Deberían aprender de usted, que es muy respetuoso.
No bautizo bebés para luego aprovecharme de ellos cuando ya están "aptos" con el señuelo de la "confirmación", escenario donde está al acecho, el depredador ensotanado, listo a recoger la cosecha de su siembra de esfínteres.
Ahora ha disminuido en un bajo porcentaje, tal abominación, por cuanto los medios de comunicación no están perdonando ninguna denuncia, pero hace varios siglos, quien se atreviera a denunciar un jerarca católico, significaba la muerte, en la hoguera por hereje, o en el potro de tormento, para que aprendiese a respetar los derechos inalienables de la curia católica, fundamentados en el celibato obligado de sus jerarcas.
Abrí un epígrafe sobre los horrores del catolicismo romano, asociados a la denuncia de la monja que vivió este martirio y sobrevivió para contarlo, pero su relato apenas comienza, voy a añadir un capítulo más, pues pasó 9 horas encerrada en un ataúd, "muriendo para el mundo".