Sr. BENJAMIN: Deberé pedirle por favor que sea consecuente con la
línea de pensamiento de su exposición, pues cuando creí que habíamos
avanzado algo en el diálogo, ahora da Vd. una contramarcha, como si
el reconocimiento que hice al progreso por usted mostrado, le hubiese
caído como un indigesto elogio por proceder de su antagonista. Si logro felicitarlo, no deberá temer usted haber apostatado nada más que
porque yo halle razón para ponderarlo.
En su mensaje del día de ayer me dice textualmente: "Tal vez usted piensa que ser iconoclasta solo se limita a darle con mazos a las estatuas o ídolos.Pero la iconoclastia cristiana supone mucho más, es salir en el nombre de Jehová a defender el Evangelio de Jesucristo contra la perversión de la doctrina con toda clase de añadiduras humanas e idolatría.Es levantar la voz y combatir.Es tomar partido por Jesucristo con lealtad y sincera fidelidad.La Palabra quebranta más que un martillo, ella misma lo dice."
Y ahora, cuando lo apruebo en cuanto a que no somos nosotros los que tomaremos el mazo "para derribar altares, quebrar estatuas y cortar imágenes de los recintos religiosos" me responde: "-No me incluya con "ustedes", pues si es necesario, no lo dudaría en hacer." Así que ahora retrocedemos.
Dice Vd.: "si es necesario, no lo dudaría en hacer". ¿Pero en qué quedamos? ¿Acaso todo lo que usted viene hablando no es para convencernos de tal necesidad? ¿Por qué impone Vd. esta carga imperiosa sobre nosotros y para usted mismo se deja acaso la remota posibilidad de verse en necesidad de hacerlo? En el lugar donde vivo, por kilómetros a la redonda no existe una sola capilla católica, si bien hay tres iglesias evangélicas. Donde vive usted, ¿no existe en su vecindad ningún templo católico cuyas imágenes pueda destruir? Si la respuesta fuese afirmativa, de acuerdo a su propia prédica la necesidad se impone. ¿O esperará que yo vuele hasta allí y haga con los ídolos de su localidad lo que Vd. dice que hay que hacer y no hace?
El caso es que Vd. continúa padeciendo de una grave confusión: El primer gran mandamiento del Decálogo por supuesto que sigue vigente para la iglesia de Cristo, pues así se repite tal doctrina en el Nuevo Testamento: no debemos hacernos imagen alguna para inclinarnos ante ella y honrarla (Ex.20: 3-6).
Pero la porción que sirve de base para este epígrafe suyo, comienza en el versículo 11 y no en el 13, desde donde usted la toma. Para beneficio de los lectores foristas de este tópico, les hago notar el título (que ciertamente no es inspirado pero ayuda a la comprensión): "Advertencia contra la idolatría de Canaán". Y ahora sí vamos al contexto precedente (que sí es Escritura inspirada): "Guarda lo que yo te mando hoy; he aquí que yo echo de delante de tu presencia al amorreo, al cananeo, al heteo, al fereseo, al heveo y al jebuseo. Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, para que no sean tropezadero en medio de tí". (vs.11 y 12). El pasaje paralelo es el de Deuteronomio 7: 1-5, donde se amplían las instrucciones al pueblo de Israel respecto al total exterminio de las naciones cananitas. Es más que obvia la improcedencia de su cruzada iconoclasta, como si por ese texto Dios hubiese comisionado a los cristianos a acometerla tal como usted la incita: "-¡Manos a la obra!"
Pasando por alto varias incomprensiones suyas a la lógica de mi razonamiento y que sería ocioso refutar ahora, iré al final cuando dice: "-¡Podemos y debemos tomar el mazo de la Palabra para abolir esas prácticas y derribar esas imágenes y esculturas de los Templos religiosos que pretenden llamarse cristianos!!"
Pero cómo, ¿no había regresado usted a la eventual necesidad de proceder físicamente contra las imágenes de cemento, yeso y pintura? ¿O es qué ahora usará como mazo una pesada Biblia de púlpito? Yo poseo una que mi bisabuela regaló a mi abuelo (Reina-Valera 1862), que serviría para ello.
En cuanto a Salamanca, lo que más me impresionó de la Universidad fue su biblioteca y el aula de Fray Luis de León. También me senté en la cátedra de Don Miguel de Unamuno. Pero cierto es también el viejo dicho: "Lo que natura non da Salamanca non presta". Gracias a Dios que de El proviene la verdadera sabiduría (Sant.1:5).
Ricardo.