Apreciado hermano OSO
Apreciado hermano OSO
Esa frase de 1Co 15:50 "la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios" es generalmente mal aplicada al dársele un sentido que no tiene, como si un cuerpo con carne y sangre no pudiese entrar al cielo.
Acá no se trata de entrar sino de heredar, y no precisamente el cielo sino "el reino de Dios". La afinidad de términos mantiene sin embargo sus matices.
No leemos que Elías fuese descarnado y desangrado al ser arrebatado al cielo, o que cosa similar le hubiese acontecido a Enoc.
Por las venas del Señor Jesús resucitado corría sangre y su cuerpo era igualmente de carne; cuerpo de resurrección ascendido y glorificado, es cierto, pero cuerpo humano llevando todavía las cicatrices de la cruz.
En la transformación por la que pasaremos los todavía vivos a la venida del Señor, será cambiada nuestra naturaleza física corruptible por la incorruptible, pero sin desechar nuestra anatomía ósea, carnal y sanguínea. No importa ahora conocer al detalle lo que implicará ese cambio, pero no pasa de la adaptación necesaria de lo que fue nuestra transitoria vida terrena a la eterna y celestial.
De paso Pablo aprovecha a corregir acá cualquier influencia del judaísmo como si bastase descender de Abraham para heredar el reino.
Saludos cordiales
Apreciado hermano OSO
De carne y huesos amigo, con un cuerpo glorificado.
la carne + la sangre no heredan.
pero Jesús no resucitó "en carne y sangre", sino en carne y huesos como él mismo afirma.
Presta atención amigo.
Esa frase de 1Co 15:50 "la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios" es generalmente mal aplicada al dársele un sentido que no tiene, como si un cuerpo con carne y sangre no pudiese entrar al cielo.
Acá no se trata de entrar sino de heredar, y no precisamente el cielo sino "el reino de Dios". La afinidad de términos mantiene sin embargo sus matices.
No leemos que Elías fuese descarnado y desangrado al ser arrebatado al cielo, o que cosa similar le hubiese acontecido a Enoc.
Por las venas del Señor Jesús resucitado corría sangre y su cuerpo era igualmente de carne; cuerpo de resurrección ascendido y glorificado, es cierto, pero cuerpo humano llevando todavía las cicatrices de la cruz.
En la transformación por la que pasaremos los todavía vivos a la venida del Señor, será cambiada nuestra naturaleza física corruptible por la incorruptible, pero sin desechar nuestra anatomía ósea, carnal y sanguínea. No importa ahora conocer al detalle lo que implicará ese cambio, pero no pasa de la adaptación necesaria de lo que fue nuestra transitoria vida terrena a la eterna y celestial.
De paso Pablo aprovecha a corregir acá cualquier influencia del judaísmo como si bastase descender de Abraham para heredar el reino.
Saludos cordiales