Mi opinión es que más que un mito es un milagro, es decir, Dios lo ampara. La ciencia histórica reconoce el inusitado poder civilizatorio del islam. La transformación, que instigó Muhammad, de un sustrato cultural tan primitivo y aguerrido a una comunidad tan avanza en todos los ámbitos de la ciencia y humanidades, en un lapsus tan breve de tiempo, es, cuanto menos, sorprendente.
Te comparto dos textos de dos académicos que expresan elocuentemente sobre el particular:
“El Islam dio al pueblo un código que, aunque arcaico en su simplicidad, fue capaz del máximo desarrollo de acuerdo con el progreso de la civilización material. Confirió al Estado una constitución flexible, basada en una justa apreciación de los deberes humanos. Limitaba los impuestos, hacía a los hombres iguales ante los ojos de la ley, consagraba los principios del autogobierno. Estableció un control sobre el poder soberano, haciendo que la autoridad del ejecutivo esté subordinada a la ley, una ley basada en la sanción moral y en obligaciones religiosas. ‘La excelencia y efectividad de cada uno de estos principios’ – dice Urquhart- ‘(cada uno capaz de inmortalizar a su fundador), dio valor al resto; todos combinados dotaron al sistema que formaron de una fuerza y energía que exceden a la de cualquier otro sistema político. Dentro del período de vida de un hombre, aunque en manos de una población salvaje, ignorante e insignificante, se propagó sobre una extensión mayor que los dominios de Roma. Mientras retuvo su primitivo carácter, fue irresistible’” Urquhart, The Spirit of the East vol. I, intro, XXVII, Siyyid Ameer ‘Alí The Spirit of Islam, pag, 277.
“Examinemos las dos civilizaciones” escribió Seignobos en su ‘Histoire de la Civilization au Moyen Age’, que en el siglo once dividieron el mundo antiguo. En el occidente – pequeñas ciudades miserables, cabañas de campesinos y grandes fortalezas – un país siempre agitado por la guerra, donde uno no podía viajar diez leguas sin correr el riesgo de ser robado; y en el oriente, Constantinopla, El Cairo, Damasco, Baghdad, con sus palacios de mármol, sus talleres, sus escuelas, sus bazares, sus aldeas y el incesante movimiento de comerciantes que viajaban en paz desde España hasta Persia. No hay duda de que los mundos musulmán y bizantino eran más ricos, mejor gobernados, mejor iluminados que el mundo occidental. En el siglo once estos dos mundos comenzaron a conocerse mutuamente; los bárbaros cristianos entraron en contacto con los civilizados musulmanes de dos maneras: por la guerra y por el comercio y por el contacto con los orientales, los occidentales se civilizaron”.
No es exclusivo del Islam, estos retrocesos y ofensas a Dios son, desgraciadamente, un síndrome habitual que padecen las religiones tradiciones. Las aceptaciones dogmáticas y afán de dominio acaban sobrepasando las buenas maneras de la fe. Es una de las razones por las religiones tienen naturaleza cíclica y han de ser renovadas. Ahora bien, aquellos creyentes no han perdido la esencia prístina de su Fe, pienso, están comulgando con la verdad.
Te expongo este revelador dialogo entre un maestro Bahai y un cristiano sobre la autenticidad de Muhammad como enviado de DIOS. Espero que os guste pues es muy didáctico e interesante:
[El misionero cristiano] me dijo: «¿Qué decir entonces de Muhammad?>, Respondí: «Pienso que en cierto sentido la eficacia del verbo de Muhammad fue mayor que la de Cristo». «¿Cómo puede ser así?» fue su pronta respuesta. Repliqué: «Usted sabe que Cristo nació y se crió en Tierra Santa, es decir en un país de Oriente. Allí declaró Su Misión, allí transcurrieron los años de Su ministerio, y allí finalmente fue crucificado. Sin embargo, durante cerca de seis siglos Su Fe no consiguió abrirse paso de forma apreciable en ninguno de los países de Oriente, mientras que hoy día todo musulmán con el que se cruce en Oriente tiene a Jesús por el Espíritu de Dios y a la Biblia por la Palabra divina. La creencia en Cristo y la estima en que se tiene Su misión divina llegaron a los pueblos de Oriente mediante la influencia de Muhammad. ¿No es así?» «Es verdad», manifestó, «pero se consiguió mediante la espada». Expliqué entonces: «Durante los trece años que Muhammad vivió en La Meca tras declararse profeta ninguna espada fue blandida, aunque durante todo aquel tiempo fue víctima de toda una escalada de mofas y presiones. Los ataques adquirieron tal cariz que a veces hubo de refugiarse en cuevas y fosas, hasta que al final por razones de seguridad huyó a Medina. Las escaramuzas en las que Muhammad participó fueron enteramente de carácter defensivo. Sin embargo, convengamos en que lo que usted dice sea correcto. Supongamos que Muhammad estableció Su religión sirviéndose de la espada, y que Cristo difundió Su fe exclusivamente por intercesión del Espíritu Santo. Usted sabe que la espada es un arma mortífera; arrebata la vida, la destruye y la desbarata. Sin embargo, en manos de Muhammad se convirtió en una bendición disfrazada. Trajo la vida espiritual a unos trescientos millones de almas; unificó facciones contendientes y comunidades diversas fusionándolas en un lazo permanente de unidad y hermandad; elevó a las tribus árabes salvajes hasta las cotas más elevadas del conocimiento y cultura. Ahora, sed justos en vuestro juicio, ¿qué tarea es más difícil y maravillosa: dar vida por medio de la espada o por medios espirituales? ¿Quién concita mayor habilidad, el facultativo que sana a su paciente de una vez por todas dándole veneno o quien le administra alivio mediante medicamentos calmantes?»
«De acuerdo», dijo, «pero Muhammad fue un polígamo lascivo en tanto que Cristo ni siquiera contrajo matrimonio». A esto repuse: «Si al decir que Cristo no contrajo matrimonio trata de enaltecer Sus virtudes divinas, lamento que esté usted confundido. Pues el cuerpo de Cristo fue el mismo que el de cualquier otro hombre, y el hecho de que no contrajera matrimonio probablemente se debió a que no encontró lugar donde establecerse, dado que durante el breve periodo de Su Ministerio iba trasladándose por el país. Pero si lo que desea es atribuir la falta de estímulo sexual a Cristo entonces tal implicación indicaría más bien una deficiencia física antes que una virtud divina, dado que los Mensajeros de Dios son perfectos en cuerpo y en alma. Además, Cristo nunca dijo nada contra el matrimonio. Con todo, pongamos por caso que su premisa es aceptable, no obstante, nadie puede negar que Muhammad fue capaz de inculcar en Sus seguidores el máximo grado de castidad y rectitud moral, y fomentar un grado maravilloso de integridad y conciencia espiritual en el seno de una comunidad tan degenerada que por entonces rozaba el abismo de la barbarie e ignorancia. Y aun hoy día, al cabo de más de mil trescientos años desde entonces, la evidencia de Su poder espiritual, que todavía une a esas comunidades y razas diversas, puede apreciarse por doquier. La espiritualidad y el impulso sexual, al igual que el agua y el fuego, son opuestos. Muhammad reconcilió aquellos dos poderes contrarios dentro de Su propio ser, en tanto que usted dice que Cristo era de espíritu puro exclusivamente y que confirió vida en cuanto tal. Pues bien, ahora dejo a su criterio imparcial el decidir si la naturaleza de Muhammad era más espiritual o libidinosa. Sin embargo, no debemos dejarnos llevar por tales consideraciones materiales. Cristo enseñó: «Reconoceréis al árbol por su fruto». Ante esto manifestó: « ¿Qué hay entonces de la verdad de la misión de Bahá'u'lláh?»."