Indudablemente el Padre desea que escuchamos, creamos y atendamos el MENSAJE de su Hijo Jesucristo....Y el versículo que he citado
"Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna" San Juan (6, 35-40)
Muestra claramente que la voluntad expresa de Padre es que creámoos en su eterno hijo Jesucristo.
Por ello el Padre expresa “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. A él oigan”.
Pero sugiero que revises de nuevo las diferencias que señalé, con su correspondiente apoyo bíblico, porque de otra manera la predicación al incrédulo sería un loop, un bucle retórico, un argumento circular sin significado. Así sería el bucle o loop:
La voluntad del Padre es que creamos en el Hijo que nos pide hacer la voluntad del Padre que es que creamos en el Hijo que nos pide hacer la voluntad del Padre que es que creamos en el Hijo que nos pide hacer la voluntad del Padre que es que creamos en el Hijo...etc
y el incrédulo respondería: ¿Pero entonces... cuál esa voluntad? ¡Que alguien me explique!
El Evangelio es más inteligible así: El Padre quiere que oigamos y creamos en el Mensaje del Hijo que es este: Arrepiéntanse, sirvan al Padre, amen a Dios sobre todas las cosas y a su prójimo como a ustedes mismos.
Y tú y nadie más que no sea cristiano cree que Jesucristo es Dios, el gran YO SOY.
Y eso estimado Alissa, es un privilegio EXCLUSIVO de los cristianos y de nadie más
Esta clase de fe es EXCLUSIVAMENTE y pertenece EXCLUSIVAMENTE a nosotros, los cristianos, por más que quieras intelectualizar y estructurar la justificación de tu propia incredulidad, sin esta clase de fe que es para salvación de nuestra alma, no hay salvación
Lo siento
Creer que Jesucristo es Dios podrá ser un dogma teológicamente correcto o erróneo, pero no es un requisito para recibir la gracia perdonadora y transformadora de Dios. No existe tal exigencia por parte de las Escrituras. No lo exigió Jesús a quienes se acercaban a Él. No lo exigían los apóstoles a sus audiencias. No lo exijas tú, mi amigo.
Si crees que Dios te ha revelado a tu corazón, OSO, que Jesucristo es Dios, y esto te ha hecho amarlo más, te felicito.
Si deseas compartir tal convicción con el mundo, para que lo amen más, me parece bien.
Pero te exhorto a no presentarlo como requisito para la salvación. Tal idea no viene de Dios porque ya ha probado, durante 20 siglos, llevar como frutos la disensión, al encono y al sectarismo. En cambio, el que lo continúes creyendo, pero sin exigirlo como requisito, redundará en mayor paz, colaboración, buen ánimo y unidad.
La unidad entre los cristianos no es un sentimentalismo ni un sueño guajiro.
Es el deseo íntimo de Jesús, el que Él presentó a su Padre en el huerto de los Olivos.
En esa oración nos damos cuenta que tal unidad entre los cristianos debe basarse en el conocimiento del Padre como Único Dios Verdadero (es decir, en el amor) y de Jesús como su Enviado (es decir, en la Fe). Y esta unidad debe ser tan firme, tan estrecha, como la mismísima unidad entre el Padre y el Hijo.
Si además de todo esto, tú consideras al Enviado de Dios como Dios mismo, está bien. Pero eso es aparte.
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú has enviado.... Pero no ruego solamente por estos sino también por los que han de creer en mí por medio de la palabra de ellos; para que todos sean uno así como tú, oh Padre, en mí y yo en ti, que también ellos lo sean en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste... Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente unidos; para que el mundo conozca que tú me has enviado, y que los has amado como también a mí me has amado. (Jn 17:3,21,23)