En mi opinión nadie se va al cielo porque ninguno de nosotros venimos del cielo. Cuando uno muere se queda en la tierra.
Nuestro cuerpo es lo físico, y el alma es nuestra personalidad. Cuando venga el juicio, no serán los cuerpos sino nuestra personalidad la que estará a prueba. Si somos buenos o malos esa es nuestra personalidad. Hay muchos que oran, ayudan, no pecan delante de los demás, pero por dentro tienen una personalidad insidiosa, piensan el mal contra otros. Esta doble personalidad es la que estará a tela de juicio.
Los niños también tienen su propia personalidad y esto se nota, a como un forero aquí lo ha notado, inclusive antes de hablar ya se les ve si están haciendo algo bueno o algo malo. Incluso los animales tienen alma, es decir personalidad. A pesar de ser una fiera, una vez se le siguió los pasos a una leona que había adoptado una ternera recién nacida. La leona no sabía como cuidarla y alimentarla, pero acompañó a la otra pobre criatura hasta que finalmente murió de hambre. Los animales muestran gestos agresivos como igualmente de compasión. Y los animales también saben cuando hacen algo malo, esto se nota mucho con los que son domésticos. Quizás lo aprenden de sus amos, pero en videos de los que son graciosos, se ve cómo reaccionan después que se les descubre que hicieron algo malo o indebido.
Según la tradición, un niño deja de ser niño a los doce o trece años. Hasta esa edad los padres son responsables de lo que el niño hace o dice. Con el caso de Jesús se aprecia lo mismo. Al celebrarse el bar mitzvah, Jesús se quedó hablando con los sacerdotes y cuando sus padres vinieron, Jesús medio como molesto porque ya no era un niño sino ya considerado hombre y hablaba de las cosas concernientes a los negocios de su Padre. Jesús desde ese momento (doce años de edad) era responsable de sus propios actos y palabras.
Si niños murieron cuando sus padres fueron castigados con la pena de muerte por parte de Dios, no fue porque esos niños pecaron sino simplemente porque estaban allí. En otros casos, si Dios mandó matar hombres, mujeres, niños y hasta animales, lo más probable es porque en ese lugar había contagio de algún mal, como sífilis en humanos y cosas parecidas. A lo mejor los hombres y mujeres tenían relaciones sexuales con animales y luego todos resultaban infectados y niños nacían con enfermedades heredas, o las heredaban al amamantar mujeres infectadas. Hay que notar que Dios no mandó esa orden de matar todo ser viviente con todo pueblo que los israelitas conquistaban.
Como temprana conclusión, ni los niños ni nadie se van al cielo después de morir, y el único que conoce o detecta nuestra alma (personalidad) es Dios, y será Dios quien juzgará a ciencia cierta quién es quién.
De antemano, tu "opinion" es irrelevante en cuanto a la palabra de Dios se refiere. En segundo termino, tu posicion esta totalmente fuera de la ortodoxia Cristiana ya que niega la existencia del alma o espiritu que es evidente y claramente descritoen la biblia. La biblia nunca habla de "personalidad" por lo que inferir un elemento anacronico es totalmente especulativo.
Dios nos ofrece como testigos el testimonio de los Apostoles y los Discipulos de Cristo a modo de estimular nuestro intelecto y nos exhorta a ahondar en su palabra. Somo TODOS salvos por la gracia de Dios a traves de la fe en Cristo Jesus, nuestro Redentor y Unico Mediador en el nuevo Convenio. En el caso de los infantes, solo Dios sabe, de acuerdo a su gracia y soberana eleccion cuales seran salvos en su reino.
En primer lugar, para el creyente en Jesucristo, la Biblia nos dice que después de la muerte, las almas/espíritus de los creyentes son llevados al cielo, porque sus pecados fueron perdonados cuando recibieron a Cristo como Salvador (Juan 3:16, 18, 36). Para los creyentes, la muerte significa estar
“fuera del cuerpo y en casa con el Señor” (2 Corintios 5:6-8; Filipenses 1:23). Sin embargo, pasajes como 1 Corintios 15:50-54 y 1 Tesalonicenses 4:13-17 describen a los creyentes resucitando y recibiendo cuerpos glorificados. Si los creyentes van a estar con Cristo inmediatamente después de la muerte, ¿cuál es el propósito de esta resurrección? Parece que, mientras que las almas/espíritus de los creyentes van a estar con Cristo inmediatamente después de la muerte, el cuerpo físico permanece en la tumba “durmiendo”. En la resurrección de los creyentes, el cuerpo físico es resucitado, glorificado y reunido con el alma/espíritu. Este cuerpo-alma-espíritu reunificado y glorificado será el estado de existencia de los creyentes por la eternidad en los nuevos cielos y la nueva tierra (Apocalipsis 21—22).
En segundo lugar, para quienes no reciben a Jesucristo como Salvador, la muerte significa castigo eterno. Sin embargo, de manera similar al destino de los creyentes, parece que los incrédulos también van a un lugar de espera temporal para su resurrección final, juicio y destino eterno. Lucas 16:22-23 describe a un hombre rico que es atormentado inmediatamente después de morir. Apocalipsis 20:11-15 describe a todos los muertos incrédulos que resucitan, son juzgados en el gran trono blanco y arrojados al lago de fuego. Los incrédulos, entonces, no son enviados al “infierno” final (el lago de fuego) inmediatamente después de la muerte; más bien, son enviados a un reino temporal de juicio ardiente y angustia. El hombre rico clamó: “Estoy en agonía en este fuego” (Lucas 16:24).
Después de la muerte, una persona (su espiritu) reside en un lugar de consuelo o en un lugar de tormento. Estos reinos actúan como un “cielo” temporal y un “infierno” temporal hasta la resurrección. En ese momento, el alma se reúne con el cuerpo, pero el destino eterno de nadie cambiará. La primera resurrección es para los
“bienaventurados y santos” (Apocalipsis 20:6) —todos los que están en Cristo— y aquellos que son parte de la primera resurrección entrarán en el reino milenial y, finalmente, en los nuevos cielos y la nueva tierra (Apocalipsis 21:1). La otra resurrección ocurre después del reino milenial de Cristo, e implica un juicio sobre los malvados e incrédulos “conforme a lo que habían hecho” (Apocalipsis 20:13). Estos, cuyos nombres no están en el libro de la vida, serán enviados al lago de fuego para experimentar la “muerte segunda” (Apocalipsis 20:14-15). La nueva tierra y el lago de fuego: estos dos destinos son finales y eternos. La gente va a uno u otro, basándose enteramente en si han confiado en Jesucristo para la salvación (Mateo 25:46; Juan 3:36).
Saludos