A colación de tu post, me permito aportar un artículo de mi estimado amigo Miguel Angel Ruz a estos respectos.
Es habitual que en los argumentos creacionistas se mezclen varios conceptos, y que otros se malinterpreten. Lo cierto es que, a día de hoy, el hecho evolutivo está tan probado como que la Tierra gira alrededor del Sol, y usar conceptos como azar y probabilidad de forma errónea no van a cambiar eso. Sin embargo creo que es interesante intentar ofrecer una visión algo más científica sobre algunos de los conceptos que se manejan en dichos argumentos.
Antes de nada, hay que señalar un error previo a los propios argumentos. Como ya se ha indicado en muchos sitios, es un error común entre los partidarios de cualquier tipo de creacionismo utilizar "Evolución" como sinónimo de "Hecho Evolutivo" (este puede valer), "Teoría de la Evolución" (aquí es donde entraría la selección natural) o incluso, como ocurre cuando se refieren al origen de la vida, de "Abiogénesis". Para evitar confusiones, vamos a comenzar definiendo estos términos:
* Hecho Evolutivo es el hecho de que los seres vivos del planeta (todos los que existen o han existido) están emparentados y han ido diferenciándos a partir de un ancestro común existente hace miles de millones de años. Como corolario, evolución es el proceso que da lugar a cambios hereditarios en las poblaciones a lo largo de las generaciones sucesivas.
* Teoría de la Evolución es el modelo científico que describe ese proceso de transformación y que postula explicaciones para sus causas. Aquí es donde entran en juego cosas como la selección natural que, dicho sea de paso, no es la única explicación que se postula para ese proceso. Otra parte fundamental de esta Teoría es explicar los diferentes ritmos que sigue el proceso evolutivo, pero de esa discusión ya se hablará en otro momento.
* Abiogénesis es un término utilizado para referirse a las distintas teorías sobre el origen de la vida. Básicamente, es el campo de la ciencia que se dedica a estudiar cómo pudo surgir la vida en la Tierra primordial.
Por lo tanto, debe quedar claro que la Teoría de la Evolución y los Modelos para Explicar el Origen de la Vida son cosas diferentes, y se ocupan de problemas diferentes, a los que dan soluciones diferentes (como era de esperar). Si todos los modelos actualmente en estudio para explicar el origen de la vida se mostraran erróneos, la teoría de la evolución no se vería afectada en absoluto.
Una vez definidos los términos, podemos empezar a exponer la situación. Comenzaremos, también, por el famoso experimento de Miller-Urey.
El Experimento Miller-Urey
La "queja" habitual sobre el experimento de Miller y Urey es que su suposición de una atmósfera fuertemente reductora era incorrecta, y que sin esa atmósfera reductora no se habrían podido generar esos compuestos en esas condiciones. En realidad, la discusión sobre la atmósfera de la Tierra primitiva es muy amplia y, por supuesto, compleja, y hoy se tiende más a pensar en atmósferas menos reductoras que la propuesta por Miller y Urey. Pero el hecho relevante es que se han seguido realizando experimentos con condiciones diversas y se han seguido obteniendo resultados similares: las moléculas orgánicas se forman en multitud de condiciones. Las propuestas más aceptadas hoy en día van en la línea de una atmósfera reductora, aunque no tanto como la planteada por Miller y Urey. De hecho, Schlesinger y MIller, en 1983, obtuvieron aminoácidos en una atmósfera compuesta sólo de Dióxido de Carbono, Nitrógeno y vapor de agua.
En cualquier caso, no se debe olvidar que aunque la atmósfera en su conjunto fuera más o menos reductora, es perfectamente posible que en zonas localizadas pudieramos tener una atmósfera mucho más reductora. Así podría ocurrir, por ejemplo, en las cercanías de volcanes muy activos.
Pero, ¿Y si hubiera habido una atmósfera oxidante? ¿La presencia de Oxígeno libre no habría impedido todos estos resultados? Bueno, si bien no sabemos si la atmósfera primitiva era muy reductora o poco reductora, sí que sabemos que no era una atmósfera oxidante. Y lo sabemos por cosas como las formaciones de Hierro en bandas.
¿Qué son las formaciones de Hierro en Bandas?
Se trata de niveles formados por Hematita (óxido ferroso), que se aprecian en la foto de la derecha.
La formación de estas bandas de óxido de hierro se asocian a la primera aparición del oxígeno en la Tierra. Hasta el momento de formación de estas rocas, el hierro podía existir disuelto en el océano, en ausencia de oxígeno libre.
Hace alrededor de unos 2500 Maños, el oxígeno, por obra y gracia de la fotosíntesis de las primeras cianobacterias, comenzó a liberarse en la atmósfera terrestre. Este oxígeno se combinó con ese Hierro y el precipitado resultante son esas formaciones de Hierro en bandas.
Lo importante de esto es que nos da una fecha para separar un entorno con una atmósfera pobre en oxígeno y unos océanos ricos en Hierro de un entorno con una atmósfera rica en oxígeno y océanos con poco Hierro disuelto. Resumiendo, que hasta hace unos 2500 millones de años, el oxígeno libre era extremadamente escaso en la atmósfera (y siguió siéndolo durante un buen tiempo).
No se trata sólo de este tipo de formaciones. Antes de hace, digamos unos 2000 millones de años, podemos encontrar uraninita o pirita en forma de granos detríticos procedentes de procesos erosivos, lo que es imposible en una atmósfera con oxígeno libre, ya que se trata de minerales inestables en ese tipo de atmósfera.
En resumen, que la atmósfera de la Tierra primitiva no contenía suficiente oxígeno libre como para "molestar" en situaciones como las descritas en expermientos como el de Miller-Urey.
La quiralidad de los aminoácidos y otros asuntos
Existen muchas más objeciones creacionistas. Así, ¿pueden las moléculas orgánicas creadas ser destruídas por la radiación ultravioleta? En general, en condiciones de acumulación de estas moléculas, la luz UV es más una ventaja que un inconveniente. Al destruir algunos enlaces (no todos) permite que haya recombinaciones y, en general, la formación de moléculas más complejas. Por otro lado, según algunos modelos, las moléculas orgánicas podrían haberse generado en los alrededores de fuentes geotermales en el fondo del océano, muy lejos de la radiación UV.
Argumento habitual en círculos creacionistas es esa quiralidad que presentan todos los aminoácidos proteicos. Todos los aminoácidos se presentan en dos formas distintas, en función de su comportamiento frente a la luz polarizada. Las dos formas se denominan formas L y D. Pues bien, al parecer todos los aminoácidos implicados en la síntesis de proteínas son formas L. Si se formaron al azar ¿no sería de esperar que encontrásemos ambos tipos de enantiómeros?. La realidad es que nada indica que tenga que ser así:
en primer lugar, NO es cierto que sólo los L-aminoácidos estén implicados en la síntesis de proteínas. Hay bacterias que usan también D-aminoácidos. Otros, como la glicina, ni siquiera presentan esos dos isómeros. En segundo lugar, entre los aminoácidos que se han encontrado en meteoritos también abundan más las formas L que las formas D, lo cual puede indicar que la preeminencia de las formas L se debe a un proceso de selección en un ambiente en el que la luz UV está polarizada de cierta forma.
En realidad, analizando el tema friamente, cosas como la existencia de cinco aminoácidos esenciales que hay que incorporar en la dieta y de quince que se pueden sintentizar en el cuerpo serían un buen ejemplo que que no hay un diseño inteligente detrás de esto, porque se hace muy difícil pensar en un criterio de diseño que aconseje semejante situación.
Azar y Probabilidad
Es muy posible que se trate de los conceptos peor interpretados en cualquier argumentación creacionista. No es extraño, porque bajo una capa de aparente simplicidad, los conceptos estadísticos son muy complejos. Por ejemplo, es muy habitual dentro de la argumentación creacionista encontrar referencias a la bajísima probabilidad de que una proteína se forme al azar. Este tipo de argumentación sufre de inconsistencias de todo tipo.
Para empezar, estos cálculos probabilísticos suelen referirse a entidades equivocadas. Todos los cálculos que realizan están viciados de partida, porque intentan calcular probabilidades de formación de proteínas tal y como las conocemos ahora. En todos los modelos de abiogénesis, las primeras entidades "vivas" son mucho más simples que una proteína, y no vale acudir a la estructura de una proteína tal y como la conocemos ahora para realizar esos cálculos. Pero además, y mucho más relevante, estos argumentos siempre intentan hacer "cálculos de probabilidad" como si todos los problemas de este tipo pudieran resolverse mediante cálculos combinatorios simples. Los ejemplos en los que, literalmente, se dicen cosas tales como "tener una pila grande y bien mezclada de habichuelas que contuvieran cantidades iguales de las rojas y de las blancas" muestran a las claras este concepto del que hablamos. Lo primero que hay que entender es que la formación de moléculas biológicas se rige por un conjunto de leyes que constituyen lo que conocemos como bioquímica, y debe estar claro que estas leyes son cualquier cosa menos aleatorias. Unas moléculas tienen más o menos afinidad por otras moléculas, existen cosas como los catalizadores, etc, etc, etc. No podemos utilizar la combinatoria para resolver un cálculo de este tipo, porque nuestras "judías" no son todas iguales.
Pero incluso aunque asumiéramos esta errónea forma de realizar cálculos, aun tenemos importantes errores de concepto que corregir antes de asumir los argumentos creacionistas. En lo que sigue se va a encontrar mucha argumentación que proviene de una fuente clásica,el artículo "Lies Damned Lies, Statistics and Probability of Abiogenesis Calculations".
Supongamos que entramos en el juego combinatorio creacionista. En el artículo anteriormente referenciado se toma un ejemplo en el que se intenta calcular la probabilidad de generar un péptido compuesto por 32 aminoácidos que, además, es una molécula autorreplicante. La secuencia de aminoácidos concreta que se quiere generar es RMKQLEEKVYELLSKVACLEYEVARLKKVGE, y se trata de una enzima. Siguiendo la metodología creacionista, la probabilidad de obtener ese compuesto es
(1/20) * (1/20) * ..... (32 veces) ..... (1/20) = (1/20)32
Lo que viene a suponer una oportunidad entre 4,29 x 1040. Se trata de un número suficientemente pequeño como para que sea ridículo. Si tardamos un segundo en cada intento tenemos un problema, ya que superamos, de largo (por un factor de 1023) la edad estimada para el Universo. ¿Supone esto que los creacionistas tienen razón? No, de ninguna manera. Para darnos cuenta de ello, usaremos un ejemplo sencillo.
Tomemos un dado (de los normales, de seis caras) y tirémoslo tres veces. La probabilidad de obtener 666 (bonito número), es de (1/6)*(1/6)*(1/6), es decir de 1 entre 216. Podemos esperar obtener 666 al menos una vez de cada 216 lanzamientos. Bien. Pero ¿Cuál de esos 216 lanzamientos es el que nos va a dar el número buscado?. La estadística no nos dice nada de eso. Puede ser el último, pero bien podría ser el primero. Cuando analizamos cualquiera de estos problemas, tendemos a pensar que hay que hacer 216 tiradas hasta obtener el 666, pero eso no es cierto. Lo que nos dice la estadística es que lo que podemos esperar es que de cada 216 tiradas una sea un 666. Pero puede ser la primera, la última o cualquier otra. Sí, es verdad: la estadística es cualquier cosa menos intuitiva.
Lo anterior sirve para entender por qué no podemos intercambiar directamente probabilidad y tiempo, pero nada más. Imaginemos que, de nuevo, cada tirada triple dura un segundo. Podemos esperar que en un periodo de 216 segundos hayamos tenido éxito en alguno de los intentos. Pero imaginemos ahora que tenemos otro dado y que un amigo nuestro lo tira a la vez que nosotros. Si no nos importa con qué dado obtenemos el 666, es muy probable que mejoremos nuestro tiempo. Si pongo a 216 amigos, con 216 dados, lo esperable es que tengamos el 666 en el primer intento de alguno de los 216. Si pongo a 216.000 personas a tirar dados, no creo que nadie dude de que obtendremos el 666 a la primera (de hecho el único límite temporal es lo que tardemos en hacer la tirada de dados).
Supongo que muchos se dan cuenta de cómo seguirá el razonamiento. Lo relevante no es sólo la probabilidad de obtener nuestro autorreplicador en un intento, sino la cantidad de intentos que podemos realizar. En un único gramo de un aminoácido como la arginina hay del orden de 2,85 x 1021 moléculas, lo que empieza a ser un número realmente grande. Lo mejor es consultar el artículo original, pero incluso con una disolución moderada de aminoácidos en los océanos primitivos (del orden de 1x10-6 molar) tardaríamos menos de un año en producir ingentes cantidades de nuestra molécula de ejemplo (para consultar el cálculo original, por favor consulten el artículo citado). Y eso que estamos asumiendo los cálculos creacionistas y estamos obviando lo que ya dijimos: que la generación de moléculas biológicas se rige por las leyes de la Bioquímica, y esta tiene muy poco de azar.
Código genético, ARN y otras posibilidades.
Es habitual que se presente la existencia del código genético como un problema para las teorías científicas acerca de la abiogénesis. La información para la síntesis de proteínas está en el ADN, y en el proceso para separar las dobles hélices de ADN intervienen necesariamente enzimas complejas, lo que provocaría una paradoja: es necesario tener proteínas para poder obtener proteínas, con lo que la abiogénesis resultaría imposible.
El error detrás del razonamiento es asumir, precisamente, un modelo creacionista, en el que la vida surge exactamente tal y como es ahora, y en un único instante de tiempo. El modelo científico no es ese, y la aparente paradoja se resuelve si pensamos que los primeros organismos podrían no haber necesitado las proteínas en absoluto. Las primeras formas de vida podrían haber sido burbujas limitadas por membranas de ácidos grasos (que se forman de forma espontánea) en cuyo interior existieran moléculas genéticas autorreplicantes, que no necesitaran de proteínas para copiarse a sí mismas. El ARN es, precisamente, una de estas moléculas, pero hay otras alternativas, como el ácido peptidonucleico.
Para llegar a moléculas como el ARN se necesita tener antes sus ladrillos básicos, los nucleótidos Adenina, Guanina, Citosina y Uracilo. No es sencillo generar estos "ladrillos", pero John Sutherland y sus colaboradores de la Universidad de Manchester demostraron hace muy poco (en mayo de 2009) que los nucleótidos (al menos Citosina y Uracilo) podían formarse a partir de reacciones químicas espontáneas, y en un proceso en el que, además, los rayos UV favorecen la formación de los nucleótidos correctos.
¿Es necesario un diseñador inteligente?
Todavía estamos lejos de conocer todos los pasos en el camino que lleva desde la materia inanimada hasta los primeros organismos, incluso los más simples. Pero esto no nos autoriza a suponer la existencia de un supuesto diseñador inteligente y todopoderoso encargado de realizar aquello que aún no sabemos como pudo llegar a producirse. Es una falacia lógica habitual en los argumentos creacionistas que no es más que una versión del argumentum ad ignorantiam.
Es también necesario darse cuenta de un hecho fundamental. Introducir este diseñador inteligente en nuestros razonamientos impide cualquier posibilidad de razonamiento científico. ¿Cómo podemos pensar en explicar cualquier hecho si existe la posibilidad de que los resultados de nuestros experimentos hayan sido manipulados por un ente todopoderoso e indetectable? Es sencillamente imposible. Alguien dirá que podemos adoptar posturas deístas, en el sentido de pensar que existe un diseñador inteligente que ha creado el Universo pero que no interfiere con él. En este caso lo que ocurre es que la existencia o no de ese "ente sobrenatural" es total y absolutamente irrelevante, con lo que no hay ninguna necesidad de tenerlo en cuenta en nuestros razonamientos, y nuestra teorías de abiogénesis, evolución o física cuántica seran validas o no, pero tendremos que medirlas usando razonamientos científicos, lo que no deja sitio para las especulaciones creacionistas habituales. Parafraseando a Laplace, esta hipótesis no es necesaria.