Yahvéh (Yahweh) es uno de los nombres hebreos arcaicos, tales como Jacob, José, Israel, etc. (cf. Ewald, "Lehrbuch der hebr.Sprache", 7ª ed., 1863, p.664), derivado del imperfecto de tercera persona de modo que atribuye a una persona o cosa la acción de la cualidad expresada por el verbo después de la manera de un adjetivo verbal o un participio. Furst ha coleccionado la mayoría de estos nombre y llama a la forma forma participialis imperfectiva. Como el Nombre Divino es una forma imperfecta del arcaico verbo hebreo "ser", Yahvéh significa "El que es", Aquel cuya nota característica consiste en ser, o simplemente "El Existente".
Aquí somos confrontados con la cuestión, si Yahvéh es el hiphil imperfecto o el qal imperfecto. Calmet y Le Clere creen que el Nombre Divino es una forma hiphil; por tanto significa, de acuerdo a Schrader (Die Keilinschriften und das alte Testament, 2nd.ed., p.25), Aquel que trae a la existencia, el Creador, y de acuerdo a Lagarde (Psalterium Hieronymi, 153), Aquel que causa la llegada, Aquel que cumple Sus promesas, el Dios de la Providencia. Pero esta opinión no se mantiene con Ex., iii, 14, ni hay rastro en hebreo de una forma hiphil del verbo "ser"; además, esta forma hiphil es proporcionada en idiomas afines mediante la forma pi'el, excepto en siríaco donde el hiphil es de uso raro y tardío.
Por otra parte, Yehveh puede ser un imperfecto qal desde un punto de vista gramatical y la exégesis tradicional de Ex., iii, 6-16, parece necesitar la forma Yahvéh. Moisés le pide a Dios: "Si ellos me dijeran: ¿Cuál es su nombre (de Dios)? ¿Qué deberé decirles? Al contestar, Dios regresa tres veces diferentes a la determinación de Su nombre. Primero, Él usa el imperfecto en primera persona del verbo hebreo "ser"; aquí la Vulgata, la Septuaginta, Aquila, Teodosion y la Versión Arábiga suponen que Dios utiliza el imperfecto qal; solamente los Targum de Jonathán y de Jerusalén implican el imperfecto hiphil. Por tanto tenemos las traducciones: "Yo soy el que soy" (Vulg.), "Yo soy el que es" (Sept.), "Yo soy el que será" (Aquila, Tedosion), "El Eterno que no cesa" (Ar.); solamente los Targum arriba mencionados ven alguna referencia a la creación del mundo. La segunda vez, Dios usa de nuevo el imperfecto de la primera persona del verbo hebreo "ser"; aquí las versiones siríaca, samaritana y persa, y los Targum de Onkelos y Jerusalén retienen la palabra hebrea, así que uno no puede decir si consideran el imperfecto como la forma qal o la hiphil; la versión arábiga omite la cláusula completa; pero la Septuaginta, la Vulgata y el Targum de Jonathán suponen aquí el imperfecto qal: "El que es, me ha enviado a Uds." en lugar de "Yo soy, me ha enviado a Uds.": (Vulg.); "ho on me envió a Uds." (Sept.); "Yo soy el que es y que será, me ha enviado a Uds." (Targ. Jon.). Finalmente, la tercera vez, Dios usa la tercera persona del imperfecto, o la forma del nombre sagrado por sí misma; aquí la versión samaritana y el Targum de Onkelos retienen la forma hebrea; la Septuaginta, la Vulgata y la versión siríaca traducen "Señor", aunque de acuerdo a la analogía de los anteriores dos pasajes, deberían ser transcritos: "El que es, el Dios de vuestros padres,.... me ha enviado a Uds."; la versión arábiga sustituye "Dios". La exégesis clásica, por tanto, considera Yahvéh como el qal imperfecto del verbo hebreo "ser".
Aquí se presenta otra cuestión por sí misma: ¿El ser predicado de Dios en Su Nombre es el ser metafísico denotando nada sino la existencia misma, o es un ser histórico, una manifestación transitoria de Dios en el tiempo? La mayoría de los escritores protestantes consideran el ser implícito en el nombre Yahvéh como uno histórico, aunque algunos no excluyen completamente ideas metafísicas tales como la independencia de Dios, la constancia absoluta, la fidelidad a Sus promesas y la inmutabilidad en Sus planes (cf. Diver, "Hebrew Tenses", 1892, p.17). Las siguientes son las razones alegadas para el significado histórico del "ser" implícito en el Nombre Divino:
· El sentido metafísico del ser era demasiado oscuro para los tiempos primitivos. Aun, algunas de las especulaciones egipcias de los primeros tiempos son casi tan oscuras; además, no era necesario que los judíos del tiempo de Moisés comprendieran totalmente el significado implícito en el nombre de Dios. El desarrollo científico de su sentido podría ser dejado a los futuros teólogos cristianos.
· El verbo hebreo hayah significa más bien "llegar a ser" que "ser" permanentemente. Pero autoridades serias niegan que el verbo hebreo denote estar en movimiento más que ser en una condición permanente. Es cierto que el participio habría expresado más claramente un estado permanente; pero luego, el participio del verbo hayah es encontrado únicamente en Ex., ix, 3, y pocos nombres propios hebreos son derivados del participio.
· El imperfecto expresa principalmente acción de alguien que entra otra vez en escena. Pero éste no es siempre el caso; el imperfecto hebreo es un verdadero tiempo aoristo , prescindiendo del tiempo y, por tanto, mejor adaptado a los principios generales (Dirver, p.38).
· "Soy quien soy" parece referirse a "Estaré contigo" del v.12; ambos textos parecen ser aludidos en Os., i, 9, "No seré de ustedes". Pero si esto es cierto, "Yo soy quien soy" debe ser considerado una elipse: "Yo soy quien estoy con ustedes", o "Yo soy quien soy fiel a mis promesas". Esto es suficientemente duro; pero llega a ser inadmisible en la cláusula: "Yo soy el soy, me ha enviado".
Desde entonces el imperfecto hebreo aceptadamente no ha de ser considerado como un futuro y puesto que la naturaleza del lenguaje no nos fuerza a ver en él la expresión de la transición o del llegar a ser, y puesto que, además, la temprana tradición es bastante fija y el carácter absoluto del verbo hayah ha inducido aun a los más ardientes partidarios de su sentido histórico a admitir en los textos una descripción de la naturaleza de Dios, las reglas de la hermenéutica nos urgen a tomar las expresiones en Ex., iii, 13-15, por lo que valen. Yahvéh es El Que Es, esto es, Su naturaleza está mejor caracterizada por Ser, si en realidad debe ser designada por un nombre propio personal diferente del término Dios (Revue biblique, 1893, p.338). Las teorías escolásticas en cuanto a la profundidad del significado latente en Yahvéh (Yahwéh) descansan por tanto, sobre un sólido fundamento. Los seres finitos son definidos por su esencia: Dios puede definirse únicamente por ser, puro y simple, nada menos y nada más; no el ser abstracto común a todo y característico de nada en particular, sino por ser concreto, el ser absoluto, el océano de todo ser sustancial, independiente de cualquier causa, incapaz de cambio, excediendo toda duración, porque Él es infinito: "Alfa y Omega, el principio y el fin... aquél que era, es y será, el Todopoderoso" (Apoc, i, 8). Cf. Sto.Tomás, I, qu. xiii, a. 14; Franzelin, "De Deo Uno" (3ª ed., 1883, thesis XXIII, pp 279-86).
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La opinión de que el nombre Yahvéh fue adoptado por los judíos a partir de los cananitas, ha sido defendida por von Bohlen (Genesis, 1835, p. civ), Von der Alm (Theol.Briefe, I, 1862, pp. 524-27), Colenso (The Pentateuch, V, 1865, pp 269-84), Goldziher (Der Mythus bei den Hebräern, 1867, p.327), pero ha sido rechazada por Kuenen ("De Godsdienst van Israel", I, Haarlem, 1869, pp. 379-401) y Baudissin (Studien, I, pp. 213-18). Por los antecedentes es improbable que Yahvéh, el irreconciliable enemigo de los cananitas, fuera originalmente un dios cananeo.
Ha sido dicho por Vatke (Die Religion des Alten Test., 1835, p.672) y J.G. Müller (Die Semiten in ihrem Verhältniss zu Chamiten und Japhetiten, 1872, p.163) que el nombre Yahvéh es de origen indoeuropeo. Pero la transición de la raíz sánscrita, div -el latín Jupiter-Jovis (Diovis), el griego Zeus-Dios, el indoeuropeo Dyaus en la forma hebrea Yahvéh nunca ha sido satisfactoriamente explicada. El alegato de Hitzig (Volesungen über bibl. Theol., p.38) que los indoeuropeos proveyeron al menos la idea contenida en el nombre Yahvéh, aun si no originaron el nombre mismo, carece en absoluto de valor.
La teoría de que Yahvéh es de origen egipcio puede tener alguna probabilidad a priori, puesto que Moisés fue educado en Egipto. Sin embargo, las pruebas no son convincentes:
· Röth (Die Aegypt. und die Zoroastr. Gaubenslehre, 1846, p.175) deriva el nombre hebreo del antiguo dios-luna Ih o Ioh. Pero no hay conexión entre el Yahvéh hebreo y la luna (cf. Pierret, "Vocabul. Hiérogl.", 1875, p.44).
· Plutarco (De Iside, 9) nos dice que una estatua de Atenea (Neith) en Sais mostraba la inscripción: "Yo soy todo lo que ha sido, es y será". Pero Tholuck (op.cit., 1867, pp.189-205) muestra que el significado de esta inscripción es completamente diferente de la del nombre Yahvéh.
· Los que apoyan el origen egipcio del nombre sagrado apelan a lo común. La fórmula egipcia, Nuk pu nuk aunque tiene el significado literal de "Yo soy yo", su significado verdadero es "Soy aquél que" (cf. Le Page Renouf, "Hibbert Lectures for 1879", p.244).
En cuanto a la teoría de que Yahvéh tiene un origen caldeo o acadio, su base no es muy sólida:
· Yahvéh se ha dicho sería una mera forma artificial introducida para dar significado al nombre del dios nacional (Delitzch, "Wo lag das Padies", 1881, pp. 158-64); el nombre común y popular de Dios se ha dicho habría sido Yahu o Yah, siendo la letra "l" el elemento divino esencial en el nombre. El argumento, si es cierto, no prueba el origen caldeo o acadio del nombre divino hebreo; además la forma Yah es rara y exclusivamente poética; Yahu nunca aparece en la Biblia, mientras que la forma ordinaria completa del Nombre Divino es encontrada incluso en la inscripción de Mesa (línea 18) que data del siglo IX a.C.
· Yahu y Yah eran conocidos fuera de Israel; las formas entran en la composición de nombres propios extranjeros; además, la variación del nombre de cierto Rey de Hammath muestra que Ilu es equivalente a Yau, y que Yau es el nombre de un dios (Schrader, "Bibl. Bl.", II, p. 42, 56; Sargon, "Cylinder", xxv; Keil, "Fastes", I, 33). Pero los nombres propios extranjeros conteniendo Yah o Yahu son extremadamente raros y dudosos y pueden ser explicados sin admitir dioses en naciones extranjeras, llevando el sagrado nombre. De nuevo, el panteón babilónico al presente es bastante conocido, pero el dios Yau no aparece en él.
· Entre los babilonios pre-semitas, l es sinónimo de Ilu, el dios supremo; ahora l con la terminación nominativa asiria llega a ser Yau (cf. Delitzsch, "Lesestücke", 3rd ed., 1885, p.42, Syllab. A, col. I, 13-16). Hommel (Altisrael. Ueberlieferung, 1897, pp. 144-225 se siente seguro de que ha descubierto este dios caldeo Yau. Es el dios que es representado ideográficamente (ilu) A-a, pero ordinariamente pronunciado como Malik, aunque la expresión debería ser leída como Ai o la (Ya). La familia patriarcal empleaba este nombre y Moisés lo pidió prestado y lo transformó. Pero Lagrange señala que los judíos no creían que ofrecían sus hijos a Yahvéh, cuando los sacrificaban a Malik (Religion semitique, 1905, pp. 100 ss.), Jer., xxxii, 35, y Soph., i, 5, distinguen entre Malik y el Dios hebreo.
Cheyne (Traditions and Beliefs of Ancient Israel, 1907, p. 63 ss.) conecta el origen de Yahvéh con su teoría de Yerahme'el; pero aun los críticos más vanguardistas consideran la teoría de Cheyne como un desprestigio para la crítica moderna. Otras opiniones en cuanto al origen del nombre sagrado pueden tranquilamente omitirse. El punto de vista de que Yahvéh es de origen hebreo es la más satisfactoria. Arguyendo de Ex., vi, 2-8, comentadores tales como Nicolás de Lyra, Tostatus, Cajetan, Bonfrère, etc., sostienen que el nombre fue revelado por primera vez a Moisés en el Monte Horeb. Dios declara en esta visión que El "se apareció a Abraham... mediante el nombre de Dios Todopoderoso; y mi nombre Adonai [Yahvéh] no se los mostré". Pero la frase "aparecer mediante el nombre" no necesariamente implica la primera revelación de ese nombre; más bien significa la explicación del mismo, o una manera de actuar en conformidad con el significado del nombre (cf. Robion in "la Science cathol.", 1888, pp. 618-24; Delattre, ibid., 1892, pp. 673-87; van Kasteren, ibid., 1894, pp. 296-315; Robert in "Revue biblique", 1894, pp. 161-81). En el Monte Horeb Dios dijo a Moisés que El no ha actuado con los Patriarcas como el Dios de la Alianza, Yahvéh, sino como Dios Todopoderoso.
Tal vez sea preferible decir que el nombre sagrado, aunque quizá en una forma algo modificada, había estado en uso en la familia patriarcal antes del tiempo de Moisés. En el Monte Horeb Dios reveló y explicó la forma exacta de Su nombre, Yahvéh:
· El nombre sagrado ocurre en el Génesis 156 veces; esta aparición frecuente difícilmente puede ser una mera prolepsis .
· Gén., iv, 26, declara que Enós "comenzó a invocar el nombre del Señor [Yahvéh], o como el texto hebreo sugiere, "comenzó a llamarse a sí mismo tras el nombre de Yahvéh".
· Jochabed, la madre de Moisés, tiene en su nombre la forma abreviada Jo (Yo) de Yahvéh. La existencia pre-mosaica del Nombre Divino entre los hebreos se explica más fácilmente por este hecho que la suposición de que el elemento divino fue introducido después de la revelación del nombre.
· Entre los 163 nombres propios que llevan un elemento del nombre sagrado en su composición, 48 tienen yeho o yo al inicio, y 115 tienen yahu o yah al final . Mientras que la forma Yahvéh jamás aparece en tal composición. Tal vez pudiera suponerse que tales formas abreviadas yeho, yo, yahu, yah, representan el Nombre Divino como existía entre los israelitas antes de que el nombre completo Yahvéh fuera revelado en el Monte Horeb. Por otra parte, Driver (Studia bíblica, I, 5) ha mostrado que estas formas cortas son las abreviaturas regulares del nombre completo. En todo caso, mientras que no es seguro que Dios revelara Su sagrado nombre a Moisés por primera vez, con seguridad en el Monte Horeb Él reveló que Yahvéh es Su nombre incomunicable y explicó su significado.
Además de las obras referidas en el texto, el lector puede consultar: RELAND, Deeds Excreitationum (Utrecht, 1707); SCHRADER in SCHENKEL'S Bibel Lexicon, s. v. Jahve; PHAT, Dict. de la Bible, s.v. Jehovah; ROBERTSON SMITH in Brit. and Foreign Evan. Review (January, 1876), gives a summary of recent discussion of the subject; OEHLER, Real-Encyclopadie, S.V. Jehova.
http://www.enciclopediacatolica.com/j/jehovah.htm