A Mensaje # 648:
1 – Discrepamos en cuanto a que los sacerdotes querían ocultar la desaparición del cuerpo –según yo-, y el que Jesús hubiese resucitado –según tú. Es como si hubiésemos cambiado nuestros respectivos papeles en torno a la resurrección de Cristo. A todo trance tú necesitas cuestionarla, pues de admitirla se acaba toda discusión pues triunfaría en ti la antigua fe cristiana. Sólo forzado por tu hipótesis es que yo acumulo nuevos argumentos que expliquen la tumba vacía no por resurrección del cuerpo que allí yacía, pero tampoco de manera artificiosa sino siguiendo factibles pautas.
2 – Conviene que seas consecuente con la desaparición de la guardia, la piedra sellada y el soborno, como ha sido tu manifiesta intención. Si luego te olvidas de ello y vuelves a ridiculizar los posibles diálogos de los soldados con los sacerdotes y con su comandante, y la inutilidad del soborno, no terminaremos nunca. Es por ello que en adelante no responderé a nada que tenga que ver con lo que no quieres ver, cooperando, de esta manera, a tu expresa intención.
3 – Te expuse una explicación natural a la tumba vacía, y la primera versión no necesitaba de guardia, piedra sellada ni soborno de los sacerdotes. Pero si aquella no te sirvió, tampoco servirá que me aventure con otras.
A Mensaje # 649:
1 – Bien, proseguimos ahora sin guardia romana, piedra sellada y soborno de los sacerdotes.
2 - Poco más dices en este mensaje, pues sin darte cuenta volviste a hablar de lo que no querías hablar. Así que tampoco tengo aquí qué comentar.
A Mensaje # 656:
1 – Una vez más reincides con lo que te habías ya definitivamente librado: todas las consecuencias a deducir del comportamiento de los guardias y de los sacerdotes con ellos. Para mantenerme leal a tus preferencias, nada diré de lo que es tabú en nuestro diálogo.
2 – Así las cosas, nada escribes en este mensaje que pueda comentar.
A Mensaje # 657:
1 – ¡Y dale con la guardia…!
2 – Nada querían ocultar los sacerdotes si suprimimos del relato lo que querías suprimir.
En adelante puedes olvidarte de Mateo –con quien tienes reparos- y concretarte a los relatos de Marcos, Lucas y Juan.
Yo ofrecí una versión en que José de Arimatea, Nicodemo y el discípulo Juan se llevan el cuerpo de dónde todos creían que había quedado a otro más distante y solo por ellos sabido. Puedes cuestionar esto, si quieres.
Tú has presentado otra versión en la que sería Pilato quien sustrae y oculta el cuerpo en ignoto paradero. Ya adelanté mis objeciones a esta propuesta.
Ambas coinciden en negarle realidad a la resurrección de Cristo, pero es obvio que si se acreditase una de ellas necesariamente ha de rechazarse la otra.
Aquí has de concentrar todos tus esfuerzos sin desperdigarte en otras divergencias textuales que no hacen a este caso que tú mismo propusiste.