Re: (((((( EL DILUVIO BIBLICO ))))))

Los dogmas de fé son muy difíciles -si no imposibles- de refutar con argumentos científicos. La historia de la humanidad lo atestigua sobradamente. Nuestro tiempo no escapa, por cierto, a esta regla, ya que en la actualidad, como en todas las épocas, una buena cantidad de personas sigue obstinadamente creyendo cosas, no sólo desprovistas de todo fundamento científico, sino que, además, están en franca contradicción con el conocimiento científico que hoy poseemos.
Para dar un ejemplo, entre cientos, de lo expresado, me referiré a la insólita creencia actual de mucha gente -curiosamente, muchos de ellos científicos- de que el hombre desciende del mono.
Porque ha de saberse que el tan mentado y manoseado "antecesor común" del hombre y del mono, de quien hablan muchos científicos y divulgadores, no es ni puede ser otra cosa que un mono. El supuesto "antecesor común” sería llamado ciertamente mono por cualquiera que lo viese, afirmaba el ilustre paleontólogo de la Universidad de Harvard, George G. Simpson. Es pusilánime si no deshonesto, decir otra cosa, agregaba Simpson. Es deshonesto, agrego yo. De manera que todos los esfuerzos de los antropólogos e investigadores en este tema, no se dirigen, en absoluto, a dilucidar, objetivamente y sin prejuicios, de qué modo se originó el hombre, sino de qué mono lo hizo.
En otras palabras: el postulado de nuestro origen simiesco es una convicción de la que se parte, y no una conclusión a la que se arriba.
Ahora bien, esta convicción, que muchos científicos y divulgadores sostienen encarnizadamente (¡hasta el punto de mostrarla al público como un hecho científico y demostrado!), es -por definición- algo que está fuera del campo de la ciencia experimental, que se basa, precisamente, en la observación y reproducción experimental del fenómeno bajo estudio. Cosas evidentemente imposibles en este caso.
De manera que, y a poco de respetar el significado de las palabras, esta creencia en el origen del hombre a partir del mono, es sólo una hipótesis de trabajo, una suposición, una conjetura, más o menos razonable, más o menos coherente, más o menos disparatada, pero siempre de carácter hipotético. No sólo no demostrada, sino, aún más -por definición-, indemostrable. Y la ciencia es demostración. Lo que la ciencia puede legítimamente hacer a este respecto es abordar el tema en forma indirecta, esto es, examinando la supuesta evidencia científica que demostraría la transformación del mono en hombre y, sobre todo, el mecanismo que se propone para explicar esta transformación, para ver si dicho mecanismo está en coherencia o en contradicción con las leyes científicas bien establecidas; o, al menos, con la sensatez.
En otras palabras, si bien la ciencia no puede decirnos cómo fue realmente el origen del hombre -por ser esto metodológicamente imposible-, sí puede decirnos, en cambio, como no pudo haber sido este origen.
Aclarado este punto, digamos que lo que hoy vemos (base primera del método científico) es que los hombres se originan de hombres, y que los monos se originan de monos. Por consiguiente, y en razón del principio científico del uniformismo metodológico, según el cual el presente explica el pasado, lo legítimo es suponer que los hombres siempre se originaron de hombres y nunca de monos. Son los científicos que sostienen lo contrario (esto es, que alguna vez los monos engendraron hombres, o se transformaron en tales) los que llevan el peso de la prueba. Es decir, los que deberían llevarlo, si este tema fuese tratado con un mínimo de rigor y de honestidad científica.
Como no lo es, resulta que, paradójicamente, se acepta como dogma de fé (¡en nombre de la ciencia!) que el hombre desciende del mono; y a partir de este “dogma” se interpretan y manipulan los datos científicos.
Pero, ¿por qué esta convicción tan categórica sobre nuestro origen? ¿Cuáles son los fundamentos científicos para tamaña certeza? Bueno, como expresé más arriba, fundamentos propiamente científicos no los hay. La razón determinante y fundamental por la cual muchos autores creen que el hombre se originó a partir del mono, es porque ellos aceptan ciegamente la hipótesis evolucionista-darwinista, que así lo afirma... y punto.
No obstante, como numerosos científicos, divulgadores, "charlatanes cósmicos” de la televisión, revistas "muy interesantes", libros de texto y trovadores diversos nos saturan diariamente con las "evidencias científicas" que "demuestran"' el origen simiesco del hombre, vale la pena que analicemos sucintamente estas supuestas evidencias, "abrumadoras", según los más fervorosos creyentes en la hipótesis evolucionista-darwinista.
Semejanzas. Pues bien amigo forista, aunque usted, como buen profano en el tema –al igual que yo–, nunca se haya dado cuenta o, lo que es más probable, nunca le haya otorgado la menor importancia, el hecho es que entre los monos y el hombre... ¡hay semejanzas!
De acuerdo a este sensacional descubrimiento -que corta el aliento, realmente- existen, sin lugar a dudas, semejanzas entre los monos y el hombre. Efectivamente: tenemos ojos como los monos, cuatro extremidades, estómago, hígado, pulmones, corazón de cuatro cavidades, sangre caliente, etc.
Si usted sigue, obstinada y escépticamente, creyendo que todo esto no significa absolutamente nada, y que existe -a pesar de las semejanzas- un abismo entre el mono y el hombre, créame que está en muy buena compañía, ya que miles de científicos en el mundo (y cada día más) opinan exactamente lo mismo.
Y miles son, estimado forista. Lo que sucede es que su opinión no llega a la gente, pues en este tema existe una censura feroz. ¡Otra Inquisición y Santo Oficio! Los científicos que no aceptan el "dogma darwinista" son inexorablemente excluidos de los ámbitos académicos y de los medios de difusión. Son los creyentes en la hipótesis del origen simiesco del hombre, que son además -tengamos esto muy presente- los que tienen el poder político, financiero y académico, los que insisten con místico fervor en las semejanzas.
El eslabón perdido.
Insisten pues, no sólo en las semejanzas actuales, que demostrarían, en todo caso, que los monos son, de acuerdo a la hipótesis darwinista, nuestros "primos"; sino también, y sobre todo en las semejanzas fósiles, que certificarían la existencia del sedicente "antecesor común”, esto es, un mono en vías de hacerse hombre: el célebre "eslabón perdido”, que ya no existe según dicen, pero que en un tiempo, allá, hace muchos años, parece que sí. Este mítico "eslabón perdido”, luego de engendrar al hombre habría desaparecido; nadie tiene la más remota idea del por qué. Pero mucho me temo que lo habría hecho para no cargar con la tremenda responsabilidad de haber engendrado algo tan peligroso e inadaptado como lo que le endilgan haber engendrado: la oveja negra de la familia... el homo sapiens.
De todas maneras, la excelsa dignidad de esta sublime reliquia (el "eslabón perdido”) ha suscitado tanto fervor entre muchos científicos que desde hace más de un siglo se han emprendido innumerables peregrinaciones para hallarlo. La búsqueda del "eslabón perdido” ha sido, y es, el alfa y la omega de la antropología. Algo así como los caballeros del Rey Arturo con el Santo Grial.
¿Y cuál es el criterio para decidir si un fósil es el famoso "eslabón perdido"? Pues, muy fácil: todo fósil de mono que tenga semejanzas con el hombre es -hasta que se demuestre lo contrario- el "antecesor común”.
Contrariamente a lo expuesto por nuestro forista Jolo en el aporte No.333 en el que se “rajó” con la increíble seguridad de un convencido seguidor de toda esta maraña anticientífica cuando dijo: “Y como dije no voy a ponerme a demostrar lo demostrado. Podría pegar páginas y páginas acerca de la evolución de trilobites, aves, la ballena, el caballo, el elefante, etc.,etc, y sus transiciones hasta llegar a los animales modernos...” contrariamente, decía, toda la comunidad científica (honestos y deshonestos) si en algo concuerdan basados en los experimentos demostrados, es que la EVIDENCIA de las etapas de transición de los seres vivos hasta nuestros días, no EXISTEN entre las especies. Contrariamente a lo dicho por Jolo, QUE AL PARECER CONTRADICE LAS OPINIONES UNANIMES DE LA COMUNIDAD CIENTÍFICA, todos estos los organismos aparecen SÚBITAMENTE, como en una explosión, en el período “CÁMBRICO” de las eras geológicas establecidas según el criterio establecido por los científicos.
Saludos.