La inmensa mayoría de los investigadores científicos no solo pasan por alto la razón por la que muere la humanidad, sino, lo que es más importante, desconoce cuál es el requisito principal para alcanzar la vida eterna.
Si bien es necesario que el cuerpo humano se alimente con regularidad, respire, beba y coma, hay algo mucho más importante para la conservación de la vida.
Jehová hizo referencia a esto en su Palabra al decir: “No solo de pan vive el hombre, sino que de toda expresión de la boca de Jehová vive el hombre”. (Dt 8:3.)
Jesucristo repitió este mismo principio y dijo además: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra”. (Jn 4:34; Mt 4:4.)
En otra ocasión dijo: “Así como me envió el Padre viviente y yo vivo a causa del Padre, así también el que se alimenta de mí, sí, ese mismo vivirá a causa de mí”. (Jn 6:57.)
Cuando Dios creó al hombre, lo hizo a su imagen, según su semejanza. (Gé 1:26, 27.)
Como es natural, no a Su imagen y semejanza física, pues Dios es un espíritu y el hombre es de carne. (Gé 6:3;Jn 4:24.)
Es decir, el hombre, a diferencia de los “animales irracionales” (2Pe 2:12), podía ejercer la facultad de la razón, tendría atributos como los de Dios: amor, sentido de justicia, sabiduría y poder. (Col 3:10.)
Podía entender el porqué de su existencia y lo que el Creador requería de él.
Por consiguiente, a diferencia de los animales, tenía capacidad espiritual, podía expresar su aprecio por el Creador y adorarlo.
Esta capacidad creó una necesidad en Adán: necesitaba algo más que alimento físico; necesitaba sustento espiritual.
Y para poder disfrutar de bienestar mental y físico, tenía que ejercitar su espiritualidad.
De manera que no puede haber una continuidad indefinida de la vida independientemente de Jehová Dios y sus provisiones espirituales.
Jesús dijo sobre vivir para siempre: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”. (Jn 17:3.)
Si bien es necesario que el cuerpo humano se alimente con regularidad, respire, beba y coma, hay algo mucho más importante para la conservación de la vida.
Jehová hizo referencia a esto en su Palabra al decir: “No solo de pan vive el hombre, sino que de toda expresión de la boca de Jehová vive el hombre”. (Dt 8:3.)
Jesucristo repitió este mismo principio y dijo además: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra”. (Jn 4:34; Mt 4:4.)
En otra ocasión dijo: “Así como me envió el Padre viviente y yo vivo a causa del Padre, así también el que se alimenta de mí, sí, ese mismo vivirá a causa de mí”. (Jn 6:57.)
Cuando Dios creó al hombre, lo hizo a su imagen, según su semejanza. (Gé 1:26, 27.)
Como es natural, no a Su imagen y semejanza física, pues Dios es un espíritu y el hombre es de carne. (Gé 6:3;Jn 4:24.)
Es decir, el hombre, a diferencia de los “animales irracionales” (2Pe 2:12), podía ejercer la facultad de la razón, tendría atributos como los de Dios: amor, sentido de justicia, sabiduría y poder. (Col 3:10.)
Podía entender el porqué de su existencia y lo que el Creador requería de él.
Por consiguiente, a diferencia de los animales, tenía capacidad espiritual, podía expresar su aprecio por el Creador y adorarlo.
Esta capacidad creó una necesidad en Adán: necesitaba algo más que alimento físico; necesitaba sustento espiritual.
Y para poder disfrutar de bienestar mental y físico, tenía que ejercitar su espiritualidad.
De manera que no puede haber una continuidad indefinida de la vida independientemente de Jehová Dios y sus provisiones espirituales.
Jesús dijo sobre vivir para siempre: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”. (Jn 17:3.)