Cristo, como persona, solo tiene una voluntad. Porque la misma persona es el Verbo que estaba con Dios y era Dios, que quien nació de mujer. No son dos persona, sino una sola. Pero en Cristo hay dos naturalezas, la humana y la divina. Y ambas naturalezas, aun indivisibles de la persona, son distintas, no mezcladas, y no confundidas, y conservando cada una de ellas lo que le es propio, no convirtiéndose el Verbo en carne, y no pasando la carne a ser el Verbo, sino siendo y siempre dos naturalezas distintas en una única persona.
Cuando le habla de dos voluntades, lo hace en referencia a que Jesús podía actuar tanto desde su naturaleza Divina, como desde su naturaleza humana. Tenía la voluntad de Dios, porque es Dios, en si mismo. Y tenía la voluntad de hombre, porque es hombre, en si mismo. Pero se negó así mismo, a lo que le era propio como Dios, se despojó, se humilló, y únicamente actúo y siempre desde su condición humana, su humanidad. Sin servirse, ni utilizar, aun pudiéndolo hacer, su Divinidad por si mismo.
¿Hemos llegado a puerto alguno ahora?