Re: EL "DOMINIO PAPAL MUNDIAL", ANTIGUO Y FUTURO, SEGUN EL adventismo.
HOLA FORISTAS:BVICENTE INSISTE en sostener que antes de 1798 hubo acontecimientos que opacan la cuestión de 1798,fecha en que el Papa fue tomado prisionero por el General Berthier y llevado vergonzosamente a Avigñon Francia:....por muchas luchas internas que haya tenido el papado,no dejó de existir hasta que un poder foráneo le provocó una "herida de muerte" suprimiendo el "papado" por un tiempo,tal vez muy corto tiempo,la profecia de una herida sanada tenia que cumplirse,pero como quiera,sufrió esa herida......
Bueno, "bigker", por mas esfuerzos que tù hagas, !no podràs impedir que la realidad historica sea conocida por este foro!!!!....
AQUI PONGO MAS EVIDENCIAS HISTORICAS, PARA DEMOSTRAR QUE LA SECTA adventista UTILIZA LA HISTORIA EN FORMA ACOMODATICIA, PARA JUSTIFICAR SUS DOGMAS MENTIROSOS.....
"La invasión napoleónica de Italia en 1797 no se detuvo ante las puertas de Roma: un año después las tropas francesas entraban en la ciudad. Unidos a los franceses, los revolucionarios italianos exigieron del papa la renuncia a su soberanía temporal. El 7 de marzo de 1798 se declaró la República Romana y el papa fue apresado y deportado a Francia.
Napoleón Bonaparte quiso regularizar las relaciones con la Iglesia, lo que quedó plasmado en el Concordato que Francia y la Santa Sede firmaron en 1801. El papa –lo era entonces Pío VII– regresó a Roma, de donde retornó a París para coronar emperador a Napoleón en 1804.
Pero pronto el papa supuso un estorbo en los planes del emperador, quien en 1809 se adueñó de los Estados Pontificios, los incorporó al Imperio francés y retuvo a Pío VII como prisionero en Savona.
Tras las derrotas de Napoleón, el papa pudo retomar sus posesiones en 1814, siendo reconocida en el Congreso de Viena de 1815 la pervivencia de los Estados Pontificios dentro del nuevo orden europeo, aunque con una ligera merma territorial que fue a parar a poder del Imperio austríaco.
El espíritu revolucionario francés se extendió también por Italia. En 1831, el mismo año en que era nombrado papa Gregorio XVI, estalló un levantamiento en Módena, seguido de otro en Reggio y poco después en Bolonia, donde se arrió la bandera papal y se izó en su lugar la tricolor. En cuestión de semanas todos los Estados Pontificios ardían en la hoguera revolucionaria y se proclamaba un gobierno provisional.
En torno a la Marca se creaba el «Estado de las Provincias Unidas» de la Italia central. Gregorio XVI no contaba con efectivos militares suficientes para contener un movimiento de aquellas proporciones; necesitó de la ayuda extranjera, que en esta ocasión le vino de Austria. En febrero de 1831 las tropas austriacas entraban en Bolonia forzando la salida del «gobierno provisional» que se refugió en Ancona; en dos meses la rebelión quedó de momento sofocada.
Con verdadera urgencia se dieron cita en Roma representantes de Austria, Rusia, Inglaterra, Francia y Prusia, las cinco grandes potencias del momento, para analizar la situación y elaborar un dictamen sobre las reformas que a su juicio era necesario introducir en la administración de los Estados Pontificios. No todas las sugerencias realizadas en tal sentido fueron aceptadas por Gregorio XVI, pero sí las suficientes como para que los cambios en materia de justicia, administración, finanzas y otras fuesen palpables.
A pesar de ello, estos pequeños logros no fueron suficientes para satisfacer las demandas de los exaltados revolucionarios. A finales de ese mismo año de 1831 la rebelión se propagaba otra vez por los estados de la Iglesia. Las tropas austriacas, cuya presencia constituía una garantía de estabilidad y orden, habían regresado a sus bases de origen; fue preciso pedir de nuevo su intervención, cosa que llevó a cabo solícitamente el general Radetzky.
Unidas sus fuerzas a las del papa fue tarea fácil tomar Cesena y Bolonia, focos de la protesta revolucionaria. Francia, por su parte, desplegó algunos destacamentos en Italia y ocupó Ancona que fue desalojada en 1838. Después de unos años de calma la agitación revolucionaria se hizo notar en 1843 en Romaña y Umbría. En 1845 fuerzas sublevadas se apoderaron de la ciudad de Rímini. Pudieron ser desalojadas aunque no reducidas, de forma que, si bien abandonaron Rímini, llevaron la revolución a Toscana.
Unificación Italiana y fin de los Estados Pontificios:
Los aires revolucionarios que soplaban con fuerza por toda Italia derivaron en corrientes impulsoras de la unidad nacional. El rey sardo-piamontés Carlos Alberto asumió las iniciativas en pro de tal unidad y declaró la guerra a Austria. El papa Pío IX, que había sido entronizado en 1846, no quiso unirse a la causa, actitud que no le perdonó el pueblo romano.
Estalló la rebelión y Pío IX tuvo que huir de Roma en noviembre de 1848. Se abolió el poder temporal del papa y se proclamó la II República Romana.
Se organizó un contingente militar aportado por diversas naciones católicas y el 12 de abril de 1850 el papa regresaba a Roma, abolida la efímera república.
En el verano de 1859 algunas ciudades de la Romaña se levantaron contra la autoridad del papa y adoptaron la plebiscitaria resolución de anexionarse al Piamonte, lo que se llevó a efecto en marzo de 1860. Ese mismo año, Víctor Manuel solicitó formalmente del papa la entrega de Umbría y de Marcas, lo que Pío IX rehusó hacer.
Las tropas piamontesas se enfrentaron a las del papa, que resultaron derrotadas en Castelfidardo (18 de septiembre) y en Ancona (30 de septiembre). La iglesia se vio desposeída de aquellas regiones que, en unión de la de Toscana, de Parma y de Módena -éstas por voluntad propia expresada mediante plebiscitos-, se anexionaron al creciente reino de Piamonte-Cerdeña (noviembre de 1860), que pasaba a denominarse reino de Italia del Norte.
Los Estados Pontificios quedaban definitivamente desmembrados y reducidos a la ciudad de Roma y su entorno, donde el papa, bajo la protección de las tropas francesas, siguió por el momento ejerciendo su declinada autoridad civil.
En 1870 estalló la Guerra Franco-prusiana y el emperador francés Napoleón III precisó disponer de todos los efectivos militares, incluidas las unidades de guarnición en Roma. Italia fue aliada de Prusia en esta contienda, por lo que contó con el beneplácito del Canciller de Alemania Otto von Bismarck para actuar sin reparos contra las posesiones del pontífice profrancés.
Pío IX reunió ocho mil soldados en un desesperado intento de resistir, pero el insuficiente ejército papal no pudo contener a las divisiones italianas que marcharon patrióticamente enardecidas sobre Roma. El 20 de septiembre de 1870 entraban en la capital del flamante reino de Italia en cuyo palacio del Quirinal establecía su corte el rey Víctor Manuel II.
Desde el comienzo de su pontificado el Papa Pío IX se vio envuelto en la vorágine histórica que significó el proceso de unificación de Italia. Ésta implicaba necesariamente el fin de los Estados Pontificios, a lo que Pío IX se opuso tenazmente.
El papa Pío IX se autoproclamó prisionero en el Vaticano cuando el reino papal en Roma acabó a la fuerza, los Estados Papales se unieron al resto de Italia para formar el nuevo Reino de Italia unificado bajo el rey Víctor Manuel II y la ciudad se convirtió en la capital.
Tuvieron que pasar 59 años hasta que, el 11 de febrero de 1929, Pío XI y Benito Mussolini suscribieran los Pactos de Letrán, en virtud de los cuales la iglesia reconocía a Italia como estado soberano, y ésta hacía lo propio con la Ciudad del Vaticano, pequeño territorio independiente de 44 hectáreas bajo jurisdicción pontificia".
(TOMADO DEL INTERNET).
SEGUIREMOS SOBRE EL TEMA, MAS ADELANTE......
BILLY VICENTE