Re: ¿PUEDE UN CRISTIANO SER RICO?
Las riquezas entre los seguidores de Cristo Jesús.
A diferencia de los patriarcas y de la nación de Israel, los seguidores de Jesucristo tenían la comisión de “[hacer] discípulos de gente de todas las naciones”. (Mt 28:19, 20.) Llevar a cabo esta comisión requirió tiempo y esfuerzo, que normalmente se hubiera empleado en ocupaciones seglares. Por lo tanto, el que se aferrara a la riqueza, en vez de aligerar las cargas lo suficiente para poder emplear el tiempo y recursos en esa comisión, no podía ser un discípulo de Jesús ni tener la perspectiva de vida celestial. Por esta razón, el Hijo de Dios declaró: “¡Cuán difícil les será a los que tienen dinero abrirse camino al reino de Dios! Más fácil es, de hecho, que un camello pase por el ojo de una aguja de coser que el que un rico entre en el reino de Dios”. (Lu 18:24, 25.) Jesús se sintió impulsado a decir estas palabras ante la reacción que tuvo un joven gobernante rico cuando él le dijo: “Vende todas las cosas que tienes y distribuye entre los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sé mi seguidor”. (Lu 18:22, 23.) Aquel joven tenía la obligación de ayudar a sus compañeros israelitas
necesitados. (Pr 14:21; 28:27; Isa 58:6, 7; Eze 18:7-9.) Pero el que no estuviese dispuesto a desprenderse de los bienes materiales para ayudar a otros y hacerse seguidor de Jesucristo le impidió entrar en el reino de los cielos.
Ahora bien, los seguidores de Cristo no tenían que quedar reducidos a la miseria y luego depender de otros para que los ayudasen. Más bien, debían trabajar arduamente a fin de atender a sus familias y también tener “algo que distribuir a alguien que tenga necesidad”. (Ef 4:28; 1Te 4:10-12; 2Te 3:10-12; 1Ti 5:8.) Debían estar satisfechos con tener sustento y con qué cubrirse y no procurar hacerse ricos. La persona que considerase las metas materiales como de primera importancia estaba en peligro de actuar de manera fraudulenta y perder la fe al descuidar las cosas espirituales. De hecho, esto es lo que les sucedió a algunos, como lo muestran las palabras de Pablo a Timoteo: “Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y perjudiciales, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina. Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y, procurando realizar este amor, algunos han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos dolores”. (1Ti 6:9, 10.)
Naturalmente, lo que Jesús dijo al joven gobernante rico no significa que un cristiano no pueda tener riquezas materiales. Por ejemplo, en el siglo I E.C. había cristianos ricos en la congregación de Éfeso. El apóstol Pablo no le dijo a Timoteo que aconsejara específicamente a estos hermanos ricos que se despojaran de toda posesión material, sino que escribió: “A los que son ricos en el presente sistema de cosas da órdenes de que no sean altaneros, y de que cifren su esperanza, no en las riquezas inseguras, sino en Dios, que nos proporciona todas las cosas ricamente para que disfrutemos de ellas; que trabajen en lo bueno, que sean ricos en obras excelentes, que sean liberales, listos para compartir, atesorando para sí con seguridad un fundamento excelente para el futuro, para que logren asirse firmemente de la vida que realmente lo es”. (1Ti 6:17-19.) De modo que lo que estos cristianos ricos tenían que hacer era vigilar su actitud: mantener las riquezas en su debido lugar y utilizarlas de manera generosa para ayudar a otros.
Mammón. Normalmente se entiende que el término griego ma·mō·nás (castellanizado como Mammón, Mammona y de otras formas) significa dinero o riquezas. (Mt 6:24; Lu 16:9, 11, 13; compárese con Besson; BM; CR; Ga; NM; PIB; Rule; Sd; Val, 1909.) No hay ningún indicio de que alguna vez fuese el nombre de una deidad. Jesús utilizó este término cuando mostró que una persona no puede ser esclava de Dios si es esclava de las Riquezas (Mt 6:24), e instó a sus oyentes: “Háganse amigos por medio de las riquezas injustas, para que, cuando las tales fallen, se los reciba en los lugares de habitación eternos”. (Lu 16:9.) Como la posesión o el deseo de tener riquezas materiales puede llevar a cometer actos desaforados, es posible que esta sea la razón por la que se las llama “riquezas injustas”, en contraste con las riquezas espirituales. Además, las riquezas materiales, en particular el dinero, en realidad pertenecen a “César” y están bajo su control, pues él pone en circulación el dinero y le asigna su valor. Tales riquezas son transitorias, y pueden perderse debido a reveses económicos u otras circunstancias. Por consiguiente, el que tenga estas riquezas no debería cifrar su confianza en ellas, ni utilizarlas, como hace el mundo en general, para propósitos egoístas, como acumular aún más riquezas. (1Co 7:31.) Más bien, debería esforzarse por hacerse amigo de los que poseen los lugares de habitación eternos.
Los que poseen “los lugares de habitación eternos” son Jehová Dios y su Hijo Cristo
Jesús. (Compárese con Jn 6:37-40, 44.) Las personas que no utilizan sus “riquezas injustas” de una manera apropiada (para ayudar a los necesitados y fomentar las “buenas nuevas”; Gál 2:10; Flp 4:15) nunca podrán ser amigos de Dios y de su Hijo Cristo Jesús. Como no son fieles en su uso de las riquezas injustas, no se les pueden confiar riquezas espirituales (Lu 16:10-12), pues nunca podrían ser excelentes mayordomos de la bondad inmerecida de Dios que distribuyen riquezas espirituales a otros. (1Pe 4:10, 11.)