INTRODUCCIÓN:
Durante buen número de años, tenía metida en la cabeza la idea de que Romanos 7 era el "estado inmaduro" de un creyente (casi en los límites del incrédulo), y Romanos 8 era ese mismo creyente que por fin de alguna forma milagrosa y sacrosanta había conseguido alcanzar "la victoria" o un "avanzado estado espiritual maduro". Si bien es cierto que hay muy distintos estados espirituales y la madurez es una realidad para el creyente en esta tierra (día a día... minuto a minuto), la enseñanza de estos dos capítulos es bien distinta. Aunque muchos de vosotros compartís esta visión, dejad que resuma ambos capítulos para facilitar el entendimiento. Aunque no me gusta limitar el texto a estos dos capítulos (porque como he dicho en algunas ocasiones, las cartas son un "cuerpo" que debe asimilarse en su conjunto), lo hago por razones de espacio y tiempo limitados. También advierto que he resumido muchísimo.
CAPITULO 7 de Romanos:
Rom 7:1-6
Cristo me mató en la cruz y esta muerte también me ha hecho morir ante "los mandamientos de Dios" que se enseñoreaban de mí porque no podía cumplirlos.
Rom 7:7-14
De hecho, estos mandamientos de Dios "avivan" mi pecado, es decir: me muestran crudamente en las narices que SIEMPRE estoy lejos de cumplir lo que a Dios le agrada, que es ser santo, perfecto y bueno. La ley de Dios es perfecta, pero yo no lo soy; soy un "error" y una "imperfección" andante; es algo que está en mi naturaleza, en mi esencia, en mi ADN, por lo que esta "Ley Suya" SIEMPRE mostrará mi incapacidad para cumplirla tal y como el Autor quiere que se cumpla. NO PUEDO CUMPLIR lo que a Él le gusta. No tengo remedio.
Rom 7:15-25
Y cuidado, no es una cuestión de que yo "no quiera" cumplir Sus leyes. Yo quiero y amo la ley de Dios con todas mis fuerzas y la pasión de mi corazón, y la reconozco y veo como justa y buena, pero siempre veo una extraña "ley en mí" que me arrastra continuamente al error, haciéndome un esclavo perpetuo del error. No puedo quitarme esta ley de encima. Se me pega como una sanguijuela y me chupa la sangra la muy... pend***. Es como la ley de la gravedad. Siempre está ahí y no te puedes librar de ella seas pobre o rico, listo o tonto de remate.
CAPITULO 8 de Romanos
Rom 8:1-13
No obstante, en la persona de Jesús hay una cosa "milagrosa" que se llama Vida. Esta extraña y "mágica" Vida actúa como "otra ley" que me libra de la muerte que merezco por no ser capaz de obedecer lo correcto y perfecto. Sabiendo todo esto (habiendo comprobado mi fracaso por la experiencia diaria)... ¿me voy a hacer siervo de una serie de leyes que muestran que soy un fracasado día a día y minuto a minuto? ¡De ninguna manera! Más bien lo que me interesa y lo que voy a buscar es a esta Persona que dice que es capaz de darme a comer esta Vida (es decir, de conocerle en lo íntimo de mi estómago, asimilando el poder de este Alimento en mí mismo) . No me interesan mis esfuerzos para cumplir Sus leyes. Eso no tiene futuro. Ahí sólo hay muerte.
Rom 8:14-17
Se hace obvio que los que prestan atención y oídos a este Pan de Vida son los que realmente están a buenas con Jesús. El miedo quedó atrás, pues ahora este Pan Espiritual nos hace clamar como un niño a su Padre, "¡Papá, Papá!", porque ciertamente este Padre nos ha adoptado como hijos Suyos. Imagínate... "¡Hijo de Dios!"... El Espíritu que Jesús nos dio como promesa nos da testimonio de que esto es así: de que tenemos un Papá, y por tanto todo lo Suyo es nuestro. Ya que compartimos los mismos sufrimientos que su Hijo Jesús, compartiremos las mismas recompensas que Dios le va a dar...
Rom 8:18-27
Así que todos estos sufrimientos que soportamos los que en esta tierra comemos y testificamos del Pan de Vida, son insignificantes comparados con la recompensa. Y todo el Universo espera esta recompensa porque el Cosmos también sufre como nosotros de verse a sí mismo corrompido y sujeto a la muerte y al sufrimiento. Pero esperamos con fe (no por vista ni estúpidos milagritos) de que Dios nos dará un cuerpo sin corrupción y sin debilidad. En esta debilidad no sabemos ni qué debemos orar, pero el Espíritu del Pan de Vida nos ayuda, porque Él sabe orar y sabe qué pedir...
Rom 8:27-39
Si hasta Dios ora por nosotros, ¡mucho más Dios lo sabe todo y nos conoce desde la eternidad, y desde allí nos predestinó y llamó en Su Omnisciencia! Así que, ¿qué podemos decir a todas estas cosas? Si Dios mismo fue capaz de dar lo más preciado que tenía para que nosotros le diéramos una muerte horrible, ¿cómo no nos dará todo lo demás? ¿Quién... quién nos podrá separar de este amor de Dios que no puede expresarse con palabras? No hay nada ahora ni mañana, ni en este mundo ni en el otro, que nos pueda separar de un Amor como este que hay en Cristo Jesús.
PLANTEAMIENTO del DILEMA:
Hay un versículo en estos dos capítulos que indica claramente que esa "ley" de Romanos 7 sigue activa en el creyente y que nunca se desactiva... este es el versículo mágico y liberador del que os hablaba con pasión en el otro hilo. Más aún teniendo en cuenta que lo está escribiendo el apóstol que Dios nos dio a los gentiles durante el primer siglo, y cuya herencia hemos recibido por sus "cartas": Pablo de Tarso. El que encuentre el versículo tiene premio. Hay que escoger un versículo y explicar por qué crees que esa es la solución para ti. Si no fuera correcto, expondré las razones por las que "no". Puede ser que alguien haya visto algo en un versículo que lleve a lo mismo... eso también enriquecería el hilo y yo así lo reconocería.
PREMIO al GANADOR:
El ganador conseguirá que cambie mi querido "proverbio persa" que a tantos irrita. Es decir, me comprometo a cambiar mi firma y que el tema de mi nueva firma se base en el tema que el ganador me indique, y que mantendré al menos 1 año (aceptaré que el ganador me permita seguir usando el que ahora tengo, si eso desea). Esperaré al menos una semana para resolver y dar tiempo a que intervengan todos los que quieran, y yo mientras tanto estoy atento y participaré todo lo que pueda.
Amor,
Ibero
Durante buen número de años, tenía metida en la cabeza la idea de que Romanos 7 era el "estado inmaduro" de un creyente (casi en los límites del incrédulo), y Romanos 8 era ese mismo creyente que por fin de alguna forma milagrosa y sacrosanta había conseguido alcanzar "la victoria" o un "avanzado estado espiritual maduro". Si bien es cierto que hay muy distintos estados espirituales y la madurez es una realidad para el creyente en esta tierra (día a día... minuto a minuto), la enseñanza de estos dos capítulos es bien distinta. Aunque muchos de vosotros compartís esta visión, dejad que resuma ambos capítulos para facilitar el entendimiento. Aunque no me gusta limitar el texto a estos dos capítulos (porque como he dicho en algunas ocasiones, las cartas son un "cuerpo" que debe asimilarse en su conjunto), lo hago por razones de espacio y tiempo limitados. También advierto que he resumido muchísimo.
CAPITULO 7 de Romanos:
Rom 7:1-6
Cristo me mató en la cruz y esta muerte también me ha hecho morir ante "los mandamientos de Dios" que se enseñoreaban de mí porque no podía cumplirlos.
Rom 7:7-14
De hecho, estos mandamientos de Dios "avivan" mi pecado, es decir: me muestran crudamente en las narices que SIEMPRE estoy lejos de cumplir lo que a Dios le agrada, que es ser santo, perfecto y bueno. La ley de Dios es perfecta, pero yo no lo soy; soy un "error" y una "imperfección" andante; es algo que está en mi naturaleza, en mi esencia, en mi ADN, por lo que esta "Ley Suya" SIEMPRE mostrará mi incapacidad para cumplirla tal y como el Autor quiere que se cumpla. NO PUEDO CUMPLIR lo que a Él le gusta. No tengo remedio.
Rom 7:15-25
Y cuidado, no es una cuestión de que yo "no quiera" cumplir Sus leyes. Yo quiero y amo la ley de Dios con todas mis fuerzas y la pasión de mi corazón, y la reconozco y veo como justa y buena, pero siempre veo una extraña "ley en mí" que me arrastra continuamente al error, haciéndome un esclavo perpetuo del error. No puedo quitarme esta ley de encima. Se me pega como una sanguijuela y me chupa la sangra la muy... pend***. Es como la ley de la gravedad. Siempre está ahí y no te puedes librar de ella seas pobre o rico, listo o tonto de remate.
CAPITULO 8 de Romanos
Rom 8:1-13
No obstante, en la persona de Jesús hay una cosa "milagrosa" que se llama Vida. Esta extraña y "mágica" Vida actúa como "otra ley" que me libra de la muerte que merezco por no ser capaz de obedecer lo correcto y perfecto. Sabiendo todo esto (habiendo comprobado mi fracaso por la experiencia diaria)... ¿me voy a hacer siervo de una serie de leyes que muestran que soy un fracasado día a día y minuto a minuto? ¡De ninguna manera! Más bien lo que me interesa y lo que voy a buscar es a esta Persona que dice que es capaz de darme a comer esta Vida (es decir, de conocerle en lo íntimo de mi estómago, asimilando el poder de este Alimento en mí mismo) . No me interesan mis esfuerzos para cumplir Sus leyes. Eso no tiene futuro. Ahí sólo hay muerte.
Rom 8:14-17
Se hace obvio que los que prestan atención y oídos a este Pan de Vida son los que realmente están a buenas con Jesús. El miedo quedó atrás, pues ahora este Pan Espiritual nos hace clamar como un niño a su Padre, "¡Papá, Papá!", porque ciertamente este Padre nos ha adoptado como hijos Suyos. Imagínate... "¡Hijo de Dios!"... El Espíritu que Jesús nos dio como promesa nos da testimonio de que esto es así: de que tenemos un Papá, y por tanto todo lo Suyo es nuestro. Ya que compartimos los mismos sufrimientos que su Hijo Jesús, compartiremos las mismas recompensas que Dios le va a dar...
Rom 8:18-27
Así que todos estos sufrimientos que soportamos los que en esta tierra comemos y testificamos del Pan de Vida, son insignificantes comparados con la recompensa. Y todo el Universo espera esta recompensa porque el Cosmos también sufre como nosotros de verse a sí mismo corrompido y sujeto a la muerte y al sufrimiento. Pero esperamos con fe (no por vista ni estúpidos milagritos) de que Dios nos dará un cuerpo sin corrupción y sin debilidad. En esta debilidad no sabemos ni qué debemos orar, pero el Espíritu del Pan de Vida nos ayuda, porque Él sabe orar y sabe qué pedir...
Rom 8:27-39
Si hasta Dios ora por nosotros, ¡mucho más Dios lo sabe todo y nos conoce desde la eternidad, y desde allí nos predestinó y llamó en Su Omnisciencia! Así que, ¿qué podemos decir a todas estas cosas? Si Dios mismo fue capaz de dar lo más preciado que tenía para que nosotros le diéramos una muerte horrible, ¿cómo no nos dará todo lo demás? ¿Quién... quién nos podrá separar de este amor de Dios que no puede expresarse con palabras? No hay nada ahora ni mañana, ni en este mundo ni en el otro, que nos pueda separar de un Amor como este que hay en Cristo Jesús.
PLANTEAMIENTO del DILEMA:
Hay un versículo en estos dos capítulos que indica claramente que esa "ley" de Romanos 7 sigue activa en el creyente y que nunca se desactiva... este es el versículo mágico y liberador del que os hablaba con pasión en el otro hilo. Más aún teniendo en cuenta que lo está escribiendo el apóstol que Dios nos dio a los gentiles durante el primer siglo, y cuya herencia hemos recibido por sus "cartas": Pablo de Tarso. El que encuentre el versículo tiene premio. Hay que escoger un versículo y explicar por qué crees que esa es la solución para ti. Si no fuera correcto, expondré las razones por las que "no". Puede ser que alguien haya visto algo en un versículo que lleve a lo mismo... eso también enriquecería el hilo y yo así lo reconocería.
PREMIO al GANADOR:
El ganador conseguirá que cambie mi querido "proverbio persa" que a tantos irrita. Es decir, me comprometo a cambiar mi firma y que el tema de mi nueva firma se base en el tema que el ganador me indique, y que mantendré al menos 1 año (aceptaré que el ganador me permita seguir usando el que ahora tengo, si eso desea). Esperaré al menos una semana para resolver y dar tiempo a que intervengan todos los que quieran, y yo mientras tanto estoy atento y participaré todo lo que pueda.
Amor,
Ibero
Última edición: