Pero así como asocia la Obra de la Redención junto a la de condenación, también es justo que asocie la salvación junto a la responsabilidad del temor y temblor en fallarle, es decir, somos responsable de nuestro propio descuido al permitir que la concupiscencia se enseñoree de nosotros.
Sal_2:11 Servid a Jehová con temor,
Y alegraos con temblor.
Flp_2:12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,
Porque en algunas ocasiones pensamos que somos salvos y listo, hagamos males para que vengan bienes (Rom_3:8)
La seguridad de la salvación no nos da licencia para el descuido, por cuanto la concupiscencia siempre está al acecho para hacernos tropezar, en nuestra comunión con Cristo.
Y solo seremos librados de ella, cuando nuestro cuerpo sea transformado.