He leído más o menos lo que habéis puesto sobre este tema, salieron varias cosas interesantes.
El uso de aceite impuesto a los enfermos por los ancianos (presbíteros), en lo que los católicos llaman sacramento de la Extremaunción o los anglicanos llamamos ritual sacramental de la unción de enfermos etc... es muy distinto al empleo del agua bendita. Es un ritual sacramental, no un sacramento en sentido estricto, pues no fue instaurado por Cristo sino que se registra como una costumbre a la cual nos invitan los apóstoles, en concreto el apóstol Santiago en su carta, y que sin ser necesario el mantenerlo para que la Iglesia perviva íntegra, sí es aconsejable y enseñanza apostólica, nada más y nada menos.
El empleo de agua bendita, desde una posición protestante, carece de sentido tanto teórico como práctico o pastoral; pero hay que reconocer sin embargo que se trata de una antiquísima costumbre muy extendida en la iglesia que aunque ha derivado en muchas supersticiones tiene un fondo aceptable y comprensible. En la Sagrada Escritura es difícil encontrar una justificación teórica para su empleo y desde luego no hay una teología al respecto, pero sí se habla de agua bendita (Números 5:17) aunque en un contexto radicalmente distinto al empleado en la iglesia antigua, católica-romana, ortodoxa... etc.
La teoría romana que cree en el agua bendita puede ser un medio por el cual el creyente con fe puede recibir alguna gracia de Dios, me parece arriesgada y carente de base bíblica... Creo que el agua bendita hay que entenderla más bien en el contexto de una práctica ritual o liturgia, es decir, como un medio material que busca simbolizar o plasmar materialmente una realidad espiritual. Por ejemplo el agua del bautismo, el pan de la cena, o el aceite de los rituales sacramentales; en ellos mismos no existe ningún poder o magia pero en un contexto litúrgico se hacen indispensables para la realización del sacramento. Así el sacramento del bautismo carece de total validez si se hiciese con arena en lugar de agua, el de la cena santa si se hiciese con coca-cola en lugar de vino o el de la unción si se hiciese con tinta china. El agua bendita en cambio aunque no forma parte de ningún sacramento si puede tener un significado cristiano aceptable si con ella queremos simbolizar un hecho real como es la purificación que Dios obra en nosotros por la Gracia de su perdón, o si quiere simbolizar otros dones o gracias. En esos contexto la iglesia debe tener total libertad para usar los medios que crea necesarios y que ayuden al creyente a plasmar su fe ayudándole.
No obstante es muy importante advertir, a riesgo de caer el falsas supersticiones o rituales banales, que el agua bendecida o bendita no tiene ningún poder en sí misma, para quien no tiene fe o no sabe lo que hace o sencillamente está fuera de contexto ese agua no simboliza nada o no significa nada. Así el agua bendita no es más que un símbolo que toma cierta realidad para quien la usa en un contexto litúrgico, pero fuera de ésto no es más que H2O vulgar y común. Lo mismo el aceite en las unciones, el agua en el bautismo, la ceniza en la liturgia, las velas en las iglesias, en incienso en las alabanzas...
No confundir con el pan y el vino en la Cena del Señor, que aunque no se convierten materialmente en el cuerpo y la sangre de Cristo, si son un lazo y un signo cierto, eficaz y suficiente con este milagro inexplicable de nuestra fe que es la presencia de Cristo en la Eucaristía. Aunque en cierta parte si son algo como lo anterior.