Si esto no es salvación por obras, no sé qué lo será:
Cánones del Concilio de Trento sobre la Justificación:
Canon 11. Si alguno dijere que los hombres son justificados ya sea por la sola imputación de la justicia de Cristo o por la sola remisión de los pecados, excluyendo la gracia y la caridad que el Espíritu Santo derrama en sus corazones y les es inherente, o también que la gracia que nos justifica es sólo el favor de Dios, sea anatema. (ver nota 1)
Canon 12. Si alguno dijere que la fe que justifica no es otra cosa que la confianza en la misericordia divina, que perdona los pecados por Cristo, o que sólo esta confianza nos justifica, sea anatema.
Canon 24. Si alguno dijere que la justicia (rectitud) recibida no se conserva ni aumenta ante Dios por las buenas obras, sino que esas obras son simplemente los frutos y signos de la justificación obtenida, pero no la causa del aumento, sea anatema.
Canon 30. Si alguno dijere que después de la recepción de la gracia de la justificación, la culpa queda tan perdonada y la deuda de la pena eterna borrada de tal modo para todo pecador arrepentido, que no queda ninguna deuda de pena temporal que pagar ni en este mundo ni en purgatorio antes de que se abran las puertas del cielo, sea anatema.
Canon 32. Si alguno dijere que las buenas obras del justificado son de tal modo dones de Dios que no son también los buenos méritos del justificado; o que el justificado por las buenas obras que hace por la gracia de Dios y el mérito de Jesucristo (de quien uno es miembro vivo), el justificado no merece verdaderamente un aumento de la gracia y de la vida eterna, siempre y cuando que uno muera en estado de gracia, la obtención de esta vida eterna, así como un aumento en la gloria, sea anatema.
La enseñanza católica oficial no permitiría que el pecador confíe por fe en la misericordia de Dios o que crea que sus pecados son perdonados sólo por causa de Cristo. Se requiere algo más. Debes mantenerte justificado por tus propias buenas obras. Debes merecer la gracia y la vida eterna por tus obras. Debes pagar la deuda de los pecados con tu penitencia y tus sufrimientos purgatorios. ¡Esa es la salvación de Roma por obras!
Cánones del Concilio de Trento sobre la Justificación:
Canon 11. Si alguno dijere que los hombres son justificados ya sea por la sola imputación de la justicia de Cristo o por la sola remisión de los pecados, excluyendo la gracia y la caridad que el Espíritu Santo derrama en sus corazones y les es inherente, o también que la gracia que nos justifica es sólo el favor de Dios, sea anatema. (ver nota 1)
Canon 12. Si alguno dijere que la fe que justifica no es otra cosa que la confianza en la misericordia divina, que perdona los pecados por Cristo, o que sólo esta confianza nos justifica, sea anatema.
Canon 24. Si alguno dijere que la justicia (rectitud) recibida no se conserva ni aumenta ante Dios por las buenas obras, sino que esas obras son simplemente los frutos y signos de la justificación obtenida, pero no la causa del aumento, sea anatema.
Canon 30. Si alguno dijere que después de la recepción de la gracia de la justificación, la culpa queda tan perdonada y la deuda de la pena eterna borrada de tal modo para todo pecador arrepentido, que no queda ninguna deuda de pena temporal que pagar ni en este mundo ni en purgatorio antes de que se abran las puertas del cielo, sea anatema.
Canon 32. Si alguno dijere que las buenas obras del justificado son de tal modo dones de Dios que no son también los buenos méritos del justificado; o que el justificado por las buenas obras que hace por la gracia de Dios y el mérito de Jesucristo (de quien uno es miembro vivo), el justificado no merece verdaderamente un aumento de la gracia y de la vida eterna, siempre y cuando que uno muera en estado de gracia, la obtención de esta vida eterna, así como un aumento en la gloria, sea anatema.
La enseñanza católica oficial no permitiría que el pecador confíe por fe en la misericordia de Dios o que crea que sus pecados son perdonados sólo por causa de Cristo. Se requiere algo más. Debes mantenerte justificado por tus propias buenas obras. Debes merecer la gracia y la vida eterna por tus obras. Debes pagar la deuda de los pecados con tu penitencia y tus sufrimientos purgatorios. ¡Esa es la salvación de Roma por obras!