Re: ¿Cuando fue el ladron al Paraiso?
Eclesiastés 3:19,20 dice: “[SUP]19[/SUP] Porque hay un suceso resultante respecto a los hijos de la humanidad y un suceso resultante respecto a la bestia, y ellos tienen el mismo suceso resultante. Como muere el uno, así muere la otra; y todos tienen un solo espíritu, de modo que no hay superioridad del hombre sobre la bestia, porque todo es vanidad. [SUP]20[/SUP] Todos van a un solo lugar. Del polvo han llegado a ser todos, y todos vuelven al polvo”.
Si Salomón aquí se estaba refiriendo –como única referencia interpretativa– a los “cuerpos” de ambas “almas” (humana y animal), no hubiera sido, después de todo, tan “sabio” como nos lo presenta la Biblia. Salomón tenía claro el destino de ese “suceso resultante” y conocía mejor que ustedes la “vanidad estúpida y sin sentido” que adolecemos por lo general los humanos al empeñarnos por nuestra obstinación de querer interpretar la Biblia bajo la óptica de la falsa doctrina que proviene de la depravación de quienes ejercieron el dominio por siglos; del más recalcitrante y repulsivo paganismo heredado y aceptado por la insana enseñanza del dios que domina a este mundo. Salomón aquí se refiere al “hombre total”, no a una parte de él que ustedes han inventado; nos habla de la “vanidad” de creernos la “mamá de supermán”, rehusando aceptar la realidad de nuestro incierto destino, que fue el motivo fundamental y necesario que motivó al Altísimo proveer un “Redentor” para recuperar lo que se había perdido: la vida eterna del “alma” humana. Salomón nos enseña la palabra de Jehová y nos dice que no nos distraigamos en vanas palabrerías de creernos que somos “inmortales”.
A no ser que nos domine el prejuicio y un espíritu contrario al “espíritu” de Dios para entender ciertos pasajes de la Biblia, aquí lo que el sabio Salomón nos está diciendo es lo mismo que los TJ enseñamos al mundo. El “aliento de vida” es compartido por los animales y el hombre. Bueno, eso es cierto biológicamente hablando y a quienes aplique el “respirar”. Sin embargo, Salomón agrega una revelación importantísima: nos habla del “espíritu” compartido. Nota que él dice que “ambos” (el hombre y la bestia) tienen el MISMO “ESPIRITU” y el mismo SUCESO RESULTANTE, como MUERE EL UNO, MUERE LA OTRA, de modo que no hay SUPERIORIDAD del “hombre sobre la bestia… ¿Por qué? ¡Porque todo es vanidad! ¡La vanidad no es una característica del cuerpo, sino del “espíritu” del hombre; de su inteligencia, de su conciencia, de su pensamiento; de todo eso con que Jehová lo dotó cuando fue creado como “hombre”; de lo contrario no tendría sentido hablar de “vanidad humana al creerse superior a la bestia si, al fin y al cabo, se estaba refiriendo al “estuche de carne” en donde nuestra “alma inmaterial” se esconde hasta la verdadera revelación de lo que somos. La vanidad es creer que nosotros somos diferentes por defecto. Salomón aquí nos dice que no, que es vanidad de vanidades; es decir, a pesar de que fuimos creados como Hijos de Dios, nuestro destino es el mismo que el destino de una “bestia”. ¡Triste decepción! ¿Y por qué es así la deducción correcta? Por muchas razones. Analicemos algunas:
1. El hombre total (no una parte de él) fue creado perfecto, Hijo de Dios.
2. El hombre total (no una parte de él) fue tentado y apartado de Dios.
3. El hombre total (no una parte de él) cayó en el pecado y perdió el favor de su Padre Celestial.
4. El hombre total (no una parte de él) murió espiritual y físicamente.
5. De inmediato Dios se propuso redimir al hombre total (no a una parte de él y nombró un Redentor.
6. Dicho Redentor celestial fue enviado como sacrificio por el pecado del hombre total (no para redimir solo una parte de él).
7. La Redención no cubre “automáticamente” a todos los hombres; únicamente a los que se someten a la voluntad del “Redentor”.
8. El Redentor no redime a los “ángeles que pecaron”, sólo al hombre terrestre. Los ángeles rebeldes no tienen Redención. Serán destruidos para siempre.
9. El Redentor (Jesucristo) no vino a “redimir” cuerpos carnales únicamente. Vino a redimir al hombre total, al alma humana. “Porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” (Sant. 2:25, 26).
10. Adán y Eva no tienen tampoco Redención. Fueron perfectos y como tales pecaron contra el “espíritu santo” y el sacrificio de Jesús no los cubre. Por el contrario, tuvieron su oportunidad y por su culpa la muerte y la corrupción plagó a la humanidad por cuya causa se maldijo la Tierra en su totalidad.
11. Si una parte del hombre fuera “inmortal”, la Redención no tendría sentido. La vida en las “sombras” es un invento del Diablo, no de Dios. Dios es “luz”, y no la obscuridad con Él y todo el que no se someta a su Voluntad es destruido, no enviado “vivo” a sufrir castigos indescifrables sólo para satisfacer las aberraciones propias de los mismos que propiciaron la quema viva de “almas humanas” de cuanto “hereje” se oponía a las aberrantes acciones que decían “provenir del Altísimo”.
12. La inmortalidad siempre está asociada en la Biblia con un “Premio”, ¡NUNCA! como una “herencia de nacimiento”.
13. El “alma humana Adán” fue hecha tal cuando fue “hombre completo”, no antes. Antes Adán no existía en ningún lugar, tanto su “carne” como su “espíritu” o “fuerza de vida” fue “activada” por medio del “aliento de vida” que Jehová “sopló dándole vitalidad y acción de movimiento al “alma humana entera” (hombre) con todas sus facultades físicas y mentales.
Por esto y muchas razones más, el “buen ladrón” no tenía que ser la “excepción” a lo que, desde el principio, Dios sentenció como la verdad de su Propósito Eterno para el hombre.
Eclesiastés 3:19,20 dice: “[SUP]19[/SUP] Porque hay un suceso resultante respecto a los hijos de la humanidad y un suceso resultante respecto a la bestia, y ellos tienen el mismo suceso resultante. Como muere el uno, así muere la otra; y todos tienen un solo espíritu, de modo que no hay superioridad del hombre sobre la bestia, porque todo es vanidad. [SUP]20[/SUP] Todos van a un solo lugar. Del polvo han llegado a ser todos, y todos vuelven al polvo”.
Si Salomón aquí se estaba refiriendo –como única referencia interpretativa– a los “cuerpos” de ambas “almas” (humana y animal), no hubiera sido, después de todo, tan “sabio” como nos lo presenta la Biblia. Salomón tenía claro el destino de ese “suceso resultante” y conocía mejor que ustedes la “vanidad estúpida y sin sentido” que adolecemos por lo general los humanos al empeñarnos por nuestra obstinación de querer interpretar la Biblia bajo la óptica de la falsa doctrina que proviene de la depravación de quienes ejercieron el dominio por siglos; del más recalcitrante y repulsivo paganismo heredado y aceptado por la insana enseñanza del dios que domina a este mundo. Salomón aquí se refiere al “hombre total”, no a una parte de él que ustedes han inventado; nos habla de la “vanidad” de creernos la “mamá de supermán”, rehusando aceptar la realidad de nuestro incierto destino, que fue el motivo fundamental y necesario que motivó al Altísimo proveer un “Redentor” para recuperar lo que se había perdido: la vida eterna del “alma” humana. Salomón nos enseña la palabra de Jehová y nos dice que no nos distraigamos en vanas palabrerías de creernos que somos “inmortales”.
A no ser que nos domine el prejuicio y un espíritu contrario al “espíritu” de Dios para entender ciertos pasajes de la Biblia, aquí lo que el sabio Salomón nos está diciendo es lo mismo que los TJ enseñamos al mundo. El “aliento de vida” es compartido por los animales y el hombre. Bueno, eso es cierto biológicamente hablando y a quienes aplique el “respirar”. Sin embargo, Salomón agrega una revelación importantísima: nos habla del “espíritu” compartido. Nota que él dice que “ambos” (el hombre y la bestia) tienen el MISMO “ESPIRITU” y el mismo SUCESO RESULTANTE, como MUERE EL UNO, MUERE LA OTRA, de modo que no hay SUPERIORIDAD del “hombre sobre la bestia… ¿Por qué? ¡Porque todo es vanidad! ¡La vanidad no es una característica del cuerpo, sino del “espíritu” del hombre; de su inteligencia, de su conciencia, de su pensamiento; de todo eso con que Jehová lo dotó cuando fue creado como “hombre”; de lo contrario no tendría sentido hablar de “vanidad humana al creerse superior a la bestia si, al fin y al cabo, se estaba refiriendo al “estuche de carne” en donde nuestra “alma inmaterial” se esconde hasta la verdadera revelación de lo que somos. La vanidad es creer que nosotros somos diferentes por defecto. Salomón aquí nos dice que no, que es vanidad de vanidades; es decir, a pesar de que fuimos creados como Hijos de Dios, nuestro destino es el mismo que el destino de una “bestia”. ¡Triste decepción! ¿Y por qué es así la deducción correcta? Por muchas razones. Analicemos algunas:
1. El hombre total (no una parte de él) fue creado perfecto, Hijo de Dios.
2. El hombre total (no una parte de él) fue tentado y apartado de Dios.
3. El hombre total (no una parte de él) cayó en el pecado y perdió el favor de su Padre Celestial.
4. El hombre total (no una parte de él) murió espiritual y físicamente.
5. De inmediato Dios se propuso redimir al hombre total (no a una parte de él y nombró un Redentor.
6. Dicho Redentor celestial fue enviado como sacrificio por el pecado del hombre total (no para redimir solo una parte de él).
7. La Redención no cubre “automáticamente” a todos los hombres; únicamente a los que se someten a la voluntad del “Redentor”.
8. El Redentor no redime a los “ángeles que pecaron”, sólo al hombre terrestre. Los ángeles rebeldes no tienen Redención. Serán destruidos para siempre.
9. El Redentor (Jesucristo) no vino a “redimir” cuerpos carnales únicamente. Vino a redimir al hombre total, al alma humana. “Porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” (Sant. 2:25, 26).
10. Adán y Eva no tienen tampoco Redención. Fueron perfectos y como tales pecaron contra el “espíritu santo” y el sacrificio de Jesús no los cubre. Por el contrario, tuvieron su oportunidad y por su culpa la muerte y la corrupción plagó a la humanidad por cuya causa se maldijo la Tierra en su totalidad.
11. Si una parte del hombre fuera “inmortal”, la Redención no tendría sentido. La vida en las “sombras” es un invento del Diablo, no de Dios. Dios es “luz”, y no la obscuridad con Él y todo el que no se someta a su Voluntad es destruido, no enviado “vivo” a sufrir castigos indescifrables sólo para satisfacer las aberraciones propias de los mismos que propiciaron la quema viva de “almas humanas” de cuanto “hereje” se oponía a las aberrantes acciones que decían “provenir del Altísimo”.
12. La inmortalidad siempre está asociada en la Biblia con un “Premio”, ¡NUNCA! como una “herencia de nacimiento”.
13. El “alma humana Adán” fue hecha tal cuando fue “hombre completo”, no antes. Antes Adán no existía en ningún lugar, tanto su “carne” como su “espíritu” o “fuerza de vida” fue “activada” por medio del “aliento de vida” que Jehová “sopló dándole vitalidad y acción de movimiento al “alma humana entera” (hombre) con todas sus facultades físicas y mentales.
Por esto y muchas razones más, el “buen ladrón” no tenía que ser la “excepción” a lo que, desde el principio, Dios sentenció como la verdad de su Propósito Eterno para el hombre.