Yo creo que La Palabra, (el Logos de Juan 1:1) emana de Dios eternamente, continuamente. No está sujeta al tiempo y espacio. No es "fabricada" o "construida" en un tiempo específico.
Por lo tanto, nunca existió un "antes", ni un "tiempo" que Dios estuviera sin La Palabra (sin Logos)
Por ello considero incorrecta la declaración de la Sociedad de la Watchtower en el sentido de que Dios en un tiempo no fue "Padre".
Las complicaciones teológicas surgen cuando queremos ver en este Logos a un individuo humano o humanoide.
Es una limitación en nuestra capacidad de comprender las cosas. Como no las comprendemos, hacemos imágenes, modelos, para ayudarnos.
Yo de niño imaginaba a Jesús de Nazareth con un cuerpo semitransparente y gigantesco flotando en el espacio eternamente.
Pero eso es antropomorfismo.
Antropomorfismo que, para ser sinceros, resulta complicadísimo de sacudir porque Jesús de Nazareth fue un personaje histórico, un hijo del hombre.
Por eso yo hago una diferencia entre La Palabra, (el Logos) y Jesús de Nazareth. Entiendo que no todos los compañeros hacen tal diferencia.
Es por tal diferencia que, como baha'i, puedo creer que La Palabra se manifestó también en Noé, en Zoroastro, en Moisés, en Mohammed y en Bahá'u'lláh, por ejemplo. Todos ellos personajes distintos, pero cuya realidad final e íntima es La Palabra que eternamente emana de Dios.
QUIZÁS, SOLO QUIZAS LLEGUES A ENTENDER, ESTIMADO PANCHO.
PROVERBIOS 8: 22- 31.
Comentaristas judíos y protestantes, objetando a toda aplicación de este pasaje a Jesús como el Mesías, por lo general han sostenido que esto es simplemente una personificación literaria de la sabiduría.
Así, W. Gunther Plaut, en su obra Book of Proverbs—A Commentary, dice que estos versículos aplican a la Sabiduría “personificada solo de modo figurativo.”
Sin embargo, este pasaje no puede estar hablando simplemente acerca de la sabiduría divina o la sabiduría en abstracto.
Porque la “Sabiduría” que se representa aquí fue ‘creada’ o ‘producida’ (hebreo, qanah) como el principio del camino de Jehová.
Las Escrituras muestran que Jehová Dios mismo siempre ha existido. (Sal. 90:2; 1 Tim. 1:17)
Puesto que él es eterno y siempre ha sido sabio, entonces su sabiduría siempre ha existido; nunca fue creada o producida; no fue “producida como con dolores de parto.” (Job 9:2, 4; 12:9, 13; 28:20, 23; Rom. 11:33-36)
La sabiduría no existe separada de una personalidad que pueda poseerla y reflejarla.
En consecuencia, esta “Sabiduría” tiene que ser una personificación que represente a alguien que fue creado “como el principio de su camino (el de Dios).”
Las Escrituras Griegas Cristianas ayudan a uno a entender a quién se refiere evidentemente este pasaje.
Repetidas veces dan testimonio del hecho de que el Mesías, antes de vivir como hombre, tuvo una existencia como el Hijo de Dios en el cielo con Jehová. (Juan 6: 57, 17:5; 6:62)
En esa existencia que precedió a su existencia humana trabajó con Jehová en la creación de todas las cosas.
Juan 1:3 dice acerca de éste: “Todas las cosas vinieron a existir por medio de él, y sin él ni siquiera una cosa vino a existir.”—Compare con Colosenses 1:15, 16.
Se comprende que el Hijo de Dios podía ser representado como “Sabiduría” creada.
Por medio de él el propósito sabio de Jehová, incluso el papel del Mesías que los judíos aguardaron por largo tiempo, se hizo manifiesto.
El apóstol Pablo dijo acerca de Jesús: “Cuidadosamente ocultados en él están todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.” (Col. 2:3)
Aunque el rey Salomón fue famoso por su sabiduría dada por Dios, Jesús fue “algo más que Salomón.” (1 Rey. 4:30-34; Mat. 12:42)
Los que aceptaron a Jesucristo y tuvieron fe en él se dieron cuenta de que él era “el poder de Dios y la sabiduría de Dios.”—1 Cor. 1:24, 30.
En armonía con eso, lo que sabemos acerca de nuestro Dios eternamente sabio y la información que hay en las Escrituras Griegas Cristianas acerca de Jesús se combinan para aclarar lo apropiado de aplicar Proverbios 8:22-31 al Hijo de Dios que llegó a ser el Mesías.
Ese pasaje encaja notablemente con el origen y las actividades de aquel cuyo cariño para con la humanidad hasta resultó en que muriera como sacrificio de rescate.—1 Tim. 2:5, 6; Juan 3:16.
En el libro de Proverbios aparece esta descripción divinamente inspirada de la sabiduría:
“Jehová mismo me produjo como el principio de su camino, el más temprano de sus logros de mucho tiempo atrás. ... Antes que las montañas mismas se hubieran asentado, primero que las colinas, fui producida como con dolores de parto ... Cuando él preparó los cielos, yo estaba allí; ... entonces llegué a estar a su lado como un obrero maestro, y llegué a ser aquella con quien él estuvo especialmente encariñado día a día, y estuve alegre delante de él todo el tiempo, [...] y las cosas que fueron el objeto de mi cariño estuvieron con los hijos de los hombres”.
Este pasaje no puede ser una simple alusión a la sabiduría divina ni a la sabiduría como cualidad abstracta.
Porque la sabiduría que aquí se describe fue “producida”, o creada, como el principio del camino de Jehová.
Ahora bien, Jehová Dios siempre ha existido y siempre ha sido sabio (Salmo 90:1, 2).
Por lo tanto, su sabiduría no tuvo principio ni fue creada ni “producida como con dolores de parto”.
Además, se dice que esta sabiduría habla y actúa, por lo que tiene que tratarse de una persona (Proverbios 8:1).
Según el libro de Proverbios, hace mucho tiempo la sabiduría estuvo al lado de Jehová, el Creador, como “obrero maestro”, lo cual encaja muy bien con Jesús.
Mucho antes de venir a la Tierra, Jesús colaboró tan de cerca con Jehová, que la Biblia afirma: “Él es antes de todas las cosas y por medio de él se hizo que todas las cosas existieran” (Colosenses 1:17; Apocalipsis 3:14).
Es adecuado representar al Hijo de Dios como la sabiduría, ya que fue él quien dio a conocer los sabios propósitos y decretos de Jehová.
Antes de venir a la Tierra, Jesús era la Palabra de Dios, es decir, su Vocero (Juan 1:1).
También se dice que es “el poder de Dios y la sabiduría de Dios” (1 Corintios 1:24, 30).
Sin duda, esta es una hermosísima descripción del Hijo de Dios, quien, por el cariño que le tenía a la humanidad, dio su vida para rescatarla.