EL SERVICIO DE LAS HERMANAS por Neal Thomson
Debemos recordar que la Biblia enseña que algunas mujeres han sido más consagradas al Señor que los hombres, pero nunca se salieron del lugar que Dios les asignó como su esfera de acción como hermanas. El Señor apareció primero a una mujer, Maria Magdalena, y luego también a las otras cuatro o cinco con Maria (Jua_20:11-18, Mat_28:9, Luc_24:10).
Ellas habían acompañado a los discípulos y a Jesús desde Galilea y les servían, atendiendo a las necesidades materiales (Luc_8:1-3). Fueron al Calvario (Mat_27:55-56), y también acompañaron a José de Arimatea al sepulcro (Mat_27:61, Luc_23:55-56).
Pero, cuando se presentan los testigos PUBLICOS como testimonio de la veracidad del evangelio, todos los varones se mencionan, pero las mujeres, las primeras testigos, no se mencionan (1Co_15:5-8).
Aunque no predicaron públicamente, ellas recibirán su merecida recompensa por su mayor devoción y servicio.
Tenemos buenos ejemplos da mujeres dedicadas de las iglesias.
Aunque no había mujeres apóstoles, ancianas (obispos) y maestras de las iglesias, o predicadoras públicas; sin embargo ellas cumplían una obra importante.
Hay mucho servicio en las iglesias que mujeres como Febe pueden cumplir, como diaconisas.
Ella ayudo a muchos (Rom_16:2). Priscila, como esposa, pero mencionada tres veces primero que su marido, cumplía una misión importantísima en trabajar con Aquila. Su ayuda personal en enseñar a Apolos los caminos de Dios, demostraba cómo esta hermana trabajaba humilde y personalmente.
En tres lugares donde ella y Aquila vivieron, se estableció una obra en su casa (Corinto (Hch_18:2-3), Efeso (Hch_18:18-19, 1Co_16:19), y en Roma (Rom_16:3-5)).
La evangelización personal es un don, y evidentemente Priscila poseía esta capacidad para hablar del evangelio a las personas.
La mujer tiene mayor contacto que su esposo con los vecinos. ¡Ojalá que nuestras hermanas, como “cuidadosas de su casa” (Tit_2:5), pudiesen aprender la grandeza del testimonio personal y de la benevolencia a los vecinos, por medio de las cuales se han establecido obras permanentes! El testimonio de la mujer está relacionado con su hogar: “si ha criado hijos, si ha practicado la hospitalidad, si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra” (1Ti_5:10).
Mientras que el marido trabaja para el sostén de la familia, ella puede trabajar dentro y fuera de la casa en cumplir sus deberes hogareños y familiares, y ayudar a los vecinos del barrio. También puede trabajar para ayudar a sostener la familia, como la mujer virtuosa de Pro_31:10-31; pero se nota que, en estos trabajos, ella no tenía necesidad de descuidar sus deberes domésticos y familiares; más bien proveía ocupación para sus hijos, porque podían ayudar en los trabajos caseros y del campo.
El peligro de un empleo normal, con horario fijo, es la imposibilidad de cumplir sus deberes cómo madre de familia y ama de casa. Muchas aspiran profesiones y trabajos de importancia, olvidándose de la “Profesión de ser Madre”.
Producir hijos, para que otros los críen, no es ser madre.
El reconocimiento de la mujer piadosa es por haber criado a sus hijos, practicado la hospitalidad, servido a los santos, socorrido a los afligidos y practicado toda buena obra; que no son servicios públicos de la iglesia. Pero, eso no la hace esclava doméstica, sino que indica que su esfera de servicio no es pública, que le permite hablar en presencia de los hermanos. Pablo dice en Tit_2:3-5, que las ancianas deben ser “maestras del bien; que enseñan a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos”.
Ahora, las ancianas no enseñan exclusivamente por ser ellas ejemplares en su vida. “Que enseñe” es “sophronizo”, que significa “instruir a ser prudente”, lo cual sería por su ejemplo, aunque también por sus palabras de consejo. Pero, “maestras del bien” es “kalodidaskalos”.
“Didasko” es siempre “dar instrucción por palabra” (aparece 96 veces en el N. T.), y significa aquí, la capacidad de una anciana de abrir las Escrituras para enseñar en privado a las hermanas más jóvenes, dándoles consejo divino. Si Priscila ayudaba a Aquila a exponer los caminos del Señor a Apolos en casa, ¡cuánto más habría podido hacerlo con otras hermanas! Ella evidentemente era ejemplar en su vida. María, de Roma, trabajó mucho entre los de su ciudad (Rom_16:6). Trifena y Trifosa trabajaron en el Señor y la amada Pérsida se destacó aún más, porque Pablo dijo que ella trabajó MUCHO en el Señor (Rom_16:12). Eunice y Loida moldearon el carácter de Timoteo como madre y abuela fieles (2Ti_1:5, 2Ti_3:15).
Dorcas se destacaba trabajando con sus manos. Sus buenas obras y limosnas (quiere decir obras de misericordia) incluían la confección de ropa para los necesitados (Hch_9:36-39).
Ningún hombre puede hacer estas cosas tan efectivamente como las mujeres. Son formas de servicio que corresponden a nuestras hermanas, y muchas se reúnen en sus hogares para hacer tal servicio. Evodia y Sintique, a pesar de la disensión que surgió entre ellas, habían “combatido juntamente” con Pablo en el evangelio. Las hermanas tienen mayor facilidad en el testimonio personal, porque puede hablar en todo momento a la mujer solitaria, cuando sería impropio hablar el hermano.
Si un hermano quiere llevar a la Escuela Dominical a los niños de una madre inconversa, que no le conoce, esto puede causar que ella tema que él tenga malas intenciones. Tales sospechas son fruto de la degeneración e inmoralidad en el mundo actualmente. Sin embargo, tales madres pueden tener más confianza si una hermana busca a sus hijos. De modo que el servicio de las hermanas es muy importante.
El evangelista predica públicamente por media hora en la plataforma, pero las que combaten juntamente con los predicadores, pueden predicar personalmente a cualquier hora del día a sus vecinos, a las personas en la calle, en el mercado, en el transporte público, o a las demás madres cuando acompañan a los niños al colegio. Sabemos que Felipe “tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban” (Hch_21:9).
Su actividad no fue pública delante de la iglesia, porque cuando Dios quería dar un mensaje profético a la iglesia, él trajo desde Judea a un profeta, llamado Agabo, para presentarlo. Esto indica que estas hermanas tenían una actividad personal, dando mensajes proféticos en privado. No leemos de hospitales en días bíblicos, pero hoy día, estas instituciones proveen un campo amplio para las actividades de las hermanas, quienes poseen una ternura y gracia para la visitación de los enfermos. Por supuesto, todo servicio para Dios debe efectuarse en espíritu de oración, buscando la ayuda del Señor antes de emprender Cualquier actividad. (1Ti_5:10).
Las hermanas en las asambleas apostólicas no formaban una sociedad de damas, sino parte misma de la congregación. Cuando “toda la iglesia se reúne en un solo lugar” (1Co_14:23) la meta de cada iglesia local, es estar unánimes, de una sola mente y de un mismo parecer. Algunos opinan que es mejor que la iglesia se separe en varios grupos, según su sexo o su edad, cada grupo orando separado del otro.
Pero la Biblia no respalda tal práctica. En Hch_1:14-15, “Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres… (los reunidos eran como ciento veinte en número)”.
Estaban en un aposento alto.
Después, la crecida iglesia en Jerusalén se reunía en el patio del Templo, a la hora novena, la de la oración (Hch_3:1). Sin embargo, en Hch_12:5, cuando la iglesia en Jerusalén hacia sin cesar oración a Dios por Pedro, “Jacobo y los hermanos” no estaban con otros en la casa de María, madre de Juan Marcos, “donde MUCHOS estaban reunidos orando” (Hch_12:12, Hch_12:17).
Esto indica que no podemos prohibir la oración en privado en las casas, pero debemos distinguir entre la oración en privado de algunos y la oración pública de la congregación, la cual debe hacerse con toda la iglesia reunida, hombres y mujeres. Si unos visitantes llegan a una casa a la hora de la lectura familiar, puede ser que la “reunión” sea “privada”. Pero si se arregla semanalmente en la casa un estudio, por ejemplo, a donde cualquiera pueda llegar, entonces se cambia la reunión a culto público, donde deben regirse las reglas para la iglesia de Dios, aunque sea en una casa. Hay una diferencia, como se demuestra en las siguientes Escrituras:
1. “Pues qué ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios?” “Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio (en la asamblea; la cual es Casa de Dios)” (1Co_11:22, 1Co_11:34). Las cuatro referencias a una iglesia reunida en una casa particular (Rom_16:5, 1Co_16:19, Col_4:15, Flm_1:2) demuestran que no es el sitio en si que determina el comportamiento necesario. Depende si es asunto familiar, o asunto de un culto público, o de una asamblea reunida allí. Cuando una iglesia se reúne en una casa, entonces la reunión se convierte en Casa de Dios. Cuando una iglesia termine la reunión en un Local Evangélico, tal como en una conferencia, y se sirve una comida a los reunidos antes de empezar otro culto por la tarde, entonces se cambia el carácter de la reunión de la de “Casa de Dios” en la de “casa particular”.
2. “En todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones… si quieren aprender algo, pregunten en casa…” (1Co_14:34-35)
3. En la casa particular, el marido es cabeza responsable; en la Casa de Dios, la responsabilidad se comparte entre los ancianos (1Ti_3:5).
El comportamiento sumiso de la mujer en la Casa de Dios se mantiene también en su servicio en la esfera pública, fuera de la Casa de Dios, y delante del mundo. Se ha hecho mención de que no predicaban ni daban discursos en público, las mujeres de las iglesias apostólicas. Es evidente que Ana (aunque fue en días antes de la formación de la iglesia), a mas de cien años de edad, hablaba en privado y no predicaba desde una tribuna (Luc_2:38).
Las cuatro hijas de Felipe también profetizaban en privado a otras; de modo que 1Co_11:5 indica que podían también orar juntas, en privado.
Pablo indica en 1Co_14:34 que las reglas de silencio observadas por las mujeres reunidas “en iglesia”, son las mismas que se observaban por mujeres que vivían “bajo la ley” del Antiguo Testamento.
Las mujeres judías oraban juntas EN PRIVADO como en Hch_16:13, y Pablo no lo desaprobó. También se da a entender que la esposa ora con el marido en privado. “Vosotros, maridos… dando honor a la mujer (su propia esposa) como vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que VUESTRAS ORACIONES no tengan estorbo” (1Pe_3:7).
Aunque no tenemos mención directa en el Nuevo Testamento a la sana práctica de tener una Lectura Familiar cada día en el hogar, hay referencia indirecta. “De alimentos… todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque POR LA PALABRA DE DIOS y por la oración es santificado”. (1Ti_4:4-5). Esto indica que la ocasión de comer es ideal para la lectura familiar de la Palabra de Dios, porque todos están juntos. También nos estimulan las referencias sen el Antiguo Testamento. La enseñanza familiar de las Sagradas Escrituras en Deu_11:18-21, y la santa convocación (reunión) de la familia cada día de reposo (Lev_23:3), apoyan tal lectura bíblica.
Dice del hogar de Timoteo: “Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras”; “La fe… la cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice” (2Ti_1:5, 2Ti_3:15).
¿Cómo se lleva a cabo?
Después de la lectura de una porción de la Biblia, en la cual cada uno presente puede tomar parte, el padre puede dirigir la oración a favor de cada miembro de la familia. Pero en su ausencia en viaje o trabajo, le toca a la madre dar gracias por la comida y encomendar a sus hijos a Dios en oración; a menos que los hijos varones sean creyentes maduros que puedan compartir esta responsabilidad. Reconocemos que por timidez o conciencia, algunas hermanas no quieren orar delante de sus hijos, ni con su marido u otra hermana. Pero, en lo privado de la familia, la madre lleva un deber delante de sus hijos, de arrodillarse con ellos para conducirlos al Señor.
En cuanto a los cultos públicos, se hace referencia en Hechos y Corintios a distintas reuniones de la Iglesia local:
(1) El culto para la Cena del Señor (1Co_11:26).
(2) El culto de ministerio o de enseñanza y estudio bíblico (1Co_14:23-24).
(3) El culto de oración (Hch_4:24-31, 1Co_14:14-17).
(4) Una reunión para disciplina (1Co_5:4-5).
(5) Una reunión para la recomendación de obreros (Hch_13:1-3).
(6) Una reunión de reportaje misionero (Hch_14:27).
En todas estas reuniones de la asamblea, TODOS DEBEN ESTAR JUNTOS, sin fraccionar la asamblea en dos grupos de varones y mujeres. Además de éstas, se hace mención del testimonio público de cada asamblea en la predicación del evangelio. Los tesalonicenses dieron buen ejemplo de esto (1Ts_1:8).
Esta evangelización puede ser en pares o grupos, tanto como en un culto de predicación en un Local.
Pero se hace referencia también a otras reuniones que no dividen la unidad de la iglesia, sino que conducen a su mayor espiritualidad y crecimiento.
Tenemos distintas referencias a REUNIONES DE ANCIANOS Y OBREROS (Hch_15:4, Hch_20:17). En Hch_5:42, “en el Templo y POR LAS CASAS, no cesaban de enseñar y predicar”. También Pablo dijo: “Nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, PUBLICAMENTE (en la iglesia) y POR LAS CASAS (en privado)” (Hch_20:20).
En Roma, durante dos años en su propia casa, él tuvo reuniones para predicar y enseñar, las cuales eran aparte de la asamblea en Roma a la cual había escrito anteriormente su Epístola.
Pero éstas no eran reuniones divisorias; Todo depende si reuniones privadas conducen a la comunión o a la división; si ayudan a la verdad o la dañan.
En Hch_21:5, después de la reunión de la iglesia en Tiro con Pablo y sus compañeros, hombres, mujeres e hijos salieron a la playa y allí oraron. Esto no era culto en el sitio de reuniones de la iglesia.
Todo esto nos indica que no podemos limitar reuniones a las de “toda la iglesia” en un lugar. Si algunos se reúnen en privado o en público, a una hora cuando, o en un lugar donde es imposible que “toda la iglesia se reúne en un solo lugar”, es importante insistir en la comunión y la armonía de todos.
Debe ser corregido aquel que se reúna aparte para causar divisiones en la iglesia (Rom_16:17).
“Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo” (Tit_3:10).
Hay que hacer hincapié en la unidad de una iglesia local en forma indivisible como de UN CUERPO, donde los miembros están unidos con ligamentos y coyunturas en una sola entidad; la iglesia local no debe estar dividida en distintos grupos o departamentos de jóvenes, caballeros y damas.
No debemos fraccionar la iglesia así.
El servicio del evangelio es otra cosa. Cultos se celebran en distintas partes a la misma vez. Los menores, en el culto para niños y jóvenes (como en una escuela dominical), se agrupan en distintas clases según su edad, para facilitar mejor la enseñanza de las Escrituras, según la capacidad de cada uno.
Normalmente la obra del Señor se extiende a pueblos vecinos donde los nuevos creyentes se reúnen para orar y estudiar la Biblia, porque no pueden llegar a todas las reuniones de toda la iglesia en el sitio de donde han venido los predicadores. En reuniones mixtas de hermanos y hermanas, en una nueva obra alejada de la asamblea, las mismas reglas de una iglesia deben regir la conducta como en la Casa de Dios, porque éste es el propósito que se lleva por delante en toda obra nueva: el de ver una nueva asamblea formada.
Por supuesto, muchas veces se empieza con unas pocas hermanas, cuyas oraciones en privado son fuente de estímulo hasta que se levanten hermanos varones para llevar la carga de la nueva obra.
De modo que, todas estas actividades de la mujer, con su devoción, humildad y santidad, proporcionan una ayuda grande, importante e indispensable, tanto en servicio en privado como en la iglesia local. Aunque a ella no le parezca que su servicio sea tan glorioso como el del predicador público, sin embargo, Dios sabe que es la obra que a Él le agrada.