El tema de la muerte, como se describe en su sentido original, no significa desaparición.
"...Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último (Alef-Tav).
Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; YO SOY el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén".
Los veinticuatro ancianos no iban a rendir homenaje a un ser inexistente...
"...Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir:
Al que está sentado en el trono, y al Cordero,
sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder,
por los siglos de los siglos.
Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos"
El Padre no iba a permitir adoración a otro que no fuese Él mismo, y menos su fuese un muerto. Pero con Jesús, el panorama es totalmente distinto.
El tema de la muerte está muy claro: sólo alguien INMORTAL está exento de ser visitado por la Muerte, y de pasar por su tránsito.
Abraham y los profetas, murieron, y fueron visitados por la Muerte, Pero he aquí viven por los siglos de los siglos.
Satanás, nunca murió, porque nunca se hizo carne para morir. Nunca morirá, por lo que siempre será inmortal, aunque arderá en el lago de azufre por los siglos de los siglos, de la misma manera que los ángeles que le siguieron, y que todos los hombres impíos que alguna vez murieron, o morirán.
Hasta Jesús mismo murió, porque vino en carne; pero he aquí ahora vive por los siglos de los siglos; de la misma manera que todos los justos que, alguna vez, murieron, haciendo la voluntad de Dios en sus vidas.
Pero sólamente alguien Eterno e Inmortal, jamás podrá pasar por el tránsito de la Muerte, ni ser visitado por élla; por cuanto nunca se hizo carne: Dios, el Padre.
A-
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