ha tendido su mano contra la pertenencia de su prójimo.

8. Por todo caso de fraude: por toro, por asno, por cordero, por prenda, por todo objeto extraviado, cuando dijere: " ¡Esto es!" hasta los jueces habrá de llegar el caso de ambos litigantes. Al que condenaren los jueces, habrá de pagar el doble a su prójimo.

אם־לא ימצא הגנב ונקרב בעל־הבית אל־האלהים אם־לא שלח ידו במלאכת רעהו

על־כל־דבר־פשע על־שור על־חמור על־שה על־שלמה על־כל־אבדה אשר יאמר כי־הוא זה עד האלהים יבא דבר־שניהם אשר ירשיען אלהים ישלם שנים לרעהו

Note ahora cómo Moshé (Siendo el principal juez de Israel en el momento) tiene el título de "elohim":

Shemot/Éxodo 4:16

16. Hablará él por ti al pueblo y será: que él habrá de ser para ti por boca y tu serás para él como Enviado
ודבר־הוא לך אל־העם והיה הוא יהיה־לך לפה ואתה תהיה־לו לאלהים
Shemot/Éxodo 7:1

1. Dijo Adonai a Mosheh: Mira, te he designado como Enviado para Parhoh; y Aharon, tu hermano, será tu profeta.
ויאמר יהוה אל־משה ראה נתתיך אלהים לפרעה ואהרן אחיך יהיה נביאך

En definitiva entonces, no considero que exista ninguna duda que en referencia al contexto del salmo 82, la palabra "elohim" significa "jueces"eminencias". Cuando uno conoce el idioma hebreo no tiene dudas respecto a esto. Sólo existe un sólo Dios que es Uno y Único.

Muchas biblias traducen algunas veces elohim como jueces en los textos de Éxodo que citas, aunque hay otras que no. Por ejemplo la English Revised Version.

Otras muchas traducen elohim como ángeles en Salmos 8:5.

Pero no veo que ninguna traduzca "jueces" en Deuteronomio 10:17, Daniel 2:47, o Salmos 136:2.

Un abrazo fuerte para ti, muchas bendiciones para ti WM2.

Gracias. Un fuerte abrazo y bendiciones.
 
Cual es el el significado entonces de Elohim en Gensis 1,1?

Tengo entendido que Elohim es el plural ( mayestatico) de Eloah o derivado de El que es el nombre de Dios, es correcto?
cordial saludo
norah

Hola mi querida Norah.

En efecto, la palabra hebrea "elohim" posee distintos significados de acuerdo al contexto en que se encuentre.

  1. Dios (en su cualidad de estricta justicia y/u obrando manifiestamente por intermedio de la Naturaleza) (Ej: Bereshit/Génesis 1:1)
  2. (Elohim ajerim o Elohim) dioses/ídolos (esos que no son Dios ni representan a Dios, pero que la gente errada adora y cree en ellos) (Ej: Shemot/Éxodo 20:3)
  3. (Benei HaElohim o Elohim) dignatarios (cualquier personaje de relevancia, puede ser denominado así). (Ej: Bereshit/Génesis 6:2)
  4. Enviados de Dios (malajim/ángeles) (Ej: Tehilím/Salmo 8:5), aclaro que aquí se puede traducir como "divinidad" también.
  5. jueces (Ej: Shemot/Éxodo 22:27, TB Sanhedrin 66)
  6. (Ish Elohim): profeta (2 Melajim/2 Reyes 5:14)
Por otro lado, Elohim es un plural mayestático usado antiguamente por y para los reyes con el objetivo de hacer énfasis en su poder. Respecto a Bereshit/Génesis 1:1 el significado de "Elohim" es Dios (Plural Mayestático), sabemos que este es su significado por que el verbo que "Bará" está conjugado en singular.

Cordial saludo mi querida Norah.
 
Por otro lado, el libro de Génesis cuenta una historia de ángeles teniendo hijos con mujeres. Esa historia es más parecida a las conocidas historias de dioses que se enamoraban de mujeres y tenían hijos con ellas.

Este es uno de los pasajes más tergiversados a lo largo de la historia sobre el libro de Génesis/Bereshit:

Bereshit/Génesis 6:2

"Aconteció que cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra, les nacieron hijas.
Y viendo los hijos de los elohim [nobles] que las hijas de los hombres eran bellas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas.
Y dijo el Eterno: ''No morará Mi espíritu en el hombre por siempre, ya que él es carne; y serán sus días de 120 años.''
En aquellos días había gigantes en la tierra, y aun después, cuando se unieron los hijos de los elohim [nobles] con las hijas de los hombres y les nacieron hijos. Ellos eran los héroes que desde la antigüedad fueron hombres de renombre.
"
(Bereshit / Génesis 6:1-4)

"Cuando en la Torá se menciona a los Nefilim, no se está hablando de gigantes, sino de personas de gran peso social, los nobles.
O, una segunda interpretación tradicional, es que se está refiriendo a los primeros humanos, Adam y Shet, que eran individuos de gran estatura, belleza, fuerza e inteligencia; mayores en sus medidas (físicas, inmateriales y espirituales) que sus descendientes.

Lea bien el verso cuatro y encontrará que nada dice con precisión acerca de que los "gigantes" sean hijos de la unión de los nobles con las hijas de los villanos (gente del proletariado, para decirlo en moderno). Sólo está dicho que había "gigantes" incluso cuando los nobles tuvieron hijos con las mujeres de condición social más humilde." Y. Ribco

Los ángeles (malajim) no tienen necesidades materiales o humanas como comer, dormir o tener sexo. Dentro del judaísmo no tiene lógica.

Dios no se enamora de María, tampoco está con ella como un hombre y su mujer, sino que el embarazo es producto de un milagro.

Comprendo la idea que intenta expresar, lo que sucede es que dentro del Tanaj no existe referencia alguna a un suceso de esta naturaleza y el propósito de ello iría en contra de Dios y Su Torá (Ley). De todas formas, nuevamente le expreso mi mayor respeto a su creencia y le reitero que no intento ofender en ninguna manera su persona ni su credo. Mi única intención es mencionarle cómo lo vemos los judíos.

Ahora, lo mismo que tu lees del Tanaj yo lo puedo entender de una forma diferente. Como ocurre con el Salmo 2:7. Para ti parece imposible que aquel al que Dios engendró sea Cristo, pero para mi no. Dios dice: "yo te he engendrado hoy".

Comprendo que usted desee interpretar el texto como bien le plazca y no tengo problema con ello. Lo que sucede es que el texto deja claro y patente que hace referencia al momento en que David y Salomón son ungidos como reyes de Israel. Ya le di referencias al respecto que no dejan duda a lo que el texto hace referencia.

Creo que Jesucristo es Hijo de Dios antes de nacer de María, desde tiempos muy antiguos, antes de la creación que relata el Génesis:

Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. Y sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad. Miqueas 5:2.

Lo que sucede es que Jesús no fue gobernante de Israel, no fue rey, ni nada que se le parezca. Entonces claramente el pasaje no hace referencia a él por no decir que si usted lee todo el texto no hay nada que pueda atribuirse a Jesús.

Pues ya que hablas de conocimiento, Jesucristo dijo que la vida eterna era el conocimiento de él y de su Padre. Juan 17:3.

El problema es que el sentido de Isaías 53:11 es muy distinto al que haces referencia con Juan 17:3.

En Isaías 53:11 dice que el conocimiento que posee el siervo (Israel) de Dios justificará/hará justicia. Muy distinto a decir que conocer al siervo (Israel) de Dios trae vida eterna (de hecho el texto de Isaías no habla de vida eterna). Es algo muy simple de ver al leer el texto de Isaías. Por otro lado, ya he le mostrado que el siervo al que hace referencia Isaías es Israel mismo, eso es indiscutible y ya con eso bastaría, el otro aspecto es el que tiene que ver con la descendencia física de dicho siervo (Israel) que según el cristianismo Jesús no tuvo hijos. Por no hablar ya del contexto específico en que el autor del texto expresa la idea.

De su vivo esfuerzo verá lo máximo. En su conocimiento mi siervo justo hará lo justo para muchos, y sus pecados él tolerara. Isaías 53:11

Por lo tanto, yo le daré parte con los grandes, y repartirá el botín con los poderosos; porque desnudó su alma hasta la muerte, y fue contado con los pecadores; habiendo él llevado el pecado de muchos, e intercediendo por los pecadores. Isaías 53:12

Esta traducción la saqué de esta web: https://israelnoticias.com/judaismo/isaias-53-hebreo-traduccion-judia/
https://israelnoticias.com/judaismo/isaias-53-hebreo-traduccion-judia/

Honestamente es la primera vez que veo esta página que menciona.
No emitiré juicio de la traducción para evitar que sobre mi caiga sospecha de manipular el texto. Usaré la misma traducción que usted me cita (que vuelvo y le digo: la página no la conocía, ni mucho menos puedo asegurar que sea de judíos o no). Sospecho que no, pero no lo puedo afirmar categóricamente.

De su vivo esfuerzo verá lo máximo. En su conocimiento mi siervo justo hará lo justo para muchos, y sus pecados él tolerara.53:11

De aquí no puede ver claramente que del trabajo/esfuerzo (obra de sus manos) verá la máxima recompensa material.
Que el conocimiento que posee el siervo servirá para hacer justicia: el texto realmente dice "por su conocimiento justificó al justo"
Que las transgresiones que muchos harán contra el siervo serán toleradas por este.

Por lo tanto, yo le daré parte con los grandes, y repartirá el botín con los poderosos; porque desnudó su alma hasta la muerte, y fue contado con los pecadores; habiendo él llevado el pecado de muchos, e intercediendo por los pecadores. Isaías 53:12

El deber de todo el pueblo judío es que rezar y orar (interceder) para que aquellos que transgreden puedan cambiar su mal actuar y dar ejemplo aún cuando nos ataquen o quieran hacernos daño con sus iniquidades.

Así como la historia del Mabul que registra la biblia es diferente, la historia sobre el sacrificio de Cristo no es como la de esos pueblos. Cristo muere dando la vida por sus amigos.

Por ejemplo: Jonatán arriesgó su vida por su amigo David, y cuando Jonatán murió David buscó a uno de su casa para hacerle bondad por amor a su amigo Jonatán. ¿Si Jonatán hubiera muerto por David Dios lo consideraría una abominación?

¿Crees que Dios no reconpensaría mejor que David?

Otro ejemplo es Sansón, el cual se sacrifica para acabar con los filisteos. Cumpliendo con su rol como salvador de Israel de la mano de los filisteos. Jueces 13:5[/QUOTE]

Comprendo el punto que usted intenta sustentar. Lo que sucede es que según yo entiendo, el cristianismo considera que Jesús murió como una ofrenda para limpiar los pecados de la humanidad. A esto lo que yo me refiero a que no tiene ningún sentido dentro del marco normativo de la Torá, los sacrificios humanos con este fin son abominación para Dios. Es decir, nadie puede pagar por el pecado de otros pues Dios es claro con ello y de hecho los sacrificios animales sólo aplicaban para faltas no intencionales.

Respecto a los ejemplos que usted menciona son muy distintos a esta concepción de morir para pagar por el pecado de otros, ellos murieron defendiendo una nación en una guerra. No murió para pagar el pecado de otro. Son dos ejemplos que no son compatibles.

AMuchas biblias traducen algunas veces elohim como jueces en los textos de Éxodo que citas, aunque hay otras que no. Por ejemplo la English Revised Version.

Otras muchas traducen elohim como ángeles en Salmos 8:5.

Pero no veo que ninguna traduzca "jueces" en Deuteronomio 10:17, Daniel 2:47, o Salmos 136:2.

Por eso lo mejor no es leer el texto traducido sino conocer el idioma, contexto histórico, cultural y normativo de un escrito. Es la mejor forma que puede ayudarnos a minimizar cualquier error.

La palabra "elohim tiene varios significados de acuerdo al contexto en el que se encuentra (ya le había dado esa idea):

  1. Dios (en su cualidad de estricta justicia y/u obrando manifiestamente por intermedio de la Naturaleza) (Ej: Bereshit/Génesis 1:1)
  2. (Elohim ajerim o Elohim) dioses/ídolos (esos que no son Dios ni representan a Dios, pero que la gente errada adora y cree en ellos) (Ej: Shemot/Éxodo 20:3)
  3. (Benei HaElohim o Elohim) dignatarios, señores (cualquier personaje de relevancia, puede ser denominado así). (Ej: Bereshit/Génesis 6:2)
  4. Enviados de Dios (malajim/ángeles) (Ej: Tehilím/Salmo 8:5), aclaro que aquí se puede traducir como "divinidad" también.
  5. Jueces (Ej: Shemot/Éxodo 22:27, TB Sanhedrin 66)
  6. (Ish Elohim): profeta (2 Melajim/2 Reyes 5:14)
Por otro lado, Elohim es un plural mayestático usado antiguamente por y para los reyes con el objetivo de hacer énfasis en su poder. Respecto a Bereshit/Génesis 1:1 el significado de "Elohim" es Dios (Plural Mayestático), sabemos que este es su significado por que el verbo que "Bará" está conjugado en singular.

Respecto a

Devarím/Deuteronomio 10:17 (voy a poner dos traducciones posibles):

17. Porque Adonai tu Dios es el Dios supremo y el Señor supremo, el Dios grande, poderoso y asombroso, que no muestra ningún favor y no acepta sobornos.17. Pues Adonai vuestro D’s., es D’s. de los dioses y Señor de los señores; El Ds. Magno, Poderoso y Temible, ante quien no hay favoritismo, ni acepta soborno.

Tehilím/Salmo 136:2 (voy a poner dos traducciones posibles):

2. Alabado sea el Dios supremo, Su amor constante es eterno.
2. Alabado sea el Dios de los dioses, su amor constante es eterno.

Ahora le pongo otros pesukím donde se aclara que sólo existe un Dios:

"Escucha, Israel: el Eterno nuestro Elokim (Dios), el Eterno es uno y único"
(Devarim / Deuteronomio 6:4)
"Yo soy el Eterno, y no hay otro. Aparte de Mí no hay Elokim (Dios o dioses). Yo te ciño, aunque tú no Me conoces, para que desde el nacimiento del sol y hasta el occidente se sepa que no hay nadie más que Yo. Yo soy el Eterno, y no hay otro."
(Ieshaiá / Isaías 45:5-6)

En referencia lo anterior: ¿Cómo cree que debería entenderse el pasuk de Deuteronomio 10:17 o el Tehilím/Salmo 136:2? Hay al menos 10 o más pesukím en donde queda claro que Dios es uno, único, que no hay otros dioses ni seres semejantes Él en naturaleza, etc.

Respecto a Daniel 2:47 no veo el problema teniendo en cuenta quien está expresando la idea: Nabujadnetzar el rey de Babilonia (quien claramente no era monoteísta, al menos en ese momento). Esto es una muestra de que cada uno expresa sus ideas de acuerdo al contexto que conoce o en el que fue levantado. Yo creo en lo que expresa Dios directamente.

Gracias. Un fuerte abrazo y bendiciones.

Un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
 
Hola mi querida Norah.

En efecto, la palabra hebrea "elohim" posee distintos significados de acuerdo al contexto en que se encuentre.

  1. Dios (en su cualidad de estricta justicia y/u obrando manifiestamente por intermedio de la Naturaleza) (Ej: Bereshit/Génesis 1:1)
  2. (Elohim ajerim o Elohim) dioses/ídolos (esos que no son Dios ni representan a Dios, pero que la gente errada adora y cree en ellos) (Ej: Shemot/Éxodo 20:3)
  3. (Benei HaElohim o Elohim) dignatarios (cualquier personaje de relevancia, puede ser denominado así). (Ej: Bereshit/Génesis 6:2)
  4. Enviados de Dios (malajim/ángeles) (Ej: Tehilím/Salmo 8:5), aclaro que aquí se puede traducir como "divinidad" también.
  5. jueces (Ej: Shemot/Éxodo 22:27, TB Sanhedrin 66)
  6. (Ish Elohim): profeta (2 Melajim/2 Reyes 5:14)
Por otro lado, Elohim es un plural mayestático usado antiguamente por y para los reyes con el objetivo de hacer énfasis en su poder. Respecto a Bereshit/Génesis 1:1 el significado de "Elohim" es Dios (Plural Mayestático), sabemos que este es su significado por que el verbo que "Bará" está conjugado en singular.

Cordial saludo mi querida Norah.

Estimado DKT,

te pregunto, si el Gen 1,1 el verbo Bara esta conjugado en singular, por que razon cuando Dios (Elohim) crea al hombre dice "hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza" y cambia la conjugacion a la primrea persona del plural?

saludos cordiales
norah
 
Estimado DKT,

te pregunto, si el Gen 1,1 el verbo Bara esta conjugado en singular, por que razon cuando Dios (Elohim) crea al hombre dice "hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza" y cambia la conjugacion a la primrea persona del plural?

saludos cordiales
norah

Mi querida Norah, siempre me alegra ver un mensaje tuyo.

Respecto a tu pregunta, la respuesta es exactamente la misma: se está usando un plural mayestático en la cual la canción quiere hacer énfasis en la soberanía y poder de Dios (Elohim). De hecho si uno recuerda el Proverbio 8:31 puede inferir que Dios habla con Su sabiduría/Consigo mismo (aclarando que esto es una alegoría en la que la Torá intenta hablar en el lenguaje de los hombres).
 
obvio que si !!!
esta noche no duermo leyendo y releyendo :rolleyes::)

Mi querida Norah, lo prometido es para cumplirlo:

La conquista de Canaán


Por I. Gatell


Enlace Judío México | No existe evidencia arqueológica alguna de que un grupo identificado como “israelitas” haya conquistado militarmente Canaán.

Existe evidencia de cierto nivel de violencia en algunos casos puntuales, pero ésta se reduce más a los ataques de los antiguos Aviru, que a un proyecto de conquista del territorio por parte de una nación claramente dedicada a ello.

En realidad, la evidencia sostiene que la presencia de los grupos semitas que pueden considerarse ancestros de los posteriores israelitas se dio más por una migración paulatina, que por una irrupción militar repentina.

¿Desmantela esto la “historicidad” en la narrativa del Éxodo?

No, si entendemos cómo se aborda la historicidad de este tema. Como ya hemos visto en notas anteriores, el relato que tenemos en la Biblia es una magnífica construcción narrativa en donde se fusionan episodios que, históricamente, se dieron en diferentes momentos, pero que fueron determinantes para la paulatina evolución y redefinición de la identidad de los grupos semita-cananeos que a veces fueron llamados Aviru (Hebreos), o en otras circunstancias fueron conocidos como Hiksos.

Como ya hemos visto, la idea fundamental para entender lo complejo que fue ese proceso es entender que a partir de las conquistas de Tutmosis I (a finales del siglo XVI AEC), los grupos de semitas y cananeos establecidos en Canaán pasaron a ser parte integral del reino Egipcio, al punto que dejaron de ser considerados extranjeros.

Por ello, un milenio después, cuando todos estos eventos ya estaban muy lejos -cronológicamente hablando- y además había necesidades más relevantes para el antiguo Israel, que estaba regresando del exilio en Babilonia, las crónicas de la conquista de Canaán se integraron al relato del Éxodo.

¿Cuál conquista de Canaán?

La egipcia, naturalmente. En esos momentos históricos, no hubo otra más que la de los faraones, que se dividió en dos etapas: en la primera, bajo la autoridad de Tutmosis I, se conquistó el territorio, situación que se extendió durante un poco más de siglo y medio, hasta el reinado de Akhenatón. Dadas sus deficientes cualidades como administrador, fue hacia mediados del siglo XIV AEC que el control egipcio sobre Canaán se vino abajo, y hubo que esperar unos ochenta años para que se diera la segunda etapa de dominio sobre este territorio vecino, esta vez bajo el liderazgo de Ramsés II. Dicho dominio se extendió todavía durante el reinado de su hijo Meremptah, después de lo cual empezó el paulatino pero también definitivo colapso del poderío egipcio, y finalmente Canaán volvió a ser una zona independiente durante cerca de cinco siglos, hasta la invasión de los asirios.

Aquí el dato relevante es que Ramsés II -lo mismo que los demás faraones de las dinastías XIX y XX) eran de origen semita, lo que corrobora que para ese momento tanto semitas como cananeos habían dejado de ser vistos como “extranjeros”. Tres siglos atrás, cuando faraones del mismo origen que Ramsés gobernaron Egipto, fueron llamados Hiksos -reyes extranjeros-. Pero después de que Tutmosis I había integrado Canaán a la esfera de dominio egipcio, la situación evolucionó.

¿De qué se trata el Éxodo? No sólo de la “huida” de Egipto de un grupo semita, sino también de la conquista de Canaán por parte de este mismo grupo semita, cuyo líder fue un príncipe egipcio pero de origen semita.

Y lo cierto es que la conquista de Canaán en el siglo XIV AEC fue obra de las tropas al servicio de un faraón egipcio de origen semita.

Lo importante para entender el vínculo entre esta conquista egipcia y el posterior relato bíblico, es tener bien en claro un punto que la posterior construcción narrativa de la memoria histórica israelita no tuvo necesidad de tomar en cuenta, debido a los cambios radicales de contexto: para estos momentos -siglos XV al XII AEC-, la inserción de los grupos semitas en la sociedad egipcio era profunda, casi total. Canaán se había convertido en una extensión de Egipto, aunque todo parece indicar que los cananeos habían sido reducidos a pueblos vasallos, mientras que los semitas se habían logrado integrar como “egipcios” en un nivel de mayor y mejor asimilación.

Por hacer una comparación con situaciones modernas que tenemos más a la mano, sería como hablar de una saga de aventuras protagonizadas por hispanos nacidos, crecidos y educados en los Estados Unidos, pero luego reubicados en algún país latinoamericano con el que tuvieran parentescos directos. Un milenio después, se podría escribir una recopilación de esta saga en donde estos personajes todo el tiempo conservaran una plena identidad hispana -lo cual sería perfectamente correcto desde cierto punto de vista-, y se olvidara que sus aventuras fueron, en realidad, hechas por estadounidenses, porque ellos mismos eran estadounidenses -algo también perfectamente correcto desde otro punto de vista-.

Entendiendo esto, es fácil admitir la posibilidad de que la conquista de Canaán por parte de las tropas de Ramsés II haya resultado benéfica para muchos grupos semitas previamente establecidos allí -y que preservaban la memoria histórica de la etapa de los Hiksos-, en detrimento de las tribus cananeas que fueron reducidas a servidumbre.

Dicho dominio sobre Canaán no fue muy extenso: entre Ramsés II y su hijo Meremptah estamos hablando de casi ochenta años de gobierno egipcio, y fue justo hacia el final de este último que empezó el fin del poderío de la que había sido la más grande civilización después de los Sumerios.

Durante los últimos años del reinado de Meremptah, empezaron las invasiones de los llamados Pueblos del Mar. Egipto los logró contener para que no entraran a su territorio principal, pero no lograron evitar el establecimiento de los Filisteos en la actual costa de Gaza, al occidente de Canaán.

Digamos que, en ese sentido, los egipcios corrieron con suerte, y la invasión de los Pueblos del Mar sólo representó la pérdida de su poder en Canaán. Sus aliados y socios del norte -los poderosos Hititas- sucumbieron totalmente y se desmoronaron por completo, quedando enterrados y olvidados por la Historia hasta apenas hace un poco más de un siglo.

¿Qué sucedió en Canaán después del colapso del poder egipcio? Nada nuevo: cananeos y semitas regresaron al modo de organización política que durante más de un milenio le había sentado cómodo a los antiguos Hebreos o Aviru, basado en Ciudades-Estado autónomas que lo mismo integraban alianzas que se enfrascaban en pleitos unas con otras.

Todo ello está, a su modo, perfectamente registrado en el texto bíblico: la conquista de Canaán nunca es un proceso acabado, sino que las naciones cananeas sobreviven durante varios siglos más, y no se llega a establecer una unificación política del territorio. Durante varios siglos, el liderazgo es meramente regional y a cargo de caudillos identificados como “jueces”, con períodos de auge o debilidad para los semitas identificados como “israelitas”.

Con una precisión notable, es en este contexto que los Filisteos aparecen por primera vez como grandes enemigos de Israel en la Biblia (especialmente en la saga de Sansón).

La pregunta obligada: ¿por qué la memoria histórica de las hazañas egipcias -la conquista de Canaán en tiempos de Ramsés II- fue preservada por los posteriores israelitas?

La única explicación razonable es que muchos descendientes de los “egipcios” que debieron establecerse en Canaán después de la conquista, siendo semitas debieron permanecer allí aún después del colapso del dominio egipcio, preservando sus propias memorias como “descendientes de los que conquistaron Canaán”. Durante todo el período que la Biblia identifica como el de los Jueces, sus afinidades étnicas, lingüísticas y tal vez hasta religiosas, debieron llevarles a identificarse con los otros grupos semitas ya establecidos allí y que luego se integraron en lo que vino a llamarse Israel. De ese modo, sus propios recuerdos colectivos pasaron a ser parte integral de la memoria histórica de los últimos Hebreos.

Dichas integraciones no debieron ser accidentales o fortuitas. Lo más seguro es que hubiera un contacto constante -sobre todo de tipo comercial- entre los diferentes grupos semitas de la zona (recuérdese que estamos hablando de una cantidad sorprendentemente reducida de terreno físico; apenas si se puede creer que tanta Historia aconteciera tan sólo allí). Por ello, debió existir una idea de parentesco bastante extendida en la zona.


Es muy probable que esta sea la base histórica para la idea de las “doce tribus” de Israel.

Aunque el relato bíblico es -por decirlo de un modo- “simplista” en el sentido de presentar el origen de estas tribus de un modo muy sencillo (doce hijos de Yaacov, y cada uno engendra una tribu), hay ciertos datos a lo largo del texto bíblico que nos muestran que el panorama fue más complejo que eso.

Lo curioso es esto: aún en la Biblia las doce tribus están divididas perfectamente en cuatro, tomando en cuenta quiénes fueron las madres de cada patriarca. Así, tenemos que las tribus de Reuven, Simeón, Levi, Yehudá, Isajar y Zebulún descienden de Leah, la primera esposa de Yaacov. Luego, Yosef y Biniamín descienden de Rajel. Dan y Neftalí vienen de Bilha, sierva de Rajel, y Gad y Asher vienen de Zilpa, sierva de Leah. Entonces, nótese cómo existe una conciencia clara de un grupo mayoritario -el de Leah- en contraste con uno minoritario -el de Rajel-, y por el otro lado la conciencia de dos grupos descendientes de mujeres “libres” -Rajel y Leah-, mientras que por el otro lado están los que descienden de “siervas” -Bilha y Zilpa-.

Hay más: en la narrativa bíblica se preserva la memoria de una lucha por el poder, siempre relacionada con los hijos de Leah. Si nos atenemos a la tradición, a Reuven le correspondía la primacía por ser el primogénito, pero la Torá explica que por haber deshonrado “el lecho de su padre” al acostarse con una de sus concubinas, perdió este privilegio, cuyos derechos no recayeron en Simeón y Levi por su conducta violenta en el caso de los pobladores de Shejem, a quienes masacraron después de deshonrar a su hermana Dina. Por ello, para la lógica bíblica la primogenitura y sus derechos finalmente recaen en Yehudá.

Sin embargo, Levi preservó la herencia del liderazgo espiritual según el texto bíblico, y por ello fue la tribu de la cual D-os levantó el linaje sacerdotal.

Entonces, está claro que el bloque de hijos -y tribus- de Leah es el bloque de poder según la memoria histórica del antiguo Israel. Es el bloque de Moisés, por cierto, Levita según la Torá, y que por orden de D-os designa a Aarón como primer Sumo Sacerdote de Israel. Es el bloque que siglos más tarde, hacia el año 1000 AEC, va a imponer el dominio político por medio del Linaje de David, de la tribu de Yehudá.

Dicho poder siempre tuvo una oposición, a veces sutil, a veces abierta: el de las tribus de Yosef. En el relato bíblico, es un príncipe de Efraim quien está al frente de la rebelión que, tras la muerte de Salomón, dividió al Reino en dos.

Tiene lógica: Yosef es un personaje de poder en el Génesis, y aquí hay que recordar que si entendemos su historia en su contexto original, se trata de un Avir (Hebreo) que se convirtió en Hikso (“gobernante extranjero”, un siglo antes de que Egipto conquistar a los semitas de Canaán y, por lo tanto, todavía visto como alguien ajeno a la cultura egipcia).

¿Podría sugerirnos este detalle que los hijos de Rajel -Yosef y Biniamín, y por extensión del primero las tribus de Efraim y Menashé- son la forma en la que la Biblia preservó la identidad de los descendientes de los Hiksos?

Estaríamos hablando de poderosos señores Hebreos venidos a menos, y al respecto hay una coincidencia notable: históricamente hablando, los Hebreos más poderosos en el período previo a la asimilación a Egipto fueron los Hiksos. Y en el relato bíblico, el Hebreo más poderoso fue -precisamente- el que se nos presenta como Hikso: Yosef, superado en poder sólo por el faraón.

Después de la conquista de Canaán y tras el período de reinado de Saúl, David y Salomón, Israel se dividió en dos reinos, y -como ya se mencionó- fueron las tribus vinculadas con Yosef las que pusieron bajo cuestionamiento la legitimidad del Linaje de David para gobernar.

Incluso, lo que sabemos históricamente es que entre los siglos IX y VIII AEC, el Reino de Samaria fue notablemente más poderoso y rico que el de Judá. No sería de extrañar: podría tratarse de la descendencia de los antiguos Hiksos, gente de poder y altos vuelos políticos, que siempre habrían representado una poderosa oposición al grupo egipcio de Moisés (es decir, los llegados después de la muerte de Akhenatón, un siglo después de la derrota de los Hiksos).

Hebreos nacidos para gobernar pero derrotados y expulsados por los egipcios, contra Hebreos nacidos para gobernar pero asimilados y educados por los mismos egipcios, aunque siglo y medio después.

Ese podría ser el origen de las tensiones políticas que llevaron al antiguo Israel a dividirse en dos reinos.

Finalmente, y casi como un apéndice, las cuatro tribus descendientes de las mujeres esclavas, que no son otra cosa que los Hebreos que no tuvieron parte directa en estas luchas de poder entre los dos grupos que en Egipto sí saborearon las mieles de la alta política.

Tiene una similitud interesante con los procesos históricos que hemos detectado: el Israel que se estableció como monarquía a partir del siglo X AEC fue la fusión de cuatro diferentes grupos de Hebreos: por una parte, los que siempre estuvieron en Canaán, de origen semita-cananeo; luego, los descendientes de los Hiksos derrotados, gente que durante un siglo fue la aristocracia en Egipto, pero que tuvo que huir exiliada tras ser vencidos por Ahmosis I; después, los que llegaron con Moisés durante la época de crisis tras la muerte de Akhenatón, y que seguramente fue el grupo más grande y mejor organizado; finalmente, los descendientes de aquellos que regresaron a establecerse en Canaán después de la reconquista de Ramsés II.

Paulatinamente, los grupos fueron tomando su posición natural: los que venían con el antecedente de haber ejercido el poder -o cierto tipo de poder- en Egipto, pronto entraron en confrontación (a veces amable, a veces violenta). Los que simplemente acompañaban a los demás, sin ninguna pretensión aristocrática o política, simplemente haciendo lo suyo.

Eso también nos puede explicar por qué en el texto bíblico se trata de un modo tan diferente a los hijos de Yaacov. Por ejemplo, cuando el último gran patriarca está muriendo y hace sus profecías finales sobre el destino de sus hijos, a Yehudá -del grupo egipcio de Moisés- le dice todo esto:

“Yehudá, te alabarán tus hermanos; tu mano en el cuello de tus enemigos. Los hijos de tu padre se inclinarán ante ti. Cachorro de león, Yehudá. De la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como león. Así como león viejo. ¿Quién lo despertará? No será quitado el cetro de Yehudá, hasta que venga Shiló. Y a él se congregarán los pueblos. Atando a la vid su asno, y a la cepa el hijo de su asna, lavó en el vino su vestido y en la sangre de uvas su manto. Sus ojos, rojos del vino, y sus dientes blancos como la leche” (Génesis 49:8-12).

En cambio, a Asher -del grupo de descendientes de las “esclavas”- apenas le dice “el pan de Asher será substancioso, y él dará deleite al rey” (Génesis 49:20), dejando más que clara su condición de “pueblo” e incluso de “siervo”.

A Yosef le dedica palabras interesantes, que vistas en perspectiva sugieren el vínculo con el pasado Hikso:

“Rama fructífera es Yosef. Rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro. Le causaron amargura, le asaetearon, y le aborrecieron los arqueros. Mas su arco se mantuvo poderoso, y los brazos de sus manos se fortalecieron. Por las manos del Fuerte de Yaacov (por el Nombre del Pastor, la Roca de Israel), por el D-os de tu padre, el cual te ayudará, por el D-os Omnipotente, el cual te bendecirá con bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo, con bendiciones de los pechos y del vientre. Las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; hasta el término de los collados eternos, serán sobre la cabeza de Yosef, y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos” (Génesis 49:22-26).

Si bien es un tema que merece estudio aparte, lo cierto es que muchos detalles del Tanaj en general son un claro vestigio de lo complejo que fue el origen de Israel. Respecto a su vínculo con Egipto, es evidente que todavía hacia el siglo I EC se conocía más o menos bien esa parte de la Historia -hoy prácticamente olvidada-, al punto que Celso, en uno de sus trabajos, se refiere al Éxodo bíblico como un problema -literalmente- entre egipcios.

Estamos llegando al final de toda esta reflexión sobre la historicidad del Éxodo. En los últimos cinco artículos, hemos hecho una somera reconstrucción de diferentes aspectos, a partir de todo lo analizado en las notas anteriores.
 
Resulta muy interesante la tesis sustentada por el Galiel.. como que el relato o la epopeya del exodo es una reinterpretacion y readaptacion al regreso del exilio en Babilonia , episodio traumatico que marca un quiebre en la historia de Israel pero que a su vez le da los elementos para constituir su identidad.

De acuerdo a Galiel, Esdras habria sido el gran compilador y reinterprete del exodo.. ahora bien.. como se vincula esta tesis con la hipotesis documentaria o de las 4 fuentes(yahvista, elohista, deuteronomica y sacerdotal)?
Me parece que Galiel las omite.. o las descarta?


Tambien los historiadores mas clasicos fijan el inicio del proceso de la formacion del Pentateuco (Tora) en el periodo del rey Josias y sus sucesores.
Todo esto me recuerda me lleva de alguna manera al famoso y para muchos escandaloso libro de Israel Filkenstein, " la Bilia desenterrada" donde niega por completo la historicidad el exodo. Lo leiste?

espero tus comentarios

gracias y un gran saludo

norah

Mi querida Norah, si bien ya te había dado una respuesta breve a tu pregunta no es menos cierto que me gustaría darte una respuesta más amplia (si lo deseas) por ahora te daré la primera parte. Ya me dirás si deseas que te siga compartiendo el resto. Un fuerte abrazo.

LA GUERRA DE LAS BIBLIAS: UN EPISODIO CASI OLVIDADO DE NUESTRA HISTORIA (PARTE I)
Por I. Gatell

Hace unos 2600 años comenzó una discreta contienda al interior del Judaísmo. Poco a poco, fue incrementando y llegó a su primer gran clímax en el siglo previo a la Guerra Macabea. Ya durante la época de esplendor del Reino Hasmoneo, logó su mejor y mayor intensidad.

Fue, literalmente, la Guerra de las Biblias.

Tenemos evidencia consistente para saber que el concepto básico para la organización de los Escritos Sagrados del pueblo de Israel data de antes de la invasión babilónica. Con ello me refiero a la estructura bien conocida basada en tres secciones: Torá o Ley, Neviim o Profetas, Ketuvim o Escritos.

En el Tanaj (Biblia Hebrea o Antiguo Testamento) se mencionan varios libros que hoy se encuentran completamente perdidos, pero que dan fe de que entre los siglos X y VI AEC ya se tuvo bien clara esta noción. Por ejemplo, se mencionan varios libros que evidentemente componían una sección muy similar a nuestros actuales Neviim (profetas). Son los siguientes:

1. El libro de los Hechos de Salomón, mencionado en I Reyes 11:41
2. El libro de las Crónicas del Profeta Natán, mencionado en I Crónicas 28:29
3. El libro de las Crónicas del Vidente Gad, mencionado en el mismo pasaje
4. Los libros del Profeta Natán (que seguramente incluían los Hechos de Salomón), mencionados en II Crónicas 9:29
5. El libro de Profecías de Ahías Silonita, mencionado en el mismo pasaje
6. El libro de Profecías del Vidente Iddo, mencionado en el mismo pasaje
7. Los libros del Profeta Semaías, mencionados en II Crónicas 12:15
8. El libro de las Palabras de Jehú, mencionado en II Crónicas 20:34
9. Los Hechos de Uzías, escritos por el profeta Isaías, mencionados en II Crónicas 26:22
10. Las Palabras de los Videntes, mencionado en II Cónicas 33:19 (aunque podría tratarse de una mención generalizada a toda la sección).

Además, en los libros de Crónicas siempre se mencionan “las crónicas de los reyes de Judá” como un libro distinto y más extenso, dando a entender claramente que los que actualmente tenemos (tanto I y II Reyes como I y II Crónicas) serían versiones condensadas de las crónicas oficiales, evidentemente perdidas.

Aparte, se mencionan otros que podrían haber sido parte de una sección como la de los Ketuvim:

1. Los tres mil Proverbios de Salomón, mencionado en I Reyes 4:32
2. Los mil cinco Cantares de Salomón, mencionado en el mismo pasaje

Hay, además, otros que resulta imposible decidir cómo clasificarlos:

1. El libro de las Batallas de D-os, mencionado en Números 21:14
2. El libro de Yasher, mencionado en Josué 10:13 y II Samuel 1:18 (circula un Libro de Yasher en la actualidad, pero es un hecho que no es el original, sino una obra medieval)

¿Por qué estos libros no llegaron a nuestras manos? Porque, casi con toda seguridad, fueron destruidos durante la invasión babilónica. Por supuesto, no todo se perdió. Hasta el momento de la invasión babilónica ya se habían escrito también los siguientes libros:

1. Amós, en el Reino de Samaria
2. Oseas, en el Reino de Samaria
3. Isaías, en el Reino de Judá
4. Miqueas, idem
5. Sofonías, idem
6. Jeremías, idem
7. Najum, idem
8. Habakuk, idem

Se podría deducir que, por lógica, también existían ya los libros de Josué, Jueces, I y II Samuel, I y II Reyes, I y II Crónicas, Salmos, Proverbios, Cantares, Eclesiastés y Rut, pero también cabe la posibilidad de que estos, en realidad, sean reconstrucciones. Me refiero a esto: cuando los escribas judíos regresaron del exilio en Babilonia, bien pudieron encontrar restos y fragmentos de los libros que ya mencionamos como “perdidos” (y tal vez hasta de otros más), y todo ese material lo rescataron, reconstruyeon y editaron, logrando con ello los libros que ahora tenemos en la Biblia.

Por lo menos, sabemos que eso sucedió en el caso de la Torá. Los códigos legales de la época (nos referimos a la etapa israelita previa a la invasión babilónica) se elaboraban en piedra (como el Código de Hamurabi, en Babilonia). Por lo tanto, sus estructuras literarias no eran demasiado complejas. En su versión original, el contenido de la Torá debió estar claramente organizado en lo que es estrictamente legal (actualmente repartido en Éxodo y Deuteronomio, básicamente), lo que es estrictamente litúrgico (actualmente condensado casi por completo en Levítico), lo que es estrictamente narrativo (actualmente disperso en Éxodo, Números y Deuteronomio), y es muy probable que lo que podríamos llamar “historia antigua” (actualmente contenida en el libro del Génesis) estuviese por separado.

Los escribas de la época del regreso de Babilonia, bajo el liderazgo de Ezra, recuperaron todo el material y lo organizaron en la forma que conocemos hasta la actualidad (cinco libros divididos en 52 secciones). Por eso, la propia tradición judía recuerda a Ezra como “aquel que nos devolvió la Torá”.

Para atar cabos y darle coherencia a todo esto, vamos imaginando cómo pudo ser el proceso: desde que David consolidó el Reino de Israel hacia el siglo X AEC, las Escrituras consideradas “sagradas” debieron recibir su primer modo de organización. Podemos decir que fue la primera versión de la Biblia: los códigos legales de la Torá, las instrucciones de cómo llevar a cabo los sacrificios en el Tabernáculo, las indicaciones para la celebación de las festividades, y los relatos sobre los orígenes de la humanidad y del pueblo israelita, fueron complementados con los libros de Samuel, y durante los siguientes cuatro siglos, con los de otros videntes y profetas. Conforme a la usanza de la época, estos autores no sólo escribieron sus profecías y visiones, sino también llevaron la crónica de los hechos de cada rey.

Esa era la situación cuando vino la invasión babilónica. Como solía suceder, la invasión no sólo implicaba tomar prisioneros y deponer gobernantes, sino destruir desde su estructura interna al reino que se había conquistado. Una estrategia clásica está muy bien descrita en el libro de Daniel, y era bastante antigua para entonces (el primero en usarla fue Tutmosis III de Egipto, mil años antes que Nabucodonosor): tomar a los jóvenes aristócratas del reino conquistado y llevarlos a la capital del Imperio para re-educarlos en la cultura e ideología imperial, de tal modo que cuando regresasen a ocupar sus cargos relevantes, la provincia fuera dirigida en un modo perfectamente acoplado a la política de los emperadores.

Por ello, los babilonios debieron destruir la mayor cantidad de documentos (ya fuesen en piedra o en pergamino) que encontraron.

Jerusalén se mantuvo destuida durante medio siglo, aproximadamente, hasta que la situación política vino a cambiar: Ciro el Persa conquistó Babilonia y permitió que los judíos regresáramos a nuestra tierra ancestral.

Allí fue donde Ezra se levantó como el gran líder espiritual de esa generación. Al frente de un grupo de escribas y de sacerdotes y levitas, dirigió el proceso de restauración del Judaísmo como práctica religiosa. Y eso, obviamente, incluyó la restauración de las Escrituras Sagradas. Lo podemos ver claramente en Nehemías 8:1-10, donde se nos narra el momento en que Ezra hizo la primera lectura pública del Rollo de la Torá.

Su labor de restauración está preservada en dos singulares tradiciones judías. Una proviene del Talmud y es muy escueta. Simplemente dice que “la Torá se había olvidado, pero Ezra la restauró” (Sukka 20a). Y en la literatura apocalíptica, en el libro conocido como IV Esdras, se cuenta que al regresar de Babilonia, Ezra descubrió con horror que todos los libros sagrados habían sido destuidos. Esa misma noche, D-os le reveló por medio de un ángel que él sería el medio para la restauración de las Escrituras, y que al día siguiente debería preparar a su equipo de escribas. Se trasladaron a las afueras de Jerusalén, y cuando llegaron al lugar de trabajo había un cáliz con un líquido “color de fuego”. Ezra bebió el contenido, entró en trance, y comenzó a dictar. Sus escribas transcribieron todo lo que dijo, y de ese modo se recuperaron las escrituras.

Más allá del tono evidentemente legendario de esta última anécdota, lo que vale la pena señalar es que se preservó la memoria de que, en un momento crucial, Ezra estuvo al frente del trabajo de recuperación de las Escrituras de Israel.

Junto con su equipo de escribas, muy seguramente se dedicaron a recuperar todo aquello que resultara útil, y poco a poco le fueron dando una nueva forma. De ese modo surgió la versión definitiva de la Torá, los libros de Josué, Jueces, I y II Samuel, I y II Reyes, I y II Crónicas, nuevas versiones de los Salmos y los Proverbios, y las versiones casi definitivas de Isaías, Miqueas y Habakuk.

Podría decirse que, con ello, se regresó a la normalidad: un pueblo practicando su propia religión en su propio país, y disponiendo de un sistema cultual celebrado en el santuario de Jerusalén, una casta sacerdotal a cargo de ese sistema, y un texto sagrado como norma básica para todo y todos.

Aunque en esta ocasión hubo una situación nueva: muchos judíos se quedaron en Babilonia, y terminaron con consolidar una comunidad que, durante los siguientes mil años, sería la capital económica y cultural del Judaísmo tradicionalista. Por razones tan varias como complejas, la comunidad judía de Jerusalén nunca pudo alcanzar el nivel de estabilidad económica que tuvo la de Babilonia. Por lo tanto, aunque Jerusalén siempre fue la capital espiritual del Judaísmo, hubo épocas en las que las mayores academias y los mejores sabios estuvieron instalados en Babilonia.

Si nos atenemos a la versión tradicional de los hechos, así fue como empezó a gestarse la Biblia.

Pero no. No es tan sencillo. En realidad, hay evidencias dispersas pero significativas de que no todo mundo estuvo de acuerdo con la reconstrucción “oficial” de las Escrituras Sagradas, y que desde el siglo V AEC bien pudo desarrollarse una tendencia disidente que, en resumidas cuentas, generó otra reconstrucción. Es decir, otra Biblia.

De las épocas inmediatas al regreso de Babilonia y lo que podríamos llamar el “período persa” (539 a 332 AEC), no tenemos demasiada información directa. Sólo podemos especular. Pero a partir de la conquista de Alejandro Magno de la zona y del inicio del período helénico (332 AEC), cada vez vamos teniendo más información, misma que nos permite reconstruir cómo pudo ser el desarrollo de eso que, después de la Guerra Macabea (años 167-158 AEC) se convitió en una literal guerra de Biblias.

En las siguientes notas vamos a explicar cómo pudo ser este proceso, mismo que ahora conocemos gracias a los avances en la investigación arqueológica y a las aportaciones de la Crítica Textual.
 
Resulta muy interesante la tesis sustentada por el Galiel.. como que el relato o la epopeya del exodo es una reinterpretacion y readaptacion al regreso del exilio en Babilonia , episodio traumatico que marca un quiebre en la historia de Israel pero que a su vez le da los elementos para constituir su identidad.

De acuerdo a Galiel, Esdras habria sido el gran compilador y reinterprete del exodo.. ahora bien.. como se vincula esta tesis con la hipotesis documentaria o de las 4 fuentes(yahvista, elohista, deuteronomica y sacerdotal)?
Me parece que Galiel las omite.. o las descarta?


Tambien los historiadores mas clasicos fijan el inicio del proceso de la formacion del Pentateuco (Tora) en el periodo del rey Josias y sus sucesores.
Todo esto me recuerda me lleva de alguna manera al famoso y para muchos escandaloso libro de Israel Filkenstein, " la Bilia desenterrada" donde niega por completo la historicidad el exodo. Lo leiste?

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gracias y un gran saludo

norah

LA GUERRA DE LAS BIBLIAS: UN EPISODIO CASI OLVIDADO DE NUESTRA HISTORIA (PARTE II)
Por I Gatell

En la nota anterior explicamos cómo las escrituras sagradas del pueblo de Israel requirieron de un amplio trabajo de restauración, debido a los estragos causados por los babilonios. Este trabajo se dio hacia finales del siglo VI AEC e inicios del siglo V AEC, bajo la dirección espiritual del escriba Ezra (Esdras).

El resultado fue la forma definitiva en la que se organizó la Torá (cinco libros y 52 secciones o parashot), la forma casi definitiva en la que se organizó la sección de los profetas o Neviim (porque todavía se agregaron algunos libros y pasajes extras en los siguientes siglos), y la base de lo que luego vino a ser la sección de escritos o Ketuvim (muchos de los cuales también se escribieron después de Ezra).

Hasta la fecha, la mayoría de las personas entiende que ese es el origen de la Biblia Hebrea, o Antiguo Testamento, como es llamado en el contexto cristiano.

Pero la realidad es que no todo fue tan simple como dejar listo y preparado cada libro y luego, como por arte de magia, elevarlo a la categoría de “texto sagrado”. Hubo un proceso bastante largo, y a menudo complicado porque existió un sector disidente que mantuvo opiniones y criterios sensiblemente diferentes a los que podríamos llamar “oficiales”, que son los heredados de Ezra.

¿Por qué la disidencia? Eso es lo que, probablemente, sea más fácil de comprender: porque Judea siguió siendo un estado vasallo sometido al Imperio Aqueménida (conocido también como Medo-Persa).

Pese a que las escrituras se habían restaurado, a que el Templo se había reconstruido y a que la casta sacerdotal había regresado sus funciones, Judea no adquirió la independencia y el trono de David no fue restablecido en Jerusalén. En consecuencia, un sector de la población (muy probablemente aristocrático) sentó las bases para que, a lo largo de los siguientes siglos, se desarrollara una tendencia antagónica a la oficial, y cuya oposición llegó a tal extremo que, literalmente, produjeron otra Biblia. Su motivación principal debió ser eminentemente nacionalista, basada en la premisa de que la restauración del pueblo judío no era completa si no se lograba la liberación política total.

Su etapa más oscura para nosotros –surgimiento y consolidación– es la de los siglos V y IV AEC. Lo más seguro es que haya sido un grupo muy reducido, casi irrelevante a nivel de impacto popular. A eso hay que agregar que esos dos siglos fueron, seguramente, los más estables y tranquilos en la agitada historia del Israel antiguo. En consecuencia, aunque mucha gente no debió sentirse cómoda con el dominio Medo-Persa, seguramente sobrellevaron el asunto sin conflictuarse la vida porque, a fin de cuentas, los Medo-Persas fueron, en general, bastante razonables.

Si sabemos que debió existir esa disidencia, aún en condiciones marginales, es porque en el siglo III AEC se elaboraron textos formidables pero ajenos a la ideología oficial, que reflejan una ideología que no pudo surgir de la nada.

Antes de hablar de estos textos, ¿qué fue lo que sucedió en el siglo III AEC que generó esta situación?

En realidad, los cambios empezaron un poco antes: en el año 332 AEC, Alejandro Magno derrotó a las tropas de Darío III y con ello se convirtió en el amo y señor de lo que entonces eran Fenicia y Judea (hoy, Líbano e Israel). Con ello terminó la llamada “etapa persa” y comenzó la llamada “etapa helénica” en la Historia del pueblo judío.

La relación con Alejandro Magno fue muy cordial. Todos los relatos judíos que se conservan se expresan de él en términos muy positivos. Es muy probable que durante los primeros años de dominación griega la situación no cambiara demasiado. Pero eso prontó acabó: las modas culturales llegadas desde Grecia eran muy distintas a las que llegaban de Susa o Persépolis. A fin de cuentas, persas y judíos no eran demasiado distintos, así que la mayoría de la población nunca resintió un choque de idiosincracias mientras el dominio fue de los Medo-Persas. Pero cuando el dominio pasó a ser griego, el choque comenzó a ser más intenso cada vez.

Todo el siglo III AEC fue una constante polarización entre los sectores judíos que se alinearon con las modas griegas, en contra de los sectores tradicionalistas.

Por lo tanto, resulta lógico que fuera esta etapa en la que esa disidencia que hasta entonces había mantenido un rol muy discreto, se dejara sentir cada vez con mayor peso en la sociedad judía.

Por razones eminentemente prácticas, a esta disidencia la llamamos Judaísmo Apocalíptico. Durante el siglo III AEC y acaso en las primeras décadas del siglo II AEC produjeron sus primeros grandes textos. Estos han llegado hasta nuestras manos organizados en lo que se conoce como el Libro de Enok (o Primer Libro de Enok).

El texto completo es, en realidad, la integración de siete libros diferentes, y consta de 107 capítulos organizados de este modo:

1. Libro del Juicio (capítulos 1-5)
2. Libro de los Vigilantes (capítulos 6-36)
3. Libro de las Parábolas (capítulos 37-71)
4. Libro de las Luminarias (capítulos 72-82)
5. Libro de los Sueños (capítulos 83-90)
6. Apocalipsis de las Semanas (capítulos 91-105)
7. Fragmento final (capítulos 106-107)

El texto, tal y como lo conocemos hoy en día, es obra de autores del siglo I EC que, evidentemente, fueron los últimos editores. Pero los especialistas han señalado que hay secciones donde se encuentran fragmentos muy antiguos.

Por ejemplo, se asume que algunas partes del Libro de los Vigilantes fueron escritas tal vez desde el siglo IV AEC, y se asume que el Libro de las Luminarias data del siglo III AEC. De cualquier modo, la evidencia señala que hacia el año 167 AEC el resto de los libros ya estaban completos. Entonces, el Libro de Enok viene a ser el mejor ejemplo que tenemos de la producción literaria de este Judaísmo disidente.

De esa misma etapa data la otra obra cumbre de la apocalíptica judía: el Libro de los Jubileos. Muy vinculado ideológicamente al Libro de las Luminarias, su versión original bien pudo elaborarse en el siglo III AEC, si bien la versión definitiva (la que conocemos) apenas quedó completa hacia el año 130 AEC.

¿De qué tratan estos libros? En esencia, de plantear un nuevo modo de comprender el texto bíblico. En el Libro de Enok el asunto es claro: se trata de la transcripción de una fantasiosa serie de visiones tenidas por Enok, uno de los más célebres patriarcas del Génesis. Jubileos va más lejos: se trata de una reelaboración completa del Génesis y de los primeros capítulos del Éxodo.

Ambos libros expresan de un modo muy nítido el meollo de la ideología apocalíptica: catastrofista por definición. Herederos de esa postura disidente que nunca se contentó con el vasallaje al Imperio Medo-Persa, y que se radicalizó todavía más durante la etapa helénica, la noción central en Enok y Jubileos es que el mundo está al borde del colapso porque la maldad humana ha colmado la paciencia de D-os.

Las acusaciones no sólo fueron de índole moral. Llegaron más lejos: en el caso concreto del Libro de los Jubileos y el Libro de las Luminarias, de manera explícita se acusa a los líderes religiosos del pueblo judío de alterar las Escrituras para promover un calendario incorrecto y diabólico.

Se trata de una de las controversias internas del Judaísmo más interesantes de las que se tenga noticia, porque dadas las diferencias que hay entre ambas posturas, no puede tratarse sólo de un “problema de interpretación”, sino que tiene que existir como trasfondo obligado una confrontación entre dos versiones muy distintas del texto de la Torá.


La idea tradicional del Calendario Hebreo es sencilla. Se basa en que la Torá establece que “las luminarias” serán el parámetro para la medición del tiempo, y nos menciona “la luminaria mayor” (es decir, el Sol), la “luminaria menor” (es decir, la Luna) y las estrellas. El uso conjunto del Sol y la Luna para marcar el inicio de cada año se determinó con la costumbre mesopotámica antigua de ubicar los inicios de mes con la Luna Nueva, y la prescripción de la Torá de celebrar la Pascua en el mes de Aviv o Primavera. De ello se dedujo un sistema –primero basado en la observación, luego en el cálculo astronómico– en el que el año se compone de 12 meses lunares, pero al que ocasionalmente se le agrega un mes extra para que la celebración de la Pascua no se recorra hacia el invierno.

Los libros de Jubileos y Luminarias rechazan esta práctica, y dicen que la luna no tenía por qué ser considerada como referente astronómico. Por ello, proponen un calendario completamente solar, aunque de 364 días (es seguro que debieron tener un sistema de ajuste, porque un calendario semejante sería terriblemente inexacto), basado en cuatro trimestres de 91 días de duración, organizados en una secuencia de meses de 30-30-31 días.

Semejante organización del ciclo anual es, simplemente, incompatible con lo que dice la Biblia Hebrea respecto al calendario, al uso de ambas luminarias como referente obligado, o a los inicios de mes marcados con la Luna Nueva.

Por ello es que se deduce que no se trataba de un problema de interpretación, sino que la acusación por parte de los apocalípticos iba más allá. Era, más bien, algo como “ustedes tienen una Biblia equivocada; nosotros tenemos la correcta”.

¿De dónde obtuvieron los apocalípticos una Biblia diferente que justificara ese calendario exclusivamente solar y de 364 días?

No lo sabemos. Por supuesto, ellos apelaron en estos escritos y varios otros posteriores que ese era el calendario sacerdotal original, y que después del exilio en Babilonia había sido corrompido por los líderes judíos sometidos al Imperio Medo-Persa.

La realidad es que no hay evidencia alguna de que semejante tipo de Calendario haya sido utilizado alguna vez por el pueblo de Israel, y tampoco existe evidencia documental alguna que nos dé una somera pista de dónde pudo originarse este peculiar modo de contar el tiempo.

Sin embargo, podemos reconstruir gran parte de la lógica característica de este sector disidente, y con ello darnos una idea bastante adecuada de la situación. Claro, para ello tenemos que analizar la información que proviene de la siguiente etapa histórica, que comienza después de la Guerra Macabea (años 167-158 AEC).

Esta es, por definición, la etapa crucial para la guerra de las Biblias.

Las tensiones entre los judíos tradicionalistas y los judíos fascinados por el Helenismo llegaron a su clímax en el año 175 AEC, cuando Antíoco IV Epífanes usurpó el trono del Imperio Seléucida y se propuso completar la helenización absoluta de sus dominios (que incluían el Reino de Judea). En el año 171 AEC depuso al Sumo Sacerdote Onías III, y comenzó a aplicar una serie de restricciones contra la religión judía –además de saqueos a los tesoros religiosos del Templo– que provocaron que en el año 167 AEC explotara un levantamiento armado.

Las tropas de Antíoco tenían ventaja numérica, logística y económica, pero no pudieron aprovecharla contra las guerrillas irregulares de Yehuda Hamakabi (Judas Macabeo). Al final de cuentas, los sirios seléucidas fueron víctimas del descontrol del propio Antíoco que gastó demasiado dinero en un infructuoso intento por conquistar Babilonia, y que luego estuvo a punto de entrar en guerra abierta con Roma (que se puso del lado de los judíos). Además, repentinamente, en el año 164 AEC Antíoco murió. Sin una cabeza que los dirigiera adecuadamente, los sirios entraron en un caos total y la victoria judía se volvió inevitable.

Los apocalípticos llegaron a su primer gran éxtasis: convencidos de que el resultado de todo sería la independencia de Judea, realmente se ilusionaron creyendo que esta violenta guerra habría sido la última de todas las guerras, la que habría de purificar a la humanidad y preceder a la restuaración definitiva de Israel.

Pero sus cálculos fallaron. Los sirios fueron derrotados, pero Judea no se independizó. Al contrario: tras dos años en relativa calma, los seléucidas volvieron a atacar propinando severas derrotas a Yehudá Hamakabi, y este gran héroe finalmente murió en batalla en el año 160 AEC. Su hermano Jonatán tomó el liderazgo de los judíos, y tras derrotar a las tropas sirias, llegó a un acuerdo de paz con el general Baquides en el año 158 AEC. Las cosas se normalizaron, pero Judea no se independizó.

Para ese momento, los apocalípticos sólo habían hecho un ridículo descomunal con sus profecías fallidas. Confrontados con los líderes políticos y religiosos, hacia el año 130 –justo cuando se elaboró la versión definitiva de Los Jubileos, y es probable que esto no sea coincidencia– el contingente mayor de partidarios de la apocalíptica se refugió en el monasterio de Qumrán, y durante las siguientes décadas vivieron en un ostracismo casi absoluto.

Con la Guerra Macabea sucedió algo muy similar a lo que pasó con la invasión babilónica: al igual que las tropas de Nabucodonosor un poco más de cuatro siglos antes, los ejércitos de Antíoco IV Epífanes destruyeron la mayor cantidad posible del patrimonio cultural y espiritual del pueblo judío, porque el objetivo era erradicar el Judaísmo para imponer el Helenismo. Nuevamente, los judíos reconquistaron Jerusalén y tuvieron que enfrentarse a la pérdida de sus escritos sagrados.

Pero en esta ocasión fue distinto: las comunidades judías de Babilonia y Alejandría no se vieron directamente afectadas por la guerra, y ambas poseían copias de los textos más importantes de su religión. Así que no había parecía haber problema real para proceder a la restauración del patrimonio escritural.

Pero no fue así. En realidad, el problema resultó más complejo en esta ocasión. En la anterior, tras el regreso de Babilonia, Ezra había estado a cargo de restaurar las escrituras sagradas de Israel. Ahora, lo que sucedió fue que repentinamente entraron en conflicto dos versiones diferentes del texto bíblico: los judíos de Babilonia, de línea muy tradicionalista, aparecieron con sus copias de los libros bíblicos en Hebreo. Pero los de Alejandría aparecieron con sus traducciones al griego de esos mismos libros bíblicos, con la salvedad de que había diferencias notables en la redacción de algunos pasajes.

Esto generó algunas fricciones entre ambos grupos, porque aunque lo lógico era suponer que los judíos babilonios conservaban copias de los “originales”, los judíos helenistas de Alejandría reclamaban que las versiones originales se habían traducido al griego y que eran ellos quienes realmente las preservaban.

En eso estaban cuando apareció una tercera postura, la de los apocalípticos. Su líder –alguien cuyo nombre sigue siendo un misterio, pero que en la literatura de la secta es identificado siempre como El Maestro de Justicia– anunció que “por revelación divina” había restaurado las escrituras a su pureza original.

Con esto se recrudeció lo que ya señalamos previamente: las diferencias entre las tendencias judías de la época no fueron una cuestión de “diferentes interpretaciones” del mismo texto bíblico, sino –literalmente– un combate entre diferentes versiones del texto bíblico, o igual y hasta Biblias completamente diferentes (porque, salvo la Torá, no tenemos modo de demostrar que hubiera cierto consenso respecto a “cuáles libros eran parte de la Escritura Sagrada”).

Los fariseos siguieron los criterios provenientes de la comunidad judía de Babilonia; los helenistas, los de la de Alejandría; y los apocalípticos, los que forjaron ellos mismos al interior de Qumrán, heredados a su vez de la disidencia apocalíptica que en el siglo anterior había producido los siete libros que se fusionaron como el Libro de Enok, y el Libro de los Jubileos.

No tenemos suficiente evidencia para asumir cuál fue la postura específica de los Saduceos, pero todo parece indicar que fue bastante similar a la de los fariseos en cuanto al texto bíblico. En este caso –el antagonismo fariseo-saduceo– sí podríamos hablar de diferencias de interpretación, salvo por el detalle de que los Saduceos nunca reconocieron más autoridad escritural que los cinco libros de la Torá.

En la próxima nota vamos a repasar las características de lo que pudo ser la Biblia de cada una de las tendencias inmersas en este conflicto ideológico: la de los fariseos, la de los helenistas y la de los qumranitas.
 
Es porque segun dicen algunos estudios, los Judios aceptaban la existencia de muchos dioses pero consideraban a YWHW como el dios creador y unico merecedor de adoracion.

Dentro del judaísmo (en el momento exacto en que se escribió el texto original no se llamaría judaísmo) hubo muchísimos grupos que tenían ciertos tipos diferentes de monoteísmo. Sin embargo, es claro cuál fue la intención que tuvo el redactor final del texto.
 
Resulta muy interesante la tesis sustentada por el Galiel.. como que el relato o la epopeya del exodo es una reinterpretacion y readaptacion al regreso del exilio en Babilonia , episodio traumatico que marca un quiebre en la historia de Israel pero que a su vez le da los elementos para constituir su identidad.

De acuerdo a Galiel, Esdras habria sido el gran compilador y reinterprete del exodo.. ahora bien.. como se vincula esta tesis con la hipotesis documentaria o de las 4 fuentes(yahvista, elohista, deuteronomica y sacerdotal)?
Me parece que Galiel las omite.. o las descarta?


Tambien los historiadores mas clasicos fijan el inicio del proceso de la formacion del Pentateuco (Tora) en el periodo del rey Josias y sus sucesores.
Todo esto me recuerda me lleva de alguna manera al famoso y para muchos escandaloso libro de Israel Filkenstein, " la Bilia desenterrada" donde niega por completo la historicidad el exodo. Lo leiste?

espero tus comentarios

gracias y un gran saludo

norah

Querida Norah, aquí te sigo compartiendo el escrito del señor Gatell sobre la composición canónica de la Biblia.

LA GUERRA DE LAS BIBLIAS: UN EPISODIO CASI OLVIDADO DE NUESTRA HISTORIA (PARTE III)
Por I Gatell

Dos veces en la Historia el pueblo judío tuvo que dedicarse a restaurar, en mayor o menor grado, su colección de escritos sagrados (lo que hoy llamamos “Biblia”). En ambas ocasiones, esa situación fue consecuencia de los destrozos sufridos por una invasión extranjera.

La primera fue después del exilio en Babilonia, y el trabajo de restauración tuvo que ser total. La segunda fue después de la Guerra Macabea, y aunque los destrozos fueron similares, en esta ocasión se contó con una ventaja que antes no se había tenido: había dos grandes comunidades judías fuera de Eretz Israel, muy amplias en número y muy fuertes económicamente hablando. Una era la de Babilonia, de carácter muy tradicionalista y que siempre estuvo muy vinculada al grupo de los fariseos. La otra era la de Alejandría, de carácter muy liberal y moderno, y que siempre estuvo vinculada al Judaísmo Helenista.

En Babilonia se conservaban copias de los textos sagrados; en Alejandría, más que copias se conservaban traducciones al griego (el idioma de habla común para la comunidad judía local).

Cuando las copias de unos y otros entraron en contacto en Judea, se detonó una controversia debido a que se detectaron diferencias interesantes entre unas versiones y otras.

Gracias a los modernos avances en las investigaciones de la Crítica Textual Bíblica, hemos podido reconstruir mucho de este proceso, de esta controversia, y de otros temas colaterales que siempre habían sido una especie de incógnita para los especialistas.

Para explicarlo, vamos a partir de lo que podríamos considerar “la punta del iceberg” en el caso de la controversia que hubo entre las escrituras preservadas por los fariseos y la comunidad babilónica, contra las preservadas por los helenistas y la comunidad alejandrina.

Según un relato legendario (y recalco: legendario), el faraón Ptolomeo II Filadelfo (que reinó entre los años 285-246 AEC) quiso disponer de una copia de la Torá traducida al griego, y para ello convocó a 72 sabios judíos, doce de cada tribu de Israel. Los trajo a Egipto, y cada uno trabajó en su propia traducción. Al final, “milagrosamente” todas resultaron idénticas, y por ello al texto se le llamó “Septuaginta”, o “versión de los 70”.

Lo que sí se puede asegurar históricamente hablando es que la Torá debió ser traducida al griego un poco después del año 300 AEC, y que el conjunto total de libros del Tanaj o Antiguo Testamento quedó traducido hacia el año 100 AEC. Es decir, fue un proceso gradual surgido de las necesidades de la propia comunidad judía de Alejandría.

No pasó mucho tiempo para que la controversia iniciara, debido a que la Septuaginta resultó sensiblemente diferente al texto hebreo en algunas secciones. ¿A qué texto hebreo nos referimos? Naturalmente, al preservado por los fariseos con el apoyo de la comunidad babilónica.

No era una situación sencilla. No se podía resolver de un modo tan fácil como decir “oh, este es el texto hebreo y por lo tanto el texto griego está mal”, y los propios fariseos lo sabían. En realidad, había un detalle que hacía muy complicado el debate: el texto hebreo “original” databa de casi cinco siglos atrás, de la época de Ezra y el regreso del exilio en Babilonia. Y, como todos los idiomas, el hebreo había evolucionado y cambiado. Por lo tanto, las mismas palabras ya no se entendían de un solo modo.

Por eso, podemos detectar entre los siglos I y II EC un intenso esfuerzo de la tradición farisea-rabínica por poner orden en algo que, a todas luces, podía salirse de control.

A su favor, los fariseos podían apelar que, con todo y las variaciones lógicas del idioma hebreo a lo largo de los siglos, conservaban el texto bíblico en su idioma original. Por su parte y a su favor, los judíos de Alejandría que usaban la Septuaginta podían apelar a que el modo correcto de entender el texto bíblico había sido preservado en la traducción al griego, hecha cuando “todavía” se tenía una comprensión correcta del hebreo antiguo.

Por supuesto, este argumento nunca convenció a los fariseos, aunque su rechazo tampoco despeinó a los helenistas. Hasta cierto punto, cada comunidad llevaba una vida autónoma de la otra, y lo peor que podía pasar era que unos pensaran lo peor de los otros.

Pero las cosas se les complicaron mucho a los fariseos a causa de la guerra contra Roma en los años 66-73. Guerra en la que, por cierto, los helenistas estuvieron a favor de Roma y no se vieron directamente afectados. Nuevamente, mucho del patrimonio escritural en Jerusalén se vio afectado o dañado (aunque se contaba con las copias conservadas en Babilonia), y hacia finales del siglo I los sabios herederos del fariseísmo tuvieron que empezar a hacer cosas bastante interesantes.

La primera fue, literalmente, corregir la Septuaginta. El primero en intentarlo fue Teodoción, alrededor del año 100. Unos 30 años después, Aquila de Sínope hizo otra versión. Y hacia el año 70, otro autor llamado Símaco hizo una tercera. El objetivo de todas ellas fue “corregir” el texto de la Septuaginta para ajustarlo al del texto hebreo.

En ese mismo lapso, hacia el año 130, se elaboró también una traducción de la Torá al arameo, y su autor fue un noble romano converso al Judaísmo llamado Onkelos. Hay una gran posiibilidfad de que Onkelos y Aquila de Sínope sean la misma persona. En ese caso, él mismo habría hecho la traducción al griego y al arameo. Todo parece indicar que Onkelos fue uno de los eruditos más conscientes del problema triple que aquejaba al Judaísmo fariseo-rabínico: por una parte, el idioma hebreo antiguo ya no era del todo comprendido por las nuevas generaciones; por otra, los estragos de la guerra contra los romanos hacían que las condiciones de vida y de estudio fueran más frágiles y precarias; y por otra más, la versión griega conservada por los helenistas de Alejandría era un fuerte rival ideológico que podía minar la autoridad de las copias del texto bíblico en hebreo.

Por ello, se avocó a la tarea de elaborar una corrección de la Septuaginta, pero también de traducir al arameo –lengua de uso común entre los judíos de la época y de la zona– el texto de la Torá.

Pese a que entre los años 132 y 135 una nueva guerra asoló Judea, el sistema de organización del Judaísmo Rabínico ya estaba bastante bien definido, y resultó de lo más funcional, versátil y flexible a los cambios de circunstancias. Gracias a ello, en el transcurso del siglo II la situación religiosa y académica se estabilizó, y podemos decir que el naciente Judaísmo Rabínico dispuso desde entonces de un texto bíblico fijo y consistente.

Para esas épocas, la tragedia también había alcanzado a los judíos de Alejandría. En el año 115, el emperador Trajano estaba inmerso en una campaña militar contra el Imperio Parto, cuando se dieron connatos de rebelión en la zona de Egipto y Judea. Trajano tuvo que enviar tropas a sofocar la violencia, pero esto sólo se logró hasta el año 117. A partir de ese momento, la suerte de la comunidad judía de Alejandría comenzó a declinar, y con el auge del Cristianismo a partir del siglo II y sobre todo durante el siglo III, la situación se volvió más difícil aún. Víctimas de la intolerancia primero religiosa y luego abiertamente política, los judíos de Alejandría abandonaron paulatinamente su hogar y, hacia el siglo IV, prácticamente no quedaba nada de lo que antes hubiese sido una de las dos comunidades judías más grandes, ricas y esplendorosas de la Diáspora.

Los núcleos sobrevivientes del Judaísmo Helenista alejandrino se integraron al incipiente Judaísmo Rabínico, y aunque su aportación fue minoritaria en comparación a la del Fariseísmo de Judea, de todos modos fue relevante.

¿Qué sucedió con su Biblia en griego? En términos simples, nada. Se puede decir que el conflicto que hubo durante los siglos I AEC y I EC entre los partidarios de la Biblia en hebreo contra los de la Biblia en griego, se resolvió con mucha facilidad porque, en realidad, las diferencias entre uno y otro texto no eran de fondo.

Demostrarlo es fácil: tómese una moderna traducción de la Septuaginta y una de la Torá rabínica tradicional. Léase con detenimiento cada capítulo de cada una. La sensación final va a ser exactamente la misma en los dos casos. Hablan de lo mismo. Enfocan los temas relevantes (la unicidad de D-os, la revelación dada a Israel, la ética de la Torá, etc.) exactamente igual.

La controversia entre ambos grupos fue, en realidad, una cuestión más de carácter redaccional que teológico. Cierto que había diferencias teológicas importantes, pero no más de las que había entre los propios grupos que sólo usaban el texto hebreo (como Saduceos y Fariseos).

Los descendientes de los judíos alejandrinos que se integraron al Judaísmo Rabínico dejaron en el desuso absoluto la Septuaginta, y esta pasó a ser patrimonio religioso del Cristianismo. Si en los siglos posteriores hubo una abierta animadversión judía contra la Septuaginta, fue debido a esto. En los ambientes académicos de la iglesia medieval se desarrolló un penoso mito, tan falso como malintencionado: la versión de que el texto hebreo de la Biblia, preservado por los judíos, había sido alterado y mutilado a propósito por los rabinos para “eliminar todo lo que profetizaba a Jesús como mesías de Israel”.

Estas fricciones sesgadas no ayudaron en nada al diálogo interreligioso durante siglos, y por ello se llegó a la modernidad con una especie de conflicto en donde la Biblia hebrea del Judaísmo Rabínico (conocida como Texto Masorético) se veía en abierto antagonismo con el texto de la Septuaginta. Las posturas de ambos bandos eran dogmáticas: o bien el Texto Masorético era el “original” y la Septuaginta una superchería, o bien la Septuaginta era la preservación del texto original y el Texto Masorético era una corrupción absoluta.

Las modernas investigaciones han confirmado lo que, en realidad, no tenía por qué ser difícil de entender: son dos versiones de un mismo texto, y en esencia enseñan lo mismo. Más adelante entraremos en detalles sobre qué tan “antiguos” u “originales” puede ser una u otra versión.

Por el momento baste con agregar esto: acaso el tema en el que más diferencias hay entre el texto griego y el texto hebreo es en lo que llamamos “el canon”. Es decir, en la lista de libros oficialmente aceptados como “divinamente inspirados” en una y otra versión.

La Septuaginta contiene varios libros que la Biblia Hebrea no acepta: III Esdras, Tobías, Judith, Sabiduría, Eclesiástico, Baruj, Epístola de Jeremías (en algunos manuscritos aparece como el capítulo 6 de Baruj), I Macabeos, II Macabeos, III Macabeos, IV Macabeos, Libro de las Odas, los Salmos de Salomón, así como notables adiciones en Samuel, Reyes, Ester, Job, Salmos de David, Proverbios, Isaías, Jeremías, Lamentaciones y, sobre todo, Daniel. En algunos manuscritos se incluyen también el Libro de Enok, el Libro de los Jubileos, el Apocalipsis de Baruj y las Crónicas de Baruj.

El detalle complejo es que todas las copias que se conservan de la Septuaginta son cristianas. No ha sobrevivido ninguna que date de la etapa judía. Por lo tanto, no se puede asegurar de manera definitiva si estos libros eran incluidos por los judíos, o fueron incluidos después por los cristianos. Por lo menos, lo más seguro es que III Esdras, Enok y Jubileos sí sean una absoluta adición cristiana.

De cualquier modo, la propia tradición cristiana eliminó varios de estos libros, y hasta la fecha sólo recupera los de Tobías, Judith, Sabiduría, Eclesiástico, I y II Macabeos, y Baruj, así como las adiciones a los libros de Ester y Daniel.

Para el Judaísmo Rabínico no fue difícil establecer el criterio preciso para rechazar estos textos: no había modo de demostrar que se hubiesen escrito en hebreo. Por lo tanto, no fueron aceptados como parte de la Escritura Sagrada Hebrea.

De cualquier modo, son libros o fragmentos añadidos que no cambian en nada nuestra percepción de lo que es la Biblia, ya sea que la enfoquemos desde el texto hebreo o desde el texto griego. Si bien para el Judaísmo no tienen el valor de “escritura sagrada”, los especialistas los han estudiado a fondo porque son parte del proceso de evolución religiosa, ideológica y social del pueblo judío. En ese sentido, son importantísimos como patrimonio cultural y literario.

En resumen, podemos decir que la confrontación entre la Biblia Farisea y la Biblia Helenista fue el capítulo más amable en la Guerra de las Biblias. En su momento, los judíos partidarios del texto griego se asimilaron sin problema al Judaísmo Rabínico (el del texto hebreo), y si se mantuvieron las fricciones con los cristianos defensores del texto griego, fue por razones completamente ajenas al contenido de cada versión de la Biblia.

Hoy por hoy, podemos decir que las diferencias redaccionales (incluso las más grandes) que hay entre ambas versiones de la Biblia, nos han resultado muy útiles para reconstruir el proceso mediante el cual se consolidó el texto bíblico. Lo que se enseña en cada versión es, simple y llanamente, lo mismo. Por supuesto, el Judaísmo siempre conservará como base el texto hebreo, por la simple lógica de que el hebreo es el idioma sagrado del pueblo hebreo. En ese aspecto, el texto griego de la Septuaginta quedará limitado a una referencia académica que, de cualquier modo, puede aportar y esclarecer mucho en muchos y muy variados temas.

En la próxima nota vamos a contar cómo fue el capítulo más difícil y extremo de esta guerra de Biblias, cuando abordemos el caso del Judaísmo Apocalíptico y las “escrituras sagradas” que se han recuperado en Qumrán.
 
Resulta muy interesante la tesis sustentada por el Galiel.. como que el relato o la epopeya del exodo es una reinterpretacion y readaptacion al regreso del exilio en Babilonia , episodio traumatico que marca un quiebre en la historia de Israel pero que a su vez le da los elementos para constituir su identidad.

De acuerdo a Galiel, Esdras habria sido el gran compilador y reinterprete del exodo.. ahora bien.. como se vincula esta tesis con la hipotesis documentaria o de las 4 fuentes(yahvista, elohista, deuteronomica y sacerdotal)?
Me parece que Galiel las omite.. o las descarta?


Tambien los historiadores mas clasicos fijan el inicio del proceso de la formacion del Pentateuco (Tora) en el periodo del rey Josias y sus sucesores.
Todo esto me recuerda me lleva de alguna manera al famoso y para muchos escandaloso libro de Israel Filkenstein, " la Bilia desenterrada" donde niega por completo la historicidad el exodo. Lo leiste?

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norah

LA GUERRA DE LAS BIBLIAS: UN EPISODIO CASI OLVIDADO DE NUESTRA HISTORIA (PARTE IV)
Por I Gatell

La confrontación más aguda en lo que podemos llamar “la guerra de las Biblias” fue la que protagonizaron los adherentes al Judaísmo apocalíptico, cuyos últimos y más notables representantes fueron los esenios que se establecieron en el monasterio de Qumrán, y que nos heredaron esa enorme biblioteca conocida como los Rollos del Mar Muerto.

Como vimos en la entrega anterior, la controversia entre la Biblia Hebrea (la oficial para el Judaísmo hasta el día de hoy) y la Biblia Griega (heredada por el Cristianismo) fue más ideológica que objetiva, ya que las diferencias entre una y otra son más de tipo redaccional, que de contenido y significado. En esencia, el llamado Texto Masorético (hebreo) y la llamada Septuaginta (griego) dicen y enseñan exactamente lo mismo. Las diferencias de fondo entre Cristianismo y Judaísmo no son por lo que dice la Biblia, sino por la forma en la que cada tradición lo interpreta.

La situación con los qumranitas fue completamente diferente. Ellos fueron la secta más extremista del Judaísmo antiguo, y la evidencia que se ha recuperado hasta la fecha demuestra que no fue por un mero asunto de “interpretación”, sino por algo todavía más complejo. En su caso, sí podemos afirmar categóricamente que ellos tuvieron una Biblia completamente diferente a la que conocemos.

Recordemos lo que hubo de fondo: los babilonios destruyeron o dañaron en gran medida el patrimonio escritural del antiguo Israel, y después del exilio hubo que hacer un amplio trabajo de restauración. Dicha labor estuvo a cargo de Ezra y otros escribas, y en términos modernos podríamos decir que el resultado fue la restauración “oficial” del texto bíblico. Tal y como ellos lo editaron y reorganizaron, es como se sigue usando hasta la actualidad.

Pero hay indicios de que desde ese momento pudo surgir una tendencia disidente, cuya principal motivación sería de tipo independentista. Inconformes porque las autoridades judías (Ezra como escriba, Josué como Sumo Sacerdote, y Zerubabel como exiliarca) aceptaron funcionar bajo la dominación persa, debieron ser el germen de lo que luego vino a ser el Judaísmo apocalíptico.

El detonante para su radicalización debió ser resultado de todos los cambios culturales que se sufrieron bajo la dominación griega, a partir del año 332 AEC. Al tiempo que el extremismo se intensificaba, durante el siglo III se produjeron las primeras grandes obras literarias de este tipo de disidencia: el conjunto de libros que luego se integraron en el llamado Libro de Enok, y el Libro de los Jubileos.

En este caso, el Libro de los Jubileos nos aporta mucha información respecto al tema que nos interesa: una guerra de Biblias. Es una evidencia contundente de que durante los 200 años anteriores, esta tendencia había desarrollado una disidencia sin precedentes respecto a su comprensión de lo que era la Escritura Sagrada.

¿De qué trata el Libro de los Jubileos? Un Jubileo es, según Levítico 25, un período de 50 años. La Torá establece que cada siete años se tenía que dejar reposar un año a la tierra (como si fuese, literalmente, una semana con su respectivo Shabat). Pero al cabo de siete períodos (49 años), se tenía que guardar un año especial (el quincuagésimo) en el que todo el tejido social tenía que renovarse: las tierras volvían a sus dueños originales, los esclavos eran liberados, las deudas eran canceladas.

El Libro de los Jubileos es una reelaboración radical del Génesis y de la primera del Éxodo, y narra la historia de la humanidad desde la Creación hasta la recepción de la Torá por Moisés, dividento todo en un total de 50 Jubileos.

Desconocemos cuál era el alcance ideológico de la versión original de Jubileos, ya que la que conocemos es resultado de un largo proceso de re-elaboración que culminó, según los especialistas, hacia el año 100 AEC.

Eso significa que el Libro de los Jubileos, tal y como lo conocemos, es la versión proveniente de Qumrán. Después de la Guerra Macabea, los adherentes al Judaísmo apocalíptico se reorganizaron en torno a un líder cuyo nombre desconocemos, pero que la literatura de la secta identifica como “el Maestro de Justicia”, y se aislaron del resto de la gente en la zona desértica del Mar Muerto, reocupando una vieja construcción y convirtiéndola en su monasterio. La zona, en árabe, se llama Al-Wadi Qumrán. Por eso se les identifica como qumranitas.

Sin poder establecer con precisión cuáles contenidos ya estaban bien definidos antes de la Guerra Macabea, la versión final de los Jubileos sí nos permite visualizar el nivel de confrontación que hubo entre los años 150 AEC y 68 EC, por lo menos.

El tema más relevante es el del Calendario. Jubileos propone un sistema de organización calendárica completamente diferente al que para entonces ya usaban los fariseos, y que se sigue usando hasta el día de hoy.

El Calendario Hebreo es lunar-solar, porque la Torá establece en Génesis 1:14-16 que las dos lumbreras (la mayora, el Sol, y la menor, la Luna) servirían para marcar el conteo del tiempo. En esa lógica se establece que los inicios de mes corresponden al día de la Luna Nueva, por lo que el año se compone de doce meses lunares (354 días en total). Pero también se establece que la celebración de Pésaj (Pascua) debe realizarse en primavera, por lo que cada tanto hay que hacer un ajuste. De lo contrario, la diferencia entre los doce meses lunares y el año solar (354 contra 365 días) provocaría que la fecha de Pésaj se desplazara hacia invierno. Para resolverlo, en cada período de 19 años se agregan 7 meses, uno por año, de tal manera que resultan 12 años de 12 meses y 7 años de 13 meses.

Pero Jubileos es tajante: semejante estructura del calendario está mal, y concretamente señala que es porque la Luna no debe ser tomada en cuenta. Textualmente: “Ahora, ordena a los israelitas que guarden los años en sus números: 364 días. Entonces el año estará completo y no se perturbará el tiempo de sus días o de sus fiestas, porque todo sucederá en armonía con su testimonio. No deberán omitir ningún dia ni alterar ninguna festividad… Habrá gente que cuidadosamente observará la luna porque estarán corrompidos respecto a las temporadas y su forma original, por diez días cada año. Entonces, los años serán para ellos algo alterado, y harán de los días de testimonio algo indigno, y de las fiestas harán días profanos. Todos juntos unirán ambos, los días santos con los profanos y los profanos con los días santos, porque errarán en su cuenta de los meses, los sábados, las festividades y los jubileos” (Libro de los Jubileos 6:32, 36-37).

Como puede deducirse con facilidad, este no es un asunto de interpretación. Es decir: no se trata de dos grupos –qumranitas contra los demás– tomando un mismo pasaje bíblico y construyendo interpretaciones diferentes, para luego pelearse por ver quién tiene la interpretación adecuada (que es lo que sucedía entre fariseos y helenistas, por ejemplo). En el caso de los qumranitas se trata de una idea tan radicalmente distinta, que sólo puede surgir de una Biblia distinta. De hecho, el pasaje que hemos citado de Jubileos está redactado como si fuese parte de la Biblia.

La pregunta es: ¿hasta qué punto los qumranitas consideraban como “bíblico” (es decir, con autoridad escritural) al Libro de los Jubileos?

No caben demasiadas dudas al respecto: evidentemente, para ellos este texto era “escritura autoritativa”. Tenemos varias dudas sobre qué otros libros recuperados en Qumrán podían haber sido elevados a la categoría de “bíblicos” por los qumranitas, pero es casi seguro que Jubileos y Enok, por lo menos, sí gozaron de semejante reconocimiento.

Eso explica el por qué de las profundas diferencias que el Qumranismo mantuvo con el resto del Judaísmo de su época, y que debieron ser la continuidad de las diferencias que los judíos apocalípticos anteriores a la Guerra Macabea mantuvieron en su momento.

Entre los Rollos del Mar Muerto se recuperaron alrededor de 900 libros diferentes. De estos, alrededor de 250 son copias de libros bíblicos. Los demás son textos que, hasta mediados del siglo XX, nos eran completamente desconocidos. Ahora bien: cuando decimos que varios de ellos son copias de “libros bíblicos”, lo decimos tomando como parámetro la Biblia tradicional, es decir, la Biblia heredada del Fariseísmo. Pero qumranitas y fariseos fueron antagonistas irreconciliables. Entonces, queda la duda: ¿los qumranitas consideraban “bíblicos” todos los libros de la Biblia Farisea, o excluían a algunos? Por lo menos, parece ser que Ester no estaba incluido, ya que no se han hallado copias de ese libro en Qumrán. Eso no significa que no las hubiera, pero por lo menos hace evidente que no fue un libro del que se molestaran en tener suficientes copias.

Por supuesto, el recuento estadístico no es algo que nos permita sacar conclusiones definitivas, pero no deja de ser significativo que entre los Rollos del Mar Muerto se hayan recuperado 24 copias del Génesis, 18 del Éxodo, 17 del Levítico, 11 de Números y 33 del Deuteronomio. Es evidente que los cinco libros de la Torá representaban una gran importancia. En contraste, de Josué sólo se han recuperado 2 copias, de Jueces 3, de Rut 4, de Samuel (I y II) 4 también, de Reyes 3, y de Crónicas y de Esdras sólo una de cada uno. En ese marco, es muy significativo que del Libro de Enok se hayan recuperado fragmentos de 12 copias, y de Jubileos de 15. Es evidente que se les tenía en mayor estima que a Josué, Jueces, Rut, Samuel, Reyes y Crónicas.

Lo interesante es esto: los datos estadísticos sobre la cantidad de copias de cada libro que se recuperaron en Qumrán, más lo que sabemos sobre las grandísimas diferencias en ciertos temas (como el del Calendario), demuestran que el concepto de “Biblia” que tuvieron los qumranitas fue muy diferente al el resto de los judíos de su época. En términos concretos, se puede afirmar que tuvieron otra Biblia.

¿De dónde la obtuvieron?

Por supuesto, se trata de una pregunta de lo más difícil. Debido a que estamos hablando de una tradición disidente, la documentación que se ha recuperado tiene muchos huecos. Gracias a los Rollos del Mar Muerto podemos reconstruir con bastante certeza todo lo que tiene que ver con el período que va desde el ao 150 AEC hasta el 70 EC, pero tan grande como es la abundancia de datos sobre esta etapa, es la carencia de ellos para la etapa anterior. Lo que podemos decir sobre los libros de esta tendencia disidente entre los años 539 y 150 AEC apenas es lo que se puede deducir de los libros posteriores. Y no es mucho.

Hay otro problema: según la propia narrativa de la secta de Qumrán, fue su líder –el Maestro de Justicia– quien restauró las escrituras “por revelación” divina. Si nos atenemos a esa narrativa, lo que sucedió fue que después de la Guerra Macabea, y ante los destrozos causados por los sirios, el grupo Fariseo intentó resolver la pérdida de documentos sagrados por medio de las copias preservadas por la comunidad judía de Babilonia, el grupo Helenista hizo lo propio por medio de las traducciones preservadas en Alejandría, y el grupo qumranita literalmente se inventó sus propias escrituras gracias a la “revelación” que tuvo su líder.

Naturalmente, es una explicación demasiado simplista. Hay varios detalles en la literatura qumranita que, sin duda, nos remiten a la existencia de una tradición escrita anterior. Así que debe descartarse que el Maestro de Justicia simplemente alucinara una Biblia. Es más factible suponer que la pretendida revelación fue, más bien, para reconstruir el orden “original” de lo que debió ser una gran cantidad de información fragmentaria y desordenada.

Fue una situación similar a la del tiempo de Ezra, pero resuelta de tres maneras distintas. Después del exilio en Babilonia, Ezra debió encontrar las copias de los textos sagrados judíos en un situación deplorable. Luego entonces, él y sus escribas se dedicaron pacientemente a restaurarlo todo. Después de la Guerra Macabea, los sobrevivientes de todos los grupos judíos debieron encontrarse con una situación similar. En su proceso de recomponer las cosas, los judíos que le dieron forma al Fariseísmo se apoyaron en la comunidad de Babilonia, cuyas copias estaban intactas. Los judíos helenistas hicieron lo mismo, pero apoyándose en la comunidad de Alejandría, aunque fueran traducciones al griego. Pero el grupo disidente que se estableció en Qumrán propuso una reconstrucción de las escrituras comletamente original, que incluso debió parecerle bizarra a los demás grupos judíos. ¿La razón? Simple: la metodología de reconstrucción habría tenido una alta dosis de arbitrariedad, producto del exaltado carácter “místico” del líder del grupo.

Un excelente ejemplo para mostrar lo complejo que es este tema es, otra vez, el del Calendario. Ya mencionamos que el Calendario que se expone en el Libro de los Jubileos es de 364 días. ¿Ese calendario ya existía desde los tiempos anteriores a la Guerra Macabea, cuando se elaboró la primera versión de los Jubileos, o se inventó después, concretamente en la secta de Qumrán? La literatura qumranita apela a que es el “calendario original”, y sus patidarios actuales creen que se trataría de un Calendario Sacerdotal judío muy antiguo (probablemente, el original del pueblo de Israel). Lógicamente, asumen que la versión original de Jubileos ya lo exponía, y varios especialistas afirman que las referencias calendáricas que encontramos en la Torá, Ezequiel, Hageo, Zacarías, Cronicas y Esdras-Nehemías, corresponden a este calendario.

Por supuesto, hay otros especialistas que lo rechazan tajantemente, debido a que más allá de las especulaciones que se puedan hacer por medio de cálculos con ciertos datos ofrecidos por la Biblia (por ejemplo, las cifras de días y meses que hay en el relato del Diluvio), no existe evidencia arqueológica que sustente la idea de que en el antiguo Israel se usó un Calendario Solar que luego cayó en desuso. En contraste, se ha podido demostrar que el sistema calendárico vigente en el Judaísmo actual (el que fue tan ferozmente criticado por el Libro de los Jubileos) es más antiguo de lo que se creía, y data de casi dos siglos antes del exilio en Babilonia.

Lo más lógico sería suponer que la Biblia de los qumranitas fue una extraña mezcla de información antigua con un exaltado –y hasta irracional– misticismo. No se debe descartar que mucha de la información que disponían proviniera de mucho antes de la Guerra Macabea; pero tampoco se debe olvidar que eran una secta apocalíptica, y eso significa –por antonomasia– que sus “grandes verdades” no eran resultado del estudio o la erudición, sino de las “revelaciones” celestiales que recibían sus líderes.

Lo que sí conocemos es el resultado: una secta con una Biblia completamente diferente, coherente con las pretensiones extremistas del grupo. Por ello, su radical aislamiento en el desierto aledaño al Mar Muerto, y su ideología radical y poco a nada realista.

Paradójicamente, ha sido gracias a ellos que los especialistas han podido reconstruir de un modo bastante general el proceso de evolución del texto bíblico.

¿A qué me refiero con esto?

Veámoslo así: ya hablamos de una guerra de Biblias. La pregunta obligada sería: ¿cuál de todas estas facciones tenía la Biblia “original”? Una cosa es segura: los qumranitas no. Ellos, por vocación, mantenían una tendencia disidente.

Sin embargo, los cientos de manuscritos bíblicos que nos heredaron (aunque no hubiesen considerado a muchos de ellos como “bíblicos”) nos ha permitido profundizar en el análisis filológico, lo suficiente como para reconstruir gran parte del proceso de evolución del texto bíblico.

En la próxima nota vamos a comenzar a abordar este asunto que, por cierto, ha sido el motivo de una agria discusión entre cristianos y judíos durante varios siglos.
 
Resulta muy interesante la tesis sustentada por el Galiel.. como que el relato o la epopeya del exodo es una reinterpretacion y readaptacion al regreso del exilio en Babilonia , episodio traumatico que marca un quiebre en la historia de Israel pero que a su vez le da los elementos para constituir su identidad.

De acuerdo a Galiel, Esdras habria sido el gran compilador y reinterprete del exodo.. ahora bien.. como se vincula esta tesis con la hipotesis documentaria o de las 4 fuentes(yahvista, elohista, deuteronomica y sacerdotal)?
Me parece que Galiel las omite.. o las descarta?


Tambien los historiadores mas clasicos fijan el inicio del proceso de la formacion del Pentateuco (Tora) en el periodo del rey Josias y sus sucesores.
Todo esto me recuerda me lleva de alguna manera al famoso y para muchos escandaloso libro de Israel Filkenstein, " la Bilia desenterrada" donde niega por completo la historicidad el exodo. Lo leiste?

espero tus comentarios

gracias y un gran saludo

norah

LA GUERRA DE LAS BIBLIAS: UN EPISODIO CASI OLVIDADO DE NUESTRA HISTORIA (PARTE V)
Por I Gatell

En las notas anteriores ya explicamos los datos generales respecto a las tres diferentes “biblias” que existían en el Judaísmo hace un poco más de 2 mil años: la de los Fariseos (antecedente de la Biblia Hebrea actual), la de los Helenistas (luego adoptada, aunque también alterada por el Cristianismo), y la de los Qumranitas (que cayó en el olvido tras el colapso de la secta durante la primera guerra judeo-romana).

A partir de esta nota vamos a analizar cómo está guerra de Biblias se extendió hasta nuestras épocas, aunque con otro tipo de matices. Para empezar, hagamos un repaso histórico de lo que vino después de la primera guerra judeo-romana (años 66-73).

Esta conflagración significó el fin del Judaísmo antiguo y el arranque de lo que, hasta hoy, llamamos Judaísmo Rabínico. Cronológicamente, coincide con el momento en que el Cristianismo estaba arrancando y consolidándose como una religión independiente.

Lo primero que hay que señalar es lo obvio: dado que la tendencia del Judaísmo que sobrevivió a la guerra sin mayores afectaciones fue la de los fariseos, la Biblia que se estableció como oficial en el Judaísmo Rabínico fue la que previamente habían preservado los fariseos. Entre los siglos VIII y X, para evitar confusiones en la lectura del texto (recuérdese que el Hebreo se escribe sin vocales), un grupo de eruditos llamados Masoretas desarrolló un sistema de notación de vocales para agregarlas al texto bíblico. Por supuesto, no podían ser letras en forma, porque eso hubiera alterado la escritura del texto en hebreo. Lo que diseñaron fue una serie de puntos o pequeñas rayas que se ponen debajo de las letras, y de ese modo se indica la vocal con la que se debe leer.

Por esta razón, al texto bíblico del Judaísmo Rabínico que ya tiene los puntos para evitar problemas en la lectura, se le llamó TEXTO MASORÉTICO; en consecuencia, cuando los especialistas hablan de los manuscritos bíblicos anteriores al siglo VIII, pero que son el claro y directo antecedente del Texto Masorético, les llaman Texto PROTO-MASORÉTICO.

Aunque luego habrá que hacer algunas aclaraciones, podemos decir entonces que la Biblia Farisea que heredó el Judaísmo Rabínico a partir del siglo II es, justamente, la Biblia Proto-Masorética.

Para ese momento, los judíos helenistas todavía conservaban su Biblia traducida al griego. Pero esto no duró mucho: justo desde inicios del siglo II su situación se empezó a complicar, primero al entrar en conflicto con el Imperio Romano, y luego al entrar en conflicto con el Cristianismo, que poco a poco se fue convirtiendo en la religión preponderante en Alejandría.

Hacia el siglo III, la otrora opulenta comunidad judía de Alejanría estaba en franco declive, y no pasó mucho tiempo para que desapareciera. Sus sobrevivientes abandonaron Egipto y, hasta donde ciertas evidencias señalan, se trasladaon a Europa. Allí se asimilaron a los modos del Judaísmo Rabínico, que por entonces estaba más que consolidado. Abandonaron su traducción griega de la Biblia, y se acostumbraron a usar la Biblia Farisea o Proto-Masorética.

Se dice que una de las razones por las que estos judíos abandonaron la Biblia en griego fue una especie de rechazo al Cristianismo. Como la nueva religión adoptó la Septuaginta (la traducción alejandrina de la Biblia al griego) como su Biblia oficial, los judíos la abandonaron.

Se trata de una perspectiva un tanto maniquea y a todas luces sesgada (es evidente el intento de acusar a los judíos como gente dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de rechazar todo lo que parezca cristiano). La realidad es más simple: se dejó de usar la Biblia en griego porque después de que los sobrevivientes de la comunidad judía de Alejandría dejaron Egipto y se establecieron en Europa, el griego dejó de ser un idioma de uso común entre ellos. En Alejandría usaban la Biblia traducida al griego porque todos hablaban griego (era el idioma callejero en esa ciudad). Pero fuera de la zona de habla griega (Grecia, la actual Turquía, Siria, Líbano, Israel y Egipto), esos judíos se acostumbraron a hablar en el idioma local. En consecuencia, la Biblia en griego dejó de serles útil, y poco a poco dejaron de usar las tres Biblias griegas que habían producido (primero la Septuaginta, y luego las versiones “corregidas” de Teodoción, Símaco y Aquila de Sínope).

Lo que sí es correcto decir es que la Biblia en griego (concretamente, la Septuaginta) fue adoptada por el Cristianismo. Era lógico: el Cristianismo primitivo se desarrolló en zonas de habla griega; luego entonces, su texto sagrado fue la Biblia en griego.

Los cristianos primitivos estaban conscientes de que su Biblia en griego tenía algunas diferencias con la Biblia en Hebreo usada por los judíos, e incluso con las traducciones judías de la Biblia al griego (es decir, las de Teodoción, Símaco y Aquila). Por eso, hacia inicios del siglo III, Orígenes de Alejandría se dedicó a recopilar todas estas versiones, y compuso su monumental Hexapla, un enorme volumen en el que se podían comparar seis diferentes textos bíblicos: el texto Hebreo preservado por los fariseos y heredado por el Judaísmo Rabínico, ese mismo texto hebreo pero transliterado a letras griegas, la Septuaginta, la versión de Teodoción, la de Símaco y la de Aquila. Dado el carácter monumental de la obra, su único ejemplar estuvo disponible sólo en la biblioteca cristiana de Cesarea (de la que Orígenes fue director), hasta su destrucción con la invasión árabe en el año 638.

Para ese momento, el Cristianismo ya se había extendido hacia la zona occidental del Imperio Romano, y prácticamente la mitad de las iglesias estaban en la zona de habla latina. Por lo tanto, ya se habían comenzado a elaborar las primeras traducciones de la Biblia Hebrea al latín.

El proceso de traducción concluyó en el año 382 cuando Jerónimo de Estridón concluyó su monumental obra, conocida como la Vulgata Latina. Curiosamente, no se basó en el texto griego usado por los cristianos de oriente, sino que prefirió remitirse al texto hebreo del Judaísmo Rabínico y, aparentemente, a la versión de Símaco.

La evidencia aportada por los manuscritos antiguos que se conservan de la Vulgata (así como del llamado Vetus Latina, que son las traducciones no uniformes previas a la Vulgata) y de la Septuaginta, muestran que durante la Edad Media hubo muchos casos de lo que llamamos “corrupción textual”. Con esto nos referimos a alteraciones en el texto que pueden deberse a varias razones. Las más frecuentes son que el copista confundiera dos renglones similares al momento de estar copiano, saltara de uno al otro y por ello omitiera un fragmento; o bien podía pasar que si estaba traduciendo desde un idioma que no era su lengua materna, podía confundir una letra y entender una palabra diferente; o, acaso el más notable de todos, que para explicar el significado de una palabra o frase extraña agregara una glosa al margen (una breve explicación), y un copista posterior confundiera la glosa con una corrección, pensara que por lo tanto era la parte original del texto, y la agregara en su nueva copia.

Los intentos por corregir la Septuaginta, como ya mencionamos, empezaron desde el siglo I; los intentos por corregir la Vulgata, desde el siglo VI. De cualquier modo, esto se tradujo en que en diferentes iglesias se tenían versiones distintas entre sí de la Biblia (en griego o en latín), y estas además no coincidían con el texto hebreo de la Biblia preservada por el Judaísmo Rabínico.


La imaginería popular, azuzada por el antisemitismo desenfadado de muchos jerarcas eclesiásticos, promovió la versión de que los judíos habíamos mutilado nuestra Biblia en Hebreo para quitar de allí todas las referencias y profecías que se habían cumplido en Jesús de Nazaret. Sorprendentemente, es un mito absurdo que sigue siendo aceptado en muchos de los círculos más recalcitrantes e ignorantes de algunos grupos cristianos.

Naturalmente, la perspectiva judía fue una reacción natural a ese dogmatismo: asumir que los errores en las Biblias cristianas se debían a que se habían basado en la Septuaginta.

En esas épocas, nadie estaba en condiciones de entender que, en realidad, esas diferencias sólo eran la versión actualizada de la Guerra de las Biblias que prevaleció al interior del Judaísmo hasta el siglo I EC.

Los nuevos aires intelectuales traídos por el Renacimiento y el Racionalismo trajeron una nueva mentalidad a partir del siglo XV. El advenimiento de la imprenta pronto se hizo sentir en el mundo de la filología bíblica, y en 1502 el Cardenal Jiménez de Cisneros, con el apoyo de los Reyes Católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, acometió la empresa de crear una edición políglota de la Biblia. Cisneros contó con el apoyo de varios especialistas: los judíos conversos Alonso de Alcalá, Pablo Coronel y Alfonso de Zamora se encargaron de los textos en hebreo y arameo; Demetrio Ducas (natural de Creta) y Hernán Núñez de Toledo, la parte en griego; y Antonio de Nebrija se encargó de la corrección de la Vulgata (la parte en latín).

El resultado fue una obra monumental en seis tomos; los primeros cuatro dedicados a la Biblia Hebrea o Antiguo Testamento, el quinto al Nuevo Testamento, y el sexto una serie de herramientas para el estudio: un diccionario hebreo, otro arameo, un listado de nombres en hebreo, griego y arameo con sus respectivos significados, una gramática hebrea, y un índice latino para los diccionarios.

En los volúmenes dedicados a la Biblia Hebrea, se dispusieron tres columnas para poner juntos los textos en griego (extremo izquierdo), latín (centro) y hebreo (extremo derecho). Abajo, en el lado izquierdo la traducción al arameo de Onkelos, y al lado derecho su traducción al latín.

La obra, hasta la fecha, se conoce como Biblia Políglota Complutense, y es una de las obras maestras no sólo en la historia de los estudios bíblicos, sino incluso en la de la evolución de la tipografía de las imprentas. Justamente gracias a esto, y a diferencia de lo que sucedió con la Hexapla de Orígenes, de la Políglota Complutense se llegaron a imprimir alrededor de 600 copias, de las cuales sólo sobreviven 123. El trabajo quedó completo en 1517.

Unas décadas después, debido a que los ejemplares de la Políglota Complutense se agotaron y no se hicieron más reimpresiones, el especialista Arias Montano y el rey Felipe II decidieron hacer una nueva edición, aunque por alguna razón todavía desconocida, el trabajo se hizo en Amberes (Países Bajos) y no en España. Para ello, Arias Montano se llevó a Holanda los tipos de imprenta que se habían usado para imprimir las partes en griego, arameo y hebreo de la Políglota, así como los manuscritos que habían servido como base para todos los idiomas. Pese a la oposición de algunos eclesiásticos que acusaron a Arias Montano ante la inquisición, al final de cuentas el trabajo se realizó ya que siempre contó con el apoyo de Felipe II y el papa Gregorio XIII.

La nueva edición se conoce como Biblia Regia de Amberes, o Biblia Políglota de Amberes, y lo interesante es que además del contenido de la Políglota Complutense, agregó en la parte del Antiguo Testamento la versión conocida como Targum Jonatán (en arameo), y en la del Nuevo Testamento agregó la versión de la Peshitá Siríaca (también en arameo).

Desde entonces, los especialistas han podido identificar sin mucho problema las diferencias más interesantes entre los textos hebreo, arameo, griego y latín.

Por supuesto, en esas épocas no había modo de decidir cuál era “el original”. Muchos especialistas asumieron que, por simple lógica, en el caso de la Biblia Hebrea el texto original debía ser el Hebreo (es decir, el Texto Masorético conservado por el Judaísmo Rabínico), y por ello se empezaron a elaborar nuevas traducciones bíblicas cristianas basadas, para la sección del Antiguo Testamento, en el Texto Masorético.

Un ejemplo muy interesante de esta nueva postura teórica es el de Casiodoro de Reina. Religioso español que optó por convertirse al Protestantismo y que luego tuvo que huir hacia Suiza para huir de la inquisición, elaboró la primera traducción completa de la Biblia cristiana al español. Siguiendo los nuevos criterios de su época, ya no quiso basarse en la Vulgata Latina para traducir el Antiguo Testamento, y entonces recurrió al Texto Masorético.

Sin embargo, De Reina se topó con el detalle de que muchas citas del Nuevo Testamento al Antiguo no coincidían. En este aspecto, no pudo evitar ser derrotado por su propio posicionamiento confesional, y por ello “corrigió” el Texto Masorético, apoyándose en la traducción de la Biblia al latín que poco tiempo antes (1528) había publicado Sanctes Pagnino.

La postura de cada religión se mantuvo prácticamente monolítica hasta bien entrado el siglo XX, cuando los estudios de filología y ecdótica bíblica vivieron su mayor revolución con el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto. Ya mencionamos que entre los alrededor de 900 libros que se recuperaron allí, unos 250 son fragmentos de copias de libros bíblicos.

Lo interesante es que se recuperaron versiones variadas de muchos de esos libros. La gran mayoría de los manuscritos están directamente emparentados con el texto Proto-Masorético, pero hay otros que están claramente vinculados con la Septuaginta, con la singular característica de que no están en griego.

Poco a poco, los especialistas lograron armar muchas piezas de este rompecabezas, y hoy tenemos una idea más clara de qué fue lo que sucedió en la antigüedad y que generó la aparición de las diversas versiones bíblicas.

Y eso lo vamos a explicar en la próxima nota.
 
Resulta muy interesante la tesis sustentada por el Galiel.. como que el relato o la epopeya del exodo es una reinterpretacion y readaptacion al regreso del exilio en Babilonia , episodio traumatico que marca un quiebre en la historia de Israel pero que a su vez le da los elementos para constituir su identidad.

De acuerdo a Galiel, Esdras habria sido el gran compilador y reinterprete del exodo.. ahora bien.. como se vincula esta tesis con la hipotesis documentaria o de las 4 fuentes(yahvista, elohista, deuteronomica y sacerdotal)?
Me parece que Galiel las omite.. o las descarta?


Tambien los historiadores mas clasicos fijan el inicio del proceso de la formacion del Pentateuco (Tora) en el periodo del rey Josias y sus sucesores.
Todo esto me recuerda me lleva de alguna manera al famoso y para muchos escandaloso libro de Israel Filkenstein, " la Bilia desenterrada" donde niega por completo la historicidad el exodo. Lo leiste?

espero tus comentarios

gracias y un gran saludo

norah

LA GUERRA DE LAS BIBLIAS: UN EPISODIO CASI OLVIDADO DE NUESTRA HISTORIA (PARTE VI)
Por I Gatell


Uno de los mitos más frecuentes en relación a la Historia de la Biblia, y que se repite en muchos grupos religiosos, es que hubo una preservación perfecta y absoluta, sin error alguno, del “texto bíblico” gracias a que los escribas judíos eran sumamente celosos de su oficio.

Eso es imposible por una sencilla razón: los idiomas evolucionan. Por lo tanto, por mínimos que sean, siempre hay que hacerle ajustes a cualquier texto, si se pretende que después de dos o tres siglos siga siendo comprensible. Si a eso agregamos que hubo dos episodios en los que los judíos estuvimos a punto de perder nuestro patrimonio escritural (ya lo he explicado en las notas anteriores: la invasión babilónica en el siglo VI AEC, y la Guerra Macabea en el siglo II AEC), se puede entender perfectamente que se desarrollaran lo que llamamos “variantes textuales”. Estas pueden ser de diferente naturaleza y magnitud, que van desde las simples variaciones ortográficas, hasta las diferencias en la redacción de alguna frase o párrafo.

Como ya señalamos también, dichas variaciones generalmente no afectan el sentido o significado del texto, salvo por el caso de los Qumranitas. La Biblia Hebrea y la Biblia Griega, pese a sus diferencias redaccionales, enseñan lo mismo.

Hasta mediados del siglo XX existían muchas dudas –e incluso muchas ideas equivocadas– sobre el origen de estas diferencias. La idea imperante, desde el siglo XVI, es que la Biblia Griega (también conocida como Septuaginta) contenía “errores” de traducción. Es decir, que sus autores habían traducido inadecuadamente algunos pasajes de la Biblia Hebrea original. En el otro extremo, nada riguroso y más bien anclado en posturas abiertamente racistas y judeófobas, se decía que la Biblia Hebrea había sido “alterada y pervertida por los malvados judíos”, y que la versión correcta la preservaba el Cristianismo en la Biblia Griega.

El descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto (a partir de 1947) vino a darnos muchísima información para entender mejor qué fue lo que sucedió.

Entre los más de 900 libros que se recuperaron en esta colección, alrededor de 250 son copias de libros bíblicos. La mayoría está en hebreo, pero hay algunos en arameo e incluso una minoría en griego. Y lo que se descubrió fue sorprendente.

Entre las copias en hebreo y arameo se recuperaron fragmentos que son idénticos a ciertos pasajes de la Septuaginta que no coinciden con el Texto Hebreo oficial (el llamado Texto Masorético). Con esto se pudo confirmar que los traductores de la Septuaginta no se equivocaron en su traducción, sino que realmente existía una versión alternativa en hebreo y/o aramea, y que la traducción la hicieron desde allí.

Por supuesto, esto exacerbó los mitos en el otro extremo (el judeófobo); no faltó quien insistiera en que esto demostraba que los judíos, efectivamente, “habíamos torcido nuestra Biblia en hebreo”.

No. Lo único que se demostró fue que, hacia el siglo I AEC, existían en hebreo y arameo las variantes textuales que luego se tradujeron al griego. Nada más.

Hecho el análisis de las variantes textuales recuperadas gracias a los Rollos del Mar Muerto, los especialistas modernos ya no hablan de una contrastación de “la Biblia Hebrea” contra “la Biblia Griega”, sino de una contrastación entre familias textuales. La razón es que lo que antes sólo era conocido como “Biblia Griega” (la Septuaginta) ahora tiene también manuscritos en hebreo y arameo, por lo que se prefiere el término de Familia Textual.

Pero aquí tenemos un problema: ninguna de las Biblias conocidas pertenece a una sola familia textual. En realidad, el panorama es bastante complicado.

Tenemos cuatro Biblias diferentes: la Hebrea (Texto Masorético), la Griega (Septuaginta), la Qumranita y la Samaritana (de esta última no hemos hablado; lo haremos más adelante).

Pero tenemos tres familias textuales: una que ha sido identificada como babilónica, otra que ha sido identificada como palestiniense, y otra que ha sido identificada como alejandrina. Según la opinión de varios expertos, primero se habría hecho la división entre la babilónica y la palestiniense, y luego esta última se habría dividido en palestiniense y alejandrina.

El problema es que no hay una correspondencia directa entre una Biblia y una familia textual. Por ejemplo, podría suponerse que la Biblia Hebrea (Texto Masorético) estaría basada en la familia textual babilónica, porque el Judaísmo fariseo –principal preservador del Textos Proto-Masorético– se apoyó siempre en la poderosa comunidad judía babilónica.

Sin embargo, está claro que aunque el texto de la Torá farisea (heredada por el Judaísmo Rabínico hasta la fecha) puede identificarse con la familia textual babilónica, los libros de los profetas en esa misma Biblia se identifican con la familia textual palestiniense.

Este ejemplo (hay muchos otros) demuestran que los antiguos sabios y escribas judíos no estaban nada más inmersos en un pleito sectario, que se hubiera podido reducir a “es una guerra entre tus manuscritos contra los míos”, sino que en un universo en el que existían muchos manuscritos con variantes textuales, cada grupo intentó hacer una reconstrucción lo más adecuada posible. Por supuesto, tenían diferentes criterios y diferentes perspectivas, y por ello sus reconstrucciones fueron diferentes.

Todo esto tiene lógica con lo que hemos señalado desde los primeros artículos: el origen de toda esta situación fue que los babilonios afectaron severamente el patrimonio escitural del antiguo Israel, y por ello hubo que hacer un trabajo de restauración. Naturalmente, un trabajo de esta naturaleza no es sencillo, y menos aún si ubicamos que se comenzó hace 2600 años, una época en la que no existían los modernos recursos técnicos de la Historia, Arqueología, Crítica Textual, etc.

El resultado fue que cada grupo judío –el fariseo, el helenista, el qumranita, el samaritano– tomaron el material que se disponía, y aplicaron sus muy particulares criterios para integrar lo que reconocía como una Escritura Sagrada.

El contraste del material recuperado en Qumrán con las Biblias que ya se conocían nos ha dejado en claro, por lo menos, que el grupo fariseo aplicó un criterio muy interesante, a diferencia de los demás grupos.

En muchos pasajes en los que se han detectado variantes textuales importantes (sobre todo de tipo redaccional), se ha detectado un fenómeno singular: la versión farisea (es decir, la que se preserva en la Biblia Hebrea hasta la fecha) es la más “defectuosa”, en el sentido que es la que más presenta omisiones.

Un ejemplo clásico es el de I Samuel 11. El texto bíblico preservado por el Judaísmo comienza de este modo:

“Subió Najás el Amonita y acampó contra Yabés de Galaad. Todos los de yabés de Galaad dijeron a Najás: Ponnos condiciones y te serviremos…”.

Pero en Qumrán se encontró una versión de ese capítulo en la que hay un párrafo previo que dice lo siguiente: “Najás, rey de los hijos de Amón, oprimió gravemente a los hijos de Gad y a los hijos de Rubén, arrancó el ojo derecho a todos ellos, y extendió el terror y el temor en Israel. Entre los hijos de Israel no quedó ni uno solo al otro lado del Jordán cuyo ojo derecho no arrancara Najás, rey de los hijos de Amón, excepto los siete mil hombres que huyeron de Amón y entraron en Yabés de Galaad. Cosa de un mes más tarde, subió Najás el Amonita y acampó contra Yabés de Galaad… (a partir de allí, sigue el relato)”.

Son varios ejemplos donde el Texto Masorético, heredero del texto fariseo, presenta omisiones de este estilo (aunque más breves; este es el caso más largo conocido).


Ahora bien: si los Qumranitas conocían el texto “completo”, es de suponerse que todos los judíos podrían conocerlo. ¿Por qué los fariseos no lo incorporaron a su colección de escrituras?

Lo que los especialistas han detectado es un sistemático intento en la tradición farisea por preservar los textos tal y como los debieron recibir, mientras que en Qumrán y en la Septuaginta se detecta lo contrario: el intento por hacer las correcciones que consideraran pertinentes.

Hay algo que en el lenguaje técnico de los especialistas se llama “recensión”. Se trata de un trabajo de tipo editorial en el que se toman dos versiones distintas de un mismo relato, a partir de las cuales se elabora una nueva versión en la que quedan integrados todos los elementos que antes estaban dispersos en las dos versiones distintas.

El análisis de los manuscritos recuperados en Qumrán ha demostrado que esta fue una actividad frecuente tanto entre qumranitas como en la comunidad judía helenística de Alejandría: ante manuscritos que contenían diferencias, hicieron el intento por resolverlas y con ello produjeron nuevas versiones en donde los defectos de redacción o las omisiones de las versiones anteriores quedaban “corregidas” o, por lo menos, complementadas.

Los fariseos optaron por no hacerlo así, limitándose a preservar el texto tal y como –evidentemente– lo habían recibido.

Con esto podemos llegar al meollo ideológico de la “guerra de las Biblias”. Veámoslo de este modo: ¿por qué las diferentes sectas judías de la antigüedad se confrontaron cada una con su propia versión de la Biblia? Porque unos (helenistas y qumranitas) apostaron por corregir los defectos evidentes que encontraban en las diferentes versiones del texto bíblico, mientras que otros (los fariseos) apostaron por preservar el texto tal cual estaba, y resolver los problemas de la narrativa de otra manera.

Lo que seguramente sucedió fue esto: desde el siglo V AEC, Ezra y sus escribas reconstruyeron lo mejor que pudieron los libros sagrados del Judaísmo. Su trabajo respecto a la Torá fue el más preciso y meticuloso, y eso se demuestra que es donde menos variantes hay entre las versiones helenística y farisea. Pero en el caso de los demás libros (como I Samuel), debieron enfrentarse a muchos problemas en ciertos detalles de la redacción, y por ello lograron restauraciones que en algunos pasajes (casos muy concretos) eran defectuosas (faltaban frases, palabras, había variables en la lectura por detalles ortográficos, etc.).

Ahora bien: estamos hablando de un trabajo que se hizo a partir de los fragmentos recuperados de los destrozos provocados por los babilonios. Por lo tanto, resulta lógico suponer que con el paso del tiempo pudieron recuperarse más fragmentos que, en un momento dado, ofrecieran más información que los escribas de Ezra originalmente no habían conocido. Por ello, fueron surgiendo nuevos manuscritos con nuevas versiones.

Al paso de tres siglos, el panorama seguramente ya era bastante complejo. Entonces vino la Guerra Macabea y las tropas de Antíoco IV Epífanes provocaron nuevos destrozos. Por lo tanto, hubo que recurrir a un nuevo trabajo de restauración. Como ya señalamos, este no debió ser tan complicado porque, a diferencia de la época de los destrozos babilonios, para el siglo II AEC ya existían dos grandes comunidades judías que tenían sus propias copias de las escrituras, y que no fueron afectadas por la persecución de Antíoco: la comunidad de Babilonia y la de Alejandría.

Los escribas en Alejandría optaron por una solución evidentemente razonable: tomar las copias divergentes y elaborar las recensiones pertinentes. De ese modo, corrigieron muchos “defectos” en el texto.

En contraste, los escribas fariseos (principalmente ubicados en Judea) optaron por una solución distinta: conservar, pese a los aparentes defectos, las versiones que –se deduce– identificaron como las más antiguas, y que seguramente se remontaban a la restauración original hecha por Ezra y sus escribas, luego preservada en Babilonia.

Como una tercera alternativa aparecieron los qumranitas, que a todo esto agregaron el elemento mágico: su exaltado líder, “el Maestro de Justicia”, recibió una “revelación celestial” gracias a la cual “entendió” de qué modo tenía que hacerse esta “restauración”, y procedió a reorganizar por completo lo que ya era, de por sí, un rompecabezas muy complicado. Evidentemente, sus escribas dispusieron de muchos de los manuscritos que se habían traducido al griego en Alejandría, lo mismo que de muchos manuscritos usados y aceptados sin problemas por los fariseos. Pero también produjeron mucho material propio, que fue la base de sus grandes divergencias con los otros tipos de Judaísmo (como el asunto del Calendario deducido del Libro de los Jubileos, de lo cual ya hablamos en una nota anterior).

En este panorama, sigue resultando muy llamativa la solución pretendida por los fariseos, porque en realidad pareciera que no es una solución. Simplemente, se toparon con las variantes textuales, identificaron cuáles eran las versiones más antiguas y, pese a sus aparentes defectos, decidieron conservarlas así.

Por supuesto, eso no fue todo lo que hicieron. A la par de ello y, en realidad, como complemento, perfeccionaron un concepto fundamental para el posterior Judaísmo Rabínico: la Torá Oral.

Conscientes de que era imposible reconstruir la condición original del texto, y hasta cierto punto desinteresados en hacerlo, reconocieron la importancia que tiene, a la par del texto sagrado, la tradición oral.

De ese modo, produjeron una Biblia lo suficientemente clara como para ser la base de una religión completa, pero también lo suficientemente flexible como para adaptarse a cualquier situación.

En términos simples, derrotaron a los helenistas y eso se demuestra fácil: cuando el Judaísmo Helenista entró en su fase de colapso y sus sobrevivientes se asimilaron al Judaísmo Rabínico, terminaron por aceptar la Biblia Hebrea.

Y déjenme decir: no fue una derrota absoluta. Muchos de los conceptos –sobre todo académicos y filosóficos– de los Helenistas se adaptaron sin problema en el Judaísmo Rabínico. De hecho, existe una interesante hipótesis según la cual estos habrían sido los orígenes del Judaísmo Ashkenazí, que hoy por hoy es el mayoritario.

Sin embargo, abandonaron por completo la Biblia en Griego. De hecho, literalmente se la dejaron al Cristianismo. Y eso, sin duda, fue un elemento fundamental en la definición de una de las diferencias más notables entre las dos religiones.

Es algo simple: el griego es un idioma cerrado. Es decir, es muy preciso en su significado. Busca la exactitud en la relación entre lo que se escribe y lo que se debe entender. No en balde, fue el idioma que permitió el mayor desarrolló en la antigüedad de una disciplina tan compleja como la Filosofía. Sólo el idioma griego podía producir a autores del tamaño de Aristóteles.

En cambio el hebreo es un idioma abierto, desde el simple hecho de que se escribe sin vocales. El lector no recupera la información, sino que literalmente la reconstruye. Para saber leer hebreo, hay que disponer de un bagaje previo, memorizado, y que sólo se aprende por transmisión oral.

Por ello, la versión griega de la Biblia se convirtió en un texto cerrado, una búsqueda por un significado único (y sobra decir que eso no se logró), y eso determinó en gran medida que el Cristianismo naciera con el conflicto de cómo interpretar la escritura sagrada. La consecuencia es evidente a lo largo de veinte siglos: en el Cristianismo los grandes conflictos (muchos de ellos, sangrientos) se han generado por las diferencias en la interpretación de la Biblia.

En el Judaísmo eso no sucedió: el hebreo era un idioma abierto, y hasta cierto punto se puede decir que eso fue lo que lograron los fariseos en su Biblia, preservada hasta la fecha por el Judaísmo Rabínico: un texto con las suficiente precisión (como las consonantes en el idioma hebreo) como para sobrevivir a todo, pero también con la suficiente flexibilidad surgida de aparentes carencias (como las vocales en el idioma hebreo, que al no escribirse son carencias aparentes).

La suerte de la Biblia de los qumranitas fue decidida de un modo más sencillo y trágico: comprometidos con el nacionalismo extremista que se levantó en armas contra Roma en el año 66, los qumranitas fueron prácticamente exterminados por los romanos. Después del año 73, su vestigio se pierde en el polvo de la Historia. Con ellos, se perdió su Biblia. Si fue recuperada, lo fue sólo por accidente cuando en 1947 se empezaron a recuperar los Rollos del Mar Muerto.

¿Qué podemos decir de los samaritanos? Mucho. Vale la pena analizarlos, porque eso va a complementar nuestra información sobre la Guerra de las Biblias. Por ello, les dedicaremos la próxima entrega, que será también la última de esta serie.
 
Resulta muy interesante la tesis sustentada por el Galiel.. como que el relato o la epopeya del exodo es una reinterpretacion y readaptacion al regreso del exilio en Babilonia , episodio traumatico que marca un quiebre en la historia de Israel pero que a su vez le da los elementos para constituir su identidad.

De acuerdo a Galiel, Esdras habria sido el gran compilador y reinterprete del exodo.. ahora bien.. como se vincula esta tesis con la hipotesis documentaria o de las 4 fuentes(yahvista, elohista, deuteronomica y sacerdotal)?
Me parece que Galiel las omite.. o las descarta?


Tambien los historiadores mas clasicos fijan el inicio del proceso de la formacion del Pentateuco (Tora) en el periodo del rey Josias y sus sucesores.
Todo esto me recuerda me lleva de alguna manera al famoso y para muchos escandaloso libro de Israel Filkenstein, " la Bilia desenterrada" donde niega por completo la historicidad el exodo. Lo leiste?

espero tus comentarios

gracias y un gran saludo

norah

LA GUERRA DE LAS BIBLIAS: UN EPISODIO CASI OLVIDADO DE NUESTRA HISTORIA (PARTE VII) - Ultima parte-
Por I Gatell


Nos falta hablar de los Samaritanos, un grupo que juega un papel muy interesante en la Guerra de las Biblias.

Desde la última fase del Judaísmo Antiguo (siglos II AEC a I EC), los Samaritanos se consolidaron como una versión alternativa al Judaísmo, con su propia versión de la Torá. En este caso, las diferencias sí son relevantes, y provocan que las posturas del Judaísmo Rabínico (heredero del Fariseo) y la religión Samaritana sean absolutamente incompatibles.

Estas diferencias están enmarcadas en lo que hemos llamado la Guerra de las Biblias, pero hunden sus raíces en un conflicto todavía más añejo. Según habíamos explicado en las primeras notas, el detonante de esta guerra de escrituras fue la catástrofe que significó la invasión babilónica, porque ese fue el momento en que el patrimonio escritural del antiguo Israel se vio severamente afectado, por lo que tuvo que ser restaurado. Las diferencias surgidas en el proceso de restauración generaron que, a la larga, hubiera diferencias entre las copias del texto bíblico conservadas por cada tendencia del Judaísmo.

Pero con los Samaritanos el asunto no se limita a ese conflicto. Por eso debe tratarse por separado.

Lo primero que hay que señalar es que los Samaritanos, al igual que todas las tendencias del Judaísmo antiguo, apelan a que ellos conservan “la versión original de la Torá”, y que la preservada por las demás formas de Judaísmo (fariseo-rabínico, Septuaginta, qumranitas, etc.) está “adulterada”.

Lo segundo que hay que señalar es que eso es imposible. La Torá samaritana es resultado del mismo proceso de restauración que se inició en los tiempos de Ezra, el escriba. Lo podemos asegurar categóricamente y fuera de toda duda, porque la Torá samaritana está estructurada exactamente igual que la Torá fariseo-rabínica, y esa estructura fue definida por Ezra y su generación de escribas. Luego entonces, la Torá samaritana no es más antigua que la Torá fariseo-rabínica.

Hay algo más: los especialistas han detectado muchos detalles en los que la Torá samaritana está directamente emparentada con la Septuaginta. Es decir, se derivó de las mismas variantes textuales, aunque el resultado fue más radical. Y eso es lo interesante.

Aunque se tiene que descartar que la Torá samaritana sea más antigua que la Torá fariseo-rabínica, es un hecho que los Samaritanos son herederos de una tradición que se remonta a la época del antiguo Israel, previa a la destrucción de Samaria por los asirios (año 722 AEC) y de Jerusalén por los babilonios (año 587 AEC).

Según la Biblia Hebrea (fariseo-rabínica), los Samaritanos son el resultado de un mestizaje provocado por los asirios. Tras la invasión al Reino de Samaria, los asirios se llevaron a un buen número de samaritanos a vivir a otros lugares, y los sustituyeron con extranjeros que se asimilaron al lugar y se mezclaron con los israelitas sobrevivientes. De ese mestizaje –étnico, pero también religioso– surgieron los modernos samaritanos. El relato está en II Reyes 17:24-41.

Por supuesto, los Samaritanos tienen otra versión. Según esta, desde un principio la preferencia de D-os estuvo con la Tribu de Efraim, y no con la de Judá; y el verdadero lugar sagrado donde estuvo el verdadero Templo dedicado al D-os de Israel fue el monte Garizim, no Jerusalén. Si en la Biblia Hebrea la preminencia la tiene Judá, es porque los jerarcas de Jerusalén alteraron el contenido original.

En esta narrativa –la mayoría, perdida por culpa de los asirios–, el grupo que siempre se mantuvo fiel a D-os fue el de los israelitas del norte, no los del sur.

Esto demuestra que, en realidad, desde antes de las invasiones asiria y babilónica ya había una Guerra de Biblias: los israelitas del norte preservaban una tradición escritural, y los del sur otra. La Biblia, tal y como la conocemos, se basa principalmente en la del sur.

Los asirios invadieron el Reino de Samaria en el año 722 AEC. Pero fue un ataque que se venía presagiando desde mucho antes, y el asedio a la ciudad se extendió durante tres años.

En ese lapso, muchos israelitas del norte huyeron hacia el Reino de Judá y se establecieron en la zona central del actual Israel. Esto ha sido demostrado contundentemente por el arqueólogo Israel Finkelstein, que ha desenterrado y estudiado muchas de las ciudades que se construyeron en esa zona a mediados del siglo VIII AEC.

Finkelstein supone que esta migración masiva de israelitas del norte al Reino de Judá generó una revolución religiosa, debido a que –por lógica– los israelitas norteños debieron traer copias de sus escrituras.

Aunque allí ya estamos entrando al terreno de la especulación, sí hay evidencia que demuestra que después del exilio en Babilonia, los escribas de la generación de Ezra dispusieron de material escritural que provenía del Reino del Norte y que, evidentemente, había sido preservado en Jerusalén.

Este es un tema que viene discutiéndose entre los especialistas en filología bíblica desde hace mucho, y gira alrededor de que la evidencia demuestra que la Torá, tal y como la conocemos hoy en día, se elaboró a partir de cuatro documentos anteriores. Uno provenía de la Casta Sacerdotal, otro del Reino del Norte, y otros dos del Reino del Sur.

Lo más notable es que la redacción actual de la Torá no refleja un trabajo de recensión. Es decir: los escribas de la época de Ezra no intentaron fusionar los cuatro relatos para elaborar uno nuevo, sino que optaron por una versión “parchada”. Por ello, lo que encontramos es que una amplia sección puede estar claramente relacionada con uno de los documentos previos, y la siguiente pertenece a otro.

El mejor ejemplo son los dos relatos de la Creación: el de Génesis 1:1 a 2:4 es el relato conocido como Sacerdotal, y el que comienza en 2:5 y narra el episodio del Paraíso y la caída de Adán y Eva es uno de los que se generaron en el Reino de Judá.

No es difícil entender qué fue lo que sucedió: conforme a los usos antiguos, las versiones originales de todos estos relatos debieron estar compiladas en tabletas de arcilla. Por lo tanto, era imposible que todos los relatos estuviesen fusionados en un solo documento. Cuando los escribas de Ezra regresaron a Jerusalén y recuperaron todos los fragmentos que sobrevivieron al ataque babilónico (me refiero a fragmentos de esas tabletas de arcilla), tomaron todo ese contenido y lo reorganizaron en un solo documento, que esta vez se elaboró en pergamino, un formato que sí facilitaba la inclusión de una gran cantidad de material.


De ese modo, lo que antes estaba distribuido en muchas tabletas que debieron ocupar mucho espacio en los archivos oficiales, ahora quedó compilado en un solo Rollo.

El hecho de que los especialistas hayan detectado que parte de ese material se originó en el Reino del Norte confirma la sospecha de Finkelstein, por lo menos hasta el punto en que los israelitas que huyeron antes de la invasión asiria llevaron consigo su propia tradición escritural. Es decir, su propia Biblia.

No es factible que los líderes religiosos en Jerusalén hayan tomado muy en serio las escrituras provenientes del Reino del Norte, porque seguramente allí ya se reflejaban muchas de las diferencias que luego se preservaron en la tradición samaritana (que el verdadero Templo tenía que estar en el Monte Garizim y no en Jerusalén, etc.).

Sin embargo, después de la destrucción causada por los babilonios, los fragmentos recuperados de las escrituras del norte pudieron servir para completar información que, evidentemente, se habría perdido irremediablemente en los fragmentos de las escrituras del sur.

Por supuesto, los contenidos más diferenciables de las escrituras del norte fueron eliminados (como lo del Monte Garizim o la preminencia de la Tribu de Efraim). Sin embargo, varias de sus nociones teológicas se filtraron al texto bíblico actual, y los especialistas han recuperado algunos rasgos interesantes. Por ejemplo, en los fragmentos identificados como originarios del norte se percibe que los levitas son más importantes que los sacerdotes del linaje de Aarón (algo muy lógico si tomamos en cuenta que en el norte no se aceptaba a Jerusalén como único lugar de culto).

Esto nos permite percibir un vago, pero fascinante, panorama de lo que pudo ser la versión más antigua de la Guerra de las Biblias: evidentemente, se elaboró una compilación escritural en cada reino israelita. En consecuencia, una tradición correspondía a la perspectiva de los reyes de Samaria, y otra a la de los reyes de Jerusalén. Pero, además, la Casta Sacerdotal (en Jerusalén) elaboró su propia versión de la historia del Pueblo Elegido. Por supuesto, estaba enfocada a los aspectos rituales, y el mejor ejemplo de esta tradición es el libro del Levítico.

¿Habría diferencias teológicas relevantes entre cada texto? Probablemente. Por lo menos, es lógico suponer que los documentos vinculados a la realeza (en Samaria o en Jerusalén) le dieran preminencia a las dinastías reales, mientras que el documento sacerdotal debió darle esa preminencia a la dinastía aarónica.

Por supuesto, esto no debió convertirse en un conflicto similar al que se dio después de la Guerra Macabea, y del que estuvimos hablando en las notas anteriores. Acaso, las diferencias más notables habrían sido entre los textos “bíblicos” de Samaria (al norte) en contraste con los de Jerusalén (al sur).

Ante la amenaza de la invasión asiria, algunos israelitas del norte debieron llevar copias de sus escrituras a su refugio en el Reino del Sur, y gracias a ello se preservó ese material. Después del exilio en Babilonia, los escribas que, bajo la dirección de Ezra, se dedicaron a restaurar el texto bíblico, aprovecharon algunos fragmentos del texto del norte para completar los faltantes que tenían en algunos relatos, especialmente relacionados con los patriarcas. Por supuesto, es obvio que en estos casos las diferencias entre los relatos del norte y del sur no debieron ser significativas.

Pero eso no fue todo: muy probablemente, algunos de los sobrevivientes a la invasión asiria en el Reino de Samaria debieron conservar algo. Si no escrituas como tal, si una tradición y una narrativa completamente diferente a la que se preservó en Jerusalén. Dicha versión de la Historia israelita debió adaptarse a la nueva sociedad samaritana, aunque sin disponer de una copia de la Torá. Por ello, más tarde debieron aceptar la reconstrucción hecha por Ezra, pero la adaptaron a esa narrativa particular que conservaban desde antes de la invasión babilónica a Judea.

Por eso, la Torá samaritana refleja la estructura elaborada por Ezra y sus escribas, pero contiene premisas ideológicas que bien pueden tener su origen en el Israel pre-exílico.

Los Samaritanos se mantuvieron al margen de la mayoría de las controversias entre las diferentes sectas judías antes y después de la Guerra Macabea. Su gran declive vino con las invasiones árabes a partir del siglo VII, y en la actualidad sólo quedan unos 700. Aunque es un número muy reducido y parecieran al borde de desaparecer, han logrado mantenerse vivos en esas condiciones desde hace mucho tiempo.

Es hora de concluir con este tema. ¿Qué es lo más relevante de todo? Corregir la noción equivocada de que la compilación de la Biblia fue algo sencillo, reducida a “varios autores escribieron libros que fueron coleccionados por los judíos, con tanto celo por parte de los escribas que el texto nunca se vio alterado”.

No. En realidad, el proceso fue complejo y estuvo sometido a diversas crisis generadas por factores tanto externos como internos. La Biblia, tal y como la conocemos, es el resultado de un largo proceso en el que el pueblo judío no sólo construyó una colección de libros, sino que se construyó a sí mismo.

Concluyo con una observación relevante: en muchas ocasiones, se dice que “la Biblia no es un libro judío, sino israelita, porque lo que podemos definir como Judaísmo apareció después”.

Falso. Si bien es cierto que las primeras colecciones de textos fueron hechas por los antiguos israelitas, obviamente en la época en la que todavía no se les identificaba como “judíos”, la realidad es que la Biblia, tal y como la conocemos y entendemos, surge precisamente en la época en la que ya no hablamos de israelitas, sino de judíos.

Es decir: todo el trabajo de restauración, compilación y edición inició cuando el antiguo Israel había dejado de existir, y la restauración se dio en lo que vino a llamarse Reino de Judea. Por lo tanto, los autores de dicha restauración ya son de la etapa que podemos definir como judía.

La Biblia Hebrea es una de las grandes obras maestras del Judaísmo. Concretamente, del Judaísmo Fariseo-Rabínico, porque al final de cuentas esta fue la versión que sobrevivió.

Por supuesto, la ciencia nos ha aportado una gran cantidad de conocimiento gracias a los descubrimientos de otras variantes textuales, que nos han permitido entender el origen de las versiones alternas, como la Septuaginta o la Torá Samaritana.

Terminada esta serie de notas, próximamente comenzaremos con un tema complementario: cómo ha sido entendida la Biblia por el Judaísmo Fariseo-Rabínico. Algo que pareciera no muy complicado pero que, en realidad, la mayoría de la gente desconoce por completo.

Mi querida Norah, si llegaste hasta aquí muchas gracias por tomarte la molestia de leer todo este material. Un abrazo fuerte y bendiciones para vos.
 
LA GUERRA DE LAS BIBLIAS: UN EPISODIO CASI OLVIDADO DE NUESTRA HISTORIA (PARTE VII) - Ultima parte-
Por I Gatell


Nos falta hablar de los Samaritanos, un grupo que juega un papel muy interesante en la Guerra de las Biblias.



Mi querida Norah, si llegaste hasta aquí muchas gracias por tomarte la molestia de leer todo este material. Un abrazo fuerte y bendiciones para vos.

Estimado DKT, he leido todo el material que me has enviado.. muyyyy interesante y desde una perspectiva no tradicional..
muchas gracias y un abrazo

norah
 
Este es uno de los pasajes más tergiversados a lo largo de la historia sobre el libro de Génesis/Bereshit:

Bereshit/Génesis 6:2

"Aconteció que cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra, les nacieron hijas.
Y viendo los hijos de los elohim [nobles] que las hijas de los hombres eran bellas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas.
Y dijo el Eterno: ''No morará Mi espíritu en el hombre por siempre, ya que él es carne; y serán sus días de 120 años.''
En aquellos días había gigantes en la tierra, y aun después, cuando se unieron los hijos de los elohim [nobles] con las hijas de los hombres y les nacieron hijos. Ellos eran los héroes que desde la antigüedad fueron hombres de renombre.
"
(Bereshit / Génesis 6:1-4)

"Cuando en la Torá se menciona a los Nefilim, no se está hablando de gigantes, sino de personas de gran peso social, los nobles.
O, una segunda interpretación tradicional, es que se está refiriendo a los primeros humanos, Adam y Shet, que eran individuos de gran estatura, belleza, fuerza e inteligencia; mayores en sus medidas (físicas, inmateriales y espirituales) que sus descendientes.

Lea bien el verso cuatro y encontrará que nada dice con precisión acerca de que los "gigantes" sean hijos de la unión de los nobles con las hijas de los villanos (gente del proletariado, para decirlo en moderno). Sólo está dicho que había "gigantes" incluso cuando los nobles tuvieron hijos con las mujeres de condición social más humilde." Y. Ribco

Los ángeles (malajim) no tienen necesidades materiales o humanas como comer, dormir o tener sexo. Dentro del judaísmo no tiene lógica.

Está bien, es tu explicación desde el punto de vista de tu religión. Pero me gustaría que me expliques cómo entienden Génesis 18:8.



Comprendo la idea que intenta expresar, lo que sucede es que dentro del Tanaj no existe referencia alguna a un suceso de esta naturaleza y el propósito de ello iría en contra de Dios y Su Torá (Ley). De todas formas, nuevamente le expreso mi mayor respeto a su creencia y le reitero que no intento ofender en ninguna manera su persona ni su credo. Mi única intención es mencionarle cómo lo vemos los judíos.

Pues yo si encuentro referencia. Isaías 7:14.

Comprendo que usted desee interpretar el texto como bien le plazca y no tengo problema con ello. Lo que sucede es que el texto deja claro y patente que hace referencia al momento en que David y Salomón son ungidos como reyes de Israel. Ya le di referencias al respecto que no dejan duda a lo que el texto hace referencia.

Como había dicho antes, no tengo problema con eso, los textos tienen doble interpretación.


Lo que sucede es que Jesús no fue gobernante de Israel, no fue rey, ni nada que se le parezca. Entonces claramente el pasaje no hace referencia a él por no decir que si usted lee todo el texto no hay nada que pueda atribuirse a Jesús.

Nacio en Belén. Pero su reino no es de este mundo.

El problema es que el sentido de Isaías 53:11 es muy distinto al que haces referencia con Juan 17:3.

En Isaías 53:11 dice que el conocimiento que posee el siervo (Israel) de Dios justificará/hará justicia. Muy distinto a decir que conocer al siervo (Israel) de Dios trae vida eterna (de hecho el texto de Isaías no habla de vida eterna). Es algo muy simple de ver al leer el texto de Isaías. Por otro lado, ya he le mostrado que el siervo al que hace referencia Isaías es Israel mismo, eso es indiscutible y ya con eso bastaría, el otro aspecto es el que tiene que ver con la descendencia física de dicho siervo (Israel) que según el cristianismo Jesús no tuvo hijos. Por no hablar ya del contexto específico en que el autor del texto expresa la idea.

¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes? Proverbios 30:4. ¿Aqui también se habla de la nación de Israel o de David?

https://israelnoticias.com/judaismo/isaias-53-hebreo-traduccion-judia/

Honestamente es la primera vez que veo esta página que menciona.
No emitiré juicio de la traducción para evitar que sobre mi caiga sospecha de manipular el texto. Usaré la misma traducción que usted me cita (que vuelvo y le digo: la página no la conocía, ni mucho menos puedo asegurar que sea de judíos o no). Sospecho que no, pero no lo puedo afirmar categóricamente.

De su vivo esfuerzo verá lo máximo. En su conocimiento mi siervo justo hará lo justo para muchos, y sus pecados él tolerara.53:11

De aquí no puede ver claramente que del trabajo/esfuerzo (obra de sus manos) verá la máxima recompensa material.
Que el conocimiento que posee el siervo servirá para hacer justicia: el texto realmente dice "por su conocimiento justificó al justo"
Que las transgresiones que muchos harán contra el siervo serán toleradas por este.

Por lo tanto, yo le daré parte con los grandes, y repartirá el botín con los poderosos; porque desnudó su alma hasta la muerte, y fue contado con los pecadores; habiendo él llevado el pecado de muchos, e intercediendo por los pecadores. Isaías 53:12

El deber de todo el pueblo judío es que rezar y orar (interceder) para que aquellos que transgreden puedan cambiar su mal actuar y dar ejemplo aún cuando nos ataquen o quieran hacernos daño con sus iniquidades.

Muere llevando los pecados de otros, intercede por ellos. A mi me parece claro que cargó con los pecados de otros.

Comprendo el punto que usted intenta sustentar. Lo que sucede es que según yo entiendo, el cristianismo considera que Jesús murió como una ofrenda para limpiar los pecados de la humanidad. A esto lo que yo me refiero a que no tiene ningún sentido dentro del marco normativo de la Torá, los sacrificios humanos con este fin son abominación para Dios. Es decir, nadie puede pagar por el pecado de otros pues Dios es claro con ello y de hecho los sacrificios animales sólo aplicaban para faltas no intencionales.

Respecto a los ejemplos que usted menciona son muy distintos a esta concepción de morir para pagar por el pecado de otros, ellos murieron defendiendo una nación en una guerra. No murió para pagar el pecado de otro. Son dos ejemplos que no son compatibles.

El sacrificio de Cristo es algo único; no hay otro hombre salvador como él. Por eso no esperes encontrar ejemplos.

Aunque Jesucristo cumplió con la ley (según lo escrito), él representa un nuevo pacto. Por eso los cristianos no nos regimos por la Tora. "La ley fue dada por medio de Moisés, la gracia por medio de Jesucristo".

Por eso lo mejor no es leer el texto traducido sino conocer el idioma, contexto histórico, cultural y normativo de un escrito. Es la mejor forma que puede ayudarnos a minimizar cualquier error.

La palabra "elohim tiene varios significados de acuerdo al contexto en el que se encuentra (ya le había dado esa idea):
  1. Dios (en su cualidad de estricta justicia y/u obrando manifiestamente por intermedio de la Naturaleza) (Ej: Bereshit/Génesis 1:1)
  2. (Elohim ajerim o Elohim) dioses/ídolos (esos que no son Dios ni representan a Dios, pero que la gente errada adora y cree en ellos) (Ej: Shemot/Éxodo 20:3)
  3. (Benei HaElohim o Elohim) dignatarios, señores (cualquier personaje de relevancia, puede ser denominado así). (Ej: Bereshit/Génesis 6:2)
  4. Enviados de Dios (malajim/ángeles) (Ej: Tehilím/Salmo 8:5), aclaro que aquí se puede traducir como "divinidad" también.
  5. Jueces (Ej: Shemot/Éxodo 22:27, TB Sanhedrin 66)
  6. (Ish Elohim): profeta (2 Melajim/2 Reyes 5:14)
Por otro lado, Elohim es un plural mayestático usado antiguamente por y para los reyes con el objetivo de hacer énfasis en su poder. Respecto a Bereshit/Génesis 1:1 el significado de "Elohim" es Dios (Plural Mayestático), sabemos que este es su significado por que el verbo que "Bará" está conjugado en singular.

Respecto a


Devarím/Deuteronomio 10:17 (voy a poner dos traducciones posibles):

17. Porque Adonai tu Dios es el Dios supremo y el Señor supremo, el Dios grande, poderoso y asombroso, que no muestra ningún favor y no acepta sobornos.17. Pues Adonai vuestro D’s., es D’s. de los dioses y Señor de los señores; El Ds. Magno, Poderoso y Temible, ante quien no hay favoritismo, ni acepta soborno.

Tehilím/Salmo 136:2 (voy a poner dos traducciones posibles):

2. Alabado sea el Dios supremo, Su amor constante es eterno.
2. Alabado sea el Dios de los dioses, su amor constante es eterno.

Ahora le pongo otros pesukím donde se aclara que sólo existe un Dios:

"Escucha, Israel: el Eterno nuestro Elokim (Dios), el Eterno es uno y único"
(Devarim / Deuteronomio 6:4)
"Yo soy el Eterno, y no hay otro. Aparte de Mí no hay Elokim (Dios o dioses). Yo te ciño, aunque tú no Me conoces, para que desde el nacimiento del sol y hasta el occidente se sepa que no hay nadie más que Yo. Yo soy el Eterno, y no hay otro."
(Ieshaiá / Isaías 45:5-6)

En referencia lo anterior: ¿Cómo cree que debería entenderse el pasuk de Deuteronomio 10:17 o el Tehilím/Salmo 136:2? Hay al menos 10 o más pesukím en donde queda claro que Dios es uno, único, que no hay otros dioses ni seres semejantes Él en naturaleza, etc.

Respecto a Daniel 2:47 no veo el problema teniendo en cuenta quien está expresando la idea: Nabujadnetzar el rey de Babilonia (quien claramente no era monoteísta, al menos en ese momento). Esto es una muestra de que cada uno expresa sus ideas de acuerdo al contexto que conoce o en el que fue levantado. Yo creo en lo que expresa Dios directamente.

¿Consideras divinidades a los ángeles?

Voy a usar un ejemplo:

Yo, yo soy el SEÑOR, y fuera de mí no hay salvador. Isaías 43:11.

¿Quiere decir que no existen los salvadores?

Y será por señal y por testimonio al SEÑOR de los ejércitos en la tierra de Egipto; porque clamarán al SEÑOR a causa de sus opresores, y El les enviará un salvador y un poderoso, el cual los librará. Isaias 19:20.

Jesucristo también dijo que nadie es bueno, solo Dios (Marcos 10:18). ¿Quería decir que no existían los hombres buenos? (Lucas 6:45).

No es que no existan los elohim, pero comparados con Dios ellos no son poderosos.

Un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

Un fuerte abrazo para ti DKT. Pasala bien. Bendiciones.
 
Está bien, es tu explicación desde el punto de vista de tu religión. Pero me gustaría que me expliques cómo entienden Génesis 18:8.

El texto que menciona usted hace referencia a una visión profética que tiene Abraham, como usted sabrá la gran mayoría de las profecías llegaban en sueños y este es un ejemplo de ello:

Abraham estaba en el tercer día posterior a su circuncisión, era anciano y era medio día. Se queda dormido y empieza la visión profética "Alzó sus ojos y vio" de hecho la palabra clave en este pasaje es el verbo "ver" (Visión). Hay varios elementos oníricos en ese relato: primero son 3 hombres, luego son 2 hombres, la cantidad de harina que manda hacer Abraham para pan es exagerado y no podría haberse hecho tan rápido, aún el carnero se tarda en ser preparado, son muchos elementos poco coherentes para la situación. No tiene sentido que los hombres pasen por donde Abraham antes de ir a Sodom y Amorá para destruirla, lo que Abraham recibe es una profecía sobre el nacimiento de Itzjak). En fin, creo que todos en el relato se pueden observar directamente allí. No hay tal comida realmente, de hecho es curioso porque nunca se dice que estos hombres sean "malajím" (ángeles, mensajeros, emisarios, etc.).


Pues yo si encuentro referencia. Isaías 7:14.

El texto en cuestión tiene un contexto concreto y explícito. En adición a lo señalado, este es uno de los casos más claros de los errores de traducción existentes en muchas versiones a otros idiomas, veamos:

Ieshaiáh/Isaías 7:1-16

Traducción judía erudita:Isaías 7 Dios Habla Hoy (DHH)
Primer mensaje de Isaías a Ahaz
Isaías 7 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Mensaje de Isaías a Acaz
Mis comentarios:
1. El rey de Siria, Resín, y el rey de Israel, Pécah, hijo de Remalías, atacaron a Jerusalén y quisieron conquistarla, pero no pudieron. Esto sucedió cuando Ahaz, hijo de Jotam y nieto de Ozías, era rey de Judá.2 En esa ocasión llevaron esta noticia al rey Ahaz y a su familia: «Los sirios se han aliado con Efraín.» El rey y el pueblo empezaron a temblar como tiemblan los árboles del bosque cuando sopla el viento.

3 Entonces el Señor dijo a Isaías: «Toma a tu hijo Sear-iasub y ve a encontrarte con el rey Ahaz en el extremo del canal del estanque superior, en el camino que va al campo del Lavador de Paños, 4 y dile:

“Ten cuidado, pero no te asustes;
no tengas miedo ni te acobardes
por esos dos tizones humeantes,
Resín con sus sirios, y el hijo de Remalías,
que están ardiendo en furor.
5 Los sirios, con el pueblo de Efraín y el hijo de Remalías,
han tramado hacerte mal.
Han dicho:
6 Invadamos Judá y metámosle miedo;
apoderémonos de ella
y pongamos por rey al hijo de Tabeel.
7 Pero el Señor dice:
¡Eso jamás sucederá!
8-9 Damasco es la capital de Siria,
y Resín es el rey de Damasco;
Samaria es la capital de Efraín,
y el hijo de Remalías es el rey de Samaria;
pero dentro de sesenta y cinco años
Efraín dejará de ser nación;
y si ustedes no tienen una fe firme,
tampoco quedarán firmemente en pie.”»
7 Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de Judá, que Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para combatirla; pero no la pudieron tomar.

2 Y vino la nueva a la casa de David, diciendo: Siria se ha confederado con Efraín. Y se le estremeció el corazón, y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento.

3 Entonces dijo Jehová a Isaías: Sal ahora al encuentro de Acaz, tú, y Sear-jasub[a] tu hijo, al extremo del acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador,

4 y dile:
Guarda, y repósate; no temas, ni se turbe tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean, por el ardor de la ira de Rezín y de Siria, y del hijo de Remalías.

5 Ha acordado maligno consejo contra ti el sirio, con Efraín y con el hijo de Remalías, diciendo:

6 Vamos contra Judá y aterroricémosla, y repartámosla entre nosotros, y pongamos en medio de ella por rey al hijo de Tabeel.

7 Por tanto, Jehová el Señor dice así: No subsistirá, ni será.

8 Porque la cabeza de Siria es Damasco, y la cabeza de Damasco, Rezín; y dentro de sesenta y cinco años Efraín será quebrantado hasta dejar de ser pueblo.

9 Y la cabeza de Efraín es Samaria, y la cabeza de Samaria el hijo de Remalías. Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis.
1. Note que el mismo texto dice cuándo tiene lugar la profecía y explica cuál es el contexto (la alianza entre el reino del Norte-Israel- y Asiria para atacar el rey de Judá, pero sin éxito) en el que llega la nevuá a Isaias para dársela a una persona específica: El rey Ahaz (Ajaz/Acaz).

2. Aquí está claro que Isaías debe darle el mensaje al rey Ahaz en relación a la situación de guerra: Dios le dice al rey Ahaz que no caerá su reino por esta alianza y que incluso, debido a esta traición de Efraim (reino de Israel) dentro de 75 años caerá el reino del Norte (Israel).

7-8. Dios dice que dicha alianza no durará ni prosperará contra Judá.
Dice claramente que caerá Efraim y dejará de ser pueblo (Se acuerda de Oseas que también dice lo mismo sobre este reino del Norte: Lo-Ammi) es algo muy claro.


9. Vea la advertencia que hay en el mensaje de Dios: si Judá (como reino) no cree en este decreto de Dios entonces tampoco permanecerá, este es crucial para el mensaje que viene adelante...
Voy a desglosar el texto que me citaste directamente y con una traducción judía erudita:
  1. "Por tanto, el mismo Señor os dará la señal:
  2. He aquí que está preñada
  3. la joven
  4. y dará a luz un hijo,
  5. y llamarás su nombre
  6. Imanu-El."
    (Ieshaiá / Isaías 7:14
    )

Esa joven era la esposa de Ahaz.
Segundo mensaje: el nacimiento de Emanuel

10 El Señor dijo también a Ahaz: 11 «Pide al Señor tu Dios que haga un milagro que te sirva de señal, ya sea abajo en lo más profundo o arriba en lo más alto.»

12 Ahaz contestó: «No, yo no voy a poner a prueba al Señor pidiéndole una señal.»

13 Entonces Isaías dijo:

«Escuchen ustedes, los de la casa real de David. ¿Les parece poco molestar a los hombres, que quieren también molestar a mi Dios?
14 Pues el Señor mismo les va a dar una señal:
La joven está encinta
y va a tener un hijo, al que pondrá por nombre Emanuel.

15 En los primeros años de vida del niño, se comerá leche cuajada y miel.
16 Pero antes de que el niño tenga uso de razón, el país de los dos reyes que te causan miedo quedará abandonado.




10 Habló también Jehová a Acaz, diciendo:

11 Pide para ti señal de Jehová tu Dios, demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto.

12 Y respondió Acaz: No pediré, y no tentaré a Jehová.

13 Dijo entonces Isaías: Oíd ahora, casa de David. ¿Os es poco el ser molestos a los hombres, sino que también lo seáis a mi Dios?

14 Por tanto, el Señor mismo os dará señal:
He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.[b]

15 Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno.

16 Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada.
10. Dios continua hablando al rey Ahaz:

11. Dios le dice al rey Ahaz que pida señal para que crea en el mensaje (que le da el profeta Isaías) de que no prosperará la alianza de Efraim y Siria. Si no cree en ese mensaje entonces Judá también caerá.

12. El rey Ahaz se niega a pedir señal.

13-14. El profeta Isaías intercede y le dice al rey Ahaz que si debe tener una señal para que crea definitivamente en ese momento de dicho mensaje (que la alianza de Efraim y Siria caerá) porque sino creen, entonces Judá también caerá, por esta razón Dios mismo les ha de dar la señal a Judá para que crean:

14. El texto dice inequivocamente en hebreo: que una joven (no una virgen: es una traducción errónea) que está allí presente en ese momento ya está embarazada alcanzará a parir ese hijo y ella (la joven) y Ahaz (el rey) lo llamará Emmanuel y que ese niño llegará a la edad de 13 años y antes de que ese mismo niño llegue a esa edad de 13 los reyes de Siria y Efraím serán derrotados y las tierras que ellos gobiernan serán asoladas (tal como pasó).

El problema radica en que el traductor tradujo la palabra "Alm'á" como virgen y esto es incorrecto pues "Alm'á" significa es "mujer joven". El texto en hebreo no usa la palabra "betuláh" que si significa "virgen".

En conclusión no hay ninguna duda de que el texto hace referencia al hijo del rey Ahaz: el rey Jizquiyá/Iejezquel.

Como había dicho antes, no tengo problema con eso, los textos tienen doble interpretación.

De hecho los textos pueden interpretarse de mas de 2 formas: como le dije antes nuestros sabios dicen que la torá tiene 70 caras y cada cara tiene otras 70 caras (interpretaciones). Sólo que esas interpretaciones deben tener una coherencia en todo el texto y para nosotros nunca ha tenido lugar la interpretación que el cristianismo le ha dado al texto. Al menos ya hemos llegado al punto de ir develando lo que propuse el forista Salmo51 al abrir este epígrafe.

Nacio en Belén. Pero su reino no es de este mundo.

Esto ya es parte de la teología cristiana y yo la respeto. No es consistente con el judaísmo ni con lo expresado en el Tanaj, pues para nosotros Adonai es el Rey de Todo lo existente incluyendo este mundo.

¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes? Proverbios 30:4. ¿Aqui también se habla de la nación de Israel o de David?

Mislei/Proverbios 30:2-4

[4] ¿Quién ha subido al cielo y descendió? ¿Quién ha juntado el viento en sus puños? ¿Quién ha atado las aguas en un vestido? ¿Quién ha establecido todos los confines de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y cuál es el nombre de su hijo, si tú lo sabes? ¿Quién ha subido al cielo y descendió?:

Es decir que primero ascendió (tiempo pasado al escritor del texto: Shlomó/Salomón) y luego descendió (tiempo pasado al escritor del texto: Shlomó/Salomón) y quedó en la tierra. La respuesta es muy sencilla: Moshé/Moisés

Shemot/Éxodo 19:1-4

[1] En el tercer mes después de la salida de los Benei Israel de la tierra de Mitzraim, en este día llegaron al desierto del Sinaí. [2] Partieron de Refidim y llegaron al desierto del Sinaí, y acamparon en el desierto; allí acampó Israel frente a la montaña. [3] Y Mosheh ascendió a Di-s, y el Etern-o lo llamó desde la montaña, para decir: “Así dirás a la Casa de Ya’acov y expondrás a los Benei Israel: [4] Ustedes vieron lo que Yo os hice a los mitzraim, y que Yo los porté sobre alas de águila y los traje a Mí.

¿Quién ha juntado el viento en sus puños? (Pregunta en tiempo pasado)


Hace referencia a Dios o a Moisés (como brazo de Dios):

Shemot/Exodo 10:13-19

[13]Y Mosheh extendió su vara sobre la tierra de Mitzraim, y el Etern-o condujo un viento del este sobre la tierra durante todo ese día y toda la noche; y cuando llegó la mañana, el viento del este trajo la plaga de langostas. [14] La plaga de langostas subió sobre toda la tierra de Mitzraim, y se posó en todas la tierra de Mitzraim, y se posó en todas las fronteras de Mitzraim muy severamente; no hubo plaga de langostas como esa después de ella no habrá otra semejante. [15] Cubrió la superficie de toda la tierra, y la tierra se oscureció. Y consumió toda hierba de la tierra y todo fruto del árbol que el granizo había dejado; no quedó ningún verdor en los árboles ni en la hierba del campo de toda la tierra de Mitzraim. [16] El Paroh (faraón) se apresuró a llamar a Mosheh y a Aharón, y dijo: “He pecado contra el Etern-o, su Di-s, y contra ustedes- [17] Y ahora, les ruego que perdonen mi pecado, sólo esta vez y supliquen al Etern-o, su Di-s, para que retire de mí esta muerte.” [18] Entonces salió de la presencia del Paro y suplicó al Etern-o. [19] Y el Etern-o hizo volver un viento del mar muy fuerte que se llevó las langostas y las arrojó al Mar de Juncos (Yamah Suf); no quedó ni una langosta en toda la frontera de Mitzraim.

¿Quién ha atado las aguas en un vestido? (Pregunta a un tiempo pasado)


Hace referencia a Dios o a Moisés (como brazo de Dios):

Shemot/Exodo 14: 26-29

[26] Y el Etern-o dijo a Mosheh: “Extiende tu mano sobre el mar, y las aguas se volverán sobre los mitzrim, sobre sus carruajes y sobre su caballería.” [27] Y Mosheh extendió su mano sobre el mar, y hacía la mañana el mar volvió a su encuentro, y el Etern-o agitó a los mitzrim en medio del mar. [28] Y las aguas se volvieron y cubrieron los carruajes, la caballería y a todo el ejército del Paroh que había entrado tras ellos en el mar; de ellos no quedó ni uno. [29] Pero los Benei Israel marcharon en lo seco en medio del mar, y las aguas eran para ellos muralla a su derecha y a su izquierda.


¿Quién ha establecido todos los confines de la tierra? (Pregunta sobre el pasado)


La respuesta es Dios mismo (creo que no hay duda).

¿Cuál es su nombre, y cuál es el nombre de su hijo, si tú lo sabes? (Pregunta sobre el pasado y el presente)

Ya la respuesta está dada: Dios e Israel.

Shemot/Exodo 4:22

22. Y entonces dirás al Paroh (Faraón): Así dijo el Etern-o: Mi hijo primogénito es Israel.

Allí están las respuestas.

Muere llevando los pecados de otros, intercede por ellos. A mi me parece claro que cargó con los pecados de otros.

Cuando una persona calumnia a otra (esta tolera o carga con la iniquidad del calumniador), lo mismo aplica para aquel que muere por un asesino, o el que es robado o el que es violado, vituperiado, etc. Ese es el sentido del texto, por otro lado ya le deje aclarado que hace referencia a Israel como nación. El texto es totalmente coherente como se lo he explicado.

Nuevamente si a usted en su fe le es útil (lo hace ser mejor persona) creer que allí dice otra cosa particularmente no tengo problema.

El sacrificio de Cristo es algo único; no hay otro hombre salvador como él. Por eso no esperes encontrar ejemplos.

Lo que pasa es que si hay otros ejemplos que se asemejan mucho a la idea de Jesús en otras religiones más antiguas que el cristianismo:

La religión griega (Hércules, Baco, Teseo)
La religión Egipcia (Horus).
La religión antigua de Babilonia (el Zoroastrismo).

Otras como el mitraismo.

En la Tanaj no hay una idea similar porque no es parte de nuestra teología algo así, por eso Dios siempre nos pidió que nos alejáramos de las religiones de los pueblos que no rodeaban.


Aunque Jesucristo cumplió con la ley (según lo escrito), él representa un nuevo pacto. Por eso los cristianos no nos regimos por la Tora. "La ley fue dada por medio de Moisés, la gracia por medio de Jesucristo".

Aquí hay varias ideas:

La primera: ya le demostré que a la luz de la Torá (el marco normativo legal dado por Dios) Jesús violó al menos 3 mitzvot directos.
1. Dañó un árbol frutal.
2. Sacó a los cambistas del Templo que estaban autorizados por la Torá y por medio de la violencia.
3. Violó el Shabbat segando en el campo.

La segunda: los cristianos no se deben regir por la Torá porque sencillamente no son judíos, no hacen parte del pueblo judío pues las leyes dadas en el Sinaí sólo son para el pueblo judío no para otros pueblos. Eso es claro y directo, una persona que no es judía no está obligada a nada, por eso Dios hizo la diferencia entre nosotros y otras naciones.

La tercera idea es que Dios dio Su Ley directamente al pueblo en el monte Sinaí y fue el mismo pueblo el que pidió que se terminara de pasar Su Ley por medio de Moisés.

Cuarta idea, según yo entiendo en los evangelios se señala que Jesús no tenía intención de dar una nueva ley sino que manda a los judíos a seguir cumpliendo la Ley dada por Dios en el monte Sinaí. De hecho el cristianismo habla de un nuevo pacto o nueva ley realmente es por medio de las cartas paulinas (alejándose de las ideas de Jesús). Igual este tema no me pongo a discutirlo porque es un asunto cristiano no judío.

¿Consideras divinidades a los ángeles?

No, lo que quise decir es que "elohim" también puede traducirse como "divinidad" (como un atributo o un adjetivo).

Los malajim son creados por Dios para realizar una tarea específica y al ser creados por Dios tiene un origen divino, lo mismo que el hombre, lo mismo que el mundo mismo o los mundos. Pues todo está inmerso en Dios mismo.

Voy a usar un ejemplo:

Yo, yo soy el SEÑOR, y fuera de mí no hay salvador. Isaías 43:11.

¿Quiere decir que no existen los salvadores?

Y será por señal y por testimonio al SEÑOR de los ejércitos en la tierra de Egipto; porque clamarán al SEÑOR a causa de sus opresores, y El les enviará un salvador y un poderoso, el cual los librará. Isaias 19:20.

Lo que el texto expresa es la voluntad de Dios, que todo lo que pasa es Su Voluntad en el mundo. Es una idea que se transmite a lo largo de todo el Tanaj, vamos que no es difícil de ver.

Jesucristo también dijo que nadie es bueno, solo Dios (Marcos 10:18). ¿Quería decir que no existían los hombres buenos? (Lucas 6:45).

Yo creo que el texto intenta decir que la bondad viene como consecuencia de cumplir los mandamientos de Dios, que igual que ser salvado de una u otra forma todo tiene su más profunda esencia en Dios.

No es que no existan los elohim, pero comparados con Dios ellos no son poderosos.

Si habla de los malajim, reyes, jueces y todo ser humano con un título de renombre no hay duda.
Si intenta decir que hay dioses menores: esto está fuera de cualquier creencia dentro del judaísmo.

Lo que deja patente es que si una comprensión del idioma hebreo es complejo entender el texto.


Un fuerte abrazo para ti DKT. Pasala bien. Bendiciones.

Un cordial saludo y bendiciones WM2. Un abrazo.[/QUOTE]