Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.
XXX.- Entrega
Prelados católicos opuestos a la infalibilidad.-
Ruego disculpas a los lectores puesto que cometí un error en la enumeración de las entregas. Esta es realmente la XXX entrega
Escribiendo desde Roma, Lord Acton, uno de los más grandes eruditos católicos del siglo XIX, decía: “El papa se halla en un estado crónico de indignación y estupor desde hace varias semanas, al ver tanto obispos, incluso aquí en Roma, a su alrededor, atreviéndose a pensar y hablar de manera contraria a lo que él, Pío IX, piensa y dice.
(Acton, Letters from Rome, p. 283)
Entre los que se oponían al criterio pontificio se encontraban hombres ilustres, “todos cuantos eran eminentes por su autoridad y sus conocimientos ─especialmente historiadores y teólogos─ protestaban en contra del nuevo dogma” (Id pág 280)
Veamos lo que dice en la página 179: “Puede asegurarse que todo el episcopado alemán, y la inmensa mayoría de la Iglesia católica germana, se ha expresado en contra del dogma infalibilista”.
Y en la página 108:
“La oposición de los obispos franceses y alemanes al nuevo dogma se esperaba en mayor o menor grado aquí (en Roma); lo que no se esperaba es que los orientales, en número de sesenta y los obispos de Norte América (en número de más de cien), se pronunciaran también en contra. Los americanos se preguntaban como podrían vivir, en conciencia, bajo las constituciones libres de la República y mantener al mismo tiempo su posición de igualdad civil con los protestantes, después de doblegarse a los principios de la infalibilidad papal, tales como la persecución religiosa y el poder coactivo de la Iglesia, las exigencias católicas al dominio exclusivo del estado, el derecho del papa de dispensar los juramentos de fidelidad, y la sumisión del poder civil a su supremo poder. Etc”.
“Cuando llegaron a Roma (los obispos americanos) se hallaban en gran manera inclinados en favor del nuevo dogma, pero sus ojos se han ido abriendo gradualmente. El insolente y despótico tratamiento de los obispos, el espectáculo de adulación puesto de manifiesto por personas que se llamaban a sí mismos sucesores de los apóstoles, y los lamentables sofismas empleados en la distorsión de los hechos históricos (como, por ejemplo, al tratar la cuestión del papa Honorio), todo esto ha producido disgusto y aversión en el ánimo de estos republicanos y los ha llevado a la oposición” (Ibid., pp 538─539).
Entre los opositores a este desgraciado dogma que es en realidad la culminación de todas las falsedades pergeñadas a fin de llegar a este concilio, cabe destacar en primer lugar a Hefele, obispo de Rottemburg, de quien Butler dice: “acaso el más erudito obispo del concilio en el terreno de la Historia de la Iglesia y la Patrología. Su Historia de los Concilios es la obra clásica sobre el tema”. (Butler, op. cit. Vol. I p. 133)
Durante la celebración del concilio publicó un tratado sobre el papa Honorio contundente en su demostración de la falibilidad papal.
Para cualquier cristiano, o no cristiano, conocedor de la historia de la cristiandad el caso de este papa sobra y basta para demostrar que la infalibilidad papal no se sostiene en ella.
Las observaciones de Hefele eran claras e irrebatibles. Dominaba el tema y escribía con un profundo conocimiento de causa. Negó los supuestos testimonios bíblicos que pretendían aportar los partidarios de la infalibilidad; demostró que Luc. 22:32 no tenía nada que ver con la cuestión que se trataba. Las referencias patrióticas, dijo, sólo podían presentarse mediante indignos artificios si se deseaba convertirlas en “pruebas” de la infalibilidad pontificia. “En resumen ─manifestó─ la doctrina de la infalibilidad del pontífice romano no me parece a mí basada en la Sagrada Escritura ni en la tradición eclesiástica. Todo lo contrario; a menos que me equivoque, la antigüedad cristiana se opone a esta doctrina, y no pocas dudas en contra de la declaración del nuevo dogma proviene de la Historia eclesiástica y de las palabras de los santos Padres”.
Prosigue para demostrar cómo en la primitiva iglesia, cuando surgían controversias se apelaba a la universalidad, la antigüedad y el consentimiento, como testifica Vicente de Lerins: “Nadie imagina que existiese la posibilidad de obtener una decisión infalible en una controversia por el don de un sólo individuo” . Citó ejemplos de la historia: la investigación a que fue sometida la carta del papa León a Flaviano en el concilio de Calcedonia: los juicios contradictorios de Vigilio y otros papas; la historia de la condenación de Honorio por un concilio ecuménico; las declaraciones de los padres latinos y griegos irreconciliables con el nuevo dogma. (Friedrich, Documenta, Vol. II p. 220)
El discurso que Hefele pronunció en el aula conciliar (según cita Mansi) fue breve pero profundamente incisivo Si alguna ves ─dijo─ hubo una epístola papal que mereciera ser tenida como ex cátedra, ésta es el escrito del papa León. Sin embargo, los padres de Calcedonia la sometieron a examen para saber si era ortodoxa o no. “Si la doctrina de la infalibilidad papa ─arguye Hefele─, hubiese sido conocida, por aquellos prelados, no se hubiesen atrevido a obrar así. (ni tampoco a redactar y aprobar su canon 28) no hubieran emitido ningún juicio, sino que humildemente la hubiesen aceptado. Sin embargo, la carta del papa fue tratada igual que la epístola de Cirilo”. Se requirió de todos los obispos que juraran si hallaban las afirmaciones de la carta de León de acuerdo y en armonía con los símbolos de Nicea y Constantinopla. De manera que fueron solemnemente llamados a juzgar acerca de la ortodoxia de los escritos dogmáticos del papa León. No se dijeron: “He aquí una epístola dogmática del papa; oigámosla y sometámonos, sino que dijeron: “Oigámosla y juzguemos” Los obispos de Illírico y Palestina pensaron que había tres pasajes en donde la ortodoxia era discutible. “Nadie dijo ─comenta Hefele─: ¿Por qué obráis tan indiscretamente?; ¿no sabéis que no es legítimo tener tales dudas?” La verdad es que, ciertamente, no lo sabían. Nadie se molestó, ni les molestó, por su derecho a dudar:
Seguiremos con Hefele en la próxima entrega
XXX.- Entrega
Prelados católicos opuestos a la infalibilidad.-
Ruego disculpas a los lectores puesto que cometí un error en la enumeración de las entregas. Esta es realmente la XXX entrega
Escribiendo desde Roma, Lord Acton, uno de los más grandes eruditos católicos del siglo XIX, decía: “El papa se halla en un estado crónico de indignación y estupor desde hace varias semanas, al ver tanto obispos, incluso aquí en Roma, a su alrededor, atreviéndose a pensar y hablar de manera contraria a lo que él, Pío IX, piensa y dice.
(Acton, Letters from Rome, p. 283)
Entre los que se oponían al criterio pontificio se encontraban hombres ilustres, “todos cuantos eran eminentes por su autoridad y sus conocimientos ─especialmente historiadores y teólogos─ protestaban en contra del nuevo dogma” (Id pág 280)
Veamos lo que dice en la página 179: “Puede asegurarse que todo el episcopado alemán, y la inmensa mayoría de la Iglesia católica germana, se ha expresado en contra del dogma infalibilista”.
Y en la página 108:
“La oposición de los obispos franceses y alemanes al nuevo dogma se esperaba en mayor o menor grado aquí (en Roma); lo que no se esperaba es que los orientales, en número de sesenta y los obispos de Norte América (en número de más de cien), se pronunciaran también en contra. Los americanos se preguntaban como podrían vivir, en conciencia, bajo las constituciones libres de la República y mantener al mismo tiempo su posición de igualdad civil con los protestantes, después de doblegarse a los principios de la infalibilidad papal, tales como la persecución religiosa y el poder coactivo de la Iglesia, las exigencias católicas al dominio exclusivo del estado, el derecho del papa de dispensar los juramentos de fidelidad, y la sumisión del poder civil a su supremo poder. Etc”.
“Cuando llegaron a Roma (los obispos americanos) se hallaban en gran manera inclinados en favor del nuevo dogma, pero sus ojos se han ido abriendo gradualmente. El insolente y despótico tratamiento de los obispos, el espectáculo de adulación puesto de manifiesto por personas que se llamaban a sí mismos sucesores de los apóstoles, y los lamentables sofismas empleados en la distorsión de los hechos históricos (como, por ejemplo, al tratar la cuestión del papa Honorio), todo esto ha producido disgusto y aversión en el ánimo de estos republicanos y los ha llevado a la oposición” (Ibid., pp 538─539).
Entre los opositores a este desgraciado dogma que es en realidad la culminación de todas las falsedades pergeñadas a fin de llegar a este concilio, cabe destacar en primer lugar a Hefele, obispo de Rottemburg, de quien Butler dice: “acaso el más erudito obispo del concilio en el terreno de la Historia de la Iglesia y la Patrología. Su Historia de los Concilios es la obra clásica sobre el tema”. (Butler, op. cit. Vol. I p. 133)
Durante la celebración del concilio publicó un tratado sobre el papa Honorio contundente en su demostración de la falibilidad papal.
Para cualquier cristiano, o no cristiano, conocedor de la historia de la cristiandad el caso de este papa sobra y basta para demostrar que la infalibilidad papal no se sostiene en ella.
Las observaciones de Hefele eran claras e irrebatibles. Dominaba el tema y escribía con un profundo conocimiento de causa. Negó los supuestos testimonios bíblicos que pretendían aportar los partidarios de la infalibilidad; demostró que Luc. 22:32 no tenía nada que ver con la cuestión que se trataba. Las referencias patrióticas, dijo, sólo podían presentarse mediante indignos artificios si se deseaba convertirlas en “pruebas” de la infalibilidad pontificia. “En resumen ─manifestó─ la doctrina de la infalibilidad del pontífice romano no me parece a mí basada en la Sagrada Escritura ni en la tradición eclesiástica. Todo lo contrario; a menos que me equivoque, la antigüedad cristiana se opone a esta doctrina, y no pocas dudas en contra de la declaración del nuevo dogma proviene de la Historia eclesiástica y de las palabras de los santos Padres”.
Prosigue para demostrar cómo en la primitiva iglesia, cuando surgían controversias se apelaba a la universalidad, la antigüedad y el consentimiento, como testifica Vicente de Lerins: “Nadie imagina que existiese la posibilidad de obtener una decisión infalible en una controversia por el don de un sólo individuo” . Citó ejemplos de la historia: la investigación a que fue sometida la carta del papa León a Flaviano en el concilio de Calcedonia: los juicios contradictorios de Vigilio y otros papas; la historia de la condenación de Honorio por un concilio ecuménico; las declaraciones de los padres latinos y griegos irreconciliables con el nuevo dogma. (Friedrich, Documenta, Vol. II p. 220)
El discurso que Hefele pronunció en el aula conciliar (según cita Mansi) fue breve pero profundamente incisivo Si alguna ves ─dijo─ hubo una epístola papal que mereciera ser tenida como ex cátedra, ésta es el escrito del papa León. Sin embargo, los padres de Calcedonia la sometieron a examen para saber si era ortodoxa o no. “Si la doctrina de la infalibilidad papa ─arguye Hefele─, hubiese sido conocida, por aquellos prelados, no se hubiesen atrevido a obrar así. (ni tampoco a redactar y aprobar su canon 28) no hubieran emitido ningún juicio, sino que humildemente la hubiesen aceptado. Sin embargo, la carta del papa fue tratada igual que la epístola de Cirilo”. Se requirió de todos los obispos que juraran si hallaban las afirmaciones de la carta de León de acuerdo y en armonía con los símbolos de Nicea y Constantinopla. De manera que fueron solemnemente llamados a juzgar acerca de la ortodoxia de los escritos dogmáticos del papa León. No se dijeron: “He aquí una epístola dogmática del papa; oigámosla y sometámonos, sino que dijeron: “Oigámosla y juzguemos” Los obispos de Illírico y Palestina pensaron que había tres pasajes en donde la ortodoxia era discutible. “Nadie dijo ─comenta Hefele─: ¿Por qué obráis tan indiscretamente?; ¿no sabéis que no es legítimo tener tales dudas?” La verdad es que, ciertamente, no lo sabían. Nadie se molestó, ni les molestó, por su derecho a dudar:
Seguiremos con Hefele en la próxima entrega