Re: Creyente cristiano: Tú, ¿por qué crees?
Hola, y gracias por compartir tu experiencia.
Aunque no te lo creas, te entiendo perfectamente porque yo tuve fe durante años. Y sentí lo que tú sientes.
De niña creía sin más. Porque creían mis padres y la escuela era católica y porque celebraba todo lo que resligiosamente se celebraba. Pero Dios era algo lejano que estaba en el cielo y punto. Y Jesús, pues estaba en el sagrario y en cielo. Y punto también.
Pero cuando empecé a frecuentar los grupos parroquiales, descubrí lo que significaba relacionarse con Jesús personalmente. Y sentía lo que tú dices que sientes. Y cada día iba a la parroquia a estar un bien rato cerca del sagrario para hablar con Jesús. Y cada noche me dormía hablando con él.
Pero llegó un momento en que empecé a pensar en lo que creía y me apunté a un curso de biblia y fue cuando mi fe empezó a fallar.
Y pedí a Jesús que me fortaleciera la fe para seguir como hasta entonces, pero no me escuchó. Y volvía a hacer otro estudio de la biblia con otros profesores de biblia. Y acabé por perder la fe del todo.
Pero porque la tuve y sé cómo me sentía, sigo buscándola, pero no la encuentro porque antes necesito pruebas de que Dios existe de verdad y que no es un invento de nuestro corazón, porque la fe es muy consoladora...
Mis amigos creyentes piden por mí, pero sigo sin creer...
Veras
– amada de mi Amado
– te contesto aquí… porque cuando me contestaste me dijiste casi lo mismo que ahora (ahora aquí lo pones más detallado) y te voy a decir algo
– y te voy a poner una parte del Cantar de los Cantares para ti de parte del que buscas … que cuando Le pedí que me diga El lo que desea que te diga a ti – me dejo entender que te ponga justo esa parte de la Biblia… (Pues te la pongo abajo).
Mira… cuando llegas a conocer a un hombre que piensas que amas, y sin que os relacionáis demasiado de cerca pero sospechas que el también te corresponde en lo que tú sientes por el… y él se va y te deja sola sin promesas de nada, sin intercambio de besos sin nada más que la esperanza tuya de una relación verdadera, honesta y sana – es allí en esa soledad donde el te ha dejado que te, y -a -el – mostraras si le vas a ser fiel también en el futuro, si valdrás para tal relación, si te vas con otros o no – ya porque él no deja saber nada de si mismo …
ni tienes noticias suyas ni te escribe siquiera.
Y en esa soledad que él te dejo … como buena “mujer de navegante”
- limpiaras la casa, la adornaras, te arreglaras, te llenas de pensar en cuando viene, cuando regresa, en vuestro amor, en lo que le vas a decir, en como él se va a alegrar por tu fidelidad y por tu esperar en y por él.
Eso – es lo que vives tu ahora…
eso es el mayor regalo de Dios a ti y a cualquier persona… y Su casa
– la Iglesia – es la tuya… allí están sus hermanos, su familia, su Madre y puedes ir a verlos y estar con ellos y hablar con ellos mientras esperas por tu Amado… y El no te va a faltar.
¿Qué crees que es El?
¿Un malvado?
No – no te faltara … y El vendrá… y cuando te encuentra en vela, y en espera y con tu corazón abierto… te dará mas que esperas de Él.
Ya verás como si…
Un abrazo mi querida… y que vayas tu a buscarle entre sus Hermanos y en Su Casa donde Su Madre… y allí podrás ir de retiros y de cursos o ejercicios espirituales mientras que estas en vela…. (yo ya he hecho ese – Viaje con El Amado… así que se de lo que hablo

)
5:2 Yo dormía, pero mi corazón velaba.
Es la voz de mi amado que llama:
Abreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía,
Porque mi cabeza está llena de rocío,
Mis cabellos de las gotas de la noche.
5:3 Me he desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir?
He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar?
5:4 Mi amado metió su mano por la ventanilla,
Y mi corazón se conmovió dentro de mí.
5:5 Yo me levanté para abrir a mi amado,
Y mis manos gotearon mirra,
Y mis dedos mirra, que corría
Sobre la manecilla del cerrojo.
5:6 Abrí yo a mi amado;
Pero mi amado se había ido, había ya pasado;
Y tras su hablar salió mi alma.
Lo busqué, y no lo hallé;
Lo llamé, y no me respondió.
5:7 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad;
Me golpearon, me hirieron;
Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.
5:8 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado,
Que le hagáis saber que estoy enferma de amor.