La perversión de la semántica a favor de la mentira se dió cuando la Iglesia Romana nombró al Hades como infierno, y evitó que la Biblia fuera traducida a otros idiomas para seguir dándole a las palabras originales la idea que a ellos les diera su gana. Para muestra un botón:
Dos siglos después de la traducción de Wyclef, el idioma inglés había evolucionado tanto que ya muy poca gente comprendía las palabras de esa versión inglesa.
Esta situación frustraba mucho a un joven predicador llamado William Tyndale, que vivía cerca de Bristol (Inglaterra). En cierta ocasión, Tyndale habló de esta cuestión con un hombre de elevada cultura, quien llegó a decirle que era mejor estar sin la ley de Dios que sin la ley del papa. Tyndale replicó que, con la ayuda de Dios, en poco tiempo lograría que hasta el muchacho que lleva el arado —es decir, hasta el más humilde campesino— comprendiera la Biblia mejor que aquel erudito.
Posteriormente, Tyndale se mudó a Alemania, y en 1524 comenzó a traducir las Escrituras. A diferencia de la Biblia de Wyclef —traducida a partir de la Vulgata latina y copiada a mano—, la versión de Tyndale se tradujo del hebreo y del griego y se copió con la ayuda de una imprenta, en la ciudad de Colonia. Pero sus enemigos no tardaron en enterarse de la labor que Tyndale estaba realizando, y poco después convencieron al Senado de Colonia para que ordenara confiscar todos los ejemplares de su Biblia.
Tyndale huyó a la ciudad alemana de Worms, y allí retomó su trabajo. Enseguida comenzaron a llegar a Inglaterra, de forma clandestina, numerosos ejemplares de las Escrituras Griegas en inglés. Se vendieron tantos que, seis meses después, los obispos convocaron una reunión de emergencia y ordenaron quemar todas las Biblias de Tyndale.
El obispo de Londres quería poner fin a la “herejía” de Tyndale e impedir que la gente siguiera leyendo la Biblia. Por ello, encargó al político inglés Tomás Moro que publicara unas duras críticas en contra de Tyndale. Una de las cosas que más irritaban a Moro era que aquella Biblia empleaba la palabra “congregación” en lugar de “iglesia”, así como “anciano” en lugar de “sacerdote”. ¿Por qué le molestaba tanto? Porque esos términos cuestionaban la autoridad del papa, así como la diferencia entre el clero y los legos. Además, Moro condenó que la palabra griega agápe se tradujera “amor”, y no “caridad”. “La Iglesia también consideraba peligroso este cambio —explica cierta obra—, pues le parecía que se restaría importancia a la caridad. Y si eso sucedía, dejaría de vender indulgencias y de recibir legados y generosas donaciones de parte de fieles que deseaban asegurarse el cielo.” (If God Spare My Life [Si Dios me concede vida].)
Tomás Moro fomentó la quema de “herejes”, lo que llevó a que, en octubre de 1536, Tyndale fuera estrangulado y su cuerpo quemado en la hoguera. Moro mismo fue decapitado al perder el favor del rey. Sin embargo, en 1935 la Iglesia Católica lo canonizó, y en el año 2000, el papa Juan Pablo II lo nombró santo patrono de los políticos.
Tyndale, por su parte, no recibió tantos honores. No obstante, antes de su muerte, su amigo Miles Coverdale recopiló las diversas partes de su traducción en una Biblia completa, y así dio lugar a la primera versión en inglés traducida a partir de los idiomas originales. Por fin se había cumplido el sueño de Tyndale: hasta el más humilde campesino podía leer la Palabra de Dios y entenderla.