Tal como tú dices:
1) Dios no comparte su gloria “con otros” (Is 42:8), pero sí la comparte con Aquel que Él mismo exalta y glorifica.
Si Dios no comparte su gloria y majestad con "otros," ya con eso es más que suficiente para inferir que Jesús no es de "otra" esencia o naturaleza. El Padre y el Hijo no son de distintas esencias.
Decir que “si Dios no comparte Su gloria con otros, entonces Jesús debe tener la misma esencia” no es conclusión bíblica, sino salto lógico.
La Escritura
no dice:
“compartir gloria = misma esencia”.
Eso lo estás añadiendo tú.
1. Isaías 42:8 habla de ídolos, no del Hijo.
Dios no comparte Su gloria con
otros dioses.
No dice que no pueda glorificar al que Él mismo envía, unge y exalta. De hecho, lo hace:
– “Le diste gloria” (Jn 17:22)
– “Dios lo exaltó hasta lo sumo” (Fil 2:9)
– “Dios lo hizo Señor y Cristo” (Hch 2:36)
Si la gloria fuera “incompartible en esencia”, entonces Dios estaría violando Su propia palabra al exaltarlo.
2. La gloria
no define esencia, sino posición.
Jesús comparte gloria porque el Padre la
otorga, no porque la posea por naturaleza:
– “La gloria
que me diste” (Jn 17:22).
Lo recibido no prueba igualdad de ser, sino
dependencia del dador.
3. Tu argumento se destruye solo:
Si Dios “no comparte Su gloria con otros”…
y Jesús
la recibe del Padre…
entonces Jesús es “otro” respecto al Padre, porque
recibe lo que el Padre da.
No puede recibir algo que ya posee por esencia.
4. Hechos 7 sigue mostrando dos realidades distintas:
– la gloria de Dios (fuente)
– Jesús a Su diestra (exaltado)
No un “único ser con dos modos”.
Esteban no ve “misma esencia”: ve
distinción.
Conclusión:
-Compartir gloria no implica igualdad ontológica,
sino exaltación concedida.
-Y que el Hijo
reciba lo que el Padre
da demuestra relación,
no identidad de esencia.
La Biblia nunca dice que Padre y Hijo tengan “una misma naturaleza”: ese es un concepto teológico posterior,
no un texto bíblico.