Ignacio (35 dC - 108 dC), obispo de Antioquía y discípulo directo de los apóstoles Pablo y Juan, sostuvo la siguiente verdad apostólica al predicar lo siguiente acerca de Jesús…
«Porque nuestro Dios, Jesús el Cristo, fue concebido en la matriz de María según una dispensación “de la simiente de David”… A partir de entonces toda hechicería y todo encanto quedó disuelto, la ignorancia de la maldad se desvaneció, el reino antiguo fue derribado cuando Dios apareció en la semejanza de hombre en novedad de vida eterna.»