Re: LA LEY ESTA ABOLIDA PARA EL QUE ESTA EN CRISTO
El pecado todavía existe, por lo tanto, la ley no está abolida, porque por la ley es el conocimiento del pecado. Yo creo que cuando seamos finalmente santos, recién ahí dejaremos de necesitar la ley, pero ¿abolirla? no lo creo.
Creo que no ha sido bien interpretado ese texto. La ley está abolida para el que está en Cristo, porque es una nueva criatura y ha muerto a la ley, al ser crucificado juntamente con Cristo y ahora vive para Dios y es guiado por el Espíritu. La ley tenía el objetivo de conducir a Cristo, pero cuando uno está en Cristo, la ley ya no tiene nada que hacer, de la misma forma que el paidagogos terminaba su misión cuando entregaba al niño en las manos de su maestro. Lo que pasara de allí en adelante mientras estaba bajo la responsabilidad del maestro ya no era asunto suyo.
Veamos un ejemplo: En España en muchas facetas cotidianas hay una ley aprobada por el parlamento, pero un día el mismo parlamento establece una enmienda por la cual los ciudadanos que tengan nacionalidad española quedan exentos de su cumplimiento para quedar sujetos a otra ley, que no importa si es más ligera ó más estricta, lo que importa es que es diferente. Y también cualquier extranjero residente ó de paso que es sujeto de la ley primera, si un día llega a adquirir la nacionalidad española también quedará exento de ella y desde ese mismo instante será regido por la ley que afecta a los nacionales. Así que la ley ha quedado abolida para los ciudadanos con nacionalidad española que ya no se rigen más por ella, pero sin embargo sigue estando en vigor para los extranjeros, que seguirán siendo exigidos y juzgados con arreglo a ella.
En el caso que nos ocupa, los que no están en Cristo y son judíos, siguen teniendo la ley de Moisés sobre ellos, y los no judíos siguen teniendo la ley escrita en su conciencia y con arreglo a ella van a ser tratados. Pero los que están en Cristo tienen sobre si una ley diferente: la ley de Cristo. Y unos recursos diferentes y unas “sanciones” diferentes. Es OTRO PACTO. Es un PACTO NUEVO, establecido sobre la sangre de Cristo (Mt. 26:28 con Heb. 8:13) y mejor (Heb. 8:6). Creo que está bien claro y solo quien no quiere verlo porque tiene un prejuicio doctrinal adquirido, no por la lectura imparcial de la Biblia, sino por unas enseñanzas heréticas, y se aferra a defender lo que es indefendible por las Escrituras.
La ley nunca tuvo por objeto salvar a las personas, ni perdonar los pecados (Rom. 3:20), ni tener misericordia del infractor, sino condenar y el propósito de Dios al darla es que por medio de la inapelable condena que la ley impone la persona sea consciente de que es infractora, pecadora y que la pena que le ley impone por el delito del pecado de que le acusa: es la muerte (Rom. 6:23). Y que el reo viéndose perdido, sin salvación posible ni recurso apelable por parte de la ley para eludir su sentencia, encuentre que Cristo siendo justo, padeció por los injustos para llevarlos a Dios y en su muerte satisfizo la condena de los injustos. Ahora si estamos muertos juntamente con Cristo (Rom. 7:1-4), la ley ya no nos puede hacer nada, porque la ley ya recibió la satisfacción penal que demandaba. La infracción fue pagada por Cristo y ahora, el creyente, libre de la ley, vive para Cristo ó dicho como Pablo en otro lugar: Ya no vive él, sino que Cristo vive en él (Gal. 2:20).
Pero si por la ley pudiese alguien justificarse, no sería necesario que Cristo viniese y muriese (Gal. 2:21), pues cumpliendo la ley, no tendría pecado y no estaría condenado a pagar la pena de muerte que la ley impone. Y además podría gloriarse de haber sido perfecto en todas su obras, pero la salvación es solo por gracia, y dice el apóstol, para que nadie pueda gloriarse (Rom. 4:2 con Ef. 2:8 y 9).
El joven rico que fue a Jesús preguntando que buena obra debería hacer para tener la vida eterna. Como quería tener la vida por medio de las cosas buenas y justas que él pudiera hacer (Mt. 19:16-22), recibió de Jesús la única respuesta posible. Si lo que quieres es tener la vida eterna por hacer cosas buenas: como judío que eres cumple la ley y tendrás la vida eterna. Y cuando respondió que ya lo hacía desde niño, entonces Jesús le demostró que se engañaba a si mismo, pues la ley mandaba amar a Dios sobre todas las cosas y él, al no querer renunciar a sus riquezas a cambio de tener la vida eterna con Dios, mostró que las amaba que a Dios, y por eso se fue triste. Esa tristeza, que era la evidencia de su fracaso en cumplir la ley, si fuese orientada hacia Dios (2Cor. 7:10a) tenía que haberle llevado arrepentido a los pies de Cristo, para pedir su misericordia y encontraría que Jesús iba a morir por sus pecados, saldar la deuda de su incapacidad y podría tener acceso a la vida eterna, no por sus obras, sino por la gracia de Dios. Pero mantenida en la carne produce muerte (2Cor. 7:10b)
Por cierto, pecado no solo es transgresión de la ley, sino muchas otras cosas. Por ejemplo en Romanos 14:23, dice que pecado es TODO lo que no proviene de la fe. Y en Gal. 3:22 insiste en este mismo concepto diciendo que la Escritura ha establecido que TODO sea pecado para que la promesa de la salvación venga exclusivamente por medio de Cristo a los que creen en él. Por tanto incluso las buenas obras y el cumplimiento de la ley son pecado cuando con ello se pretende justificar al hombre de otra manera diferente que sea por la gracia de Cristo, por medio de la fe en él.
Espero haberle ayudado
Es evidente que todo el que comete pecado infringe la ley ó que todo el que infringe la ley comete un pecado. Pero el quid del asunto radia en la pregunta: ¿qué ley? La respuesta es obvia: La ley a la que está sujeto: El gentil a la ley escrita en su conciencia (Rom. 2:14-15). El judío a la ley mosaica (Rom. 2:17-26) y el cristiano a la ley de Cristo (1Co. 9:21).
Es como decir que cualquiera que infringe la ley de un país es un reo de la justicia, pero eso no quiere decir que las leyes de ese país sujeten a todas las personas por igual en todas las circunstancias. Por ejemplo, los militares están sujetos a las leyes castrenses. Los funcionarios a las de la función pública, los civiles al código penal, etc. Y sucede en muchas ocasiones que infracciones de la misma naturaleza tienen diferentes penas según el reo sea juzgado por una ú otra ley. Incluso algunas infracciones, según el código que se tenga que aplicar, se tipifican como simple falta administrativa y el reo escondenado a una simple multa, cuando a otros por el mismo delito, al serles aplicable otra ley, se vean acusados de un delito penal con penas de prisión mayor.
De ahí, que estar en Cristo no significa quedar exento de pecar cuando se traspasa Su ley, como bien reconoce Juan en su primera epístola, que está escrita para personas que están en Cristo (1Jn. 2:12-14), a quienes antes les ha escrito que “si alguno dice que no tiene pecado se engaña a sí mismo" (1:8) “y hace a Dios mentiroso” (1:10). Para esa necesidad y realidad incuestionable de que mientras vivamos en la carne estamos expuestos y sujetos a seguir pecando (2:1), ó infringiendo la ley de Cristo, a causa de la naturaleza de la carne que se opone a la nueva naturaleza del espíritu, es que Cristo ha venido a ser, además de nuestro Salvador, nuestro sumo sacerdote, también el abogado intercesor hasta el momento en que seamos transformados a Su semejanza y ya no tengamos más relación con el pecado (1Jn. 3:2; 1Co. 15:49). Por esa razón la Biblia enseña que la carne y la sangre, es decir en el estado de la naturaleza que hemos heredado de Adán, no podemos heredar el reino de Dios y necesitamos ser no solo regenerados en lo espiritual, que es lo que Cristo por medio del Espíritu Santo ya ha hecho desde el momento en que creemos (tiempo pasado), sino también transformados (tiempo futuro): que nuestra parte corruptible se vista de incorrupción en la resurrección de los muertos ó cuando Cristo venga a buscar a sus redimidos junto con los que han muerto en él (1Co. 15:42-54).
Siento decirle que está equivocado. Lo que es antiguo es el término νόμος, pero no que se emplee en exclusiva para referirse a la ley de Moisés ni muchísimo menos. Es un término empleado por todos los filósofos y juristas griegos, desde por lo menos cinco siglos antes de Cristo, para referirse a las leyes de las ciudades y de los países, a las regulaciones específicas de cualquier materia (ley de la ciudadanía, leyes morales, leyes de la naturaleza, etc. etc.) Todos los clásicos griegos usan este término para referirse a leyes, ordenanzas, costumbres, etc. En Gálatas 6:2, Pablo usa también νόμος, para referirse a la ley de Cristo (τον νομον του χριστου). Y la ley de los “sin ley” también es νόμος en Romanos 2:15 (οιτινες ενδεικνυνται το εργον του νομου γραπτον εν ταις καρδιαις αυτων).
En cuanto a 1Jn. 3:6, tiene exégesis, pero no tiene discusión. Usted peca, yo peco, Juan pecó, Pablo pecó, y negarlo sería hacer a Dios mentiroso. Entonces el asunto es: o Juan entra en contradicción consigo mismo con lo que escribía poco antes, ó se trata de una de esas cosas difíciles de entender a primera vista que se encuentran en las epístolas y que los indoctos e inconstantes tuercen en ocasiones, como decía Pedro hablando del contenido de algunas epístolas de Pablo. (Cuando escribió Pedro esto, Juan todavía no había escrito sus epístolas pues probablemente tendría que incluirlas por esta frase y la de su mención a los pecados de muerte y no de muerte. Pero este es otro asunto)
La exégesis es clara: Todos los que permanecen en Cristo no llevan una vida de pecado, como carácter y habito, ni se gozan en la injusticia, ni se complacen con la inmoralidad, sino que aborrecen el pecado y se lamentan de la debilidad de su cuerpo de carne que en ocasiones les lleva a caer.
Otra traducción posiblemente más ajustada para nuestra comprensión dice: Todos los que permanecen en Cristo no se mantienen pecando, pero eso no significa que el pecado no este presente en la vida en hechos ocasionales, de los que debe arrepentirse y acudir al Abogado que tenemos para con el Padre. Si el pecado no fuera posible, la función del Abogado que ejerce nuestro Señor Jesucristo carecería de sentido, porque el Abogado actúa cuando uno es acusado de una infracción delante del juez.
Además para armonizar este texto tenemos las palabras de Pablo en Rom 7:21-25 (que por cierto también usa continuamente la palabra νομον para referirse a diversas leyes entre ellas a la del pecado) Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley (νομον): que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley (νομω) de Dios; 23 pero veo otra ley (νομον) en mis miembros, que se rebela contra la ley (νομω) de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado (νομω) que está en mis miembros. 24 ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley (νομω) de Dios (no te olvides al leer esto que la ley de Cristo también es una ley de Dios, pues Cristo es Dios), mas con la carne a la ley (νομω) del pecado.
El hecho de caer es siempre una responsabilidad de nuestra debilidad, pues Dios es poderoso para guardarnos sin caída (Jud. 24), pero como no siempre acudimos a Él para que con su poder nos evite la caída, luego tenemos que acudir avergonzados y humillados pidiendo su gracia para ser restaurados.
Espero haber aclarado las dudas planteadas.
El pecado todavía existe, por lo tanto, la ley no está abolida, porque por la ley es el conocimiento del pecado. Yo creo que cuando seamos finalmente santos, recién ahí dejaremos de necesitar la ley, pero ¿abolirla? no lo creo.