Re: Malos tratos ¿puedo divorciarme?
Bueno, mirando por estos medios me he encontrado con un articulo del Seminario Reina Valera sobre el tema en cuestión, les pondré algunos puntos que se mencionan:
UNA ACTITUD BÍBLICA SOBRE EL DIVORCIO
En contra de algunas opiniones, el concepto del divorcio es bíblico. La Biblia reconoce y regula el divorcio. Hay ciertas provisiones hechas sobre él. Esto ha de ser afirmado claramente y sin vacilación. Como el divorcio es un concepto bíblico, usado y mencionado frecuentemente en las páginas de la Biblia, los cristianos deben hacer todo lo que puedan para entenderlo y enseñar lo que Dios, en su santa palabra, dice sobre el mismo. Además, la Iglesia tiene la obligación de aplicar a los casos reales de divorcio, los principios que hay en la Escritura respecto a éste.
Hay algunos, no obstante, que conciben el divorcio de forma que, si se siguiera su modo de pensar, se llegaría a la conclusión de que la Biblia no hace provisión alguna para el divorcio, sino que (más bien) sólo lo condena y lo denuncia. Uno llegaría a creer que las Escrituras no dicen nada —absolutamente nada— positivo sobre el divorcio. Sin embargo, como hemos visto, José (un hombre justo) no era condenado por tener la intención de divorciarse de María. De modo que tienen que haber más en la cuestión del divorcio de lo que algunos creen.
Para empezar, quede bien claro el hecho de que ni la Biblia guarda silencio sobre el tema del divorcio, ni siempre, bajo cualquier circunstancia, y para todos, condena el divorcio. Esto debe dejarse bien establecido desde el principio.
Aunque se dice de Dios, de modo enfático, «Él aborrece el repudio (divorcio)» (Malaquías 2:16), esta afirmación no debe tomarse de modo absoluto en el sentido que no hay nada en el divorcio que no pueda considerarse de otro modo que detestable, porque Él, Él mismo, dice también: «...vio que por haber cometido adulterio la apóstata Israel, yo la había despedido y le había dado carta de repudio (divorcio)» (Jeremías 3:8).
Si Dios mismo había entrado en un proceso de divorcio con Israel, es un error indudable el condenar todo divorcio por el hecho de serlo, sin más consideración. Es evidente por este pasaje (y por el pasaje de Mateo 1) que algunas veces, en algunas formas, para algunas personas, bajo ciertas circunstancias, el divorcio es del todo apropiado y no es objeto del aborrecimiento de Dios.
Es por completo cierto que Dios aborrece el divorcio. Pero Él no aborrece todos los divorcios de la misma manera ni aborrece cada aspecto del divorcio. Él aborrece lo que ocasiona todo divorcio, incluso aquel que Él dio a la pecadora Israel. Él aborrece los resultado que con frecuencia resultan de Él para los hijos y la parte ofendida del divorcio, pero esto no le detuvo de desear el divorcio en Esdras 10:11, 44. Y Él aborrece los divorcios obtenidos impropiamente sobre bases que Él no sanciona. Ciertamente, Él no condena o aborrece los procedimientos del divorcio per se, es decir, el divorcio como un proceso. Ni tampoco aborrece el divorcio cuando es obtenido conforme a los principios y reglas establecidas en las Escrituras y que Él sigue en sus tratos con la infiel Israel.
Creo que con esto ya se ve que el asunto no puede tratarse de modo demasiado simplista. El decir, pues: «No quiero tener nada que ver con personas divorciadas» ¡es hablar de modo irresponsable y, además, le pone a uno en la posición poco deseable de no tener nada que ver con Dios! (¡Es indudable que Dios se divorció de Israel!)
La actitud que uno tiene es importante, porque esta actitud se va a manifestar en los tratos con las personas divorciadas. Si descubres que tú tienes una actitud pobre, como es posible si has crecido en un clima totalmente opuesto al divorcio, vas a hallar que entorpece tu trabajo al aconsejar a aquellos que tienen la intención de divorciarse, así como tu trabajo con aquellos que son divorciados y tu enfoque de aquellos que quieren volverse a casar.
Es importante, pues, desarrollar una actitud bíblica equilibrada hacia el divorcio: por una parte, aborrecer todas las cosas que Dios aborrece sobre el divorcio, si bien reconociendo que en este mundo pecaminoso hay situaciones en que (como Dios mismo ha demostrado) puede que sea necesario conseguir un divorcio. Tu posición, evidentemente, va a afectar tu actitud. De modo que es del todo importante entender y adoptar una posición verdaderamente bíblica.
Hay acerca del divorcio y los divorciados muchas actitudes equivocadas en las iglesias conservadoras. A juzgar por la forma en que algunas tratan a las personas divorciadas, podría creerse que piensan que éstos han cometido el pecado imperdonable. Dejemos claro, pues, que los que obtienen un divorcio de modo pecaminoso (sin motivos justificados) no deben ser excusados por lo que han hecho: un pecado. Pero, precisamente porque es pecado, es perdonable. El pecado de divorciar a un cónyuge por motivos no bíblicos es malo, no sólo por la miseria y dolor que ocasiona, sino especialmente porque es una ofensa contra el santo Dios. Pero no queda grabado de modo indeleble en la vida del pecador, de modo que no pueda ser lavado y borrado por la sangre de Cristo.
Realmente, es notable descubrir que en estas listas de pecados aborrecibles (1.a Corintios 6:9, 10; Apocalipsis 22:15; Galatas 5:19-21) el egoísmo, la envidia y algunos otros quizás inesperados (como la murmuración) ocupan un lugar al lado de la embriaguez, la idolatría, el homicidio y la homosexualidad, pero no se menciona en ningún punto el pecado del divorcio ilícito.
Nuestra posición, pues, ha de ser la misma. Ni hemos de hacer caso omiso del divorcio, ni hemos de censurarlo simplemente (ni uno ni otro extremo son bíblicos), sino que, como dirigentes y responsables de la Iglesia de Cristo, hemos de procurar también regularlo entre el pueblo de Dios, según el principio presentado en la Biblia.
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