Re: El arcángel Miguel no es Cristo, vea varias razones...
JESUS DIOS EN LA CARNE
Al considerar la encarnación
deben de admitirse dos verdades importantes: 1) Cristo fue al mismo tiempo, y en
un sentido absoluto, verdadero Dios y verdadero hombre; y 2) al hacerse Él
carne, aun que dejó a un lado su Gloria, en ningún sentido dejó a un lado su
deidad. En su encarnación Él retuvo cada atributo esencial de su deidad. Su
total deidad y completa humanidad son esenciales para su obra en la cruz. Si Él
no hubiera sido hombre, no podría haber muerto; si Él no hubiera sido Dios, su
muerte no hubiera tenido tan infinito valor.
Juan declara (Jn. 1:1) que
Cristo, quien era uno con Dios y era Dios desde toda la eternidad, se hizo carne
y habitó entre nosotros (1:14). Pablo, asimismo, declara que Cristo, quien era
en forma de Dios, tomó sobre sí mismo la semejanza de hombres (Fil. 2:6-7);
«Dios fue manifestado en carne» (1 Ti. 3:16); y Él, quien fue la total
revelación de la gloria de Dios, fue la exacta imagen de su persona (He. 1:3).
Lucas, en más amplios detalles, presenta el hecho histórico de su encarnación,
así como ambos su concepción y su nacimiento (Lc. 1:26-38; 2:5-7).
La Biblia presenta muchos
contrastes, pero ninguno más sorprendente que aquel que Cristo en su persona
debería ser al mismo tiempo verdadero Dios y verdadero hombre. Las ilustraciones
de estos contrastes en las Escrituras son muchas: Él estuvo cansado (Jn. 4:6), y
Él ofreció descanso a los que estaban trabajados y cargados (Mt. 11:28); Él tuvo
hambre (Mt. 4:2), y Él era «el pan de vida» (Jn. 6:35); Él tuvo sed (Jn. 19:28),
y Él era el agua de vida (Jn. 7:37). Él estuvo en agonía (Lc. 22:44), y curó
toda clase de enfermedades y alivió todo dolor. Aunque había existido desde la
eternidad (Jn. 8:58), Él creció «en edad» como crecen todos los hombres (Lc.
2:40). Sufrió la tentación (Mt. 4:1) y, como Dios, no podía ser tentado. Se
limitó a sí mismo en su conocimiento (Lc. 2:52), aun cuando Él era la sabiduría
de Dios.
Refiriéndose a su humillación,
por la cual fue hecho un poco menor que los ángeles (He. 2:6-7), Él dice: «Mi
Padre es mayor que yo» (Jn. 14:28); y «Yo y el Padre uno somos» (Jn. 10:30), y
«El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn. 14:9). Él oraba (Lc. 6:12), y
Él contestaba las oraciones (Hch. 10:31). Lloró ante la tumba de Lázaro (Jn.
11:35), y resucitó a los muertos (Jn. 11:43). Él preguntó: «¿Quién dicen los
hombres que es el Hijo del Hombre?» (Mt. 16:13), y «no tenía necesidad de que
nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre»
(Jn. 2:25). Cuando estaba en la cruz exclamó: «Dios mío, Dios mio, ¿por qué me
has desamparado?» (Mr. 15:34). Pero el mismo Dios quien así clamó estaba en
aquel momento «en Cristo reconciliando al mundo a sí» (2 Co. 5:19). Él es la
vida eterna; sin embargo, murió por nosotros. Él es el hombre ideal para Dios y
el Dios ideal para el hombre. De todo esto se desprende que el Señor Jesucristo
vivió a veces su vida terrenal en la esfera de lo que es perfectamente humano, y
en otras ocasiones en la esfera de lo que es perfectamente divino. Y es
necesario tener presente que el hecho de su humanidad nunca puso límite, de
ningún modo, a su Ser divino, ni le impulsó a echar mano de sus recursos divinos
para suplir sus necesidades humanas. Él tenía el poder de convertir las piedras
en pan a fin de saciar su hambre; pero jamás lo hizo.
EL HECHO DE LA HUMANIDAD DE
CRISTO
1. La humanidad de Cristo fue
determinada antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4-7; 3:11; Ap. 13:8). El
principal significado del tipo del Cordero está en el cuerpo físico que se
ofrece en sacrificio cruento a Dios
2. Cada tipo y profecía del
Antiguo Testamento concerniente a Cristo, anticipa el advenimiento del Hijo de
Dios en su encarnación.
3. El hecho de la humanidad de
Cristo se ve en la anunciación del ángel a María y en el nacimiento del Niño
Jesús(Lc. 1:31-35).
4. La vida terrenal de Cristo
revela su humanidad: 1) Por sus nombres: «el Hijo del hombre», «el Hijo de
David», u otros semejantes; 2) por su ascendencia terrenal: Se le menciona como
«el primogénito de María» (Lc. 2:7), «la descendencia de David» (Hch. 2:30;
13:23), «la descendencia de Abraham» (He. 2:16), «nacido de mujer» (Gá. 4:4),
«vástago de Judá» (Is. 11:1); 3) por el hecho de que Él poseía cuerpo, y alma, y
espíritu humanos (Mt. 26:38; Jn. 13:21; 1 Jn. 4:2, 9); y 4) por las limitaciones
humanas que Él mismo se impuso.
5. La humanidad de Cristo se
manifiesta en su muerte y resurreción. Fue un cuerpo humano el que sufrió la
muerte en la cruz, y fue ese mismo cuerpo el que surgió de la tumba en gloriosa
resurrección.
6. La realidad de la humanidad de
Cristo se ve también en su ascensión a los cielos y en el hecho de que Él está
allí, en su cuerpo humano glorificado intercediendo por los suyos.
7. Y en su segunda venida será
«el mismo cuerpo» -aunque ya glorificado que adoptó en el milagro de la
encarnación.
B. LAS RAZONES BIBLICAS DE LA
ENCARNACION
hombre. Él es el Hombre ideal para Dios, y como tal, se presenta como un ejemplo
para los que creen en Él (1 P. 2:21), aunque no para los inconversos, pues el
objetivo de Dios en cuanto a ellos no es meramente reformarlos, sino salvarlos.
3. Cristo vino a ofrecer un
sacrificio por el pecado. Por esta causa, Él da alabanza por su cuerpo a Dios, y
esto lo hace en relación con el verdadero sacrificio que por nuestro pecado Él
ofreció en la cruz (He. 10:1-10).
4. Cristo se hizo carne a fin de
destruir las obras del diablo (Jn. 12:31; 16:11; Col. 2:13-15; He. 2:14; 1 Jn.
3:8).
5. Cristo vino al mundo para ser
«misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere» (He. 2:16-17;
8:1; 9:11-12, 24).
6. Cristo se hizo carne para
poder cumplir el pacto davídico (2 S.7:16; Lc. 1:31-33; Hch. 2:30-31, 36; Ro.
15:8). Él aparecerá en su cuerpo humano glorificado y reinará como «Rey de reyes
y Señor de señores», y se sentará en el trono de David su padre (Lc. 1:32; Ap.
19:16).
7. Por medio de su encarnación,
Cristo llegó a ser «Cabeza sobre todas las cosas y de la iglesia», la cual es la
Nueva Creación, o sea, la nueva raza humana (Ef. 1:22). En la encarnación, el
Hijo de Dios tomó para sí, no solamente un cuerpo humano, sino también un alma y
un espíritu humanos. Y poseyendo de este modo tanto la parte material como la
inmaterial de la existencia humana, llegó a ser un hombre en todo el sentido que
esta palabra encierra, y a identificarse tan estrecha y permanentemente con los
hijos de los hombres, que Él es correctamente llamado «el postrer Adán»; y «el
cuerpo de la gloria suya» (Fil. 3:21) es ahora una realidad que permanece para
siempre.
El Cristo que es el Hijo Eterno,
YHWH Dios, fue también el Hijo de María, el Niño de Nazaret, el Maestro de
Judea, el Huésped de Betania, el Cordero del Calvario. Y un día se manifestará
como el Rey de gloria, así como ahora es el Salvador. de los hombres, el Sumo
Sacerdote que está en los cielos, el Esposo que viene por su Iglesia, y el
Señor.
TAN DIFICIL ES DE COMPRENDER???!!!!!!!!!
“Yo YHWH , que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo” (Is. 44:24; cp. Neh. 9:6).
JESUS DIOS EN LA CARNE
Al considerar la encarnación
deben de admitirse dos verdades importantes: 1) Cristo fue al mismo tiempo, y en
un sentido absoluto, verdadero Dios y verdadero hombre; y 2) al hacerse Él
carne, aun que dejó a un lado su Gloria, en ningún sentido dejó a un lado su
deidad. En su encarnación Él retuvo cada atributo esencial de su deidad. Su
total deidad y completa humanidad son esenciales para su obra en la cruz. Si Él
no hubiera sido hombre, no podría haber muerto; si Él no hubiera sido Dios, su
muerte no hubiera tenido tan infinito valor.
Juan declara (Jn. 1:1) que
Cristo, quien era uno con Dios y era Dios desde toda la eternidad, se hizo carne
y habitó entre nosotros (1:14). Pablo, asimismo, declara que Cristo, quien era
en forma de Dios, tomó sobre sí mismo la semejanza de hombres (Fil. 2:6-7);
«Dios fue manifestado en carne» (1 Ti. 3:16); y Él, quien fue la total
revelación de la gloria de Dios, fue la exacta imagen de su persona (He. 1:3).
Lucas, en más amplios detalles, presenta el hecho histórico de su encarnación,
así como ambos su concepción y su nacimiento (Lc. 1:26-38; 2:5-7).
La Biblia presenta muchos
contrastes, pero ninguno más sorprendente que aquel que Cristo en su persona
debería ser al mismo tiempo verdadero Dios y verdadero hombre. Las ilustraciones
de estos contrastes en las Escrituras son muchas: Él estuvo cansado (Jn. 4:6), y
Él ofreció descanso a los que estaban trabajados y cargados (Mt. 11:28); Él tuvo
hambre (Mt. 4:2), y Él era «el pan de vida» (Jn. 6:35); Él tuvo sed (Jn. 19:28),
y Él era el agua de vida (Jn. 7:37). Él estuvo en agonía (Lc. 22:44), y curó
toda clase de enfermedades y alivió todo dolor. Aunque había existido desde la
eternidad (Jn. 8:58), Él creció «en edad» como crecen todos los hombres (Lc.
2:40). Sufrió la tentación (Mt. 4:1) y, como Dios, no podía ser tentado. Se
limitó a sí mismo en su conocimiento (Lc. 2:52), aun cuando Él era la sabiduría
de Dios.
Refiriéndose a su humillación,
por la cual fue hecho un poco menor que los ángeles (He. 2:6-7), Él dice: «Mi
Padre es mayor que yo» (Jn. 14:28); y «Yo y el Padre uno somos» (Jn. 10:30), y
«El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn. 14:9). Él oraba (Lc. 6:12), y
Él contestaba las oraciones (Hch. 10:31). Lloró ante la tumba de Lázaro (Jn.
11:35), y resucitó a los muertos (Jn. 11:43). Él preguntó: «¿Quién dicen los
hombres que es el Hijo del Hombre?» (Mt. 16:13), y «no tenía necesidad de que
nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre»
(Jn. 2:25). Cuando estaba en la cruz exclamó: «Dios mío, Dios mio, ¿por qué me
has desamparado?» (Mr. 15:34). Pero el mismo Dios quien así clamó estaba en
aquel momento «en Cristo reconciliando al mundo a sí» (2 Co. 5:19). Él es la
vida eterna; sin embargo, murió por nosotros. Él es el hombre ideal para Dios y
el Dios ideal para el hombre. De todo esto se desprende que el Señor Jesucristo
vivió a veces su vida terrenal en la esfera de lo que es perfectamente humano, y
en otras ocasiones en la esfera de lo que es perfectamente divino. Y es
necesario tener presente que el hecho de su humanidad nunca puso límite, de
ningún modo, a su Ser divino, ni le impulsó a echar mano de sus recursos divinos
para suplir sus necesidades humanas. Él tenía el poder de convertir las piedras
en pan a fin de saciar su hambre; pero jamás lo hizo.
EL HECHO DE LA HUMANIDAD DE
CRISTO
1. La humanidad de Cristo fue
determinada antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4-7; 3:11; Ap. 13:8). El
principal significado del tipo del Cordero está en el cuerpo físico que se
ofrece en sacrificio cruento a Dios
2. Cada tipo y profecía del
Antiguo Testamento concerniente a Cristo, anticipa el advenimiento del Hijo de
Dios en su encarnación.
3. El hecho de la humanidad de
Cristo se ve en la anunciación del ángel a María y en el nacimiento del Niño
Jesús(Lc. 1:31-35).
4. La vida terrenal de Cristo
revela su humanidad: 1) Por sus nombres: «el Hijo del hombre», «el Hijo de
David», u otros semejantes; 2) por su ascendencia terrenal: Se le menciona como
«el primogénito de María» (Lc. 2:7), «la descendencia de David» (Hch. 2:30;
13:23), «la descendencia de Abraham» (He. 2:16), «nacido de mujer» (Gá. 4:4),
«vástago de Judá» (Is. 11:1); 3) por el hecho de que Él poseía cuerpo, y alma, y
espíritu humanos (Mt. 26:38; Jn. 13:21; 1 Jn. 4:2, 9); y 4) por las limitaciones
humanas que Él mismo se impuso.
5. La humanidad de Cristo se
manifiesta en su muerte y resurreción. Fue un cuerpo humano el que sufrió la
muerte en la cruz, y fue ese mismo cuerpo el que surgió de la tumba en gloriosa
resurrección.
6. La realidad de la humanidad de
Cristo se ve también en su ascensión a los cielos y en el hecho de que Él está
allí, en su cuerpo humano glorificado intercediendo por los suyos.
7. Y en su segunda venida será
«el mismo cuerpo» -aunque ya glorificado que adoptó en el milagro de la
encarnación.
B. LAS RAZONES BIBLICAS DE LA
ENCARNACION
- 1. Cristo vino al mundo para
revelar a Dios ante los hombres (Mt. 11:27; Jn. 1:18; 14:9; Ro. 5:8; 1 Jn.
3:16). Por medio de la encarnación, el Dios, a quien los hombres no podían
comprender, se revela en términos que son accesibles al entendimiento humano.
hombre. Él es el Hombre ideal para Dios, y como tal, se presenta como un ejemplo
para los que creen en Él (1 P. 2:21), aunque no para los inconversos, pues el
objetivo de Dios en cuanto a ellos no es meramente reformarlos, sino salvarlos.
3. Cristo vino a ofrecer un
sacrificio por el pecado. Por esta causa, Él da alabanza por su cuerpo a Dios, y
esto lo hace en relación con el verdadero sacrificio que por nuestro pecado Él
ofreció en la cruz (He. 10:1-10).
4. Cristo se hizo carne a fin de
destruir las obras del diablo (Jn. 12:31; 16:11; Col. 2:13-15; He. 2:14; 1 Jn.
3:8).
5. Cristo vino al mundo para ser
«misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere» (He. 2:16-17;
8:1; 9:11-12, 24).
6. Cristo se hizo carne para
poder cumplir el pacto davídico (2 S.7:16; Lc. 1:31-33; Hch. 2:30-31, 36; Ro.
15:8). Él aparecerá en su cuerpo humano glorificado y reinará como «Rey de reyes
y Señor de señores», y se sentará en el trono de David su padre (Lc. 1:32; Ap.
19:16).
7. Por medio de su encarnación,
Cristo llegó a ser «Cabeza sobre todas las cosas y de la iglesia», la cual es la
Nueva Creación, o sea, la nueva raza humana (Ef. 1:22). En la encarnación, el
Hijo de Dios tomó para sí, no solamente un cuerpo humano, sino también un alma y
un espíritu humanos. Y poseyendo de este modo tanto la parte material como la
inmaterial de la existencia humana, llegó a ser un hombre en todo el sentido que
esta palabra encierra, y a identificarse tan estrecha y permanentemente con los
hijos de los hombres, que Él es correctamente llamado «el postrer Adán»; y «el
cuerpo de la gloria suya» (Fil. 3:21) es ahora una realidad que permanece para
siempre.
El Cristo que es el Hijo Eterno,
YHWH Dios, fue también el Hijo de María, el Niño de Nazaret, el Maestro de
Judea, el Huésped de Betania, el Cordero del Calvario. Y un día se manifestará
como el Rey de gloria, así como ahora es el Salvador. de los hombres, el Sumo
Sacerdote que está en los cielos, el Esposo que viene por su Iglesia, y el
Señor.
TAN DIFICIL ES DE COMPRENDER???!!!!!!!!!
“Yo YHWH , que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo” (Is. 44:24; cp. Neh. 9:6).